El nexo israelí-saudí

Barry Lando
CounterPunch


“¿Cuál fue el verdadero coste de no reconocer a Israel en 1948 y por qué no gastaron sus activos los Estados árabes en educación, atención sanitaria e infraestructuras en vez de gastarlos en guerras? Pero la pregunta más difícil que ningún nacional árabe quiere oír es si Israel es el verdadero enemigo del mundo árabe y del pueblo árabe”.
¿Una cita de un comunicado de prensa de AIPAC o una información del primer ministro israelí Bibi Netanyahu? Vuelve a pensarlo. Esas preguntas no las plantea una fuente que consideraríamos normalmente favorable a Israel, sino un artículo reciente en el principal periódico de habla inglesa en Arabia Saudí, Arab News, controlado por el hijo del Príncipe Heredero; el autor, el comodoro naval saudí retirado Abdulateef Al-Mulhim 


Su premisa: que el responsable de la difícil situación actual del mundo árabe no son Israel y su aliado estadounidense, sino los propios árabes, concretamente sus dirigentes.
"… la destrucción y las atrocidades no son cometidas por un enemigo exterior. El hambre, los asesinatos y la destrucción en esos países árabes son causados por las mismas manos que supuestamente deben proteger y construir la unidad de esos países y salvaguardar a la gente de esos países…
“El mundo árabe derrochó cientos de miles de millones de dólares y perdió decenas de miles de vidas inocentes combatiendo a Israel, al que consideraba su enemigo jurado, un enemigo cuya existencia nunca reconoció. El mundo árabe tiene muchos enemigos e Israel debería figurar al final de la lista. Los verdaderos enemigos del mundo árabe son la corrupción, la falta de buena educación, la falta de buena atención sanitaria, la falta de libertad, la falta de respeto por las vidas humanas, y finalmente el mundo árabe ha tenido muchos dictadores que utilizaron el conflicto árabe-israelí para reprimir a su propio pueblo. Las atrocidades de esos dictadores contra sus propios pueblos son mucho peores que las guerras árabes-israelíes declaradas.


“Finalmente, si muchos Estados árabes están en semejante confusión, ¿qué pasó con el enemigo jurado de los árabes (Israel)? Israel tiene ahora las instalaciones de investigación más vanguardistas, las mejores universidades y una infraestructura avanzada. Muchos árabes no saben que la expectativa de vida de los palestinos que viven en Israel es mucho mayor que en muchos Estados árabes y que gozan de libertad social y política muy superior a la de muchos de sus hermanos árabes. Incluso los palestinos que viven bajo la ocupación israelí en Cisjordania y en la Franja de Gaza gozan de más derechos políticos y sociales que en algunos sitios en el mundo árabe”.
En otro artículo, el Comodoro saudí especula con lo que habría ocurrido si, en lugar de atacar el Estado sionista, los países árabes hubieran reconocido a Israel el 14 de mayo de 1948. Afirma que el resultado habría sido mejor para todas las partes, en particular para los árabes:
“… los palestinos habrían podido liberarse de las vanas promesas de dictadores árabes que les decían continuamente que los refugiados volverían a sus casas, que liberarían todas las tierras árabes y que enviarían a Israel al fondo del mar. Algunos dirigentes árabes utilizaron a los palestinos para reprimir a su propio pueblo y permanecer en el poder.
“Desde 1948, si un político árabe quería ser un héroe, tenía una manera fácil de lograrlo. Bastaba con que gritara lo más fuerte posible su intención de destruir Israel sin movilizar a un solo soldado (hablar es barato)”.
La historia de toda la región habría cambiado radicalmente, según este artículo: entre otros beneficios, no habría existido ningún Nasser, ningún Sadam Hussein, ningún Muamar al-Gadafi.
“Incluso un país no árabe (Irán) utilizó Palestina para distraer a su pueblo de la agitación interior. Recuerdo que el Ayatolá Ruhollah Jomeini declaró que liberaría Jerusalén a través de Bagdad, y que el presidente Mahmud Ahmadineyad hizo declaraciones belicistas respecto a Israel, aunque Irán no disparó ni un petardo hacia Israel.


