Perón-Vargas: Una relación contradictoria


 María de Monserrar Llairó- Raimundo Siepe*

Entre la crisis de 1930, y luego, con la Segunda Guerra Mundial, van a surgir en América Latina movimientos políticos y tendencias económicas-sociales que podemos caracterizarlas para ciertos países como nacionalistas, populistas y mercado internistas.
Los casos más concretos en el continente sudamericano fueron los de Brasil y el de Argentina. Durante la década del treinta, se consolida en Brasil, el presidente Getulio Vargas (1930-1945), seguido por Eurico Dutra (1945-1950), al que le sucedería nuevamente Vargas hasta 1954.
En la Argentina, a partir de la revolución del 4 de junio de 1943, pero especialmente bajo las dos primeras presidencias de Perón (1946-1955), se asentará, como en el Brasil, una nueva clase social, el movimiento obrero industrial, junto a una burguesía nacional y al ejército. Quiere decir, que ambos países, seguirían una vía paralela en sus respectivos desarrollos económicos y sociales, pero con una particularidad, en el campo internacional tales semejanzas no pudieron concretarse en una alianza común que pudiera estrechar aun más los vínculos ya existentes entre ambas naciones, a pesar de la mutua atracción que sentían entre sí los presidentes Vargas y Perón.1
Las causas de este fracaso, deben buscarse tanto en el ambiente interno, como externo, que rodeaban tanto al mandatario brasileño como al argentino.
En ambos aspectos, diremos que las diversas orientaciones en materia de política internacional del Brasil, fundamentalmente hacia los Estados Unidos, de su clase dirigente, y la propaganda hostil del Departamento de Estado para que no se concretara la “Unión Económica” propuesta por Perón hacia Vargas; y por otro lado, los resquemores de Perón hacia el norte, ya que no que no deseaba el afianzamiento del predominio de Washington en el continente latinoamericano, constituyeron factores importantes a la hora de dirimir las cuestiones atenientes hacia una mayor integración y complementación en cualquier área.2
Por lo tanto, cualquier intento de agrupaciones económicas entre ambos países en el proceso de la posguerra atentaban directamente contra las pretensiones hegemónicas norteamericanas en la región.
En el presente trabajo, trataremos de analizar, las causas de este intento fallido de una mayor cooperación entre Vargas y Perón, incluyendo además de la bibliografía ya
existente, mayoritariamente brasileña sobre el tema, el tratamiento, fundamentalmente de fuentes y memorias diplomáticas de la Argentina que hasta aquí, no han tenido una utilización adecuada dada la enorme trascendencia del tema abordado y los problemas que hoy en día aun se plantean.

BRASIL Y LA ARGENTINA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Las terribles causas y sus consecuencias que acontecieron en el período de la Segunda Guerra Mundial constituyeron difíciles desafíos para ambos países, cuyos gobiernos tuvieron que enfrentar diversas opciones que debieron resolverse paulatinamente, y cuyos efectos fueron notorios a nivel político, económico e ideológico y que se proyectaron en el rumbo de sus respectivas políticas internas y externas.
Durante los años de 1939 a 1945, Brasil gozó de una fuerte estabilidad política a través del presidente Getulio Vargas. La Argentina por el contrario, vivió periodos muy agitados con continuos cambios de presidentes y de ministros y que llevaron al golpe de estado del 4 de junio de 1943, que abarcó hasta la normalización constitucional a través de las elecciones en 1946 que llevaron a la presidencia a Juan Domingo Perón.
En el Brasil, se manifestó siempre una tendencia favorable a la alianza con los Estados Unidos a través principalmente del Canciller Osvaldo Aranha, primero como embajador en Washington entre 1934 y 1938 y luego como Canciller hasta 1944.
Esta posición, además, estuvo apoyada por el General Dutra en el Ministerio de Guerra y el General Goes Monteiro como Jefe del Estado Mayor del Ejército. En este punto, los militares brasileños tenían una constante preocupación por la posibilidad de quedar rezagados en cuanto al equipamiento del material bélico y así no quedar disminuidos ante una imaginaria amenaza por parte de la Argentina. De ahí, las diversas gestiones con Washington para obtenerlo. Aunque el objetivo principal era promover la instalación de la primera planta siderúrgica importante en América del Sur (Volta Redonda), para generar un fuerte proceso de industrialización y también para lograr la preeminencia económica en la región. Por lo tanto, junto a otras causas, Brasil declaró la guerra al Eje el 21 de agosto de 1942, enviando a combatir a Italia una importante fuerza expedicionaria (Argentina, recién la declararía en marzo de 1945). 3
En la Argentina, los diversos vaivenes políticos influyeron notablemente en la orientación de la política exterior. Si al principio, su tendencia era a favor de los aliados bajo la presidencia de Ricardo Ortiz, quien por problemas de salud tuvo que dejar el cargo, con el sucesor Ramón Castillo la tendencia pasó a ser neutralista. Los revolucionarios de 1943 continuaron con esta postura, aunque entre sus miembros hubiera muchas personalidades de tendencias opuestas, generando continuos choques en el elenco gobernante.
Esta posición argentina tenía dos objetivos principales .El primero, era el mantenimiento de la neutralidad para seguir comerciando con Europa (Gran Bretaña). El segundo, era impedir la hegemonía norteamericana en la región (como el temor a la brasileña), lo que llevó al país a un fuerte boicot económico y político por parte del Departamento de Estado (de forma especial por el embajador y luego funcionario Braden) durante la guerra y que se prolongaría por varios años más, aun luego de haber finalizado.
Para un análisis comparativo de las posturas de ambos países, tengamos en cuenta que durante 1938 a 1945, Brasil tuvo solamente un presidente, Getulio Vargas, y dos Cancilleres; en cambio, la Argentina, tuvo cinco presidentes (Ortiz, Castillo, Rawson, Ramírez y Farrell) y varios Cancilleres.4
Esta diversidad en el campo internacional, entre la Argentina y el Brasil, no se reflejó, a pesar de todo, en una enemistad política ni en una alteración o inconvenientes en las relaciones comerciales. Por el contrario, el presidente Getulio Vargas rechazó durante la contienda mundial en varias oportunidades toda iniciativa que fuera provocativa o que se insinuara belicosa ya proviniera del exterior o del interior a su gobierno en contra de la Argentina. Inclusive en octubre de 1945, el embajador brasileño en Buenos Aires, Lusardo le había ofrecido al entonces hombre fuerte de la Argentina, Perón, el asilo político en Brasil. De ahí la gran atracción que Perón empezó a sentir por Vargas. A partir de estos acontecimientos, la historia en común tendría otros destinos para ambas naciones.5
BRASIL Y LOS ESTADOS UNIDOS
La política exterior brasilera a partir de fines de 1889 y hasta el período que nos ocupa se caracterizó por las excelentes relaciones históricas que mantuvo con los Estados Unidos y que, a pesar de sostener importantes relaciones económicas, políticas y militares con la Alemania nacionalsocialista, no le impidieron solidificar aun más al comenzar la Segunda Guerra Mundial el vínculo que uniría cada vez más a Brasil con Washington.
Con el nombramiento de Osvaldo Aranha, primero como embajador y luego como Canciller, el presidente Getulio Vargas, se aseguró un miembro de su gabinete que fuera claramente pronorteamericano, logrando además, una ayuda fundamental del Departamento de Estado en cuanto a material militar, el suministro de petróleo, buenos precios para la exportación del café y lo que fue aun más importante, Volta Redonda, todo ello, producto del ingreso de Brasil como aliado en la contienda bélica, otorgándole también el uso de territorio a tropas norteamericanas y acompañando su esfuerzo con el envío de tropas brasileñas al campo de batalla.6
Por otra parte, quedaba en claro que la prioridad en América del Sur para los Estados Unidos era Brasil y no la Argentina, circunstancias que se vieron reflejadas en la ayuda económica diferente recibida por ambos países. Así, por ejemplo, entre 1946 y 1955, Argentina recibió aproximadamente 274 millones de dólares de créditos de los Estados Unidos; en cambio Brasil, recibió 1280 millones de dólares. A su vez, la disponibilidad de productos de acero localmente producidos, hecha posible debido a la ayuda norteamericana, había generado 28 nuevas empresas en Brasil hacia 1951, y había ayudado a 56 empresas existentes para expandir sus operaciones. Por su lado: “El Banco Exim consideraba en 1952 que tenía una relación especial con Brasil, y que había realizado una contribución significativa a su desarrollo económico”.7
LA TERCERA POSICION
Dos días después de asumir la presidencia, el 6 de junio de 1946, Perón había dado el primer paso que fortalecía su posición internacional de equilibrio y autonomía, al anunciar el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética que habían quedado cortadas desde la revolución que destronara al zar en 1917. Este paso inicia un período de relaciones comerciales con los rusos y países del área comunista que se mantiene a lo largo de su gobierno.8
Casi tres meses después, el 30 de agosto, la bancada peronista de la Cámara de Diputados daba su voto al proyecto del Senado Nacional por el cual se ratificaban las Actas de Chapultepec y se trazaba un giro de solidaridad con Occidente. Recordemos que en 1945 se firmaba dicha Acta, por la que los Estados americanos concertarían en un futuro inmediato un tratado para prevenir y reprimir las amenazas y los actos de agresión contra cualquiera de ellos.
