Terry Eagleton: marxismo y cristianismo

Gauden Sarasola
Kaos en la Red



Hallar las relaciones entre marxismo y el cristianismo es una de los centros de interés del profesor británico.
Se ha  comparado más de una vez el marxismo, como una forma de creencia, con la religión; al subrayar que ambos mantienen una esperanza en un futuro mejor, unas pretensiones por lograr la justicia apoyándose en los de más abajo,  y ciertas ideas fuertes a las que agarrase.
Si en los sesenta se dio una confluencia entre cristianos y marxistas, plasmada en teólogos y marxólogos como Roger Garaudy, Joseph Dalmau o José María González Ruiz, sin obviar a los curas obreros y hasta guerrilleros como Camilo Torres, en la actualidad varios han sido los teóricos marxistas, o cercanos, que han echado mano a ciertas creencias o figuras religiosas, usándolas analógicamente, para reforzar  sus presupuestos. Entre ellos, podría destacarse al profesor británico Terry Eagleton.
A menudo se ha hablado de Walter Benjamín asociando sus ideas, en especial sus concisas y densas <>, a un cierto mesianismo, deudor del judaísmo y del marxismo; un estudioso del alemán y traductor de sus obras al italiano, Giorgio Agamben, mantiene en alto esta esperanza en el momento luminoso(kairós) de la transformación social . Curioso resulta en este orden de cosas la tendencia que se puede observar en estos últimos años a acudir a referencias al cristianismo y a su santoral por pensadores que se ubican en los pagos de la izquierda radical; baste recordar las incursiones paulinas de Slavoj Zizek, de Alain Badiou o del propio Giorgio Agamben; o el estudio de Antonio Negri sobre Job o todavía sus alusiones, junto a Michael Hardt, a san Agustín y a otros personajes religiosos. En este orden de cosas quien sin lugar a dudas se lleva la palma-como ya he dicho desde el inicio- es el profesor británico Terry Eagleton( Salford, 1943) que traigo a estas líneas; parece como que en estos tiempos de secularización del mundo, él vaya en busca del impulso revolucionario en el campo de la religión, como disputando a los fundamentalismos( islámicos e igualmente los americanos)  de distinto pelaje en su propio terreno. Hasta tal punto llega su devoción que ha llegado a proponer una teología de izquierdas, que supongo que servirá de deleite a los teólogos de la liberación, y que yendo más lejos aún ha publicado un libro de título sabroso, y significativo desde esta óptica: << The Codspels. Terry Eagleton presents Jesus Christ>>.
En una reciente obra (  <<  Dulce violencia. La idea de lo trágico>>, Trotta, 2012)centra su aguda mirada sobre la tragedia, género que hoy en día puede parecer una antigualla fuera de tiempo y lugar. En el balanceo que puede darse entre quienes se mueven por la epidermis quitando hierro a lo trágico, y aquellos  que lo sitúan en las raíces de  sus teorías , al    tomárselo absolutamente en serio, Eagleton trata, con las numerosas referencias literarias que denotan su dedicación a la enseñanza y a la crítica cultural , de hallar un lugar para tal concepción en las filas de la izquierda que habitualmente la han despreciado al considerarla como el escenario de los dioses, de los mitos fundadores y de las expiaciones y castigos urdidos por el inexorable destino. 
La lucha del materialismo contra el idealismo y contra el relativismo creciente en las distintas esferas del quehacer humano,  no debería de ignorar-según el pensador- las constantes que han marcado a los humanos desde sus orígenes hasta nuestros días . El dolor y el sufrimiento, el desencanto y la desesperanza que hoy afectan a muchos no debe desembocar en un plegarse a las concepciones pesimistas de tipo schopenhaueriano-columpiándose entre el dolor y el aburrimiento- sino que al contrario han de subrayarse los aspectos que destaquen el “principio-esperanza” del que hablase Ernst Bloch. Tal es el empeño que guía la trayectoria  del autor y de  este ensayo político en particular: subir la moral al abatimiento de los humanos introduciendo en el pensamiento de la izquierda unas dosis de fe y la esperanza (en un mundo mejor), y hasta la “caridad”, en el sentido de las posturas solidarias que él recomienda como ya lo hiciese al tratar de los extranjeros  al proponer una <<ética solidaria>>.
Ética solidaria
Tal empeño le ocupó hace un par de años en una recomendable obra ( << Los extranjeros. Por una ética de la solidaridad>>, Paidós, 2010 ). Desde sus orígenes etimológicos griegos -êthosethos - que venían a significar hábitos y carácter, pasando por su deriva latina -mosmoris - cuyo significado es  costumbre, costumbres, mucho ha dado que hablar el término, mucho se ha usado y abusado del concepto y no menos se ha tratado de erigir unas normas de conducta(moral) o unas guías hipotéticas a la hora de comportarse con los demás(ética). Aristóteles, Spinoza, Kant, etc., etc., etc. son algunos de quienes han dedicado amplios esfuerzos en este <>.