“Ahoralos palestinos están solos; cada país árabe está ocupado con su propia crisis, Egipto, Túnez, Libia, Sudán, Yemen, Siria, Jordania, Somalia, Argelia, Líbano y los Estados del Golfo”.
Intrigado llamé al Comodoro retirado para preguntar si había tenido algún problema por publicar puntos de vista tan francos en lo que es esencialmente una publicación saudí semi-oficial. Ninguno en absoluto, dijo.
“Esto lo leyeron muchos miembros de la familia real saudí. Nadie se enfadó. Si se hubieran enfadado, me habrían dicho que no siguiera escribiendo mis artículos semanales. Pero no lo han hecho. Jamás me impidieron hacerlo. Eso no significa que estén de acuerdo. Es una idea y están interesados en que aparezca”.
Por otra parte, cuando uno piensa en el asunto, el hecho de encontrar puntos de vista tan aparentemente pro israelíes en los medios semi-oficiales saudíes no tienen nada de sorprendente.
Una de las alianzas más curiosas en Medio Oriente han sido los tratos clandestinos entre el Estado sionista de Israel y la familia real saudí, los guardianes de la Meca, entre los más conservadores de los monarcas árabes. Como escribí en un post anterior, esa relación se basa en un venerable principio político: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Y el enemigo común en este caso es Irán, el Islam radical, y la agitación política conocida como la Primavera Árabe.

Tanto Israel como los miembros de la familia real saudí están amenazados por el ascenso de Irán, el derrumbe del antiguo orden, el fin de brutales dictadores, la explosión de pasiones políticas y religiosas populares.

Esto es verdad, a pesar de que los saudíes (y los cataríes) ayudaron a financiar la caída de Gadafi, a quien desdeñaban, y están respaldando a los rebeldes en Siria contra Asad. Esperan utilizar su dinero y su influencia para controlar los resultados, para salvaguardar sus propias monarquías.

Aunque el Comodoro Al-Mulhim condena las brutalidades de dictadores como Asad, Nasser y Gadafi, otras columnas hablan elogiosamente de los vínculos tradicionales entre el pueblo saudí y su benevolente familia real.

La continua turbulencia política avivada por la disputa israelí-palestina es también una amenaza para los miembros de la familia real saudí. Y la dura crítica del Comodoro a la negativa de los árabes a reconocer Israel se ensambla perfectamente con el plan de paz que los saudíes propusieron por primera vez en 2002. A cambio de la normalización de las relaciones de los Estados árabes con Israel, Israel se retiraría a las fronteras de 1967.

Por cierto, con el pasar de los años, los israelíes han unido fuerzas de forma clandestina con los saudíes para enfrentar a enemigos comunes. En 1962, por ejemplo, cuando estalló la guerra civil después de que el monarca fue derrotado en Yemen, una coalición del Mossad, los saudíes y el SAS británico, enfrentó a rebeldes respaldados por las fuerzas armadas del presidente Nasser de Egipto.

De nuevo en Beirut, el 8 de marzo de 1985, los saudíes y el Mossad se unieron en un intento de asesinar a Muhammad Fadlallah, el clérigo que fundó Hizbulá. Según Bob Woodward, el director de la CIA de la época, William Casey, afirmó que los saudíes ayudaron a organizar la colocación de un vehículo cargado de explosivos que estalló frente a la casa de Fadlallah. Varios edificios se derrumbaron, 80 personas murieron, pero Fadlallah sobrevivió.

Se puede apostar a que semejantes aventuras clandestinas entre los israelíes y los saudíes continúan actualmente.

Barry M. Lando, graduado de Harvard y de la Universidad Columbia, pasó 25 años como productor de investigación galardonado en 60 Minutes. Su último libro es Web of Deceit: The History of Western Complicity in Iraq, from Churchill to Kennedy to George W. Bush. Lando está terminando una novela: The Watchman’s File respecto al secreto mejor guardado de Israel (no es la bomba). Se puede contactar con él en su blog.

Traducción: Germán Leyens (Rebelión)