El peronismo entraba en escena en un marco internacional marcado por los acuerdos de Yalta, en que el mundo capitalista y el comunista, acordaron el reparto del mundo.
Reparto que no iba a impedir, en definitiva, la descomposición de los sistemas coloniales, como se vería pocos años después, y que se iniciaría con la independencia de la India a partir de 1947.
En ese sentido, la política internacional del peronismo, procuraba conservar una total autonomía de decisiones. En 1971 Perón decía al respecto que: “No es un secreto para nadie que cuando terminó la segunda guerra mundial, en 1945, se reúnen en Yalta, el imperialismo yanqui y el imperialismo soviético. Allí, ellos arreglan el asunto. Hacen las conversaciones (estaban Stalin, Churchill y Roosevelt) y dividen el mundo. Trazan una línea y dicen: de acá para allá es de ustedes, de acá para allá es de nosotros. Una, donde debía dominar el imperialismo soviético, y otra para el imperialismo yanqui. Después, hacen una reunión en Postdam y allí establecen tratados donde se consolida toda esa situación”.9
El 6 de junio de 1947, el presidente Perón hizo conocer un mensaje a todos los pueblos del mundo, transmitido por más de mil radioemisoras, entre ellas la BBC de Londres, el cual constituye la primera exposición orgánica de la Tercera Posición: “No pueden ser ya factores coexistentes en el mundo la miseria y la abundancia, la paz y la guerra”, expresó esa vez, al tiempo que proponía un “desarme espiritual de la humanidad” y “un plan de acción tendiente a la convicción material del ideal pacifista, en lo interno y lo externo”.
Esta nueva doctrina, de cooperación económica y de paz mundial, reclamaba; “la anulación de los extremismos capitalistas y totalitarios, como único camino de salvación humana”. Decía Perón: “La labor para lograr la paz internacional debe realizarse sobre la base del abandono de ideologías antagónicas y la creación de una conciencia mundial de que el hombre está por sobre los sistemas y las ideologías, no siendo por ello aceptable que se destruya la humanidad en holocausto de hegemonía de derecha o de izquierda”.10
El valor de la formulación peronista del año 1947 se basó en que su método consistió en que en una etapa muy temprana del proceso internacional de descolonización reconoció y formuló con bastante claridad los problemas más importantes y los principales objetivos de los países menos desarrollados.
Recién en octubre de 1949 cae la última base “nacionalista” en China, acto previo a la proclamación de la República y al reconocimiento por parte de Gran Bretaña, Suiza y Pakistán en 1951. Y en diciembre de 1946 nacería la República de los Estados Unidos de Indonesia, después de cuatro años de guerra de liberación. A su vez la primera revolución anticolonial del mundo árabe triunfa en Egipto a partir de 1952, en que cae la monarquía.
Mossadegh fracasa en Irán en 1953, En cuanto al proceso de descolonización del África Negra, comienza recién en 1947, con la independencia de Ghana.
Para Perón, el Tercer Mundo comprendía un concepto económico para los “Estados que no están todavía desarrollados o plenamente desarrollados”, y un concepto político en donde “el Tercer Mundo está compuesto por los países que no están bajo el dominio del imperialismo americano o del imperialismo soviético”.
En este sentido, la práctica peronista desde el gobierno – de manos libres - fue siempre coherente con la doctrina enunciada en 1947. Doctrina que parecía extraña, pero más todavía en su versión pragmática. En el año 1946, Estados Unidos mantuvo el bloqueo de armamentos contra nuestro país e intentó una acción similar en el comercio internacional de combustibles. Le molestaba la política de exportación de granos con que Perón favorecía a España y Portugal. También quería impedir el crecimiento de nuestra marina mercante. Pero sobre todo no deseaba que la Argentina organizara un bloque de países en el Cono Sur y además trataba de convencer a los ingleses de que no vendieran material bélico a nuestro país. En 1947, por lo pronto, los norteamericanos ya habían dado muestras de preocupación por lo que ellos consideraban un proyecto de Perón para organizar una federación de países del sur del continente.11
En un memorando fechado el 20 de mayo de ese año, el Director de la Oficina de Asuntos de las Repúblicas Americanas del Departamento de Estado, Ellis Briggs, observaba: “Existe, el peligro que la Argentina aspire a organizar un bloque del Cono Sur, bajo la dominación política y económica argentina”, y también que los Estados Unidos debía oponerse a cualquier desarrollo que pudiera facilitar la formación de tal bloque.
Por su parte, desde el punto de vista británico, un informe titulado “Ambiciones argentinas en Sudamérica” del Foreign Office del 15 de febrero de 1949, nos daba cuenta que: “No hay duda de que la mente del presidente Perón incursiona por las peligrosas honduras de la geopolítica. Al dirigirse a un grupo de estudiantes brasileños en julio de 1948 anticipó un tercer bloque de países latinos a ser liderado aparentemente por la Argentina, y basado sobre una unión aduanera establecida primero entre las naciones sudamericanas y luego extendida a España, Portugal e Italia, incluso Francia – en otras palabras-, un bloque latino. Este bloque parece asociado de cerca en la mente del General Perón con la Tercera Posición de la Argentina, como mediadora entre los Estados Unidos y Rusia”.12
En mayo de 1953, la misma fuente, informaba que Perón estaba analizando “si intentar o no tener relaciones con los Estados Unidos, siendo la alternativa de continuar con la política de intentar incorporar a los estados sudamericanos a la órbita argentina”.
Entre noviembre de 1947 y marzo de 1948 se realizó en La Habana la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Trabajo. No obstante que la Argentina había sido excluida, por influencia del Departamento de Estado, del comité preparatorio y de las conferencias preliminares, nuestra delegación cumplió un papel brillante y se distinguió por su independencia y desacuerdos en cuanto a la filosofía de la liberación del comercio internacional. Estados Unidos quería impedir toda manifestación de autarquía y de convenios bilaterales. El Senador argentino, Diego Luis Molinari, volvió de La Habana con un proyecto: la creación de un Banco de las Antillas Cubano-Argentino, que finalmente no prosperaría.
Lo que había planteado Molinari había tocado un tema popular y conocido, cuando acusó a la propuesta de los Estados Unidos de reducir rápidamente las barreras, y de ser un representante del imperialismo económico, con lo que se impediría la industrialización de los países latinoamericanos y se los mantendría en la servidumbre colonial.
En agosto y septiembre de 1947 se realiza la Conferencia Interamericana de Río de Janeiro proyectada cuando se firmó el Acta de Chapultepec. La delegación argentina llevaba instrucciones que fueron cumplidas al pie de la letra. Algunos de los puntos esenciales del Tratado de Río, sobre todo la no obligatoriedad del empleo de fuerzas armadas de ningún Estado sin su consentimiento y la no automaticidad en la aplicación del Tratado dejaron en claro la actitud independiente de la Argentina frente a las propuestas norteamericanas.
En abril de 1948 se llevó a cabo en Bogotá la IX Conferencia Internacional Americana, en la que los representantes de la Argentina y Guatemala plantearon la situación colonial de territorios americanos ocupados por potencias extra-continentales. A ellos se enfrentaron los Estados Unidos, pero finalmente se impuso la tesis anticolonial de argentinos y guatemaltecos, reflejada en la Resolución XXXIII, que propiciaba métodos pacíficos para la “abolición del coloniaje”.
Nuestra delegación se opuso con éxito a que se estableciera un organismo militar permanente. La Tercera Posición peronista mostró sus fundamentos en la realidad nuevamente en 1951, al efectuarse en Washington la IV Conferencia de Cancilleres, en la que los norteamericanos presionaron para que el continente participara en la guerra de Corea. La Argentina, México y Guatemala neutralizaron las pretensiones norteamericanas. Perón, en Buenos Aires, respondió ante las presiones que haría “lo que el pueblo decidiera”.
Esta respuesta se fundamentaba en este principio, que Perón reafirmaba nuevamente: “En la Argentina el envío de tropas fuera del país es asunto que debe decidir el Congreso Nacional”. Precisamente en la Conferencia de Río de Janeiro, en el año 1947, la Argentina había sostenido la no obligatoriedad del empleo de fuerzas armadas de ningún Estado sin su consentimiento.
Una vez más, en la X Conferencia Interamericana de Caracas, de 1954, el intervencionismo norteamericano en Guatemala dio lugar a que se manifestara de forma reiterada la Tercera Posición. El presidente de Guatemala Jacobo Arbenz había nacionalizado las tierras de la United Fruit Company, de cuyo directorio formaba parte Allan Dulles, y previó a la conferencia se desató una campaña desde Washington para acusar a Arbenz de comunista. A fines de enero de 1954, el presidente de Guatemala denunció que se preparaba una invasión armada y el Departamento de Estado ignoró la denuncia diciendo que era un ataque a la próxima conferencia interamericana, programada para marzo de ese año.13
La delegación argentina se negó en ella a votar el proyecto de declaración que otorgaba legalidad a la intervención norteamericana. Lo hizo en términos categóricos: “Para nosotros intervencionismo es sinónimo de bradenismo. Rechazamos el proyecto por nosotros y por nuestras repúblicas hermanas de América”: El 18 de junio, tropas mercenarias en su mayor parte, al mando de Castillo Armas entraron en Guatemala. La embajada norteamericana planteó directamente la renuncia de Arbenz y éste, abandonado por la cúpula militar, cedió el 25 de junio.
