Bernardo Kosakoff. Experto de la CEPAL: “El drama del dólar es la inflación”

Eduardo Anguta
Miradas al Sur


La Argentina, dice el experto de la Cepal Bernardo Kosakoff, “tiene tres condiciones a favor que nunca tuvimos: precios internacionales muy buenos, un nivel de reservas muy bueno, y una situación de desendeudamiento espectacular”. Sin embargo, en diálogo con el programa Hoy más que nunca, que conduce por radio Nacional Eduardo Anguita, Kosacoff advierte que es imperioso atender a los problemas que genera la inflación, y con ella a los ruidos cambiarios. Para lo cual, según señala, hay que intensificar esfuerzos en políticas coordinadas con sintonía fina.



–El actual es un momento económico en el que sería importante tratar de aclarar qué significa la sustitución de importaciones. A mí me suena bárbaro. El tema es el cómo, en qué momento del mundo, qué cosas se sustituyen, con qué instrumentos, con qué recursos, con qué estímulos…


–Definitivamente, creo que siempre hay que intentar desarrollar las capacidades tecnológicas endógenas y tratar de generar empleo. Usted sabe que esos dos elementos son fundamentales para poder sostener el desarrollo. Pero por supuesto, en cada momento histórico, la sustitución de importaciones tiene otro tipo de instrumentos y otras condiciones internacionales.



–Y como dicen los Súper Ratones: ¿cómo estamos hoy?


–Hoy, claramente, el punto central es el proceso de inversiones, porque lo que hay que hacer es generar más riqueza doméstica. Obviamente, también lo que queremos es generarlo con mayor calidad, y eso significa poner todos los esfuerzos en la innovación y en la calificación de los recursos humanos. Lo que pasa es que estos son también fenómenos que hay que pensar en el largo plazo. Lo que es claro es que el largo plazo empieza siempre hoy, así que en ese sentido uno no puede esperar ver resultados inmediatos. Al mismo tiempo, hoy los desafíos de los países pasan por vivir en esquemas de economía abierta, eso pone otro tipo de desafío mucho más fuerte que en el pasado.



–¿Le parece que las medidas tomadas por el Gobierno están en la misma sintonía? ¿O que, a su vez, los interlocutores empresarios que tienen que prever la sustitución de importaciones encuentran la interlocución necesaria? ¿O los anuncios están un poco desordenados?


–Hay mucho para avanzar en ese terreno. Hay que tener toda una coordinación de todos los instrumentos de política económica. Los países que han tenido éxito han tenido un fuerte proceso de cooperación público-privada. Hay que fomentar a la gente que es innovadora, que va a desarrollar capacidades competitivas. Lo que hay que tratar de evitar es la protección para aquellos que quieren proteger la ineficiencia. Para eso, hay que hacer mucha tarea de un sector público moderno.



–En el tema de las licencias no automáticas de importación, hay muchos casos en que se ha frenado la llegada de productos que se pueden fabricar acá. En otros casos no funciona así. La Cámara de Importadores hace reclamos. ¿Cree que esto está manejado de una manera abierta y con diálogo, según lo que usted llama la cooperación público-privada?


–No, creo que hay muchísimo para mejorar. Es correcto tratar de generar esquemas de protección cuando uno tiene capacidad para abastecer el mercado doméstico. Cuando uno ve las importaciones el año pasado, nota que sólo un 12% eran bienes de consumo final. Aparece una parte muy significativa de importaciones que tiene que ver con el propio desarrollo del aparato productivo, y otra parte que es fundamental, que es el proceso de inversiones. Entonces, ahí hay mucho para mejorar, se requiere mucha mejor sintonía fina.



–En relación a las inversiones, el sistema financiero, ya sea desde el estímulo que puedan hacer el Banco Central, o la banca pública, el Nación, el Provincia, que están con muchos recursos, ¿están otorgando líneas de crédito con tazas y plazos que a los empresarios les resulten convenientes o que puedan colaborar con esa reconversión de modo de producir bienes sustituyendo importaciones?