El profesor británico,  uno de los más destacados estudiosos de los temas culturales en la actualidad desde la óptica marxista, Terry Eagleton, presenta un exigente libro que pivota sobre dos ejes: las categoría psicoanalíticas lacanianas(lo imaginario, lo simbólico y lo real) que le sirven como cuadrícula organizadora de las distintas corrientes éticas, y la reivindicación de los planteamientos socialistas y la tradición cristiana como modélicos en lo que hace a servir de horizonte de solidaridad entre los humanos; esto segundo le sirve como baremo comparativo al  que somete las doctrinas estudiadas; recuerdo aquella apuesta por el <> frete al Credo que reivindicaba Albert Jacquard. De la subjetividad del ego que se mueve por las lindes de la emotividad, hasta las morales de la transformación pasando por las morales de la obligación, Eagleton sitúa en el primer orden las éticas de Hutcheson, Hume, Burke y Adam Smith, en el segundo estudia las doctrinas de Spinoza, Kant y en el tercero , coloca a Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche, Levinas, Derrida, Badiou y Zizek, estos dos últimos autores gozan indudablemente de las indisimuladas simpatías de Eagleton. Recorrido que se despliega por ejemplos tomados a la literatura, a la tragedia ,a  la  religión,  a la moral y  a la política, esfera esta última que –según el autor- tiene el mismo objeto de preocupación que la ética si bien enfocado desde distintas ópticas.
Como ya ha quedado señalado nadie debería sorprenderse, al menos cualquiera que ande al corriente de los actuales teóricos de la izquierda marxista por el recurso a las referencias cristianas y/o lacanianas , y si no que se lo pregunten a los ya nombrados , por el primero de los aspectos-los referidos al santoral- Badiou o Zizek. Discursos todos ellos, muy en concreto el del británico, que hurgan en  los paralelismos que afloran en lo referente al universalismo , el mesianismo y a la impaciente esperanza revolucionarios…que parecen denotar algunos aires de familia entre la fe y el marxismo.
¿Qué hacer con Marx?
Desde hace ya unos cuantos años se proclama que el marxismo ha muerto , que se fue con el derrumbe del muro y del llamado socialismo de los países del este europeo, como si tales regímenes fuesen la encarnación directa de la teoría de Marx. Según tales notarios alborozados tales hechos muestran cómo la teoría de Karl Marx  es falsa y cómo sus “profecías” estaban equivocadas de cabo a rabo; así lo que fue considerado como el <>(Raymond Aron dixit) ha dejado de funcionar como adormidera del espíritu crítico que ha de avanzar por otros derroteros más débiles. También es cierto que ciertas fosilizaciones de algunas doctrinas de Marx convertidas en dogmas supuestamente científicos-él que decía que él no era marxista- no han ayudado para nada al mantenimiento de la validez de muchas de sus teorías que hoy siguen manteniendo su absoluta pertinencia y vigencia; viendo cómo funcionan nuestras sociedades hasta parece que el supuesto economicismo de Marx (la economía como determinante en última instancia) se queda corto ya que la última instancia se ha convertido en la primera y casi podría decirse que la única de la que dependen todas las demás esferas sociales como meras sirvientas, y nada digamos con respecto a las crisis cíclicas de las que hablase el autor de <> que hoy parecen haberse convertido en permanentes.
Entre las descalificaciones más extendidas que falsarían definitivamente, por utilizar la terminología popperiana, la herencia crítica de Marx estarían las de afirmar que tales ideas estaban bien para el siglo XIX pero que en la actualidad han perdido su pertinencia al igual que hoy no tiene sentido hablar de clases sociales, que supone  falta absoluta de libertad al negar la primacía de los mercados, añadiendo que  Marx propuso una utopía irrealizable y basada en un rudo determinismo, que su teoría era puro materialismo, que para él todo era economía…con lo que el individuo quedaba absolutamente negado en pro de la sociedad, aspectos estos que hicieron que sus doctrinas se plasmaran en los sistemas totalitarios; para más inri propondría alcanzar tales objetivos utilizando la violencia ya que el fin justificaba los medios; tal y como ha mostrado la práctica la plasmación de tales teorías ha finalizado en el poder de un omnipotente Estado autoritario; añaden los críticos que hoy todos los movimientos que luchan por mejorar el mundo se sitúan fuera de la órbita de Marx. Pues bien, todas estas descalificaciones son revisadas por Eagleton (<< Marx tenía razón>>, Península, 2011) que pone los puntos sobre las íes, desmontando las patrañas y falsas generalizaciones y proponiendo una lectura sosegada del autor nombrado; labor que realiza a conciencia a la vez que con una sencillez encomiable.
 La revisión y balance del profesor británico nos coloca ante la obra de Marx huyendo de una adoración que convierte sus ideas, en su totalidad, en un catecismo de obligado cumplimiento y seguimiento; la postura que Eagleton sostiene intenta mantener cierta prudencia a la hora de valorar las enseñanzas del autor de << La guerra civil en Francia>> suponiendo una invitación, con resonancias althusserianas, a leer a Marx, ahora que el marxismo se da por muerto…¡viva Marx! mas desprendiéndole de todas las costras dogmáticas de las que le han ido cargando sus supuestos epígonos y que han convertido sus ideas en un catecismo inflexible y autoritario.