El sentido americanista de Perón y su doctrina se había manifestado también en la solidaridad con la lucha del Movimiento Nacionalista Puertorriqueño y con su líder, Pedro Albizu Campos. La revista “Verdad para Latinoamérica desde Buenos Aires”, editada con apoyo oficial en 1952 y 1953, fue el vocero de la posición argentina.14
Perón, por otra parte, había planeado un acuerdo de complementación económica y unión aduanera en el Cono Sur, con la participación económica de la Argentina, el Brasil y Chile, como un primer eslabón hacia una mayor integración latinoamericana.
En 1951, había escrito el presidente argentino, con el seudónimo de Descartes: “La batalla por esa nueva forma cultural se decidirá sin duda en el último cuarto del siglo XX. El año 2000 tendrá que llegar con el triunfo de las confederaciones continentales”.
En ese mismo año, expresaba en otro artículo: “El signo de la Cruz del Sur puede ser la insignia de triunfo de la América Austral. Ni Argentina ni Brasil ni Chile aislados pueden soñar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza. Unidos forman, sin embargo, la más formidable unidad a caballo sobre los océanos de la civilización moderna. Así podrían intentar desde aquí la unidad latinoamericana con una base operativa polifásica de impulso que no se detendrá”.15
En cuanto a la aproximación con Getulio Vargas (cuestión que abordaremos con detenimiento más adelante), ya presidente constitucional al comenzar la década de 1950, fue facilitada por la nueva coyuntura brasileña, que abría enormes perspectivas populares. En realidad, Perón había buscado siempre la comprensión de la nación hermana, a la que reconocía toda la gravitación regional que tiene
.El 27 de mayo de 1947 el presidente argentino Perón y, el mandatario brasileño Eurico Dutra (que sucedía a Vargas en su primera presidencia) inauguraban al tráfico el puente internacional Paso de los Libres-Uruguayana sobre el río Uruguay, gracias al cual quedaban unidos ambos países por carretera y ferrocarril. Para esa fecha era considerada una obra monumental, siendo una de las más importantes de América del Sur. Sin embargo, en esas relaciones predominaba un sentimiento de recelo y desconfianza. Durante la presidencia de Dutra se creó la Escuela Superior de Guerra en 1947, que empezaría a formar la élite para implantar las estructuras tendientes a lograr que Brasil alcanzara el rango de potencia mundial; mejor dicho, el regreso al Brasil imperial. 16 En ese mismo año, el propietario del periódico “O Cruceiro”, Assis de Chateubriand, había manifestado que el “Uruguay es una provincia brasileña” y aconsejaba a ese país a retornar a “la comunidad brasileña”. En cuanto a los acuerdos económicos, en noviembre de 1946 se firmó un tratado entre ambos países, que acordaba el intercambio de trigo argentino por neumáticos, caucho crudo, y lingotes de hierro brasileño.17
A principios de 1953, Perón declaró al periódico brasileño “O Mundo” que: “Yo estoy por la constitución de una unión aduanera sudamericana, a fin de que formemos un bloque económico capaz de discutir sobre un pie de igualdad con las grandes masas económicas que se constituyen en otras latitudes. Es necesario que los latinoamericanos unan sus esfuerzos a fin de que la gran civilización de la cual son herederos no desaparezca absorbida por los eslavos y los anglosajones, constituidos actualmente en bloques antagónicos, pero que, en cualquier momento, pueden unirse”.18
En la segunda quincena de febrero de 1953, Perón viajó a Santiago de Chile, donde permaneció seis días. Allá formalizó un acuerdo de complementación de recursos y posterior unión aduanera, con una invitación a los pueblos latinoamericanos a incorporarse al pacto de Santiago. Poco después de su visita a Chile, el 11 de noviembre de 1953, Perón expuso nuevamente en la Escuela Nacional de Guerra sobre sus proyectos de integración continental revelando sus esperanzas en los mismos, especialmente con el Brasil.
Mientras tanto, un memorando del Departamento de Estado explicaba en 1952 que: “A medida que la Argentina logre agrandar su posición mundial y prestigio, establecerse
como líder de un bloque neutral de países (no limitado a América Latina) sostenedores de una Tercera Posición entre el comunismo y el imperialismo capitalista, y (convertirse) en líder de América Latina con apoyo suficiente como para oponerse a la influencia norteamericana, probablemente utilizará todos los medios a su disposición, hechos posibles, por la pasividad de los Estados Unidos, para socavar la posición norteamericana en América latina y atraer neutrales potenciales a su Tercera Posición…Las aspiraciones argentinas constituyen una amenaza positiva y continuada contra los objetivos y políticas de los Estados Unidos. Por ello parece necesario tomar medidas para neutralizar las actividades argentinas en tanto y en cuanto se oponen a las nuestras”:19
Lamentablemente, como vimos, para entonces, los intereses foráneos paralizaron en gran medida el proceso iniciado. En 1970, Perón le expresaría por eso a un grupo de periodistas que lo entrevistaban: “Me quedó, sin embargo, una enorme enseñanza. Ningún país latinoamericano puede liberarse por completo sí, al mismo tiempo, no se libera el continente, y si luego el continente no se integra para consolidar su liberación”.20
En general, las pautas esenciales de la Tercera Posición, fueron las siguientes:
- América Latina es considerada una unidad continental y de destino, intentándose
componer un bloque alrededor de la Argentina (ABC).
- No se dio una actitud frontal contra los países dominantes, sino una táctica de negociaciones autónoma sin aceptar vasallajes o interferencias.
- Hay una posición cordial y equilibrada frente a la Unión Soviética con respecto a la que se acepta por la línea del pacifismo conciliador.
- Se rehuye un choque frontal (aunque a veces se produce) con los Estados Unidos, de quienes se aguardaba una nueva política económica para América Latina que no se produce (Plan Marshall) y se opta por maniobras de negociación, como la Misión Cereijo al país del norte, la Ley de Inversiones Extranjeras y el contrato con la compañía petrolera California.
- Se adopta una línea discreta y de abstención en muchas de las votaciones en los organismos internacionales (OEA – ONU).
- Se mantienen relaciones diplomáticas con casi todos los países, tanto del bloque occidental como del oriental y de los países que se habían independizado por entonces.
- Divulga internacionalmente su doctrina nacional ofreciéndola como posible salida para el mundo. Los elementos constitutivos de la Tercera Posición son el respeto por la soberanía de los Estados, la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad de las naciones, la solemnidad de los tratados y la supresión de todo colonialismo en América.
La Tercera Posición pretendió soslayar los excesos del capitalismo a la vez que los del comunismo, evitando afiliarse definitivamente a ninguno de los dos bloques. También cabe acotar, que la Argentina peronista no se adhirió a los acuerdos de la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de otros organismos, como el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIR), o al Acuerdo Internacional de Tarifas y Comercio (GATT), por supuesto, todos ellos mecanismos manejados fundamentalmente por los Estados Unidos.21
COMIENZA EL PROCESO DE INTEGRACION LATINOAMERICANA. LOS PACTOS DE SANTIAGO Y LA REACCION DEL BRASIL
Este punto nos resulta esencial para entender por que, a pesar de las afinidades entre la Argentina y el Brasil, no prosperaron los esfuerzos principalmente del lado de Perón y del propio Vargas para integrarse juntos en un proceso de integración que fuera fructífero y provechoso para el Cono Sur del continente americano. Veamos su trayectoria.
Con el triunfo del General Ibañez del Campo en las elecciones presidenciales chilenas, el 4 de septiembre de 1952, se iniciaron los primeros acercamientos entre las Cancillerías de la Argentina y de Chile, para formar una “unión aduanera”. Esta política del país trasandino se enmarcaba en las promesas electorales de Ibáñez de mantener relaciones “especiales”, sobre todo con los países vecinos, como efectivamente ocurrió una vez que asumiera su mandato. Sin perjuicio de esta medida, expresará su firme decisión de alcanzar pactos de igual magnitud y trascendencia con otros países de la región.
