Eva Perón y el 1 de mayo

Por Pablo A. Vazquez

Los primero de Mayo se celebraba una fiesta con desfiles de carruajes de cada sindicato y la coronación de la Reina del Trabajo, con las reinas de las fiestas regionales argentinas, para aunar el trabajo a la representación de la mujer en su nueva participación social y política como sujeto pleno de derechos.


Los sucesos luctuosos de Chicago de fines de siglo XIX dieron origen a la conmemoración del “Día del Trabajo” del 1° de Mayo, circunscripto al mundo sindical de raíz socialista.

En nuestro país será el club socialista alemán Vowartz quien, en 1890, empezó a realizar homenajes en dicha fecha.

Primero los socialistas, luego el movimiento anarquista y por último el comunismo vernáculo, tomaron dicha fecha como acto de movilización y conmemoración.

Para los anarquistas fue más bien de duelo y manifestaciones, muchas ahogadas en sangre por la policía, baste recordar la de 1909 con la brutal represión de Ramón Falcón.

Con el tiempo se fueron “reperfilando” en los años ’30 el flamear de banderas rojas revolucionarias en un tono más pacífico y legalistas, casi hegemonizadas por el partido Socialista, mientras otras facciones tenían sus propias expresiones.

Desde el “derechista” partido Socialista Independiente de Federico Pinedo abuelo hasta el fallido Frente Popular, con la CGT, el PS, el PC, junto a la UCR y otros partidos “burgueses” tuvieron, pasando por intentos del nacionalismo local, con la incorporaciones de la enseña nacional, impulsaron también actos por el 1° de Mayo.

Mariano Plotkin, en Mañana es San Perón (1993) afirmó: “Luego del golpe de 1943, Perón comenzó el proceso de “unificación” del significado y la celebración del 1° de Mayo.

En diciembre de 1943, Perón había sido nombrado secretario de Trabajo y Previsión.

El 1° de Mayo de 1944 fue el primero celebrado bajo el nuevo régimen militar.

Aunque todas las manifestaciones públicas con motivo del Día del Trabajo habían sido prohibidas por el gobierno, éste sin embargo decretó un feriado nacional en la fecha.

En reemplazo de las múltiples celebraciones habituales, el gobierno organizó un acto oficial al que fueron invitados representantes de diversos sindicatos.

El acto contó con la presencia del presidente Farrell, de Perón (ambos pronunciaron discursos y de otras altas autoridades del régimen”.

En dicha alocución, el joven coronel sentenció: “Ninguna circunstancia más propicia que este 1° de mayo, símbolo de las justas aspiraciones del trabajador, y ferviente homenaje a la noble dignidad de toda labor humana, para expresar que él nos encuentra ya decididamente en la etapa de las plenas realizaciones encauzadas hacia el logro del objetivo esencial y superior del bienestar general y de la solidaridad social”.

Repitiendo una premisa que resumió la finalidad del organismo que dirige:

“Buscamos suprimir la lucha de clases, suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y patrones, al amparo de la justicia que emana del Estado”.

Para cerrar sus palabras con una aspiración: “Yo, en este día clásico de los trabajadores, prometo en nombre del Gobierno que esa confianza no será defraudada.

Las nuevas conquistas darán a esta conmemoración un sentido más patriótico y más argentino”.

A partir del gobierno de Perón los 1º de mayo fueron, junto al 17 de octubre, las reuniones más importantes del peronismo como símbolo de la unión entre los trabajadores y el gobierno.

En las reuniones masivas, organizadas por la CGT, Perón y Evita exponían a los trabajadores la marcha del país y los logros alcanzados.

Además se celebraba una fiesta con desfiles de carruajes de cada sindicato y la coronación de la Reina del Trabajo, con las reinas de las fiestas regionales argentinas, para aunar el trabajo a la representación de la mujer en su nueva participación social y política como sujeto pleno de derechos.

Pero en el caso de Eva Perón su participación recién empezó en 1948, a la par de su participación en la obra política del justicialismo.

Primera Dama atípica, interesada por la cuestión política y social, fue “embajadora de la paz” en la gira internacional de 1947, llevando ayuda humanitaria a los pueblos europeos, a la par de ser el rostro de la campaña por el voto femenino logrado con la sanción de la ley 13.010, y encabezar la Cruzada de Ayuda Social que llevaba su nombre, la cual trocó en Fundación.

Su relación con el movimiento obrero organizado le dio carta blanca para ganarse un lugar en la celebración oficial del 1° de Mayo del año 1948.

Fue la primera mujer en compartir tribuna en tan magno acto, sólo teniendo como antecedente las dirigentes socialistas que décadas atrás participaban de dicha conmemoración.

