¡Silencio!. Murió el dictador argentino en una celda, murió el coronel de la dictadura uruguaya Calcagno en su casa

CX36-Radio Centenario  (Uruguay)
publicado el 18 de mayo de 2013

Jorge Rafael Videla 1976.PNG“Cuentan que en vísperas de su muerte, Jorge Rafael Videla, icono de la dictadura más sanguinaria en la historia de Argentina, rezó sus oraciones de rodillas junto a la cama, como lo hacía desde niño”

Abuelas de la Plaza de Mayo: “Era un ser despreciable”

La muerte de Videla hace a los argentinos rememorar el terror del régimen

Madres de Mayo pide que el Gobierno se apreste a investigar los archivos


Escribe la periodista Nazaret Castro sobre que la muerte le llegó a Jorge Rafael Videla en el módulo 4 del Complejo Penitenciario Federal 2 de la ciudad de Marcos Paz, donde cumplía cadena perpetua por los delitos de lesa humanidad que cometió mientras, entre 1976 y 1981, encabezó la sangrienta dictadura militar que dirigió la Argentina con un sangriento balance: 30.000 desaparecidos, cientos de bebés robados y miles de torturados.

Una de las primeras en reaccionar fue Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, que dijo en RadioContinental: “Me quedo tranquila de que un ser despreciable ha dejado este mundo”. Como otras muchas personalidades y víctimas de la brutal dictadura militar argentina, De Carlotto recordó que Videla “nunca se arrepintió y reivindicó todos sus delitos”. De hecho, hace sólo unos días, el genocida tuvo oportunidad de hablar ante la justicia, y se autocalificó de “preso político”. Consideró que no valía la pena tratar de defenderse en un contexto de “justicia falseada”.

Lo cierto es que Jorge Videla será “recordado como un dictador que sembró la muerte en la Argentina y produjo la dictadura más sangrienta y terrible” de la historia reciente del país, como afirmó el diputado Ricardo Gil Lavedra, que integró el tribunal que condenó a la Junta Militar. En declaraciones al canal informativo TN, Lavedra también apuntó que Videla, como otros integrantes de la dictadura, “lamentablemente nunca han mostrado arrepentimiento sobre los hechos, ni tampoco una reparación a las víctimas”.

“No creo en el infierno, pero ojalá exista para que se pudra allí”, escribía María Eugenia“Pasarás una y otra vez por los nueve círculos del infierno y jamás pagarás por lo que hiciste”, anotaba Diego“A veces la justicia llega tarde... pero siempre llega. Uno menos”, señalaba Federico. Esta mañana, en Argentina las redes sociales ardían con la noticia, y eran muchos los internautas que aprovechaban para expresar su desprecio por el siniestro personaje. Aunque tal vez no haya manera más contundente de hacerlo que la del periodista Tomás Eloy Martínez: “Videla forma parte de esa estirpe que ha revelado la mediocridad del Mal y ha demostrado que el demonio puede encarnarse en un hombre cualquiera”.

Nora Cortiñas, una de las integrantes más emblemáticas de Madres de Plaza de Mayo, recordó que la muerte de Videla no debe ser motivo de festejo: “Se mueren y se van con los secretos más importantes de la historia”, afirmó Cortiñas. Y pidió al gobierno que se apreste a buscar los archivos del a dictadura: “Ellos saben dónde están, ellos los tienen”, declaró al diario“Clarín”.

Por su parte, el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel señaló que la muerte de Videla “no debe alegrar a nadie”, pese a queVidela fue “un hombre que ha pasado por la vida haciendo mucho daño y ha traicionado los valores de todo un país”.Esquivel, que estuvo 28 meses preso durante la dictadura y se declara como “un superviviente de los vuelos de la muerte”,indicó que “la Justicia debe seguir investigando qué pasó” y que los argentinos deben “seguir trabajando por una sociedad mejor, más justa, más humana, para que todo ese horror no vuelva a ocurrir nunca más”.

