Por José Luis Muñoz Azpiri (h) A comienzos de la década de 1840, Domingo Faustino Sarmiento, en su condición de desterrado, decidió fugarse a Chile y continuar fustigando al gobierno federal de Juan Manuel de Rosas. No es ésta la ocasión de puntualizar qué hizo o qué no hizo Sarmiento desde el momento en que se fue al país trasandino, si bien no queremos dejar pasar un episodio: el sanjuanino entra a Chile el 19 de noviembre de 1840, y en plena cordillera se detiene ante la saliente de una roca, donde grabó la expresión “no se matan las ideas”. Sarmiento habría sido el hazmerreír de todos si tenemos en cuenta que fue él quien mató sus propias ideas al incorporarse al partido conservador chileno, rival del partido liberal y, lógicamente, de las consignas que Sarmiento quería imponer en Argentina.