En un reportaje concedido a la prensa argentina, el presidente Ibáñez manifestaba que: “Mi gobierno propenderá a la celebración de un tratado claro y definido de no más de dos o tres artículos, que establezca la frontera libre entre ambos países…Acuerdos complementarios que deberán establecer procedimientos eficaces para que la moneda de ambas naciones tenga un valor de cambio estable a ambos lados de la frontera y que se haga innecesario el disponer de divisas extranjeras, para el libre intercambio comercial entre pueblos hermanos…Deberá establecerse un plazo de vigencia del tratado de ‘cordillera libre’ que permita reajustar nuestro actual comercio internacional recíproco, con fines de evitar perjuicios a nuestra ganadería y a los productores, exportadores e importadores de ambos países”.22
Como resultado de la rapidez con que el gobierno chileno quiere poner en práctica el acuerdo, el Canciller de ese país, Arturo Olavaria, en un comunicado oficial expresaba que: “Chile aspira a la Unidad Económica con la Argentina. Tomará la iniciativa para la formación de un Bloque de Naciones insuficientemente desarrolladas que aspiran a la independencia económica y social, especialmente entre los países iberoamericanos, y tratará de establecer una Unidad Económica con Argentina”.23
A fines de diciembre de 1952, el embajador chileno en Buenos Aires, Río Gallardo, en una rueda de prensa expresará: “Perón está estructurando una nueva Argentina, que se complementará en el campo internacional con los otros países de este continente, en especial Chile, mediante un amplio entendimiento político, económico, financiero, comercial y cultural…Los chilenos deseamos borrar nuestras fronteras económicas con Argentina, complementar nuestras producciones tanto naturales como industriales, llegar virtualmente, dentro de lo posible, a constituir una Unidad Económica…con los demás países limítrofes, hasta llegar a la unidad integral de América Latina”24. Perón que le había informado a Vargas de su intención de lograr un entendimiento con Chile y había logrado su consentimiento, visitará al año siguiente la capital trasandina. El 21 de febrero de 1953, finalmente se firmará el “Acta de Santiago”, en el cual ambos presidentes se comprometían a suscribir el Tratado que dejara constituida la “Unión Económica” entre los dos países dentro de los ciento veinte días. En uno de sus artículos, el Acta de Santiago, invitaba a terceros países de América Latina a adherirse a la misma.25
El acuerdo argentino-chileno tendría las características de los tratados bilaterales y consistía en el intercambio de diversos productos que se hallaran comprendidos en los saldos exportables de los países firmantes. Con referencia a los precios el monto no era un problema crucial, pues se trataba de un trueque en cantidades acordadas en toneladas. El encuentro y el acuerdo entre Ibáñez y Perón tendrán una gran repercusión no solamente en la prensa brasileña sino también en otras latitudes.
El acuerdo de unión aduanera entre ambas naciones se firmará el 9 de julio de 1953 en Buenos Aires, creándose en consecuencia el Consejo Nacional de la Unión Económica Argentino-Chilena. Por dicho acuerdo, Argentina recibiría hierro, acero y cobre y como contrapartida proveería de trigo y carne.
En un reportaje efectuado en la capital chilena, Perón ante la pregunta si debía llegarse a la completa unión política y económica de los países americanos contestaba que: “No sólo lo creo sino que lo auspicio y lo propugno. Si no nos adelantamos a los hechos, la evolución natural de la historia nos obligará a la unión. En este caso como en todos los casos de la vida es mejor conducir los acontecimientos que dejarse arrastrar por ellos”:26
Según Perón con el acuerdo entre Argentina y Chile se iniciaba la unión económica de América del Sur, a la cual se le podía sumar:”Bolivia, Brasil, Paraguay…toda América integrará algún día la unión que nosotros tal vez iniciamos como núcleo fundamental aglutinante. No sé si para ellos la hora oportuna es ésta o la de mañana. Sólo me animo a decir que el año 2000 nos hallará unidos o de lo contrario dominados…El futuro nos impondrá la unión económica de América del Sur”.27
El presidente argentino se hallaba a favor de: la unión aduanera y reducción de aranceles; los pactos bilaterales de ayuda mutua y protección: y de la defensa del precio de nuestras materias primas y productos de exportación en el mercado mundial.
Perón, por su parte, manifestó a su regreso de Chile: “La idea de unidad, de asociación o federación americana, es tan vieja como nuestra independencia…No se nos escapa que hoy, como siempre, hay intereses que se oponen a que nos unamos…La unión argentino-chilena no ha excluido ni excluye la futura adhesión de los pueblos hermanos de América…Cada argentino debe saber que esta es una acción constructiva, que no tiene finalidades ofensivas, que no está dirigida contra nadie y que tiene como único objetivo la felicidad y la grandeza de los pueblos que la componen o compongan en el futuro”.28
Simultáneamente en Río de Janeiro, los Cancilleres de Brasil y del Perú criticaron los planes argentinos, como lo expresaba un legislador chileno: “El intento de crear una unidad económica entre Argentina y Chile que el mandatario argentino pretende que sea política, ha dado un fruto palpable, la formación de otros bloques continentales que se opondrán a este extremo sur de América”. Como veremos, aquí se agudizaron las fuertes controversias entre Buenos Aires e Itamaraty.29
En Brasil, los principales diarios de Río de Janeiro, insertaban editoriales, todos ellos desfavorables al mostrar la grave inquietud causada en el país por la posibilidad de una unión chileno-argentina, que sería opuesta a las normas constantes de la política
internacional brasileña, en cuanto ésta “siempre ha querido contrapesar el poder argentino por medio de entendimientos con otras naciones sudamericanas”.30
El “Jornal de Commercio”, el órgano más serio y prestigioso de la prensa local, contrariando su habitual equilibrio al referirse a los asuntos argentinos, incluye un comentario en el que ataca violentamente la política peronista, expresando: “Lo que el presidente Perón desearía, pero que no lo conseguirá, es quebrar la unidad y la fuerza del panamericanismo...Desea establecer una especie de “anchluss” en la América latina. Una especie de alianzas entre algunos pueblos sudamericanos para la imposición y propaganda de las teóricas virtudes del nuevo orden erigido, en las márgenes del Río de la Plata, como instrumento capaz de resucitar el imperialismo ingenuo y provinciano que hace un siglo fundaba el tirano Rosas…”.31
“O Jornal”, en sus comentarios ridiculiza las declaraciones del presidente argentino señalando que “con todo es indispensable que el resto de América esté atento, porque nunca es imposible una aventura del tipo que el General Perón acaba de anunciar” y terminaba su editorial, de una manera más medida al explicar los puntos de la política internacional brasileña, basada en un equilibrio latinoamericano, e indicando que “corresponde a este país proceder con discreción y energía en salvaguarda de la paz y la tranquilidad de América”.32
El “Diario Carioca” siempre opositor decidido de la Argentina incluye un artículo titulado “El sueño de Perón” en el que utiliza los repetidos argumentos de “el sueño de dominio sudamericano” y del “desmoronamiento del régimen de los descamisados, que tendrá lugar inevitablemente, pues no hay opresión que dure siempre”.33
El “Diario de Noticias”, un matutino de gran circulación, titulaba su editorial “Perón y el Brasil” y formulaba un estudio de las circunstancias del momento desde el punto de vista de su país, el cual nos merece especial consideración por contener las principales ideas sugeridas en el ambiente brasileño por la entrevista entre Perón e Ibáñez. Comienza lamentándose por el triunfo de la política expansionista que le atribuye a la Argentina, y por la “ceguera” de la acción de Itamaraty en el hemisferio y decía lo siguiente: “Sucede que, mientras Brasil, fiel a sus tradiciones de conducta en materia política continental tiene en mira solamente los graves problemas de ultramar y las cuestiones internas, la Argentina, bajo el dominio del general Perón va creando una peligrosa hegemonía en la parte sur del Hemisferio. El imperialismo argentino procura saltar los Andes e imponerse en Chile, cruzar el río Paraguay y hacerse sentir en el país guaraní, proyectarse en el altiplano boliviano y ganar a continuación el Perú y llegar hasta las selvas tropicales y establecerse en Ecuador…Las aspiraciones de formación del bloque ABC sólo accidentalmente son recordadas ahora, y esto porque no encontraría eco en nuestro pueblo cualquier movimiento que nos apartase, por poco que fuera, del concierto integral de las naciones panamericanistas”. Desnaturaliza por completo, como los demás diarios, el sentido de las declaraciones del presidente argentino. Indicando a que continuación que : “De esta forma, el General Perón preconiza que la referida unión se haga en términos que incluya a Argentina y Chile y que esa integración se haga en tales condiciones que éste sacrifique su soberanía en provecho de aquel…”. Subraya como Brasil apoya la oposición a los designios de nuestro país, expresando: “El nacionalismo chileno ha sido un obstáculo para esos designios, a los cuales también se opone la sólida amistad con Brasil…”. Critica la poca efectividad de la política exterior norteamericana en el continente, por no haber impedido esta situación: “Con seguridad que si no fuera por la desidia de la política exterior norteamericana del último gobierno demócrata, en lo que concierne a América Latina, no habría sido posible un brote profundo de la expansión peronista…”. Y termina presionando por una revisión brasileña y elogiando la calidad del servicio exterior argentino, señalando: “A Brasil compete en esta hora revisar cuidadosamente su política en lo que se refiere a los países americanos. Estamos, como se ve, aislados en el Continente y representando sin ventajas el papel del ingenuo que parece ciego a tamañas evidencias…”.34
“O Globo”, incluye en su comentario “El sueño de hegemonía de Perón”, una “viva reacción de los medios políticos contra la propuesta del General Perón de unión de Argentina y Chile…La idea es impracticable, expresa el General Goes Monteiro. Ante esto, debemos apretar nuestras vinculaciones con los Estados Unidos, afirma el parlamentario Alberto Deodato”.35
Por su parte, los periódicos considerados “amistosos” para la Argentina, como “O Mundo” y “O Radical”, reproducen las informaciones de la Agencia Latina, pero en general “han sido parcos en sus comentarios”, mientras que los diarios oficialistas, como “A Noite”, “A Manha” y “Ultima Hora”, mantuvieron silencio, reproduciendo breves comentarios “sobre este asunto, pero no expresando su opinión en editoriales, aunque en los titulares con que encabezan las informaciones puede deducirse una actitud de expectativa y equilibrio”.36
LAS RELACIONES ENTRE PERON Y VARGAS
Fueron constantes las palabras de Perón sobre la hermandad entre la Argentina y el Brasil. El 21 de septiembre de 1947, en un reportaje a periodistas brasileños, expresó que: “Hemos establecido ya que en esta parte de América no existe ni existirá problema alguno mientras el Brasil y la Argentina se encuentren unidos en el presente. Brasil es para nosotros, una prolongación de nuestra propia patria, y la amistad brasileño-argentina no es para nosotros una aspiración, sino que es una realidad. Nuestros países pueden, en el futuro, ser felices si aprenden a complementarse el uno con el otro”.37
El 21 de mayo de 1948 dirá: “Brasil y Argentina han de ser el jalón de una nueva marcha de paz y concordia, constructora del trabajo y de la dignidad de esta América. Le pido a nuestros hombres para que no equivoquen jamás ese camino y para que los argentinos tengamos el honor de compartir el futuro con Brasil, así como hemos tenido el honor de compartir nuestra historia y nuestro pasado”.38
Es precisamente con Juan Bautista Lusardo, representante diplomático brasileño y muy ligado al presidente Vargas, en su tercera representación en Buenos Aires, en agosto de 1951, cuando Perón empieza a concertar diplomáticamente su plan de formación de un bloque de naciones sudamericanas a través, en primer lugar, de la reconstrucción y la reformulación de la antigua alianza “informal” del ABC que tenía la fecha tan lejana del 25 de mayo de 1915.39
Para el presidente Perón, según Lusardo, dos eran las causas centrales que por entonces impedían o frustraban la formación de ese bloque sudamericano. Una de ellas era la tradicional rivalidad entre Brasil y la Argentina heredada de las rivalidades portuguesas-españolas desde tiempos remotos. La segunda, la posición predominante de los Estados Unidos en el continente americano, que se mostraba interesado en no permitir la unión económica entre brasileños y argentinos.40
El embajador Lusardo y el mandatario argentino eran ya viejos conocidos. Cuando Lusardo ejercía su primera representación diplomática durante la primera presidencia de Vargas, ofrecerá asilo político al entonces Vicepresidente Perón en vísperas de la jornadas del 17 de octubre de 1945, para que no fuera arrestado (como finalmente ocurrió), hecho por el cual al año siguiente le permitiría obtener la victoria electoral.
