El fenómeno PT: Brasil consolida su proyecto político

 Emilio Meynet 
APAS


Es sin dudas la gran economía del sur de Nuestramérica. En las elecciones municipales arrasó el partido de Lula y se consolida el proceso político actual. Forcejeada por aquellos sectores que, a diestra y siniestra, la desean como el país ejemplar que culmina su desarrollo de la mano del poder financiero global y las inversiones extranjeras; y los que pretenden que definitivamente se alce como la cabeza del nuevo polo de poder económico mundial: América del Sur.

Quizás pueda alguien descreer de la importancia política que tiene una elección para jefe municipal en medio de procesos políticos que, acostumbradamente, son reivindicados o renegados, por la dirección macroeconómica o geopolítica que toman. Pero cualquier posibilidad de cambio real, siempre debe ostentar la aprobación popular tanto en los elementos macro ya nombrados, como en los problemas más cotidianos, diminutos, pero sumamente tajantes en el estado de ánimo de un pueblo.


Y no es menor aún el peso de una elección municipal, cuando hablamos de un gigante como Brasil. Que el proyecto político iniciado por Lula y el Partido de los Trabajadores (PT), ahora continuado con Dilma Rousseff en la presidencia de la nación, llegue a contar con el respaldo de la mayoría de los municipios situados a lo largo y a lo ancho de los más de 8 millones de kilómetros cuadrados -47 por ciento de la superficie sudamericana-, da muestras de una solidez política que jamás se había logrado en la república del “orden y progreso” por parte de un proceso popular desde la muerte de Getulio Vargas.

Los candidatos del PT triunfaron en 636 jurisdicciones, contra 558 logrados en las municipales de 2008, lo cual representa un crecimiento del 13,98 por ciento. Pero resulta más relevante el dato numérico cuando se analiza cualitativamente la victoria. Los “muchachos” de Luiz Inacio Da Silva se impusieron el ciudad de Sao Paulo, con 11 millones de habitantes y principal centro económico y financiero del país, y en otras 15 jurisdicciones con poblaciones de más de 200 mil habitantes, lo que lo convierte en la tienda política más votada de estas elecciones. (Ver nota de nuestro despacho anterior “Corroborar lo previsible”)

También edulcora el análisis cualitativo del resultado electoral, el hecho de que semejante triunfo se haya dado en un año difícil para la economía brasilera; seguramente el más difícil desde el inicio del proceso político en 2003. Los números arrojados por las estadísticas de crecimiento, mostraron un desaceleramiento con respecto a los pasos abismales que venía dando Brasil en los últimos ocho años.

La economía brasileña se estancó en el tercer trimestre -apenas creció cerca del 1 por ciento en el primero- y acumuló un crecimiento del 3.2 por ciento en los nueve primeros meses del año. "Cerramos el año con estabilidad y crecimiento. Tengo la visión de que 2012 será necesariamente mejor que 2011, que no es poca cosa ante la crisis y la insensatez política que hemos vivido este año en Estados Unidos y Europa", dijo Rousseff en un discurso al recibir el premio a la brasileña del año, entregado por la revista Istoé.

La decisión de devaluar el real cuando promediaba el primer semestre del año, trajo al gobierno de PT disidencias con las distintas centrales de trabajadores -existen 6 centrales-, incluso con la más importante de ella: la Central Única dos Trabalhadores (CUT), fundada por Lula Da Silva entre otros, y perteneciente a la estructura orgánica del PT.

Rousseff dijo que Brasil "técnicamente no es inmune a la crisis", aunque aseguró que no ha sufrido tanto sus efectos porque se ha anticipado en la toma de medidas para proteger al sector productivo. De esta manera, tanto Brasil como la Argentina -las principales economías del bloque de América del Sur- efectivamente sufrieron los primeros impactos de la crisis financiera global. Sin embargo, han logrado sortearlos, con mayor o menor éxito, tomando rutas distintas y sin desmantelar el modelo productivo en reconstrucción.

Argentina, por ejemplo, no devaluó el peso, si bien existieron las presiones monetarias para que así suceda. Se iniciaron corridas bancarias luego de la reelección de la presidenta Cristina Fernández -más los 17.545 millones que se habían fugado entre abril y octubre de 2011- y se sumó a esto los vencimientos del pago de bonos de deuda en dos momentos -los Bodem 2012, y un pago nuevo a final de año-. Pero en lugar de ceder a la presión, se implementaron mecanismos para controlar la compra de divisas.

A su vez, la caída en el ritmo del crecimiento de Brasil también impactó en la región por la complementariedad establecida entre los mercados de los países sudamericanos, sobre todo en el cono sur. La muestra más tangible es la caída de los ingresos generados por la industria automotriz en la Argentina, de entre diez y veinte puntos.

Sin embargo Brasil tiene algunas características que lo siguen diferenciando de muchas economías mundiales. Mientras muchos países, incluso Estados Unidos, tienen una tasa básica de interés real negativa, la economía brasilera tiene un tasa de aproximadamente 4 por ciento en términos reales, que atrae flujos de capitales y conduce a una apreciación real. Esta es la razón por la que Brasil implementó controles a la entrada de capitales el año pasado, y no a causa de una postura crítica respecto al mercado internacional de capitales por parte de la administración Lula.

Pero el peor efecto de esta elevada tasa de interés no ha sido la apreciación del tipo de cambio y el deterioro de la competitividad externa, sino el impacto en la distribución del ingreso. El salario real promedio de los trabajadores empleados en las grandes áreas metropolitanas no ha cambiado significativamente durante la administración Lula, ni en la actual. Se ha mantenido en aproximadamente un 30 por ciento debajo del nivel que tenía a mediados de los ‘90, y en la mitad del nivel de mediados de los ‘80.

Por todo esto, es una gran señal política por parte del pueblo brasilero el acompañamiento que delegó en el proyecto político que conduce el PT. Seguramente, detrás está el conocimiento de los múltiples programas sociales que ejecutó el gobierno para reducir la pobreza en 18 puntos -hoy está en un 30 por ciento- o las bolsas familiares que sacaron de la urgencia a 11 millones de hogares en todo el territorio brasilero. 

Así es que el fenómeno PT se consolida como ejemplo en todo el mundo, con debilidades, por supuesto, aunque son muchos más los logros en materia de desarrollo económico-industrial que social. Y cuenta con el respaldo fuerte dentro de un pueblo históricamente segmentado en dos amplias brechas, y también, admirado fuera de las fronteras de esta gran nación.