Blaquier sigue vaciando archivos para evitar que lo vinculen con la dictadura

Daniel Enzetti
Tiempo Argentino


Desde hace un mes, Ledesma moviliza personal y camionetas sin identificación  que  trasladan a oficinas desconocidas todos los archivos de sus depósitos. 


Vecinos cercanos a distintas propiedades del Ingenio Ledesma advirtieron que en los últimos días, siempre después de las 5 de la tarde, personal de la empresa dirigida por Carlos Pedro Blaquier continúa vaciando depósitos y oficinas del grupo y trasladando paquetes a casas desconocidas. Los bultos cerrados, se presume que esconden documentación que vincula en forma directa a la azucarera con la dictadura militar. 

El operativo de saqueo, iniciado a comienzos de mayo, y que Tiempo Argentino reveló en una nota publicada el 13 de ese mes, intenta distraer a la justicia federal, que podría ordenar para los próximos días nuevos allanamientos en el marco de la causa por la Noche del Apagón, cuando en julio de 1976 la dictadura utilizó móviles de la planta para secuestrar a casi 400 trabajadores. 

Como viene ocurriendo desde el mes pasado, uno de los lugares donde se registró mayor movimiento en estas jornadas fue la “Vieja Lechería”, estructura colonial con galería y varias salas, que acopia, entre otras cosas, las cajas de leche en polvo destinadas al personal del Ingenio. El edificio guardaba en una de sus alas archivos contables y material con los antecedentes y la historia de la empresa. Hoy está prácticamente desmantelado, fruto de la orden que dio Blaquier para eliminar evidencias, como muestran las imágenes. 

Una sede desconocida que el empresario mandó desocupar se ve en otra de las fotos, tomada por un testigo. La casa antigua, color naranja, es de la misma época que la lechería. Por una de sus ventanas con rejas asomaban cajas de cartón apiladas, que ya no están. Fueron subidas a camionetas sin identificación a principios de esta semana.

Tampoco ya en la Biblioteca Domingo F. Sarmiento queda nada. Los vecinos vieron cómo, en autos más chicos, varias personas con carros utilizados en mudanzas cargaban biblioratos, monitores y computadoras con destino incierto.

La familia dueña del Ingenio también puso atención en proteger la estancia “La Rosadita” –niña mimada del emporio–, debido a lo que se viene. El próximo 12 de julio (ver aparte) comenzará el primer juicio oral por causas de lesa humanidad en Jujuy, y el 26 se llevará a cabo la acostumbrada Marcha del Apagón. A prueba de miradas y cámaras de televisión, Blaquier decidió remplazar las viejas ligustrinas que cubrían el perímetro por una inmensa pared de casi 4 metros de altura. Cuadrillas de obreros trabajan día y noche contrarreloj para terminar la muralla antes de fin de mes. 

MEMORIA DEL SAQUEO. El operativo para borrar evidencias arrancó el miércoles 9 de mayo, cuando personal de Ledesma se movilizó en camionetas de la empresa, y sacó material en cajas de cartón, azules y color madera, de por lo menos cinco dependencias que la planta tiene en Jujuy. El apuro surgió como reacción a lo que había ocurrido el 26 de abril, cuando por orden del juez federal de Tucumán Fernando Poviña, que subroga el Juzgado Nº 2 jujeño, se ordenó allanar las oficinas de Ledesma en busca de documentos que probaran la complicidad de la familia Blaquier con la represión y los secuestros masivos ocurridos entre el 20 y el 27 de julio de 1976 en Libertador San Martín. 

En esa oportunidad, la cosecha de los funcionarios del tribunal fue jugosa. Entre otras cosas encontraron fotos que registran una visita realizada a la azucarera por la esposa de Jorge Rafael Videla, y donde además se destacan en un ambiente de risas y camaradería Mario Paz (gerente de Personal en momentos del Apagón), Pedro Blaquier, Carlos Blaquier y el ex interventor militar Fernando Vicente  Urdapilleta. 

Sin embargo, la perla del allanamiento fue otra: un seguimiento ordenado por Blaquier titulado “Informe sobre las acciones desarrolladas en el marco de la XXII Jornada de Derechos Humanos y Cultura en Libertador General San Martín, año 2005 (29ª Marcha del Apagón)”. Aproximadamente 300 páginas con imágenes y datos, invitados presentes, organizaciones convocantes, referencias de autos y micros (un apartado especial se denomina “Vehículos identificados como involucrados con la marcha”), y detalles de los días previos. Por ejemplo, las comidas y reuniones organizadas en la casa de Olga Aredez –esposa de Luis, ex intendente de Libertador desaparecido en 1977–, donde todos los años su familia recibe a los que colaboran con el evento. “En el domicilio que pertenece a la difunta Olga Márquez de Aredez y ahora manejado por sus hijos Luis y Ricardo–dice el texto–, albergan a visitantes de los Derechos Humanos cuando arriban a esta ciudad de Libertador; se encuentra en calle…”

La justicia también retiró antecedentes laborales de Donato Garnica (ex detenido, sobreviviente), Miguel Ángel Garnica (desaparecido) y Héctor Narváez (sobreviviente). Y distintas fichas referidas a Enrique Núñez, Román Rivero, Germán Córdoba (desaparecido), Hipólito Álvarez y René Guitián.  