El jefe del Gabinete argentino, Juan Abal Medina, destacó que el ex dictador Jorge Rafael Videla murió “preso en una cárcel común” “repudiado por todo el pueblo argentino”. “Videla murió juzgado, condenado, preso en una cárcel común y repudiado por todo el pueblo argentino!!!”, escribió el jefe de ministros en la red social Twitter, en la primera reacción de un alto funcionario del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Murió Videla, el máximo símbolo de la dictadura militar, la personificación más pura de aquellos años de terror. Quedan cientos de miles de vidas rotas, juicios pendientes y un deseo firme de la mayor parte de la sociedad por que se depuren las responsabilidades de aquel régimen sangriento, que no sólo aplicó los métodos más brutales del terrorismo de Estado, sino que impuso políticas económicas que llevaron al empobrecimiento de las clases medias, en beneficio de las oligarquías locales y extranjeras.

Queda también para el recuerdo un momento histórico: el día en que Néstor Kirchner retiró la imagen de Videla del Colegio Militar. Todo un símbolo de que en Argentina, al contrario que en otros países de la región, había terminado el tiempo de la impunidad para los genocidas.

El dictador argentino Jorge Videla murió en su celda a los 87 años.

Le realizarán la autopsia para confirmar las causas de su muerte 

No recibirá “ningún honor militar” en sus funerales, según el Ejército.


El dictador argentino Jorge Rafael Videla ha fallecido a los 87 años en la cárcel de la localidad bonaerense de Marcos Paz, donde cumplía la pena de cadena perpetua por los delitos de lesa humanidad perpetrados durante su presidencia de facto, entre 1976 y 1981. Según informan medios locales, ha fallecido por causas naturales.

No obstante, la Justicia dispuso realizar una autopsia a sus restos para confirmar las causas de su deceso. La autopsia fue ordenada por el juez federal de la localidad bonaerense de Morón, Juan Pablo Salas, quien tiene jurisdicción en Marcos Paz, señalaron las fuentes citadas por la agencia estatal Télam. Será realizada en la Morgue Judicial del Cuerpo Médico Forense de la capital federal.

“Si bien todo hace indicar que se trató de una muerte natural, se ordenó la autopsia como un trámite de rigor y para despejar cualquier tipo de dudas”, precisaron los portavoces judiciales.

Un portavoz del Estado Mayor General del Ejército ha declarado que el ex dictador argentino no recibirá “ningún honor militar”en sus funerales. Esto es así porque “Videla fue destituido del Ejército y, además, está vigente desde 2009 una resolución firmada por la entonces ministra de Defensa Nilda Garré que prohíbe honras en los funerales a los miembros de las Fuerzas Armadas que hayan estado involucrados en causas relacionadas con violaciones a los derechos humanos”, precisó la fuente.

Videla fue el primer gobernante de la dictadura argentina condenado a prisión perpetua, cuando en 2010 la Justicia le declaró culpable del fusilamiento de una treintena de presos políticos en 1976. El año pasado, un tribunal condenó al ex dictador a 50 años de cárcel por el plan sistemático de robo de bebés, hijos de perseguidos o desaparecidos, durante la dictadura.

La muerte del dictador fue confirmada por Cecilia Pando, esposa de un militar. “Me enteré por la esposa de un detenido que estaba en el penal con Videla. Anoche no se sentía bien. Lo llevaron al hospital que hay dentro del penal, pero no tenía nada y lo volvieron a llevar a su celda. Esta mañana cuando hicieron el recuento de los detenidos, no estaba y cuando fueron a ver a su celda lo encontraron muerto”, dijo Pando.

En declaraciones a la radio Cadena 3, de Córdoba, Pando señaló que no tenía un problema puntual de salud, “pero el último tiempo lo aislaron porque había un rumor de que lo iban a matar”.

Videla nació el 2 de agosto de 1925 en la ciudad de Mercedes, en la provincia de Buenos Aires. Tuvo cuatro hermanos. Se casó en 1948 con Alicia Raquel Hartridge y tuvieron siete hijos.

De padre coronel, inició su carrera en el Colegio Militar. Cursó la Escuela Superior de Guerra y avanzó rápidamente en la escala del Ejército. En 1975 fue nombrado comandante en jefe del Ejército por la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón.

Junto a Emilio Eduardo Massera Orlando Ramón Agosti, Videla encabezó el 24 de marzo de 1976 el golpe de Estado que derrocó a Martínez de Perón. Luego cerró el Congreso y dio inicio al Proceso de Reorganización Nacional, que finalizó en 1983.

El dictador gobernó desde 1976 hasta 1981. Así cumplió el lapso de cinco años pautado por la Junta Militar, siendo el período más extenso que un militar se mantuvo como presidente de facto en el país.