Cuando Lusardo llega a Buenos Aires para tomar posesión de su segunda representación diplomática, esta vez bajo la presidencia del General Dutra (1945-1950), será recibido en la Estación Retiro por el matrimonio Perón que, al frente de un importante número de simpatizantes y afiliados al partido oficial del gobierno, le darán una cálida bienvenida.
Otra de las personalidades brasileñas, favorable a la posición argentina y al gobierno del General Perón, era el Director y propietario del diario “O Mundo”, Gerardo Rocha que el 6 de diciembre de 1952, así relataba la visita a Buenos Aires del Vicepresidente brasileño Café Filho:
“En entrevista concedida a nuestros diarios, el Vicepresidente, señor Café Filho, preconiza un inmediato entendimiento entre los Jefes de Estado del Brasil y de la Argentina, para mejor defensa de la economía de los dos países y para asegurar la independencia de los pueblos de nuestro continente. La personalidad deslumbrante del gran líder argentino ejerció una impresión indeleble en el espíritu del hombre público brasileño…La impresión traída por el Vicepresidente Café Filho de la Argentina es idéntica a la de todos los brasileños que visitan al país hermano. El Presidente Perón, defensor de la independencia económica de su patria, es el opositor nato de todos los explotadores e imperialistas, de todos los colores. Luchando por la fraternidad americana, el combate los egoísmos y las explotaciones y se volvió el líder natural de todos los oprimidos de nuestro Continente”.41
El Ministro de Relaciones Exteriores de Perón, designado en 1949, Hipólito Paz, nos relata el apego de Perón hacia el gobernante brasileño: “Cuando se conoció el triunfo de Getulio Vargas en Brasil, Perón sonrió satisfecho. Ocurrió lo que había predicho”. Y también que: “Perón aspiraba a forjar con Vargas una relación que descontaba beneficiosa para los dos países. Le interesaba, sobre todo, aunar criterios en la conducción de la política internacional”.42
Los contactos para convenir un bloque de poder que contemplara intereses comunes, se profundizaron cuando Vargas asume su segundo mandato (1950-1954). Casi inmediatamente, Vargas recibiría la visita del emisario especial de Perón: su Vicepresidente Hortensio Quijano. Ambos mantendrían una conferencia en la Estancia San Pedro en Uruguayaza, Río Grande del Sur.43
Mientras que en la propia diplomacia brasileña, había causado un gran resquemor la designación de Lusardo como representante del presidente Vargas en Buenos Aires, quien encontrara serias resistencias por parte del jefe de Itamaraty, el Canciller Neves de Fontoura, manifestándole su oposición al nombramiento. A pesar de estas reacciones en contrario, Vargas se mantuvo intransigente en la designación que finalmente será aprobada por el Senado de su país.
Vargas estimaba, según su parecer, que Lusardo: “Como riograndense era la persona idónea, para entenderse con los vecinos del Plata, por ser de ese ambiente, de esa área”: Desde el momento en que asume nuevamente sus funciones diplomáticas y de constituir el nexo obligado entre Vargas y Perón, Lusardo se encontrará constantemente bajo la vigilancia de Itamaraty, de la Unión Democrática Nacional brasileña (UDN) de fuerte oposición al varguismo, de la prensa más influyente de su país; como así también de la oposición política al peronismo en la Argentina y del Departamento de Estado de los Estados Unidos y de sus respectivos servicios de inteligencia.44
Así por ejemplo, el “Diario Carioca” en una nota del 14 de febrero de 1953 y con motivo del embajador Lusardo, no ahorraba críticas hacia su gestión al comentar que: “La primera derrota que sufrió el señor Joao Neves al regresar a Itamaraty, no le dejo muy bien colocado ante la opinión pública. Se opuso decididamente al nombramiento del doctor Batista Lusardo para Embajador en la Argentina: Pero el Centauro de las Pampas, desesperado obtuvo una carta del señor Perón pidiendo al señor Getulio Vargas su nombramiento, y esa solicitud fue atendida muy pronto. Después de eso el Canciller tuvo algunos éxitos y fracasos, muchos de éstos provocados por el inamovible resabio que lo separa del Jefe de Estado. No fue acaso el señor Joao Neves que dijo, en letras de molde, que jamás podría tirar parejo con el Sr. Getulio Vargas”: Terminaba informando el embajador argentino en Río de Janeiro, Juan I. Cooke que: “Deseo agregar que es propietario y director de este diario el señor José Eduardo Macedo Soares, que se ha caracterizado por su constante agresividad contra nuestro país y gobierno. Este periodista es hermano del Embajador José Roberto Macedo Soares, también enconado adversario de nuestro país y Gobierno”.45
Según las “Memorias” del Canciller, Hipólito Paz, Perón confiaba en Vargas desde el primer instante: “Soy testigo de que durante su gobierno la idea fija de Perón fue la unión entre Argentina, Brasil y Chile. Ya en 1954 la aceleración de las negociaciones para la configuración de una amplia zona hemisférica de libre comercio del Ártico al Antártico era exaltada por él”. Para Paz, esta postura de Perón se debía a que: “Durante el período de posguerra las reglas de juego de los países industrializados (incluso los beneficiados por el Plan Marshall) no tuvieron en cuenta los intereses de los países en vías de desarrollo que comenzaron a sufrir una notoria erosión en sus economías. Perón fue el primero en advertir con respecto al sistema interamericano la necesidad de una cooperación económica regional”: Agregaba, el entonces funcionario argentino, enviado a la asunción de Vargas a su segundo mandato: “Confieso que yo tenía mis dudas. Sabía que no era fácil torcer una línea que Itamaratí mantenía firme desde antes de la Segunda Guerra. Tras los primeros contactos en Río de Janeiro recogí elementos de juicio que confirmaban mis apreciaciones: la de un continuismo en materia de política exterior. No advertí disonancias entre las autoridades que se iban y las que venían para reemplazarlos”. El nuevo Ministro de Relaciones Exteriores, Neves de Fontoura, se había mostrado muy cordial y expresivo, pero lo “había notado sumamente cauto en sus apreciaciones de carácter político”. Por otro lado, el Ministro de Economía brasileño que también asumía, Walter Moreyra Salles, era socio del jefe de la delegación norteamericana, Nelson Rockefeller, lo cual constituía: “Un claro indicio que Itamaratí continuaría con la misma política internacional”.46
Reafirmando estos conceptos, el 12 de enero de 1953, el Canciller brasileño, Neves de Fontoura, en su despacho le transmitía a un grupo de periodistas algunos conceptos claves en relación al área a su cargo. Entre otros, recalcaba “las especiales vinculaciones con Estados Unidos, así como la acción de la Comisión Mixta integrada por representantes norteamericanos y brasileños”. Sobre la posible entrevista Perón-Vargas, el Ministro Neves de Fontoura expresó: “No tengo conocimiento de ninguna conversación en sentido de un próximo encuentro entre los Presidentes Vargas y Perón. Sin embargo, todos sabemos que una reunión entre Jefes de Estado es siempre una posibilidad”. El diario semi-oficialista “Ultima Hora” agregaba al respecto que: “El Canciller al responder la pregunta sobre si existía la posibilidad de una entrevista entre Vargas y Perón, explicó que desconocía cualquier acción en ese sentido, aunque no había nada de anormal en el encuentro entre dos estadistas y de naciones vecinas y amigas. Y volviéndose al corresponsal norteamericano, le hizo la siguiente pregunta: ¿Puede usted anticiparme algo acerca del encuentro entre Stalin y Eisenhower?.. Hubo risas pero no respuesta”.47