–Los créditos del Bicentenario que se dieron el año pasado eran notablemente generosos. Fueron un elemento importante cuando el año pasado había un clima con horizontes más largos. Eso determinó que la inversión sobre el producto llegara a niveles que estaban cercanos al 24% del producto, niveles históricos, de los más altos de la Argentina. Ahí se daba una doble combinatoria: un mercado doméstico muy potente, que estábamos creciendo, y un esquema de financiamiento que también ayudó. Todos sabemos que el mercado de capitales en la Argentina es notablemente pequeño, por más que haya notable liquidez. Hoy representa el 14% o el 15% la intervención financiera sobre el Producto. Es uno de los índices más bajos de América latina y una séptima u octava parte de la de los países de desarrollo intermedio, que es la liga en que nosotros jugamos. De modo que tenemos un mercado financiero muy chiquito, pero además de su escasa profundidad, prácticamente no existen créditos de largo plazo, salvo estos instrumentos que se dieron. Este año estamos observando procesos de desaceleración, pero en un proceso que está muy amortiguado porque tenemos un mercado doméstico que es el doble de lo que era unos años atrás, mucho más potente que antes, y eso está muy bueno. Nuestras dificultades están en nuestros mercados de exportación, porque lamentablemente la suba de los costos productivos nos ha generado serias dificultades para avanzar en áreas con mayor valor agregado. Y lo que sucede es que, en estos últimos seis meses, la inversión se ha desplomado. Es decir, la importación de bienes capital de los últimos dos meses es menos de la mitad de la que teníamos un año atrás



–Esto es por las restricciones, porque no hay capacidad inversora, porque no hay planes de crecimiento?


–Es la combinatoria de todas estas cosas y merecen una reflexión de primer plano, y una articulación del conjunto de las políticas como para, justamente, ver cómo se reestablece el proceso de inversión. Obviamente, ahora hay una mayor restricción en términos de disponibilidad de divisas. Lo que hay que tratar de ver es cómo racionalizar esas divisas en términos adecuados. Y lo fundamental es generar más riqueza para poder generar más empleo, poder distribuir mejor y tener más inclusión social. Pero, claramente, hay un desafío: que no hay posibilidades de poder sostener el desarrollo, sino hay un cambio en términos de la expansión de la oferta productiva.



–¿Hasta dónde influye la crisis mundial?


–El contexto internacional obviamente tiene nubarrones, tiene incertidumbres. Si uno lo mira en perspectiva de largo plazo este no es el peor momento del mundo para la Argentina. Pero hoy el único área que está realmente en una situación difícil es Europa. Las áreas que nos interesan, que tienen que ver con nuestros productos de exportación, siguen ofreciendo precios significativamente positivos. Es un mundo que tiene dificultades, pero no es un mundo que esté con una tormenta.



–En estas semanas hubo retiros de los depósitos legales que han llevado incluso a que el Banco Central esté flexibilizando los encajes para que los bancos dispongan de los dólares. La Presidenta dice: “Yo voy a pesificar mis dólares”. Otros dicen: “Yo los saco y los meto abajo del colchón”. Llega un momento en que las cosas se confunden, y no se sabe qué importancia tiene todo esto en la economía real.


–El drama respecto al dólar es básicamente el proceso inflacionario. Lo que sabe la gente es que si tiene 100 pesos y los deja en el bolsillo o en el banco, dentro de un año tiene mucho menos. El tema central es que debemos pensar en pesos, de eso no hay la menor duda. Pero hay una condición previa, que es desacelerar el proceso de formación de precios. En este contexto, me parece que lo más importante es el objetivo de cómo desacelerar las expectativas inflacionarias y lo que son los costos de producción de las empresas. Hay una gran heterogeneidad, con un mercado doméstico muy potente, pero cuando queremos vender nuestros productos nos sale muchísimo más caro domésticamente y tenemos dificultades para poder competir en el mundo.



–Una pregunta un poco impertinente: ¿se puede sostener el dólar a 4,50, tal como sostienen las autoridades? ¿El otro dólar que está a 6 pesos, 6,10, 5,90, es una mala sombra que tiene la paridad cambiaria en la Argentina?


–Estas brechas generan complicaciones de todo tipo, entonces la gente no sabe en qué ahorrar. Estas diferencias de brechas complican, son muy malas en un contexto donde la Argentina tiene tres condiciones que nunca tuvimos: precios internacionales muy buenos, un nivel de reservas muy bueno, y una situación de desendeudamiento espectacular.