Temas de debate: Qué hacer frente a la delicada situación que atraviesan Europa y Estados Unidos

Producción: Tomás Lukin


Argentina decidió tomar una serie de medidas para tratar de aminorar el impacto provocado por la desaceleración del crecimiento mundial. ¿Es correcto el camino elegido?, ¿qué otras opciones son las que están disponibles?


Argentina redobla la apuesta



Roberto Feletti *


Actualmente, es dable observar nítidamente la diferencia entre las políticas económicas implementadas por las naciones de tamaño medio, como la Argentina, y las de las economías más débiles de la UE, ambas de porte comparable. Nuestro país procura consolidar la solvencia macroeconómica, para ganar autonomía en un mundo convulsionado y volátil, pero evitando que ese objetivo dañe el empleo y el salario. En tanto que en Europa, se verifica un portentoso ajuste fiscal, que acentúa la profundidad de la crisis sobre la población. Ahora bien, ¿cuáles son los motivos de tamañas decisiones, sobre todo considerando que de las mismas dependen el bienestar, o no, de un pueblo? En ese sentido, podemos reconocer tres, esencialmente políticos:

- En primer lugar, el proyecto hegemónico de Alemania, que requiere del ajuste europeo para fortalecer su propia competitividad internacional, habida cuenta de que un 38 por ciento de su demanda agregada es externa.
- Es segundo término, un replanteo general de la relación entre el capital y el trabajo, en detrimento de este último, ante la ausencia de innovaciones tecnológicas, que alteren por esa vía la productividad del capital, como ocurrió en las décadas ’80 y ’90.
- Y, finalmente, un predominio político de los bancos sobre el sector productivo, en la resolución de la crisis, que permanentemente exigen medidas que aseguren el pago de activos financieros, sobrevaluados.
Así la cosas, el gobierno nacional planta bandera y decide recorrer un camino, sustancialmente distinto. No busca mejorar la competitividad de la economía a costa del salario con una devaluación abrupta, como reclama la oposición, sino que, por el contrario, defiende tenazmente nuestras exportaciones industriales, buscando acuerdos de integración regional en Sudamérica, logrando el objetivo de exportar industria con buenos salarios.

No recurre tampoco al endeudamiento internacional, el cual, a mediano plazo, no resuelve el problema externo y complica el frente fiscal, como ocurrió en la Europa periférica. Prefiere, en cambio, trabajar con la cuenta corriente del balance de pagos, identificando las necesidades reales de importación e instando a las empresas extranjeras a reinvertir utilidades en el país, ordenando cuantitativamente el flujo de divisas y ratificando el sendero de autofinanciamiento del crecimiento.

Interviene en la definición de la relación entre el capital y el trabajo, siempre en favor de este último, afirmando la mecánica de la negociación colectiva del salario año tras año. Intercede también, en la regulación de la capacidad de préstamo de los bancos en favor del sector productivo no concentrado, y, en términos generales, aumentando la presencia del Estado en la economía, hasta una relación gasto público consolidado/PIB próxima a la de los países desarrollados, extendiendo una vasta capa de cobertura provisional y social, de modo tal que alcance al conjunto de los hogares argentinos que percibe ingresos por la vía de haberes, asignaciones y subsidios.

La demanda interna sostenida, la competitividad industrial con bienestar, la inclusión social y la autonomía frente a los dictados de los mercados internacionales, son las bases de nuestras políticas públicas. Pero también, la contracara del sendero que recorren España, Italia, Portugal, Irlanda, Grecia, y hasta hace poco, titubeaba en seguir, la propia Francia.

Sólo la miopía intelectual, o un marcado colonialismo cultural, pueden restringir la visión de la enorme batalla por la soberanía que da la Argentina, para impedir que la brutal crisis capitalista, cuyos modos de resolución son aún más brutales, impacte sobre nuestro pueblo.
El debate nacional está atravesado hoy por discusiones en relación a cómo se cierra la brecha de intercambio con Brasil, preservando nuestras exportaciones con valor agregado y generando un circulo virtuoso de intercambio; discusiones sobre la relevancia y significancia de la visita del premier chino, sobre cuál es la política industrial que reduce el coeficiente importaciones/producto, cómo se optimiza la sustentabilidad fiscal, se profundiza la inclusión de los núcleos de población más vulnerables, cómo ampliamos los atributos de nuestra moneda para convertirla en reserva de valor. En fin, éstos son los aspectos de una agenda sobre la que trabaja cotidianamente nuestro gobierno y lleva adelante con éxito.

Ninguna propuesta de la oposición apunta a intervenir positivamente en este debate, sólo es la reproducción del rechazo constante y la ausencia de ideas, planteada desde las columnas de los medios de información hegemónicos. Tal vez porque los sectores de poder económico no se animan a decir que quisieran afrontar la actual crisis capitalista con la agenda de España, Italia, o algún otro país europeo de porte mediano.

* Diputado Nacional FPV, presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja.