Inclusive Perón había enviado en una “Misión Especial” al embajador Campora a Río de Janeiro en julio de 1953 para concertar una entrevista con el presidente brasileño que según los medios locales “había fracasado en ello”. El periódico “O Jornal” del 8 de julio, insertó un editorial titulado “Unión económica imposible”. “O Globo” del 13 de julio, publicó en la primera página la noticia: “Perón quiere visitar el Brasil. Es el principal objetivo de la visita del señor Campora”. “O Jornal” del día 14, publica un editorial con el siguiente título: “No deseamos la visita del General Perón”, diciendo entre otras cosas, que el principal objetivo de su presencia allí, del ex – presidente de la Cámara de Diputados de la Argentina, Héctor Campora, era obtener “que el gobierno brasileño se disponga a recibir la visita del General Perón en el próximo mes de setiembre”. El “Correo da Manha” en la edición del 14 de julio, explicaba que Campora se entrevistaba con el Ministro de Trabajo y amigo personal de Vargas, Joao Goulart. El día 16 de julio, Campora había partido de Río de Janeiro. El mismo día, “O Globo” daba la siguiente noticia: “Dejó el Brasil el enviado de Perón. No habría tenido éxito el señor Campora”. El “Diario de Noticias” el día 17 de julio, publica un editorial con el título “No vendrá el General Perón”, diciendo entre otras cosas que: “En beneficio pues de la propia cordialidad, de estima y de respeto que recíprocamente se deben los dos pueblos en cualquier circunstancia, no debe el General Perón venir a las fiestas de nuestro día nacional. Fue inteligente el señor Campora si así lo comprendió”.48
El detonante principal y que se sumo a las controversias argentino-brasileñas en cuanto al proyecto de integración en común lo constituyó, sin duda alguna, la conferencia dada por el presidente Perón en la Escuela Nacional de Guerra el 11 de noviembre de 1953.49
En esa disertación, Perón explicaba sobre las ideas fundamentales que “Han inspirado una nueva política internacional” para la Argentina. El mundo de la época tan “superpoblado y súper industrializado” iba a precisar cada vez más de alimentos y de materias primas, y la mayor reserva mundial era América del Sur por la razón de su falta de población y de su falta de explotación extractiva. Por lo tanto, estábamos amenazados por las grandes potencias, que a pesar de que no disponían de alimentos y de materias primas, poseían un “extraordinario poder” de conquista.
Por eso, Perón propugnaba la posibilidad de una unión real y efectiva de “nuestros países, para encarar una vida en común y para planear, también, una defensa en común”: Sino, el año 2000 “nos va a encontrar unidos o dominados”.
A partir de 1946, aprovechando la doctrina propia (del Justicialismo), “comenzamos a trabajar sobre los pueblos, sin excitación, sin apresuramientos y, sobre todo, tratando de cuidar minuciosamente, de desvirtuar de que nos acusen de intervención en los asuntos internos de otros Estados”.
La idea fundamental era de ponerse adelante, mediante la unidad económica. Para esta nueva concepción, Perón proponía, como principio el ABC: “La República Argentina sola, no tiene unidad económica; Brasil solo, no tiene tampoco unidad económica, Chile solo tampoco tiene unidad económica; pero estos tres países unidos conforman quizá en el momento actual la unidad económica más extraordinaria del mundo entero”.
En cuanto a este proyecto, Perón se puso a trabajar a partir de su primera presidencia (en 1946) antes que asumieran sus mandatos Getulio Vargas y el General Ibáñez: “Getulio Vargas estuvo total y absolutamente de acuerdo con esta idea y en realizarla tan pronto él estuviera en el gobierno; Ibáñez me hizo exactamente igual manifestación, y contrajo el compromiso de proceder lo mismo”:
Aunque Perón conocía también de antemano, que tal proyecto iba a tener fuertes opositores en esos países. En Brasil, especialmente en Itamaraty, una “institución supergubernamental”, que desde la época del Imperio constituía uno de los principales obstáculos para que “Brasil entre a una, diremos unión verdadera con la Argentina”.
Cuando Vargas asumió el gobierno le prometió a Perón que se reuniría en Buenos Aires o en Río de Janeiro y “haríamos ese tratado que yo firmé con Ibáñez después: el mismo tratado…Más aún, dijimos. Vamos a suprimir las fronteras, si es preciso”. Más tarde, Vargas le comunicó a Perón que era difícil hacerlo inmediatamente “porque él tenía una situación política un poco complicada en las Cámaras y que antes de dominarlas tenía que hacer una conciliación”.
Perón aclaraba que el gabinete de conciliación que Vargas formó “por lo menos las tres cuartas partes de los ministros eran enemigos políticos de él y que servirían a sus propios intereses y no a los del Gobierno”.50
En el ínterin, asume el General Ibáñez en Chile. Perón quiere firmar el acuerdo y le pide autorización a Vargas a firmarlo primero con Ibáñez ya que él tenía problemas. Vargas lo autoriza. Perón firma con Ibáñez el “Pacto de Santiago”. Al día siguiente, el Ministro de Relaciones Exteriores del Brasil hizo unas tremendas declaraciones en Río de Janeiro contra el Pacto de Santiago. Neves de Fontoura, al igual que la mayoría de la prensa carioca, manifestaba que “estaba en contra de los pactos regionales, que ése era la destrucción de la unanimidad panamericana”.
A su regreso a Buenos Aires, Perón se encontró con el periodista Gerardo Rocha, Director de “O Mundo” en Río de Janeiro, muy amigo del presidente Vargas y favorable a la Argentina, quien le dijo: “Me manda el presidente Vargas para que le explique lo que ha pasado en el Brasil. Dice que la situación de él es muy difícil: que políticamente no puede dominar, que tiene sequías en el norte, heladas en el sur; y a los políticos los tiene levantados; que el comunismo está muy peligroso, que no ha podido hacer nada; en fin, que lo disculpe, que él no piensa así y que si el ministro ha dicho eso, que él tampoco puede mandar al ministro”:51
Perón a pesar de esta negativa brasileña, afirmaba que toda la política internacional argentina estará orientada “hacia la necesidad de esa unión a pesar de los inconvenientes que se presentaban” y criticaba el cambio de rumbo de Itamaraty de Santiago a Lima, que no interpretaba el momento “y que está persistiendo sobre una línea superada por el tiempo y por los acontecimientos; eso no puede tener efectividad”.
Aparte de los problemas internos del presidente Vargas, para Perón había “un problema de unidad que está por sobre todo los problemas. Y en estas circunstancias, quizá muy determinantes, de haber nosotros solucionado nuestros entredichos con Estados Unidos, tal vez esto favorezca en forma decisiva la posibilidad de una unión continental en esta zona del continente americano”. Hasta que esto no se pusiera en práctica “no tenemos otro remedio que esperar y trabajar para que se realice: y esa es nuestra acción y esa es nuestra orientación”.52
Esta conferencia de Perón ¿se ajustaba a los hechos mencionados? Efectivamente de esa manera se dieron. Para reseñarlos también contamos con fuentes provenientes de los Estados Unidos. En un encuentro entre el representante de ese país Nufer con Perón el 14 de mayo de 1953, salen a la luz la veracidad del mandatario argentino en su célebre disertación, agregando que al periodista Gerardo Rocha cuando estuvo en Buenos Aires le dio para Vargas “una carta conciliatoria cuya copia me mostró en el entrevista. La carta estaba redactada en términos sumamente amistosos y hacía reiteradas referencias a la necesidad de lograr una cooperación estrecha entre ambos países”.
En cambio, la cuestión por la cual Perón no estaba de acuerdo era en la conformación de un eje Río-Lima, en alusión a la reciente visita efectuada por el presidente peruano Odría a la capital carioca y la firma de importantes acuerdos comerciales que ponían en duda la eficacia del eje Santiago-Buenos Aires, al que Brasil no se quiso sumar.
