Por Juan Forn para Pagina 12 Publicado el 15 de noviembre de 2016 En uno de los tantos campos de detenidos en tránsito en la Francia ocupada, esperando que se decida su suerte, cagados de frío en el fondo de uno de los barracones, en cuclillas y con las cabezas juntas, en el peor invierno del siglo (1941), dos judíos jóvenes dialogan en febriles susurros. El mayor guarda contra su pecho una carta del mismísimo Albert Einstein y otra de la New School de Nueva York ofreciéndole una cátedra (también recibe, de tanto en tanto, pequeñas cantidades de dinero que le hace llegar la institución hasta aquel campo). Todo indica que su situación se resolverá de un día para otro y, en señal de gratitud, quiere llevar a sus nuevos patrones un libro pequeño, fluido y de fácil lectura sobre la historia de la lógica. Pero su manera de escribir es tediosa y rebuscada. El más joven, que carece de papeles protectores, tiene en cambio una endiablada facilidad para las frases precisas, elegantes,