Tras el regreso de la democracia en 1983, fue juzgado y condenado a prisión perpetua por numerosos crímenes de lesa humanidad cometidos durante su gestión, en el que las fuerzas de seguridad perpetraron secuestros, torturas, fusilamientos y los tristemente conocidos como “vuelos de la muerte”, en los que se arrojó a detenidos desaparecidos vivos desde aviones al Río de la Plata.

El histórico Juicio a las Juntas Militares que se realizó en 1985, tras el regreso de la democracia, lo condenó a prisión perpetua por los crímenes de lesa humanidad. Pero recuperó su libertad en 1990, beneficiado por los indultos que decretó el entonces presidente Carlos Menem.

En 1998 volvió a quedar detenido acusado de implementar un sistema ilegal de apropiación de menores, delito considerado imprescriptible. La inconstitucionalidad de los indultos y la nulidad de las leyes de perdón permitió abrir una serie de causas en su contra que buscan, a casi tres décadas de finalizada la dictadura, cerrar las heridas del terrorismo de Estado.

El ex militar, que en junio de 2012 fue trasladado a una cárcel común, admitió que hubo robo de bebés y que fueron asesinadas miles de personas. Pero nunca se arrepintió ni tampoco consideró que haya existido “un plan sistemático” para la sustracción de los hijos a las madres embarazadas.

El único mobiliario que había en su celda era un estante lleno de libros de historia y de textos religiosos. En la mesa de luz una foto de familia y en la pared, un gran crucifijo de madera. Los guardias de la cárcel de Marcos Paz cuentan que en vísperas de su muerte,Jorge Rafael Videla, icono de la dictadura más sanguinaria en la historia de Argentina, rezó sus oraciones de rodillas junto a la cama, como lo hacía desde niño.

El hombre de semblante ascético fue hallado muerto por los guardias, a las 6.30 de la mañana. Se presume que murió mientras dormía, por causas naturales relativas a sus 87 años de edad. Nunca dejó de practicar sus ejercicios gimnásticos; tenía buen apetito y era amable con los guardias.

Nació el 2 de agosto de 1925 en el seno de una familia de militares de alto rango y de políticos de cierta notoriedad. Fue disciplinado y obediente desde niño y asumió la carrera militar como algo que le venía en los genes.

El 27 de agosto de 1975, la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón, lo nombró comandante en jefe del Ejército, sin sospechar que se ponía la soga al cuello. Unos meses más tarde, el 24 de marzo de 1976, Videla encabezó junto con los jefes de las otras ramas de las fuerzas armadas, el golpe de Estado que derrocó del poder a la viuda de Juan Domingo Perón. Muchos de los ciudadanos festejaron la intervención que pondría fin a largos años de violencia, marcados por las acciones subversivas de losMontoneros.

A pocos días de jurar como presidente de facto de la Argentina, el general dio comienzo al “Proceso de Reorganización Nacional”, como se dio por llamar a los secuestros, torturas, ejecuciones sumarias, robo de bebés que se sucedieron sin tregua hasta que el régimen militar agotó sus días, siete años después.

Tras la recuperación de la democracia, en 1983, el ex dictador fue juzgado y condenado a prisión perpetua por un sinfín de crímenes de lesa humanidad, cometidos bajo su gobierno. El 5 de julio de 2012 fue condenado a otros 50 años de prisión como responsable del secuestro sistemático de bebes, nacidos en cautiverio.

En todas sus comparecencias ante la Justicia, el hombre que pretendió hacer de la Argentina una nación sujeta a los mandatos divinos y baluarte de la libertad, descalifico a sus jueces y afirmó no sentirse arrepentido de ninguno de sus actos. Es más, unos días antes de morir, llamó a la población a deshacerse del régimen neo, comunista de Cristina Kirchner.

Según otro analista Ramy Wurgaft,  Jorge Rafael Videla no mostró emoción alguna, cuando anoche, la jueza María del Carmen Roqueta leyó su sentencia: 50 años de cárcel por ser coautor intelectual de un sistemático plan para robar a sus madres los bebés nacidos en cautiverio y entregarlos en adopción a familias afectas al régimen.

