Protestas estudiantiles en Chile: Claves para entender los días que vienen

 Alan Simon
APAS

El historiador británico Eric Hobsbawm dedicó un capítulo de su libro “Historia del Siglo XX” a los movimientos juveniles. De ese trabajo podemos rescatar algunos elementos para valorar las manifestaciones de universitarios que se llevarán a cabo en las semanas que siguen.

En los últimos 2 años, el movimiento social y juvenil en Chile se apropió del espacio público-mediático. Conjugó sus demandas con la lógica del espectáculo: las manifestaciones constituyen actos masivos y multicolores, indicó el investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados, Álvaro Cuadra. Participan diversos actores políticos y culturales dejando su impronta, indicó el investigador.

Como señaló el historiador Eric Hobsbawm, los jóvenes son un grupo social independiente que tuvo su esplendor en los años de 1960. Éstos ocupan el espacio existente entre los niños-adolecentes y adultos.

En correlación, “la cultura juvenil se convirtió en la matriz de la revolución cultural en el sentido más amplio de una revolución en el comportamiento y las costumbres, en el modo de disponer del ocio y en las artes comerciales, que pasaron a configurar cada vez más el ambiente que respiraban los hombres y mujeres urbanos”, escribió Hobsbawm en Historia del Siglo XX.

Luego de una reunión los primeros días de setiembre, la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), organismo que agrupa a las federaciones universitarias, pautó las manifestaciones para llevarse a cabo durante la segunda semana de ese mismo mes.

El presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), Noam Titelman, recalcó que la reforma propuesta por el gobierno “no busca beneficiar a la clase media ni a los más pobres”.

Para la nueva jornada de protestas, los universitarios esperan contar con el apoyo de estudiantes secundarios, profesores y miembros de organizaciones sociales que participaron en el reclamo por mejoras al sistema educativo el pasado 28 de agosto.

“Vamos a dar una fuerte señal de unidad porque los estudiantes, profesores y trabajadores estamos unidos por la misma causa: recuperar la educación pública en Chile”, afirmó el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), Gabriel Boric.

Multitudinarias y festivas manifestaciones

Mediante las marchas, miles de jóvenes en Santiago de Chile y otros puntos del país exigen reformas estructurales que mejoren el actual sistema educativo, soluciones ante la proliferación de centros con fines de lucro y el endeudamiento de los alumnos en la educación superior.

A su vez, dejan entrever los nuevos modos de protestar en un país que hasta hace poco parecía adormecido. Los jóvenes mantienen desde mediados de 2011 pasado sus demandas para erradicar el modelo educativo impuesto en 1981 y lograr una educación pública, gratuita y de calidad.

“El carácter performativo y visual de las protestas es algo nuevo”, explicó Álvaro Cuadra y agregó que las pancartas, el ambiente lúdico y colorido, y otros aspectos de arte callejero contribuyen a que las protestas sean espacios de auto expresión.

En toda manifestación hay un flujo de lo diverso, se trata de un movimiento en distintas direcciones que gira en torno de los lemas “Educación pública gratuita y de la calidad” y “La educación como derecho y no como privilegio”.

“Las demandas estudiantiles exceden lo políticamente correcto”, afirmó Cuadra, y añadió que estas manifestaciones estudiantiles ponen a la luz no solo una enorme brecha generacional sino, además, una brecha cultural y política.

“Ellos -los jóvenes- se apropian del espacio mediático y de un espacio lleno de historia en donde los monumentos y la arquitectura prescriben los desplazamientos y el espacio de circulación”, exteriorizó el investigador chileno.

Por lo tanto, la revolución cultural de fines del siglo XX debe interpretarse como el triunfo del individuo sobre la sociedad. De esta manera, “la juventud pasó a verse no como una fase preparatoria para la vida adulta, sino, en cierto sentido, como la fase culminante del pleno desarrollo humano”, marcó el historiador.