Los hombres de negro
Alfredo Zaiat
España aprobó su presupuesto 2012 con un recorte de 27.300 millones de euros en marzo último, y dos meses después aumentó la poda en 10.000 millones de euros en salud y educación. La semana pasada, el gobierno de Mariano Rajoy se endeudó por más del doble para rescatar su sistema financiero. No hay que entender mucho de economía para darse cuenta de que algo no cierra cuando se anuncian recortes en el gasto público por casi 40 mil millones de euros, con un enorme costo social y laboral, y luego el Estado se endeuda por 100 mil millones de euros para socializar pérdidas de los bancos.
Políticos y representantes de la ortodoxia económica tratan de convencer de que ese camino es el mejor para salir de la crisis. No sólo se sabe que Argentina transitó ese camino de decadencia y deterioro de las condiciones sociales, sino que resulta evidente que esa política es un desvarío económico, además de profundamente injusta.
Semejante despropósito se explica por un factor que el análisis económico convencional minimiza o del cual directamente prescinde: el dominio del poder económico, en este caso financiero, sobre el político, que a la vez mantiene estrechos lazos de empleos recíprocos. Tan obscena es esa sociedad que termina adormeciendo la capacidad de asombro. El ministro de Economía español, Luis de Guindos, fue el número uno de Lehman Brothers en España y Portugal cuando, en 2008, ese banco de inversión quebró por el escándalo de las hipotecas subprime, terremoto que todavía conmueve la economía mundial. O sea, uno de los miembros de ese desastre financiero hoy ocupa el cargo político que tiene la responsabilidad de diseñar la estrategia para salvar la economía de España. Por lo menos veinte funcionarios del Partido Popular, que hoy gobierna España, fueron ejecutivos del quebrado Bankia. Es un sinsentido que quienes fueron responsables de provocar esta crisis de proporciones sean los encargados de resolverla. Y lo hacen como saben: ajustes impresionantes en el gasto público y rescate millonario de la banca.
Es una situación similar a la de consultar a economistas que participaron activamente de las sucesivas crisis argentinas 1976-2001, como funcionarios, propagandistas de la city o ejecutivos de bancos acreedores, sobre el panorama de la economía doméstica. Requiere una fe militante otorgar el espacio del saber económico a esos profesionales. El descalabro europeo y el estancamiento económico de Estados Unidos brindan una enseñanza fabulosa sobre los costos de las políticas ortodoxas que ellos postulan y de la subordinación del poder político al financiero. Aunque aquí ahora la maquillan para evitar rechazo, quienes proponen ajustar las cuentas públicas, regresar al ciclo de endeudamiento externo y hablan de recrear la “confianza” tienen ese mismo origen conservador.
Resulta oportuno precisar en forma sintética el recorrido de la crisis internacional para exponer cómo han funcionado los bancos y luego cómo los líderes políticos mundiales de potencias económicas han intervenido en la crisis.
1. El capitalismo financiero alcanzó una dimensión mayúscula con las hipotecas subprime. El estallido de esa burbuja especulativa con créditos inmobiliarios dejó al descubierto que los bancos habían acumulado miles de millones de dólares/euros de activos que rápidamente se depreciaron.
2. Los gobiernos de Estados Unidos y de Europa, con el respaldo de una corriente mediática y de economistas ortodoxos, convencen a la población de que lo mejor es que los bancos sigan prestando dinero y no quiebren. Entonces diseñan paquetes de rescate que involucran millonarios fondos públicos para capitalizar a las entidades financieras.
3. Los banqueros, que no fueron sancionados ni despedidos ni arrestados por desmanejos y fraudes, utilizan ese dinero público para seguir especulando y tapar agujeros de sus balances. O sea, no utilizaron esos fondos públicos para dinamizar economías en recesión mediante créditos al consumo y a la producción, lo que hubiera permitido iniciar una recuperación de la actividad.