Sus gestos eran los de quien asiste a una función en la que a él no le cabe otro papel que el de un simple espectador. Videla ha dicho en varias oportunidades que su conciencia está limpia y que todos sus actos, desde que encabezó el golpe militar de 1976 y mientras ejerció el poder, hasta marzo de 1981, tenían como objetivo salvar a la Argentina del caos en que estaba sumergida.

A sus 87 años, el ex teniente general se mantiene lúcido y en excelente estado físico; en su celda, habitación de campo de Mayo,practica ejercicios aeróbicos y reza tres veces al día.

“Dios me juzgará cuando llegue la hora, y saldré absuelto”, suele decir cuando lo llevan a los tribunales de Comodoro Py,donde sería capaz de orientarse a ciegas de tanto que ha recorrido el edificio.

En los últimos 29 años su vida ha sido una peregrinación por las salas de audiencia y por distintos tipos de encarcelamiento.

Dos años después de restablecerse la democracia, en 1983, fue juzgado en el famoso Proceso a las Juntas Militares y declarado culpable de múltiples privaciones ilegales de libertad, secuestros, aplicación de tormentos, reducciones a servidumbre, extorsiones... De hecho, todos los delitos de lesa humanidad que quepa imaginar.

En 1990, el entonces presidente Carlos Menem dictó el indulto a todos los miembros de las juntas militares, y a los cabecillas del grupo armado de Montoneros-, en el marco de las leyes de Punto Final Obediencia Debida.
Pero en 1998, un juzgado federal consideró que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y Videla fue sentenciado a 15 años de prisión, pero en su propio domicilio del barrio de Belgrano.

El 10 de octubre del 2008 perdió el beneficio de cumplir la condena en su apartamento, atiborrado de imágenes religiosas y de retratos que lo muestran en todas las etapas de su carrera militar, pero siempre en la misma pose: rígido y con un semblante estatuario.

En agosto del 2010 y al mes siguiente, el Tribunal Supremo y un juzgado de Córdoba ratificaron todas las sentencias que obraban en su contra, con lo cual pasaría el resto de su vida en la austera celda de Campo de Mayo, donde a veces concede entrevistas que son largos monólogos en los que se expresa con una sinceridad que deja pasmados a quienes las leen.

“Hubo ejecuciones sumarias y se ejerció presión, torturas sobre los detenidos. No estábamos jugando a los pistoleros; teníamos por rival a varias organizaciones terroristas que se había propuesto reducir a los argentinos a la condición de siervos”, dijo al diario “Perfil”.

Los carcelarios dicen que Jorge Rafael Videla es una persona de trato amable, que jamás levanta la voz ni se queja de nada. Muy cariñoso con sus nietos y con todas las personas que lo van a visitar.

Videla y el terrorismo de Estado.

Dice por su parte Julián Casanova Julián que es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, que frente al olvido hacia los terrores organizados, solo caben políticas públicas de memoria.

Todo empezó el 24 de marzo de 1976, cuando una Junta de Comandantes en Jefe, integrada por el general Jorge RafaelVidela, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando Ramón Agosti, tomó el poder. Las Fuerzas Armadas se apropiaron del Estado y en una acción planificada de exterminio, aprobada en una reunión de generales, almirantes y brigadieres que tuvo lugar antes del golpe militar, iniciaron miles de detenciones clandestinas y asesinatos masivos. Proceso de Reorganización Nacional, le pusieron como nombre oficial. Fue terrorismo de Estado, puro y duro, sin precedentes en la historia argentina, una sociedad que había sufrido, no obstante, seis golpes militares en las cuatro décadas anteriores.

Los cadáveres aparecían en las calles, enterrados en cementerios sin ningún tipo de identificación, quemados en fosas colectivas o arrojados al mar. Nunca hubo ejecuciones oficiales, porque todas eran clandestinas. En Argentina, desde 1976 a 1983, no hubo muertos: las personas desaparecían.

La mayoría de las desapariciones ocurrieron en los tres primeros años. Casi treinta mil, según las organizaciones defensoras de los derechos humanos. Había obreros, estudiantes, intelectuales, profesionales, personas conocidas por su militancia política y social, pero también familiares, gente señalada por otros o mencionada en las sesiones de tortura. Primero se les secuestraba, normalmente de noche, en sus domicilios, en operaciones que incluían a menudo el saqueo y robo de la vivienda. Después se les torturaba y si lo superaban, porque muchos se “quedaban”, permanecían detenidos en dependencias policiales y unidades militares. A la mayoría de ellos les aguardaba, por último, el “traslado”, la ejecución sin dejar pruebas.

