Europa se la juega en el Rin



Rafael Poch
La Vanguardia


Hoy se vota en Renania del Norte-Westfalia. No es una elección regional alemana cualquiera. Es la mayor región del país, 18 millones de habitantes, y principal espejo de Alemania en su conjunto. Lo que pasa allí suele tener repercusión en Berlín. Y se espera un nuevo retroceso de la coalición de Merkel, doce puntos por detrás de socialdemócratas y verdes en el último sondeo.
La coalición conservadora perdió el gobierno de esa región hace dos años, cuando Merkel retrasaba la ayuda a Grecia para abonar su imagen de “canciller de hierro” ante los alemanes. Si entonces no funcionó, ahora es mucho peor. Su Europa de la austeridad hace aguas. En Hollanda pierde a su principal aliado europeo. Con Hollande aparece un político de la única nación capacitada para parar los pies a una Alemania dominante y obcecada en una receta que no funciona.
No funciona en Grecia, donde el 66% ha votado contra ella sin querer salir del euro. No funciona en España y Portugal, donde se acumulan los problemas. De Italia se espera que entre en erupción un día u otro. Por doquier más paro, más deuda y brutal caída de la renta media: una caída del 25% en Grecia en sólo un año.
El gran ganador de las elecciones helenas, la izquierda de Syriza, fue la fuerza más votada en las tres principales ciudades del país: Atenas, Tesalonica y Pireo, donde la gente está más informada y sufre más la crisis. Su programa de cuatro puntos propone: paralización del ajuste, abolición de la inmunidad de los parlamentarios, reforma de la ley electoral y una moratoria en el servicio de la deuda -es decir, dejar de pagar los multimillonarios intereses- hasta que una auditoria internacional establezca el origen de la deuda, es decir saber a qué se debe su calvario.
Este ejercicio de soberanía y transparencia es visto en Berlín como un peligroso desafío, quizá porque una auditoria podría dejar en muy mal lugar, no sólo a los grandes partidos griegos sino también a los bancos franceses, alemanes y las exportaciones de armas de ambos países. Berlín y Bruselas han respondido con brutalidad. Los ministros alemanes de exteriores y finanzas, así como el presidente de la asociación de bancos alemanes, han amenazado a Grecia con echarla del euro. Bruselas ha retenido el pago de mil millones de su última transferencia de 5.200 millones. “Quien vota radical, debe contar con consecuencias radicales”, señalaba ayer un comentarista del primer canal de televisión.
Parece como si cuanto más comprometido está el pacto fiscal de Merkel, más inflexible y dura se muestra Alemania. Gana enteros la impresión del pasado marzo de que con dicho pacto Europa entró en una crisis política que se suma a la económica. Incluso en Alemania hay dudas sobre la constitucionalidad de esa especie de estado de excepción que impone una receta que priva a los países de toda soberanía presupuestaria y macroeconómica, es decir del principal atributo de los parlamentos. Ese es el contexto de las elecciones de hoy en Renania del Norte-Westfalia. Su resultado podría hacer un poco más decididos a los socialdemócratas alemanes.