La justicia y la prensa en Brasil. Guerra de desgaste contra el PT




APAS


Luego de que una exasesora de Lula Da Silva fuera detenida por tráfico de influencias, las declaraciones filtradas de un condenado por el “mensalão” ligaron al expresidente con el caso. Desde Francia, Dilma Rousseff desmintió las acusaciones. La oposición se recuesta sobre los poderes judiciales y mediáticos para este nuevo embate contra el PT.

El escándalo político que sacude a Brasil por el llamado “mensalão” abrió un nuevo capítulo que toca de cerca al expresidente Luiz Inacio Lula Da Silva.

Luego de que las condenas a los dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) parecieron dar la campanada final al caso, declaraciones filtradas de un empresario condenado por la misma causa ligaron al expresidente con los supuestos actos de corrupción.

La noticia fue revelada apenas dos semanas después del arresto de una cercana colaboradora y amiga de Lula, Rosemary Novoa Noronha, por tráfico de influencias.

La megacausa contra 25 personas, entre los cuales hay dirigentes políticos y empresarios, es conocida como “mensalão” (en referencia a los pagos mensuales). Se inició con el fin de investigar el desvío de fondos hacia legisladores aliados entre 2003 y 2005, durante el primer gobierno de Lula.

El exjefe de gabinete de Lula, José Dirceu, señalado como el “cabecilla de la banda” fue condenado a 11 años de prisión, mientras que el expresidente del PT, José Genoino, y el entonces tesorero del partido, Delubio Soares, también fueron condenados a varios años de cárcel. Todos acusados de desviar fondos para el pago de sobornos a diputados que apoyaran los proyectos del gobierno.

Según documentos judiciales a los que tuvo acceso el diario O Estado de São Paulo, el empresario publicista Marcos Valerio contó a la Procuraduría General que él mismo hizo dos depósitos en la cuenta bancaria de una empresa de seguridad, propiedad de Freud Godoy -asesor de Lula- y que el dinero estaba destinado a pagar gastos personales de Da Silva.

Según se desprende de la sentencia del Supremo Tribunal de Justicia contra Valerio, condenado a 40 años de prisión, el empresario habría sido el mediador, a través de sus agencias de publicidad, del dinero que le enviaba el PT para el pago de sobornos.

El periódico paulista, en su nueva investigación, sostiene que el empresario Marcos Valerio habría afirmado a los fiscales, en septiembre pasado, que Lula estaba al tanto de las negociaciones que mantuvo con Dirceu.

Esta filtración puso en el tapete nuevamente la connivencia entre los grandes medios de comunicación y poderes como el Judicial, el cual ya demostró cierta parcialidad y saña en las condenas contra los dirigentes políticos, con el apego a pruebas delictuales nunca fueron expuestas en el juicio.

Por su parte, la revelación causó el consabido revuelo político en Brasil y no tardó en llegar a Francia, donde la presidenta Dilma Rousseff, que se encuentra con Lula, se entrevistaba con el presidente de ese país, François Hollande, para la firma de acuerdos bilaterales.

Ante las preguntas de distintos periodistas sobre el caso, Lula se limitó a negar y tratar de mentiras las acusaciones de Valerio.

La mandataria sostuvo al respecto: “Todos saben mi admiración, mi respeto y mi amistad por el presidente Lula. Por lo tanto, repudio todos los intentos, y ésta no será la primera vez, de buscar destituirlo de la inmensa carga de respeto que el pueblo brasileño le tiene”, resaltó Rousseff, en una conferencia de prensa en el Palacio del Elíseo.

Desde el Parlamento del Brasil, los opositores Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB) y Partido Popular Socialista (PPS) propusieron una moción para que Valerio acuda a la Cámara a ratificar sus declaraciones, y para que el propio Lula rinda cuentas. Aunque difícilmente prospere esa operación porque el PT y sus aliados cuentan con mayoría parlamentaria.