Javier Gonzalez Fraga. Un candidato con vínculos con el lavador Gaith Pharaon

Por Walter Goobar
para Miradas al Sur
publicado el 5 de junio de : 2011

El economista Javier González Fraga, flamante compañero de fórmula de Ricardo Alfonsín, fue uno de los protagonistas clave de uno de los primeros escándalos de lavado de dinero que más tarde se hicieron moneda corriente durante la década en que el menemismo y el delarruismo gobernaron la Argentina.

Antes de asumir en el Bcra, González Fraga había sido representante y lobbista del inversor saudita Gaith Pharaon, dueño del Banco de Crédito y Comercio Internacional (Bcci) que fue el epicentro de un escándalo financiero a escala planetaria cuando se comprobó que sus principales inversiones provenían del tráfico de armas y drogas.


El economista Javier González Fraga, flamante compañero de fórmula de Ricardo Alfonsín como candidato a vicepresidente, fue uno de los protagonistas clave de uno de los primeros escándalos de lavado de dinero que más tarde se hicieron moneda corriente durante la década en que el menemismo y el delarruismo gobernaron la Argentina.

Ex presidente del Banco Central durante la primera época del menemismo y ex dueño de la fábrica de dulce de leche La Salamandra, el copiloto de Ricardo Alfonsín en la carrera presidencial estuvo involucrado en el más resonante caso de lavado de dinero que sacudió a la Argentina durante la década de los ’90 y que todavía no está definitivamente cerrado.

Antes de asumir en el Bcra, González Fraga había sido representante y lobbista del inversor saudita Gaith Pharaon, dueño del Banco de Crédito y Comercio Internacional (Bcci) que fue el epicentro de un escándalo financiero a escala planetaria cuando se comprobó que sus principales inversiones provenían del tráfico de armas y estupefacientes.

Con el asesoramiento de la Consultora Alpha, encabezada en ese entonces por el propio González Fraga, el Banco Central autorizó –a principios de 1988, el ingreso del Bcci al circuito bancario mayorista. A fines de 1987, el Bcci concretó en una doble operación la compra de la totalidad del paquete accionario de la financiera Finamerica de manos del grupo Fiat y del Banco de Italia y Río de la Plata, cuyo titular –Luis María Gotelli– estaba en ese momento bajo proceso penal.

En la actualidad, González Fraga niega haber asesorado al magnate saudita: “Aunque no niego mi amistad con Gaith, no fui su consejero sino el de su esposa, que tenía una peletería en París y quería vender tapados de un tipo de lobito de mar que sólo se encuentra en nuestras costas patagónicas, ese con una manchita oscura en el lomo”, argumenta el asesor financiero.

Sin embargo, la relación de González Fraga con los Pharaon no se limitó al lobito de mar ni a las inversiones de Pharaon en aceite de jojoba salteño, tal como Fraga sostenía en julio de 1991 cuando el Bcci fue clausurado como resultado del escándalo internacional.

Lo que el economista no logra explicar es que desde la presidencia del Central autorizó que el Bcci instalara una filial en la Argentina y después que edificara el hotel Hyatt en el predio de la mansión Alzaga Unzué (ahora rebautizado Four Seasons), que fue construido por una empresa presidida por “su amigo” Gaith Pharaon, que se benefició con el programa de capitalización de la deuda externa. Fue un negocio redondo para “el amigo” de Gonzalez Fraga: sobre una inversión total de 37,5 millones de dólares, sólo 11 millones fueron de inversión genuina y el resto se saldaron con títulos de deuda pública argentina que el Bcci compró al 20 por ciento del valor reconocido por el Banco Central.

El 21 de septiembre de 1989 –un día antes de la colocación de la piedra fundamental del hotel–, el Fiscal de la Cámara Federal, Luis Moreno Ocampo, pidió a la Justicia que investigara el papel jugado por el Concejo Deliberante en la aprobación de la ordenanza municipal que permitió la construcción, así como el sustancial incremento en la cotización del predio comprado a la familia Alzaga Unzué por 3,5 millones de dólares pero tasado posteriormente en 12 millones, cosa que –según Moreno Ocampo– “le permitió solicitar créditos por 20 millones de dólares al Banco Nacional de Desarrollo”.

Una coincidencia: en la folletería de la empresa Hotel Corporation of Argentina SA, sociedad que construyó el Hyatt presidida por Gaith Pharaon, en la que intervenía como socio financiero el Bcci, del cual era su principal accionista, se mencionaba que el proyecto de inversión estaba a cargo de Alpha SA, la consultora que Javier González Fraga abandonaría para ocupar el sillón en el Banco Central. Es evidente que desde la presidencia del Bcra, González Fraga actuaba como benefactor del empresario saudita para el que antes había trabajado como asesor y lobbista.

Otra llamativa coincidencia es que el Bcci fue suspendido por el Central a cargo de González Fraga, “mucho tiempo después de que fuera intervenido en el resto del mundo, al descubrirse que lavaba dinero proveniente del narcotráfico”. Los inspectores del Central detectaron que hacía operaciones de lavado de dinero otorgando créditos a pérdida a sus clientes, como Alpargatas, Massuh, a la privatizada Petroquímica General Mosconi y a las empresas de Jorge Antonio Chividian, el fallecido empresario vinculado con Menem.

El Bcci –que tenía su casa matriz en Luxemburgo y 350 filiales en 72 países– fue declarado culpable por la Justicia de por lo menos tres de ellos –EE.UU., Gran Bretaña y Francia– de lavar dinero proveniente del narcotráfico. En los círculos financieros internacionales, el Bcci era conocido como el banco de los barones de la droga colombiana y de los fondos utilizados por diversos servicios de inteligencia para operaciones encubiertas.

“En el Bcci también tenían cuentas los traficantes Monzer Al Kassar y Rahamam El Assir, cuñado de Adnan Kashoghi, intervinientes en las ventas ilegales de armas que realizó Argentina a varios países durante la presidencia Menem.

En 2004, González Fraga aspiraba a suceder a su discípulo Alfonso Prat Gay al frente del Banco Central pero su candidatura se frustró por sus antecedentes en el escándalo del Bcci: “Yo no estoy involucrado en ninguna causa judicial del Bcci que impida mi nombramiento”, se defendió negando las versiones que lo identificaban como un nexo entre esa entidad y el lavador Pharaon. Es cierto que no estuvo imputado, pero no es cierto que no exista tal causa.

En Argentina, la jueza María Servini de Cubría tuvo a su cargo la investigación de las oscuras operaciones del Bcci, de Pharaon y el papel que jugaron Javier González Fraga y Alberto Kohan, entre otros. Técnicamente, cuenta con un “sobreseimiento provisional” –según el antiguo Código–, lo que equivale a “archivada” según el Código vigente. Fuentes del juzgado de Servini de Cubría explicaron a Miradas al Sur que la investigación se archivó debido a que varios implicados en la defraudación colaboraron con la Justicia estadounidense a cambio de que se les garantizara inmunidad, y desde entonces la Justicia de ese país dejó de responder los exhortos argentinos. Sin embargo, la causa cuya existencia González Fraga niega, podría ser reabierta cuando surja nueva evidencia.