Provocaciones atlánticas
Serge Halimi* Le Monde diplomatique ¿Quisieron los dirigentes de los Estados europeos miembros de la Alianza Atlántica seguir el ejemplo de José Manuel Barroso, convertido en lobista de Goldamn Sachs luego de haber presidido la Unión Europea? ¿Aprovecharon, por consiguiente, la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para preparar su reconversión en consejeros de una empresa estadounidense de armamentos? Sin duda absurda –en fin… esperemos–, la hipótesis es apenas más aterradora que la decisión que se anunció al finalizar la reunión de Varsovia, en julio pasado: el despliegue de una nueva unidad móvil de 4.000 hombres en Polonia o en uno de los Estados bálticos. Con la flota rusa en el mar Báltico y San Petersburgo dentro del rango de fuego.