Desaparecido fue el eufemismo con que el que se denominó a las víctimas de esa dictadura y el término ya lo había definido el generalJorge Rafael Videla en 1979, en respuesta a las primeras indagaciones y presiones internacionales sobre la represión: “mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desaparecido”. Esa cínica visión del exterminio sin pruebas la compartían entonces los militares, algunos cuadros políticos de los principales partidos, empresarios, eclesiásticos y periodistas. “Todos están bajo tierra”, respondió un general, Alcides López Aufranc, para tranquilizar a economistas y ciudadanos de orden que preguntaban sobre la actividad de algunos delegados sindicales.

A esa dictadura, como a otras muchas, más o menos sangrientas, no le faltaron apoyos. Algunos de ellos naturales y previstos, como el del poder económico y financiero o el de la jerarquía de la Iglesia católica, que, salvo excepciones, tal y como ha demostrado Emilio Mignone, bendijo la represión, la santificó, “cruzada por la fe”, y obtuvo a cambio importantes beneficios corporativos. Pero ese episodio de “barbarización política y degradación del Estado”, en palabras de Hugo Vezzetti, no hubiera sido posible sin la adhesión y conformidad de amplios sectores de la población. “Por algo será”, decían muchos para justificar que se llevaran a tanta gente. “Apoyé el Proceso, pero no sabía que la cosa había llegado a tal extremo”, declaraban otros cuando las primeras pruebas de la masacre salían a la luz. Miedo, silencio, complicidad, y también una convicción de que el orden de la dictadura era preferible al “caos” y violencia anteriores.

Cuando la dictadura cayó, la lucha por la información, la verdad, la petición de justicia y el rechazo del olvido se convirtieron en señas de identidad de la transición a la democracia. Tres décadas después, esa dictadura de apenas siete años aparece ya como uno de los más destacados ejemplos de terrorismo de Estado de la historia, de “masacres administradas”, como las llamó Hanna Arendt.

Existen numerosas pruebas incontrovertibles frente a aquel exterminio que pretendía no dejar ninguna. Y la muerte de Videla nos lo vuelve a recordar. Y nos advierte de nuevo que frente al olvido e indiferencia hacia los terrores organizados, solo caben políticas públicas de memoria basadas en archivos, museos y educación. Enseñar esa historia reciente y transmitir a los más jóvenes valores de tolerancia y libertad.

Sabrina Faija, El Mundial 78, cuando la dictadura puso al fútbol al servicio del terror.
Como en otros regímenes autoritarios, el deporte sirvió para ocultar los crímenes del Estado. El título de una Copa del Mundo marcada por la corrupción y la muerte se concretó a metros de la ESMA.


“Mientras se gritan los goles, se apagan los gritos de los torturados y de los asesinados”. La frase es de Estela deCarlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, en el documental La Historia Paralela, y no hace otra cosa que reflejar lo que significó el Mundial de 1978, disputado y ganado por Argentina mientras el país vivía su noche más oscura. Esas imágenes, entre otras, se revivieron este viernes cuando Jorge Rafael Videla, el líder de la Junta Militar que encabezó la dictadura más sangrienta que vivió el país, murió preso en la cárcel de Marcos Paz por los crímenes de lesa humanidad que cometió en el llamadoProceso de Reorganización Nacional. Fue aquella una Copa Mundial, la primera ganada por la Selección, que no sólo se trató de fútbol, sino también de corrupción, muerte y miedo.

Sin dudas, la propaganda es uno de los instrumentos más importantes que tienen los gobiernos dictatoriales para publicitar su ideología. Y, en ese sentido, el deporte siempre fue una herramienta útil para ocultar, por un rato, maniobras políticas ilegales. Así como los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, fueron utilizados por Adolf Hitler en Alemania, el Mundial de 1978 disputado y ganado por Argentina permitió silenciar por varios meses lo que ocurría en el país con la Junta Militar y sus atroces crímenes de lesa humanidad.