4. De ese modo, la deuda que antes era de los bancos, o sea privada, se convierte en pública a partir de los paquetes de rescate. El esfuerzo fiscal para salvar a los bancos, además de provocar un aumento de la deuda pública, provoca un incremento del déficit de las cuentas del Estado. La tasa de interés para refinanciar la deuda aumenta por ese déficit y el peso de los pasivos se incrementa. Entonces se precipita un círculo vicioso conocido: más déficit, más tasa de interés y más deuda. Es lo que sucede ahora con España empujada al borde de la cornisa. La carga de la deuda con esos 100 mil millones de euros para capitalizar la banca subirá a casi el 80 por ciento del PBI, pero la suma de la pública y la privada crecerá al 370 por ciento.
5. El desequilibrio generado en las finanzas públicas es explicado por políticos y divulgadores del neoliberalismo por el derroche de recursos del Estado. Proponen el recorte del gasto público y de derechos laborales agudizando la recesión, al tiempo que no detienen la inyección de dinero a los bancos privados.
Esto no tiene otro destino que el deterioro generalizado de la situación social y laboral, profundizando el retroceso de la economía. Así cayeron Grecia, Irlanda, Portugal y ahora España, esperando el turno Italia. El efecto dominó ya comenzó. La idea sobre que la cuarta economía de Europa era demasiado grande para dejarla caer ya mostró que era una expresión de deseos. España pasó a tener su economía intervenida por la troika Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI como condición para recibir 100 mil millones de euros para capitalizar sus bancos. Monto insuficiente pues se estima que faltan de 40 mil a 80 mil millones de euros adicionales para la actual situación de precariedad de los balances de los bancos, que puede aumentar si continúa la desvalorización de sus activos con la extensión de la recesión.
Los gobiernos acorralados apuestan a que el rescate de los bancos desaliente los ataques especulativos, cuando esos auxilios financieros sólo tienen como objetivo salvar a las entidades financieras y dar tiempo para la fuga de capitales de grandes inversores y empresas. Las cuentas fiscales quedan aún más débiles y la corrida se dirige entonces hacia la deuda pública. Por ese motivo sube el riesgo país, que en Europa denominan “prima de riesgo”, hasta un umbral que demanda el rescate ya no de los bancos, sino del propio Estado. España superó el record de 550 puntos y tuvo que pagar una tasa del 7 por ciento anual en la última colocación de un bono a diez años. Ese nivel de tasa significa que ha ingresado en la zona de riesgo de quedar fuera del mercado voluntario de crédito, lo mismo que les pasó a Grecia, Irlanda y Portugal, cuando tuvieron que pagar una tasa del 8 por ciento y posteriormente recibieron un millonario auxilio financiero. Por la dimensión de la economía española, se calcula que el paquete podría alcanzar los 500.000 millones de euros.
“Los hombres de negro”, como denominan a los tecnócratas de la troika de ocupación conducida por Alemania, desembarcarán en Madrid, como antes lo hicieron en Atenas, Dublín y Lisboa, con estación próxima en Roma. Estos Men in Black no son agentes secretos gubernamentales encargados de ocultar la presencia extraterrestre, sino que se encargarán de realizar auditorías de la economía española, además de inspeccionar el estado patrimonial de los bancos. Se sabe que la sugerencia será la de aplicar antes de lo previsto el aumento de la edad de jubilación y el alza del IVA. La exigencia es la de mostrar un plan de política fiscal “sólido”. Todo esto sólo profundizará la debacle española. Es impactante observar el grado de desorientación política del gobierno de Rajoy frente al derrumbe del modelo español.
Lo que sucede es que la economía convencional de la ortodoxia postula causalidades que carecen de coherencia teórica y por lo tanto enfrenta una serie de casos empíricos que persistentemente no logra explicar. Ante el resultado adverso, la culpa no es de una teoría inconsistente sino de los políticos que no fueron lo suficientemente convincentes ni audaces para implementar las reformas.
Los rescates de países presentados como el inicio de la resurrección implicarán para esas economías transitar prolongados años de penurias con mercados financieros que se cierran, el capital local y extranjero fugando a paraísos fiscales y sacrificios sociales que se agudizan agravando la crisis. Misión cumplida de los hombres de negro.
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