Una de las cajas corresponde a legajos sobre el ex dirigente cañero Jorge Osvaldo Weisz. A eso se agrega un informe de inteligencia efectuado por la empresa World Division Psicología Industrial, dedicado a Weisz y a sus familiares, amigos, compañeros y allegados, tanto en Jujuy como en Buenos Aires.

Weisz fue vicepresidente de la obra social del Sindicato de Obreros de Ledesma, y un destacado dirigente sindical que enfrentó las políticas del Ingenio y sus violaciones a los derechos laborales. Reclamó ante los casos de contaminación ambiental y organizó a los zafreros, hasta su detención el 14 de octubre de 1974 en el penal de Villa Gorriti, a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Fue trasladado de esa prisión junto a Carlos Patrignani, Reynaldo Aragón, Germán Calapeña y Julio Moisés, y llevado al Comando Radioeléctrico. Nunca se supo otra cosa de él hasta la actualidad. 

LOS BLAQUIER Y SU CASTA. La casa naranja que muestra la foto tendría relación con aquellos allanamientos, porque según organismos de Derechos Humanos de Jujuy, habría conservado durante los últimos cinco años carpetas referidas a los delegados laborales que durante la dictadura militar denunciaron en Ledesma el vínculo con la represión. 

Todo en Libertador hace referencia a los Blaquier, y a su casta. Por ejemplo, ese edificio vaciado recientemente, ubicado en la esquina de Arrieta y Paulina. “Arrieta” en homenaje al padre de Nelly Arrieta de Blaquier, la ex esposa de Carlos Pedro. Y “Paulina” como reconocimiento a su madre. La casa pertenece a un ex concejal justicialista de la década del ’80, que Ledesma alquila desde hace un lustro. Tiene salida a ambas calles y ocupa 12 metros por un lado, y cinco por otro.

Curado por lo ocurrido ese 26 de abril, Blaquier optó por llevarse sus papeles a lugares menos expuestos. Lo que no se entiende en Jujuy es por qué el equipo de Poviña, que arrancó ni bien asumido con decisiones procesales que abrieron esperanzas en los organismos, después no ordenó nuevos allanamientos.

Esa inacción permitió que en las últimas cuatro semanas, desde la nota publicada por Tiempo, el empresario pudiera esconder evidencias sin que nadie hiciera nada por evitarlo.  
El primer lugar elegido para los operativos fue “La Rosadita”, residencia principal que la familia tiene dentro del Ingenio, en el denominado Barrio Ledesma. De allí, empleados vestidos con pantalón y camisa, en camionetas Ranger y cerradas tipo Trafic sin identificación, cargaron decenas de bultos. Algunos móviles, según la versión de los vecinos, son los mismos que la empresa utiliza para el trabajo diario. Pero no pudieron ser identificados, porque además de la chapa patente, tampoco mostraban a qué sector interno de la firma pertenecían. Sus carteles habían sido quitados.

El grupo también decidió vaciar armarios y estanterías de la llamada “Sala de Calilegua”, un campo de varias hectáreas donde funciona otro de los archivos generales. La propiedad tiene casi 20 habitaciones, salas dispuestas para la prensa y las reuniones sociales, y un gran comedor donde Ledesma monta jornadas con empanadas y vino a las que siempre están invitados empresarios y figuras políticas jujeñas.

En La Rosadita se encontraban, hasta comienzos de mayo, los archivos administrativos y contables más importantes de la planta. Se trata de varios ambientes que forman parte de una construcción emblemática, utilizada por la familia Blaquier como residencia principal y que hasta hace un mes cualquiera podía ver desde las calles circundantes. No como ahora, que está oculta detrás del muro. 

En La Rosadita, Nelly Arrieta pasó sus mejores años de infancia y juventud, rodeada de un imponente verde y varias especies de aves. Hoy es un remanso para sus hijos, nietos y amigos más cercanos. Carlos Pedro visita la residencia en julio, mes en que en Jujuy se lleva a cabo todos los años la Marcha del Apagón.

También entran y salen de la propiedad los exclusivos integrantes del directorio de Ledesma, para intervenir en reuniones celebradas entre martes y jueves.