Los gritos de gol en el Monumental y los festejos ante cada triunfo que acercaba a la Selección a la final del Mundial parecían tapar aquellos gritos desgarradores de quienes, a menos de 1000 metros de allí, en la ESMA, sufrían en lo más cruel de la palabra las torturas de la dictadura militar más sangrienta que vivió Argentina. Así lo refleja el libro “La vergüenza de todos”, de Pablo Llonto: “Mientras la sociedad miraba y disfrutaba de la fiesta de todos, a diez cuadras del estadio de River, en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, se violaban los derechos humanos”. Aunque fue el más grande campo de concentración de la dictadura, no fue el único. Tanto en ese como en muchos otros hubo deportistas argentinos. En Núñez, por ejemplo, estuvo Daniel Schapira, el único tenista desaparecido, mientras que en el conurbano estuvieron, entre otros, el atleta Miguel Benacio Sánchez y el futbolista Claudio Tamburrini. La historia de éste último es una de las más conocidas, gracias a la película “Crónica de una fuga”. Tamburrini era arquero de Almagro y estudiaba filosofía cuando lo secuestró un grupo de tareas de la Fuerza Aérea en 1977. Fue trasladado a la Mansión Seré, hoy un centro recreativo y de memoria en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires,desde donde escapó, junto a otros tres compañeros, desnudo mientras afuera una tormenta azotaba la ciudad y helicópteros trataban de evitar la huida. El de Miguel Sánchez también es otro caso que aún hoy se recuerda gracias a “La Carrera de Miguel”, que año a año se celebra en Argentina y en Italia. Era un maratonista y fue secuestrado en su casa de Berazategui en 1978. Su detención se produjo en el Centro Clandestino El Vesubio, de La Tablada, donde estuvieron al menos 400 personas.

Así, con secuestrados por todo el país, en junio del 78 los argentinos que podían caminar sin preocupaciones por la calle se sentaban en un sillón para ver los partidos del Mundial, ese en el que la dictadura gastó 700 millones de dólares, una cifra sideral y envuelta de corrupción. Lo primero en crearse fue el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78), que les facilitaba a los militares el control absoluto del torneo. El primer presidente fue el general Omar Actis, del Ejército y enfrentado con Carlos Lacaste, un íntimo deEmilio Massera, de la Armada e integrante de la Junta. Fue Lacoste quien finalmente terminó controlando el EAM 78 ante la sospechosa y nunca esclarecida muerte de Actis en 1976, en un hecho que se trató de atribuir oficialmente a la guerrilla pero sobre el que siempre sobrevoló la sombra de Massera. Eso favoreció el gasto millonario en el que se incluyó la remodelación total del edificio de ATC, con el declamado objetivo de garantizar la mejor calidad de transmisión, como también la terminación de los estadios deRiver, Vélez y Central  y la realización de los de Córdoba, Mar del Plata y Mendoza.

Pero la corrupción de la Junta Militar no terminó allí. Aunque nunca se pudo demostrar, la goleada 6-0 a Perú en semifinales manchó la historia de los mundiales de la FIFA. Tras el triunfo de Brasil (3-1 a Polonia), Argentina necesitaba más de tres goles de diferencia para avanzar a la final, contra Holanda en el Monumental. Y en Rosario consiguió goles de sobra. Ninguno de los jugadores peruanos admitió coimas, aunque sí un hecho curioso: la intimidante aparición de Videla en el vestuario antes y después del partido. Un dato más: 15 días después de aquel partido, el gobierno le otorgó al país vecino una donación no reembolsable, algo también documentado en La Historia Paralela.

Nadie podía negar que Argentina tenía un seleccionado capaz de salir campeón; muchos de sus jugadores, entre ellos Kempes,Bertoni, Fillol y Passarella, brillarían luego en todo el mundo. Pero también es clarísimo que ese Mundial le sirvió a la dictadura militar para que durante ese tiempo nadie hablara de otra cosa que no fuera de fútbol. Y se convirtió también en uno de los capítulos de la historia más oscura de Argentina. Esa que ni los gritos de esos goles hoy pueden acallar.

Casualmente en nuestro país Uruguay, también falleció un militar de la dictadura, acusado de violación de los derechos humanos, el coronel Calcagno, el primer militar que muere preso…en su casa.

Había estado recluido en la cárcel VIP de Domingo Arena que les construyó Tabaré Vázquez, pero luego se determinó su prisión domiciliaria debido al agravamiento de su estado de salud. 
El coronel retirado Carlos Calcagno falleció en su domicilio de la localidad de Tala, departamento de Canelones. Se trata del primer militar preso por delitos de la dictadura que fallece mientras cumplía su pena, informa hoy La República.


