De la Argentina neoliberal a la Argentina soberana: las consecuencias internacionales y políticas
Aldo Ferrer
Diario BAE
En la economía mundial contemporánea, los dos
países que han registrado el cambio más radical de su política económica son
Rusia y la Argentina.
Rusia cambió del régimen económico del “socialismo real” al
de economía de mercado y, en ese contexto, su política económica. En la Argentina , la política
del Estado neoliberal de la década de 1990 (con sus antecedentes en la política
económica de la dictadura 1976-83), fue sustituida por la de un país soberano y
la recuperación de las funciones inherentes a un Estado nacional.
En el caso de Rusia, la disolución de la Unión Soviética
puso fin a la guerra fría y provocó un cambio radical en el escenario político
mundial. En ese país, la transformación provocó un complejo proceso de ajuste a
las nuevas circunstancias y la redistribución del poder económico y el
político.
En nuestro caso, las consecuencias
internacionales no tuvieron semejante trascendencia, pero fueron muy
importantes como antecedente de la actual crisis financiera internacional y en
la percepción de la
Argentina en los mercados financieros y en la opinión
neoliberal, que prevalece en los antiguos centros hegemónicos del Atlántico
Norte.
En la fase auge de las políticas neoliberales
en la Argentina ,
los aparentes éxitos iniciales se atribuían al riguroso cumplimiento del canon
neoliberal. Vale decir, apertura de los mercados, desregulación financiera,
privatización de las empresas públicas y aumento de la deuda externa, en un
contexto de fuerte apreciación del tipo de cambio. Entre 1976 y 1983, el instrumento
cambiario fue la “tablita” y la programación del ajuste de la paridad, por
debajo de la tasa de inflación. En la década de 1990 fue la convertibilidad y
un tipo de cambio fijo, crecientemente apreciado. En la segunda etapa del
período neoliberal, es decir, la década de 1990 bajo un gobierno
constitucional, tuvo lugar la venta de las empresas públicas, incluyendo el
petróleo, telecomunicaciones, energía y transportes, es decir, los sectores
fundamentales de la infraestructura.
El cuarto de siglo en el cual predominó el
paradigma neoliberal en la
Argentina , coincide con el vertiginoso crecimiento de la
financiarización de la economía mundial y la consolidación del Estado
neoliberal en las economías industriales del Atlántico Norte. Los gobiernos,
del presidente Reagan en los Estados Unidos y, de la primera ministra Thatcher
en Gran Bretaña consagran la transición del “período dorado” de la posguerra
(fundado en el paradigma keynesiano y el Estado de bienestar) a la etapa actual
del predominio de los mercados financieros, respaldado teóricamente en el canon
neoliberal.
El FMI y otros organismos internacionales
promovieron la integración del sistema financiero internacional y las acciones
tendientes a crear “confianza” en los mercados. La liberación de los movimientos
de capitales especulativos se articuló con el abandono de las políticas activas
pro desarrollo y bienestar social. Fueron éstos los fundamentos del
“pensamiento único” y del Consenso de Washington. Mientras en América Latina y,
particularmente en la
Argentina , se instalaba el Estado neoliberal, las naciones
emergentes de Asia consolidaban sus estados nacionales, las políticas de
industrialización y construcción de proyectos propios, dentro del orden global.
Los resultados del Estado neoliberal en la Argentina configuran el
peor período de nuestra historia económica y social. El epílogo fue la
extranjerización de gran parte de las mayores empresas privadas y de las
actividades de infraestructura, una deuda externa impagable, la pérdida de
control de los principales instrumentos de la política económica y, finalmente,
el default. El desorden generalizado del régimen económico y financiero
desembocó en la crisis política y, finalmente, en 2001, la acefalía del Poder
Ejecutivo.
Hasta poco antes de la debacle, la Argentina era presentada
como un ejemplo de las buenas políticas a seguir y, sus ministros de economía,
celebrados como grandes economistas que tuvieron el coraje de hacer lo que
hacía falta. Cuando estalló la crisis y el país entró en default, sólo los
argentinos se hicieron cargo de las consecuencias. Pocos años después,
sosteniendo los mismos principios del neoliberalismo y las acciones del Estado
neoliberal, los viejos centros hegemónicos del Atlántico Norte soportaron la
peor crisis financiera desde la década de 1930. Se debaten todavía en las
consecuencias de privilegiar la especulación financiera sobre la economía real
de la producción, la inversión productiva y el empleo.
La primera condición necesaria para resolver
la crisis provocada por el Estado neoliberal en la Argentina era preservar
el orden constitucional. Se logró, en efecto, salvar las instituciones dentro
de las reglas constitucionales y, finalmente, elegir, en paz, las nuevas
autoridades. Así comenzó la transición del Estado neoliberal al Estado
nacional.
En este sendero convergieron cambios de
circunstancias impuestos por la crisis y, fundamentalmente, el cambio de
orientación de la política económica. El ajuste de la paridad recuperó espacios
de rentabilidad perdidos por la apreciación previa del tipo de cambio, la
pesificación instaló al Banco Central como la autoridad monetaria, la
reestructuración de la deuda en default colocó el nivel de endeudamiento en
niveles cumplibles con recursos propios, y la reforma del régimen previsional
fortaleció la sustentabilidad del sistema jubilatorio y vinculó sus recursos al
financiamiento del desarrollo. La creación del Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva incluyó, como un eje central del nuevo
rumbo, el protagonismo insustituible del conocimiento científico tecnológico.
Poco después, la nacionalización de YPF y la creación de YPF Tecnología S.A.,
recuperaron un instrumento fundamental de la política energética y del impulso
innovador en ese sector estratégico.
El nuevo rumbo de la política económica tuvo una respuesta extraordinaria de la
actividad real y en los equilibrios macroeconómicos del sistema. La fortaleza
de la democracia y la capacidad del país de ponerse de pie con sus propios
recursos, sin pedirle nada a nadie, posibilitaron la transición desde el Estado
neoliberal al Estado nacional. El Estado argentino está actualmente en
condiciones de no subordinarse a las demandas de intereses internos e
internacionales. Ésta es una condición necesaria para participar activamente en
la expansión de las relaciones internacionales y la revolución científica y
tecnológica, impulsando la formación, en toda la amplitud del territorio, de
una economía industrial, diversificada y compleja, de amplia base de recursos
naturales, enriquecidos por la agregación de tecnología y valor. Es decir, ser
actores de la globalización del orden mundial, manteniendo el comando del
propio destino.