Excedente


Alfredo Zaiat
Pagina12

El excedente económico es el saldo después de la aplicación de recursos monetarios para generar y preservar determinado nivel de producción y consumo de bienes y servicios. Es el resultado final luego de la distribución entre los factores básicos de la economía. Una definición clásica dice que es parte de la producción total de la sociedad que excede lo que se destina en consumo y en reparar (inversión) el uso y desgaste causado en las instalaciones productivas en un período de tiempo. El concepto de excedente fue destacado por los primeros estudiosos de la ciencia económica porque los modos de su utilización constituyen un factor fundamental de las bases económicas de una sociedad. Por eso es tan relevante el análisis de la generación, apropiación y destino del excedente.

La economía argentina tiene por recursos naturales y humanos, extensión geográfica, condiciones climáticas y densidad poblacional la virtud de generar un excedente de magnitud considerable. Es lo que explica su extraordinaria capacidad de recuperación después de cada una y muy fuertes crisis durante décadas. No se trataron de milagros las salidas rápidas de episodios económicos traumáticos, que a otros países les hubiese llevado mucho más tiempo. El origen del renacimiento de las cenizas ha sido la fabulosa capacidad de generar excedente económico. Este atributo favorable a la vez no asegura necesariamente desarrollo y estabilidad, como prueba la historia económica argentina. Y no lo hace porque depende de cuál sea el uso del excedente que hagan los sujetos sociales responsables de esa acumulación. Es una de las principales claves para la comprensión del sendero económico argentino en comparación con experiencias de otros países.
El destino del excedente puede orientarse a la inversión productiva, al consumo suntuario o a la fuga de capitales. La densidad de participación de cada uno va articulando el modo de desarrollo de la economía. Si gran parte se utiliza en inversiones productivas, el aumento del Producto Bruto Interno será elevado y firme durante un largo período de tiempo, como el caso de los países asiáticos de crecimiento acelerado. Si está concentrado en el consumo suntuario, las elites irán dilapidando la riqueza sin construir una sociedad integrada debilitando las fuentes del crecimiento de largo plazo, como fue la Argentina del ciclo agroexportador 1880-1930 y la actual de los países árabes petroleros. Y si la fuga de capitales es el rasgo dominante del excedente, la economía padecerá crisis cíclicas perturbadoras en términos sociales y políticos, como las registradas en Argentina en el período 1976-2001.
Una de las grandes restricciones de la economía argentina es que una porción mayoritaria del excedente se encamina a la fuga de capitales. Desde 2007 se ha verificado con una intensidad vigorosa para sumar hasta octubre de 2011 casi 80 mil millones de dólares. El factor distintivo de esta fuga fue que no tuvo como desenlace una crisis debido a que en esos años hubo medidas puntuales que permitieron evitarla, como el alivio que significó la reestructuración de la deuda en default, la liberación de la tutela del FMI, el fin de las AFJP y el fuerte crecimiento del PBI con generación de empleo e inclusión social y previsional, entre otras. La dinámica del excedente igual ha seguido siendo motor de desestabilización porque mantuvo las características dominantes de las últimas décadas, donde el funcionamiento del mercado era su principal ordenador con la fuga de capitales como rasgo dominante.
Desde la instrumentación de un nuevo sistema de administración y control de acceso a la moneda extranjera comenzó a profundizarse e implementarse una serie de medidas de injerencia sobre el excedente económico por parte del Estado. Es una ruptura con la forma de organización económica prevaleciente durante décadas lo que está generando tensiones en sujetos sociales acostumbrados a manejar sin interferencias el excedente.
Varias iniciativas oficiales se desplegaron para modificar la lógica dominante de acumulación. Además del control sobre el acceso a divisas, base imprescindible para administrar el destino del excedente puesto que obturó la fuga de capitales, se dispuso
- que las petroleras y mineras liquidaran los dólares de sus exportaciones en el mercado local,
- que las aseguradoras tuvieran que repatriar inversiones en el exterior por 1600 millones de dólares y, con un nuevo marco de regulación del sector, fueron obligadas a involucrar parte de sus recursos en la inversión en la economía real, la mayor parte para financiar proyectos de infraestructura y obra pública,
- que las multinacionales no pudieran girar las ganancias previstas a sus casas matrices, induciendo a una mayor reinversión de utilidades,
- que las empresas en cuyo paquete accionario tiene participación el Estado disminuyeran el reparto de ganancias, fondos que fueron derivados a inversiones (por caso, el Grupo Techint),
- que los bancos, nacionales y extranjeros, no recibieran autorización del Banco Central para la distribución de dividendos al establecer mayores requerimientos de capital.
Además del nuevo marco de regulación del sector asegurador hubo otras tres reformas estructurales que también han definido un abordaje distinto sobre el excedente económico:
1. La Carta Orgánica del Banco Central. A partir de ese cambio, la entidad monetaria pudo disponer la obligación para los bancos de otorgar el 5 por ciento de sus depósitos a junio de este año en créditos a la producción por un total de 14.800 millones de pesos, con un cupo del 50 por ciento para pymes. Exigencia que se reiterará en 2013 por un monto mayor, unos 17 mil millones de pesos.
2. El mercado de capitales. La ley recientemente aprobada por el Congreso tiene como objetivo facilitar la canalización del ahorro privado hacia inversiones en la economía real. Los bonos de YPF para pequeños ahorristas fueron la primera experiencia exitosa, que se reiterará.
3. El control estatal de YPF y la ley de regulación del sector de hidrocarburos. En apenas pocos meses, la nueva dirección de la petrolera nacional bajo conducción política produjo un brusco giro en cuanto a montos y calidad de las inversiones y expansión de la compañía.
Todas esas medidas y reformas son explicadas por el economista Pablo Manzanelli en que “tienen como denominador común una activa intervención estatal orientada a canalizar el excedente generado en el medio doméstico y redireccionarlo hacia proyectos de inversión productiva. Es decir, desviar a los poseedores de capital de la colocación de sus beneficios en el circuito financiero y/o, fundamentalmente, hacia la fuga de capitales al exterior”. El investigador del Area de Economía y Tecnología de Flacso evalúa que ello es sumamente importante, puesto que “potencialmente estaría alterando en parte la lógica dominante de acumulación durante la posconvertibilidad, notablemente intensificada al calor del estallido de la crisis mundial”.
La generación de excedentes de magnitud desde 2003 fue en el marco de un escenario de acelerado crecimiento económico, altas tasas de ganancia en la actividad productiva, tasas de interés real bajas o negativas y términos del intercambio favorable. Pese a ello, las grandes corporaciones, con predominio de extranjeras, han tenido un patrón de comportamiento definido por Manzanelli como de “reticencia inversora”. Esto significa que “han internalizado ganancias extraordinarias que han sido escasamente volcadas a la formación de capital”. O sea, la mayor parte del excedente económico no fue orientada a la inversión productiva, sino al consumo suntuario y especialmente a la fuga de capitales y giros de utilidades hacia el exterior.
Después de décadas de vulnerabilidad económica por la casi nula injerencia estatal en el destino del excedente se empezó a intervenir en su orientación. Las iniciativas económicas del primer año del segundo mandato de CFK tienen esa marca de origen, definiendo un escenario económico novedoso e interesante.