Preservar el empleo



 Sofía Rojo y Diego Schleser *


La nueva etapa de la profunda crisis económica que atraviesa el hemisferio norte, en particular la Eurozona, probablemente tendrá efectos negativos sobre la economía argentina. Este escenario exige la necesidad de instalar el debate acerca de las políticas que debe encarar el Estado para evitar al máximo las consecuencias del contexto internacional recesivo en la calidad de vida de nuestra gente, de la cual un pilar fundamental es el empleo –particularmente el de calidad– que se ha logrado recuperar significativamente en los últimos años.

En este sentido, el desarrollo de estudios –sea desde el Estado o desde otras instituciones– enriquece estas discusiones, aportando evidencia empírica que pueda ser utilizada para la toma decisiones más allá de los eventuales preconceptos instalados. Con este propósito el Ministerio de Trabajo –que desarrolla de manera permanente y sistemática información y estudios sobre las áreas de su incumbencia– ha realizado una investigación sobre la dinámica del empleo registrado en las fases contractivas, evaluando simultáneamente su comportamiento y el impacto de las principales políticas laborales contracíclicas implementadas en el país durante la crisis 2008-2009 (publicado en “Macroeconomía empleo e ingresos. Debates y políticas en Argentina frente a la crisis internacional 2008-2009”, MTEySS-OIT, Buenos Aires 2012).

El estudio mostró que el mercado de trabajo argentino presenta una elevada rotación laboral –tanto en el sector formal como en el informal– que se acentúa en algunos subsectores de la economía. Esta elevada movilidad constituye un factor determinante para comprender el mecanismo a través del cual las empresas ajustan el nivel de empleo durante las fases recesivas, lo que es una dimensión a ser considerada en el diseño de las políticas laborales.

Los empleadores conforman un colectivo heterogéneo donde resulta posible identificar distintos comportamientos empresariales en relación con la gestión del personal y sus dotaciones: hay sectores donde prevalece el empleo estable y otros donde lo habitual es una elevada rotación de distintos trabajadores. A manera de ejemplo, se pueden visualizar realidades tan contrastantes como las carreras laborales que se desarrollan en empresas que demandan empleo calificado, por un lado, con el trabajo en el sector de la construcción o en las multinacionales de comidas rápidas, por el otro. El resto de empleo de las empresas privadas se ubica en un gradiente de situaciones intermedias. Esto se refleja en las estadísticas: en el promedio de la economía, cada mes alrededor del 5 por ciento de los trabajadores se desvinculan de una empresa para ser reemplazados por un número equivalente de otros trabajadores, lo que implica una tasa de rotación del 10 por ciento. Mientras que en las empresas de alta movilidad laboral la rotación se eleva al 12 por ciento y en las empresas más estables es menor al 5 por ciento. Son las empresas y los sectores de alta movilidad laboral los que explican la destrucción de puestos al inicio de las crisis –reduciendo las incorporaciones de personal– y, a medida que la contracción del nivel de actividad económica se prolonga y profundiza, se suman los sectores estables.

Durante la fase contractiva del 2009, el Estado argentino implementó un paquete de políticas laborales contracíclicas consistentes con las lógicas microeconómicas que producen destrucción de empleo. Para el segmento de empleadores de elevada movilidad laboral, se buscó estimular a las empresas a seguir contratando personal –al menos para compensar las desvinculaciones habituales– con la política de reducción de contribuciones patronales para las nuevas contrataciones, establecida en el marco de la ley 26.476. Por su parte, el Programa de Recuperación Productiva (Repro) tuvo como objetivo reducir el riesgo de despidos masivos entre empresas del segmento estable.

De acuerdo con los resultados de las evaluaciones de impacto realizadas durante la última crisis, a partir del uso de metodologías econométricas, tanto la reducción de contribuciones patronales como el Repro, impactaron positivamente en el sostenimiento de los puestos de trabajo. Según el estudio, la política de reducción de contribuciones patronales a través de la dinamización las incorporaciones de personal redujo a la mitad el número de puestos que se habrían perdido durante la crisis de no mediar la política. En el caso del Repro, fue efectivo limitando los despidos de trabajadores en el segmento de baja movilidad del tejido productivo y en empresas particularmente afectadas por la crisis internacional.

No obstante, es necesario tener en cuenta que las políticas laborales no pueden ser evaluadas de manera aislada, sino que presentan efectos diferentes según el régimen o modelo económico en el cual se aplican. El ejemplo de reducción de contribuciones patronales en claro: su implementación en los 90 sólo se vinculó con aumento de la precariedad o pérdida de empleos. Se podría afirmar que las medidas fueron particularmente exitosas, debido a la coherencia y articulación de políticas e instituciones que conforman el modelo socioeconómico vigente. El sostenimiento del nivel de actividad y de la demanda interna impulsado por una política macro expansiva constituyó una condición necesaria para que medidas como las implementadas presenten un impacto positivo en la preservación de las fuentes de trabajo.

Considerando estas evidencias, se puede afirmar que el Estado argentino cuenta en la actualidad con un conjunto de políticas probadas para preservar el empleo de calidad en un posible contexto económico adverso. Podrán adaptarse las políticas, diseñar nuevas, pero el objetivo es preservar la relación laboral, el empleo de calidad y la protección social para todos los habitantes de nuestro país.

* Economistas - Ministerio de Trabajo.