Por otra parte, Perón le explicó al embajador Nufer que la Argentina, en primer término realizaba una política de buena voluntad y amistad con todos los países vecinos y que no trataba de imponerse sobre ninguno; y en segundo término, que representaba un factor de paz y estabilidad en el hemisferio a diferencia de lo que ocurría con algunos de sus vecinos (sin especificar cuales), “que sembraban la discordia”.53
Un testigo presencial de la época en cuestión, Alberto Methol Ferré, nos da explicaciones que se complementan con lo acontecido. Nada influyó más en Perón que su percepción de la experiencia varguista de los años treinta. Perón tuvo un modelo en Vargas, quien produjo una impresión de un “nacional populismo industrial en Brasil. Inclusive funda el Ministerio de Trabajo”. Se dio una interacción primero de Vargas sobre Perón, luego de Perón sobre Vargas. Y fue precisamente en un banquete en honor del embajador Lusardo el 22 de diciembre de 1951, que Perón propuso la unión argentina-brasileña: “Realmente un salto audaz, impresionante, porque la conciencia histórica de la Argentina y la conciencia histórica del Brasil no tenían casi ninguna preparación. Estaban predispuestos para lo contrario. Esa fue una de las enormes dificultades que tuvo Perón. El mismo peronismo no comprendió bien en su época, esa dimensión de Perón”.54
También en 1951, Perón expresaba que el modelo de sustitución de importaciones necesitaba una ampliación del mercado interno, relativamente amparada por una nueva unión aduanera para que, logrando economías de escala, pudiera alcanzarse una verdadera competitividad. Por eso su respuesta era el ABC.
Por lo tanto, la conferencia de noviembre de 1953, en donde Perón definía las ideas fundamentales de su política exterior que explicaban el rol de la Argentina y Brasil, en relación a su importancia en América Latina, fue hecha por “un Perón con una enorme angustia, una conferencia atravesada por una sensación de fracaso, en una tarea esencial que él se había propuesto, y que era la unidad argentino-brasileña, como condición de la dinámica unificadora de América del Sur”. 55
Este discurso de Perón ante el Ejército del año 1953, se publicó en 1954 en Uruguay bajo el título “El Imperialismo Argentino” y fue recogido inmediatamente por el periodismo brasileño. En marzo de ese año, cuando Lusardo se encontraba de regreso en Brasil, la prensa carioca y paulista publicarán el documento, recibido a través de exiliados políticos argentinos, residentes en Montevideo.56 Fue enorme la repercusión de esta publicación. Tanto que el 3 de abril de 1954 el ex -Canciller brasileño, Neves de Fontoura, publicó en la prensa lo que denominó “Mi Declaración”, un texto de 32 páginas de acusaciones a Perón y Vargas, a quienes señalaba como conspiradores “contra los destinos del Brasil”. Al basarse en el discurso de Perón en la Escuela Superior de Guerra, Neves de Fontoura explicaba que ambos presidentes habían acordado, antes de las elecciones brasileñas de 1950, formar una Unión Económica entre la Argentina, el Brasil y Chile, pero que una vez instalado en el gobierno, Getulio Vargas había rechazado el compromiso.57
La violencia en el ataque contra el ABC, y la difícil situación de Vargas, obligó a la embajada argentina en Río de Janeiro, a desmentir la autenticidad del discurso de Perón. Sin embargo, no reconociendo el desmentido, Neves de Fontoura declaró como auténtico el documento publicado. Manifestó que no podía proporcionar las pruebas documentales de los acuerdos entre Vargas y Perón, pero exigió que el presidente brasileño publicara toda su correspondencia con el mandatario argentino. Aseguró que el embajador Lusardo actuaba como portador de mensajes secretos entre Vargas y Perón utilizando, además, a los secretarios de misión para hacer llegar sin consentimiento de Itamaraty cartas del presidente brasileño al argentino. 58
Dos referencias del acuerdo entre Vargas y Perón habían llegado, según Neves de Fontoura a conocimiento de Itamaraty. La primera, a través del embajador de Chile en Buenos Aires, Río Gallardo, quién reveló al diplomático brasileño Ciro de Freitas, la existencia de una promesa de Vargas de asociarse al Pacto entre Chile y la Argentina (la exposición fue efectuada después que el Canciller brasileño se opusiera públicamente a la formación de ese bloque). La segunda referencia del citado acuerdo fue hecha por Perón al embajador “especial” del Brasil, J. Alberto Lins de Barros en marzo de 1953. Neves de Fontoura expresa que este último le informó que Perón estaba molesto y también irritado por la posición de Itamaraty, haciendo hincapié en que Vargas le había dado su conformidad para la creación de la Unión Económica.59
Todavía, en abril de 1954, Perón en un discurso dado ante estudiantes latinoamericanos en el Teatro Cervantes en Buenos Aires, seguía explicando el ABC, diciendo que: “¿ Qué es lo que nosotros queremos con las uniones económicas? Es evitar para el futuro la creación de antagonismos de grandes intereses, complementándonos en nuestro desarrollo y en nuestra acción”. Finalizando su exposición con las siguientes palabras, que anticipaban su desazón y su fracaso ante tales iniciativas: “La situación interna de los países es un poco difícil en general, en nuestra América. Vemos a menudo que la política internacional desciende en su nivel de dignidad para convertirse en un asunto de política doméstica. Es indudable que esto trae graves y grandes prejuicios para una idea de unidad continental. Este es uno de los factores más graves que se oponen en la actualidad a que lleguemos a soluciones definitivas y constructivas en la unión americana”.60
Finalmente, el suicidio de Vargas el 24 de agosto de 1954, que causó, según la embajada argentina en Río de Janeiro “una gran congoja popular”, llevó en definitiva a abandonar paulatinamente el proyecto de Perón que podría haber iniciado definitivamente una verdadera integración económica especialmente con el Brasil. .Más adelante, una vez que había fallecido, no solamente el mandatario brasileño sino también el chileno, Perón daría a conocer la veracidad de aquel documento del 11 de noviembre de 1953.61
Perón expresaría, tardíamente, en el año 1973 sobre Getulio Vargas y su suicidio que: “Yo lo considero un gobernante excepcional y su trágico fin, ciertamente me consternó. Su decisión llevaba una advertencia que no supe aprovechar. Pensaba, tal vez, que a mí no me sucedería lo mismo”.62 Si bien estaba en lo cierto, al año siguiente de este triste acontecimiento para el pueblo brasileño, Perón era derrocado, y permanecería en el exilio por dieciocho años hasta retornar a su patria.63
CONCLUSIONES
Los brasileños consideraban que su país era el principal objetivo de la política exterior de Perón, pero no en el sentido de la integración, concertación y coordinación de políticas comunes, sino de otra manera. Perón trataba, según el país vecino, de modificar la geografía política de América del Sur tanto para “revivir el antiguo Virreinato del Río de la Plata”, como así también con la intención de “establecer una hegemonía en todo el continente”. La concepción geopolítica del Brasil se hallaba vinculada en sus intereses económicos con los Estados Unidos, observando la política exterior argentina, en su enunciado y práctica a través de la Tercera Posición, como una oposición a Washington, y como consecuencia un peligro para sus propios intereses, si Brasil se alineaba con Perón.64
Aclarando aun más estos conceptos tenemos que, en una carta del embajador argentino en Brasil, Juan I. Cooke al Canciller Remorino el 17 de octubre de 1953, le aclaraba que: “El Presidente de la República, Dr. Getulio Vargas, siempre ha sido favorable a nuestro país y a sus autoridades. No obstante, nunca pudo desarrollar una política práctica en este sentido puesto que, por las modalidades locales, sus directrices tienen una eficacia relativa. Las verdaderas funciones dirigentes viendo siendo ejercidas por el Parlamento y por la prensa, mientras que, dificultando aún más el problema, el Ministro de Relaciones Exteriores ha estado durante los primeros años de su presidencia en manos de un declarado enemigo de nuestro país…”.65
El mencionado Hipólito Paz, Ministro de Relaciones Exteriores de Perón entre 1949 y 1951, y luego designado embajador en los Estados Unidos hasta 1955, efectuaba el siguiente comentario sobre el trágico final del presidente brasileño: “Getulio cometió un grave error. Cuando pudo haber llevado a cabo sus reformas no lo hizo. Confió en que iba a dominar a las fuerzas que se le habían sumado mientras estaba en el poder, concediéndoles beneficios y privilegios. Pero el establishment es versátil, sólo acompaña a un gobierno en cuanto favorece a sus intereses. La verdad es –y eso lo aprendió Getulio al precio de su vida- que el ocaso tiene pocos seguidores”.66
En un diálogo con periodistas, desde el exilio sobre la Tercera Posición, Perón explicaba que en el tema de la integración económica de América Latina, los motivos de su fracaso, durante sus dos primeras presidencias: “Hace veinte años que yo hablé de lo que ahora hablan los dos tercios del mundo. El Tercer Mundo lo vimos primero nosotros. Fallaron Vargas e Ibáñez. Es cierto. Uno se dejó ganar por los opositores y éstos lo llevaron al suicidio. El otro quiso empezar su segunda presidencia haciéndose el dramático, para borrar lo que creía era cierta mala impresión de su gobierno. No pudo durar. En 1945, como ahora, el Tercer Mundo en Latinoamérica, era posible sólo desde una plataforma regional, no desde un solo y único país. Y nos dejaron solos”.67
Habría que esperar a los “Acuerdos de Uruguayana” firmados entre los presidentes Frondizi y Quadros en abril de 1961, más aun, hasta la conformación del Mercosur, para que dicha integración se hiciera una realidad.68

* CEINLADI (Centro de Investigación de Estudios Latinoamericanos sobre el Desarrollo y la Integración). Facultad de Ciencia Económicas, Universidad de Buenos Aires.