Calcagno había sido procesado con prisión en 2010 por su presunta responsabilidad en la desaparición de Gustavo Insaurralde yNelson Santana, ambos militantes del Partido por la Victoria del Pueblo.



Estuvo recluido en la cárcel de Domingo Arena pero debido al agravamiento de su estado de salud, la jueza del caso, Mariana Mota, determinó que cumpliera prisión domiciliaria. 


Calcagno integró el Servicio de Inteligencia “S2” a partir del año 1972 y en 1980 asumió como segundo jefe del Batallón de Infantería Nº1, donde permaneció hasta 1982. Entonces ascendió al grado de coronel y pasó a cumplir funciones en la Escuela deInteligencia del Ejército. El 2 de mayo de 1996 pasó a retiro.



Como para no envidiar los uruguayos a los argentinos. 

Tienen a Maradona, y ahora Messi. Y hasta un Papa tienen. Ni que hablar de Tinelli y Gardel que todo el mundo sabe que es uruguayo y de Tacurembó, ellos lo adoptaron y lo aporteñaron de tal manera que hoy día hay mucho uruguayo confundido y hasta dudando de su nacionalidad.


Vean hoy día como hay colas en Cacciola para ira a “bagallear” a Buenos Aires, con unos pocos pesos que aquí no alcanzan para nada en la Argentina, pasas el fin de semana en un Hotel, comes y bebes de primera, te vas al 11 y te traes un surtido, baqueros, calzados y buzos de invierno. Y si no pregúntenle al hombre de Astori, Juan Ripol de la Comuna Canaria que aprovechó el viaje y se trajo un pedido de Concordia que ahora reclama por que la Aduana se lo expropió. 

Todo el mundo sabe hoy día que siendo la Argentina un país donde todo vale la mitad que aquí, los sueldos y las jubilaciones se cobran el doble que en Uruguay.   


Tremendo lo de la Argentina respecto a nosotros. Clarín, TN, el Baby EchecoparLanata todos contra la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, pero en contra en serio, oposición a muerte, “persecuta” a diario sin piedad le dan con el mazo y la porra. 
Aquí El País, El Observador, Canal 12, Canal 4, Canal 10, todos en el quincho, en ADM, centros cortos, se la dejan picando, gobernabilidad y paz social.


En Argentina el movimiento social, el sindicalismo de Moyano cia, se la dan “en la nuca”, paros y huelgas en serio. 

Aquí felizmente el PIT CNT, viva el Gobierno, arriba el Presidente, fuerza BOTNIA, vamos Monte del Plata, venga arribaAratirí. 


Todos los días en la Televisión contra el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Lilita CarrióLanata, Moyano,Macri, la Asociación Rural, Clarín, y la Asociación de banqueros.  

Kirchner les arrancó los retratos de los generales golpistas de los  cuarteles. Los procesaron y los siguen humillando con juicios públicos mensuales y los tapan a años de prisión común, nada de privilegios de cárceles VIP dentro de los cuarteles y contemplaciones de otras índoles para que cumplan su condena en sus mansiones. 

Aquí los que más defienden a los militares de la dictadura acusados de violación de derechos humanos, de desparecer compañeros y secuestras hijos, son los propios Tupamaros en el Poder, el Gobierno de comunistas, socialistas y PVP. Y lo hacen de la manera más vergonzosa con un discurso por un lado y con una actitud contraria desde sus cargos de Gobierno. Pintando una cosa en los muros y haciendo otra desde el poder.  


Ellos ponen a los dictadores en la cárcel hasta que se mueren solos en una celda. Aquí los tienen un tiempo en las celdas VIP dentro de un cuartel, y después los llevan para su casa para que terminen sus últimos días en paz.

Este veinte una nueva marcha del silencio, y allí veremos a los personajes de Gobierno, compungidos, dando besos y abrazos con cara de yo no fui. ¿Pero en realidad las personas honestas no se preguntan que han hecho por la justicia, por la condena a los culpables, teniendo el Gobierno durante dos periodos y las mayorías parlamentarias en ambos períodos?

¡ESTE ES EL VERDADERO SILENCIO!

“LA HIPOCRECÍA!

Fuente