Eric Hobsbawm No está claro hasta qué punto pueden llenar las imaginadas comunidades étnicas, religiosas, de género, de estilo de vida y otras identidades colectivas el vacío dejado por el retroceso de las viejas ideologías de la izquierda socialista. Políticamente, el nacionalismo étnico tiene más posibilidades, puesto que se aplica a las arraigadas exigencias políticas xenófobas y proteccionistas de la clase obrera que resuenan más que nunca en una era que combina la globalización y el desempleo de las masas: “nuestra” industria para la nación, no para los extranjeros; prioridad de los empleos nacionales para los nacionales, abajo con la explotación por el extranjero rico y el pobre inmigrante extranjero, etcétera. Teóricamente, las religiones universales como el catolicismo romano y el Islam imponen sus propios límites a la xenofobia, pero tanto la identidad étnica como la religión funcionan como barreras potenciales contra la vertiginosa globalización capitalista que destru