Notas:

1 Ianni, Octavio: “Estado y Planificación Económica en Brasil (1930-1970)”, Amorrortu, Buenos Aires, 1975. Ciria, Alberto: “Perón y el Justicialismo”, Siglo XXI, Buenos Aires, 1971.
2 Cervo, Amado Luiz – Dopcke, Wolfang (comps.): “Relacoes Internacionnais dos paises americanos. Vertentes da Historia”, Universidad Nacional de Brasilia, 1994.
3 Moniz Bandeira, Luis Alberto: “Estado Nacional e Política Internacional na América Latina. O Continente Nas Relacoes Argentina – Brasil (1930-1992)”, Universidad Nacional de Brasilia, 1993.
4 Rapoport, Mario: “¿Aliados o Neutrales? La Argentina frente a la Segunda Guerra Mundial”, Eudeba, Buenos Aires, 1988.
5 Carneiro, Glauco: “Lusardo O. Ultimo Caudillo. Entre Vargas e Perón”, Vol. 2. Edit. Nova Fronteira, Río de Janeiro, 1978, Págs. 442-443.
6 Hilton, Stanley: “Brazilian Diplomacy and the Washington – Rio de Janeiro axis during the World War II Era”. En: Hispanic American Historical Review 59 (2), 1979.
7 Escudé, Carlos: “La Argentina Vs. las Grandes Potencias. El precio del desafío”, Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1986, Págs. 176-177.
8 Llairó, María de Monserrat – Siepe, Raimundo: “Perón y las Relaciones Económicas con el Este 1946-1955”, Editores de América Latina, Buenos Aires, 1997.
9 Chávez, Fermín: “Tercera Posición y Unidad Latinoamericana”; Biblos, Buenos Aires, 1985, pág. 26. 10 Richmond, Leonardo: “La Tercera Posición Argentina y otros sistemas comparados”, Acmé, Buenos Aires, 1953.
11 Rein, Raanan: “Entre el abismo y la salvación. El Pacto Franco-Perón”, Lumiere, Buenos Aires, 2003.
12 Escudé, Carlos: op.cit., Págs. 136-137.
13 Cafiero, Antonio: “La política exterior peronista 1946-1955”, Corregidor, Buenos Aires, 1996.
14 Lanús, Juan A.: “De Chapultepec al Beagle”; Hyspamérica, Buenos Aires, 2 Tomos, 1986. 15 Perón, Juan Domingo: “Política y estrategia. No ataco, critico”, Editorial Pleamar, Buenos Aires, 1973.
16 Moniz Bandeira, Luis Alberto: “Argentina, Brasil y Estados Unidos. De la Triple Alianza al Mercosur”, Norma; Buenos Aires, 2004.
17 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller Bramuglia, “Informe de las Relaciones Argentino-Brasileñas correspondientes al año 1946-1948”. En: AMREC, Caja Brasil, 1950, Carpeta Nº 1.
18 Diario Democracia, Buenos Aires, 8 de febrero de 1953.
19 Escudé, Carlos: op. cit. Luca de Tena, Torcuato y otros: “Yo, Juan Domingo Perón. Retrato Autobiográfico”, Planeta, Madrid, 1976.
20 Iñigo Carrera, Héctor: “La Tercera Posición”. En: Polémica Nº 83, CEAL, Buenos Aires, 1971.
21 Puig, Juan Carlos: “Doctrinas Internacionales y Autonomía Latinoamericana”, Instituto de Altos Estudios en América Latina, Caracas, 1980.
22 Diario Clarín, Buenos Aires, 18 de noviembre de 1952. 23 Diario Clarín, Buenos Aires, 26 de diciembre de 1952.
24 Diario Clarín, Buenos Aires, 30 de diciembre de 1952. 25 Acuerdo Argentino- Chileno. En: “Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto”; Buenos Aires, 1953, Págs. 88-89.
26 Diario Democracia, Buenos Aires, 22 de febrero de 1953.
27 Diario Clarín, Buenos Aires, 3 de marzo de 1953. 28 Diario Democracia, Buenos Aires, 10 de marzo de 1953.
29 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller Remorino, “Informes del Tratado Argentino-Chileno. Repercusiones en los medios brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953-1954, Carpeta Nº 1, Letra RE. Nº 220.
30 Ibidem.
31 Ibidem, Carpeta Nº 2. 32 Ibidem, Carpeta Nº 3.
33 Ibidem, Carpeta Nº 4.
34 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller Remorino, “Informes del Tratado Argentino-Chileno. Repercusiones en los medios brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta Nº 5, Letra RE. 220.
35 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller Remorino, “Informes del Tratado Argentino-Chileno. Repercusiones en los medios brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta Nº 6, Letra RE.221.
36 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller Remorino, “Informes del Tratado Argentino-Chileno. Repercusiones en los medios brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta Nº 7, Letra RE. 222.
37 Presidencia de la Nación: “La Hermandad Argentino-Brasileña según las palabras del General Perón”, Buenos Aires, 1951, Pág. 6.
38 Ibidem, Pág. 7.
39 Silvera de Aragao e Frota, Luciara: “Brasil – Argentina. Divergencias y Convergencias”, Universidad de Brasilia, 1991.
40 Carneiro, Glauco: op.cit.
41 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller Remorino, “Informe del Diario O Mundo”. En: AMREC, Caja Brasil, 1952, Letra MIRE. Nº 1414.
42 Paz, Hipólito: “Memorias. Vida pública y privada de un argentino en el siglo XX”, Planeta, Buenos Aires, 1999, Pág. 175-177.
43 Carneiro, Glauco: op.cit., Págs. 442-443.
44 Carneiro, Glauco: op.cit., Pág. 218. 45 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller Remorino, “Informes de la Cancillería Brasileña. Argentina y su repercusión en los medios brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta Nº 7, Letra RE.222.
46 Paz, Hipólito: op.cit., Págs. 167,175-177.
47 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller Remorino, “Informes de la Cancillería Brasileña. Argentina y su repercusión en los medios brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta N° 8, Letra RE.222.
48 Informe de la Embajada Argentina en Río de Janeiro, “Informar sobre la repercusión de la visita del Embajador Cámpora”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Letra MIRE. Nº 949.
49 Perón, Juan Domingo: “Latinoamérica: Ahora o Nunca”, Editorial Diálogo, Montevideo, 1968, Págs. 28 a 40.
50 Ibidem.
51 Ibidem.
52 Ibidem. 53 Van der Karr, Jane: “Perón y los Estados Unidos”, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 1990, Págs. 235-239.
54 Methol Ferré, Alberto: “La Integración de América Latina en el pensamiento de Perón”, Buenos Aires, 1996 (discurso del 22 de agosto de 1996), Págs. 1-3.
55 Ibidem, Págs. 4-5. 56 Damonte Taborda, Raúl: “¿A dónde va Perón? De Berlin a Wall Street”; Montevideo, 1955.
57 Informe de la Embajada Argentina en Río de Janeiro, “Informar sobre la repercusión de las declaraciones de los opositores a la Política Internacional Argentina”. En: AMREC, Caja Brasil, 1954, Letra MIRE. Nº 807.
58 Ibidem. 59 Ibidem. Carneiro, Glauco: op.cit., Págs. 376,401-403 y 442-443.
60 Perón, Juan Domingo: “Latinoamérica: Ahora o Nunca”, Editorial Diálogo, Montevideo, 1968, Págs. 28 a 40.
61 Perón, Juan Domingo: “La Hora de los Pueblos”, Pleamar, Buenos Aires, 1973, Págs. 16-20.
62 Pavón Pereyra, Enrique: “Perón tal como es”, Editorial Machaca Quemes, Buenos Aires, 1973, Pág. 123.
63 Llairó, María de Monserrat - Siepe, Raimundo: op.cit.
64 Hirst, Mónica: “Vargas y Perón. Las relaciones argentino-brasileñas”. En: Todo es Historia, Nº 224, Buenos Aires, diciembre de 1985.
65 Informe de la Embajada Argentina en Río de Janeiro, “Informar sobre la repercusión de las declaraciones de los opositores a la Política Internacional Argentina”. En: AMREC, Caja Brasil, 1954, Letra MIRE. Nº 812.
66 Paz, Hipólito: op.cit., Pág. 180. 67 Perón, Juan Domingo: “Palabras de Perón en el exilio sobre la Tercera Posición”. En: La Hora de los Pueblos, Pleamar, Buenos Aires, 1973, Págs. 23-24.
68 Llairó María de Monserrat - Siepe, Raimundo: “Frondizi. Un nuevo modelo de inserción internacional”, Eudeba, Buenos Aires, 2003. Cisneros, Andrés – Piñeiro Iñiguez, Carlos: “Del ABC al Mercosur. La Integración latinoamericana en la doctrina y praxis del peronismo”, Nuevo hacer – GEL, Buenos Aires, 2002.