Realizado en la Av. 9 de Julio, luego del discurso de José Espejo, secretario general de la Confederación General del Trabajo, y antes del discurso de cierre del presidente Juan Domingo Perón, Evita – con la pluma de Francisco “Paco” Muñoz Azpiri – expresó: “Con profunda emoción es que me acerco también yo al micrófono en este día glorioso, en este primero de Mayo en que todos los argentinos venimos con nuestro Líder a festejar el triunfo de la justicia social”.

Rememoró, en sintonía con su esposo, la labor de la secretaria de Trabajo y Previsión, al tiempo que comparó las anteriores celebraciones: “… Un día ya histórico, el 4 de junio de 1943, un verdadero argentino, el coronel del pueblo, tomó la palabra de los descamisados para imponer la justicia social.

Y gracias también a eso, el día de hoy es un primero de mayo verdaderamente criollo: es un primero de mayo lleno de júbilo y de alegría; es, en fin, un primero de mayo en que todo el pueblo aquí reunido le dice a Perón: “presente mi general.

No es el primero de mayo de antes; no es un día de rebelión; no es una fecha en que se ponga de manifiesto ni la impotencia, ni el descontento, ni el desgano, como ocurría cuando las masas de los trabajadores era tratada inicuamente por las clases dirigentes, que lo único que hacían era explotar el trabajo de los argentinos para enriquecerse ellos o para vender la patria al extranjero”.

Finalmente llamó a confiar en Perón que defendería a trabajadoras y trabajadores de la oligarquía: “Todavía las fuerzas del mal siguen agazapadas y no creen ni en la justicia social ni en la obra patriótica del general Perón.

No sé lo que se proponen pero pueden ustedes tener la plena seguridad de que, mientras en la Casa Rosada esté el general Perón, la masa trabajadora argentina puede dormir tranquila”.

Y cerró con una frase que, desde fines de 1947 venía utilizando, y sería una marca distintiva en sus discursos: “porque la justicia social se cumplirá inexorablemente, cueste lo que cueste y caiga quien caiga”.

Los demás actos del 1° de Mayo, luego del discurso de aperturas de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, se desarrollarían en Plaza de Mayo, con las autoridades hablando desde los balcones de la Casa Rosada.

Los discursos de Evita, con los años, – ya de elaboración propia, sin la ayuda de Muñoz Azpiri -, tendrían las mismas premisas que aquel inicial de 1948, siendo su último discurso el pronunciado en acto masivo en 1952

Para Evita la suerte estaba echada.

El cáncer no le dio tregua.

En abril llegó a pesar 38 kilos, pero igual recibía bastante gente, pese a las indicaciones médicas, pero la fatiga la obligaba a cada rato a suspender las visitas.

Incluso, algunas veces, se presentó en actos públicos.

Ese 1° de mayo asistió al acto de los trabajadores junto a Perón y a su pueblo.

Éste, al verla, la alentó a decir su discurso, el último y el más fuerte en su contenido doctrinario en apoyo al ideario peronista.

Según Fermín Chávez en Eva Perón sin mitos (1990): “Por esa época había comenzado a escribir un texto, que solía leer, a algunos de sus acompañantes, titulado Mi Mensaje…

No se recuperaba en modo alguno, pero nadie pudo convencerla de que no asistiese a los actos del 1 de mayo, que por su duración le habrían de resultar fatigosos… el discurso de la jornada fue violento, cargado de la idea de hacer justicia “con las propias manos”.

Con fanatismo…”

Sus palabras fueron llamaradas: “Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día!

Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista”.

Reafirmó: “Porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bota oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora, porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras”.

Y cerró con su canto de cisne: “Compañeras, compañeros: Otra vez estoy en la lucha, otra vez estoy con ustedes, como ayer, como hoy y como mañana.

Estoy con ustedes para ser un arco iris de amor entre el pueblo y Perón; estoy con ustedes para ser ese puente de amor y de felicidad que siempre he tratado de ser entre ustedes y el líder de los trabajadores”.

Con mucho esfuerzo lo pronunció.

Al terminar, cayó en brazos de Perón, su eterno amor.

Tras su muerte siguieron los actos, amalgamados con homenajes a “la abanderada de los humildes”.

Tras la caída de Perón y hasta su retorno en los ’70 los actos por el 1° de Mayo se dividieron entre la izquierda y el peronismo, hasta estos años que los actos masivos son infrecuentes y cada sector tiende a su propia conmemoración. 


*Lic. en Ciencia Política; Docente de la UCES; Miembro del Instituto Eva Perón; Secretario del Instituto Juan Manuel de Rosas.