Críticas a Marcó del Pont: En las antípodas


Tomás Lukin
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Mercedes Marcó del Pont ocupó el último lugar de un ranking de banqueros centrales. El listado que elabora la revista estadounidense Global Finance, con influencia en los circuitos financieros internacionales, evalúa el cumplimiento de las principales prescripciones neoliberales para un banquero central: la independencia, el control de la inflación, su capacidad para influenciar a los gobiernos para reducir el gasto, fomentar el ingreso de inversiones extranjeras y promover la apertura comercial y financiera. Desde el BCRA consideraron “un halago” la baja calificación que recibió la funcionaria, ya que los parámetros utilizados por la publicación se ubican en las antípodas del rol del Banco Central como protagonista del desarrollo con inclusión social.
En su sitio web, Global Finance explica que el ranking se confecciona a partir “del éxito (del banquero central) en áreas como el control de la inflación, el cumplimiento de los objetivos de crecimiento y el manejo de las tasas de interés”. Sin embargo, el editor de la revista de Wall Street, Joseph Giarraputo, ofreció algunas precisiones sobre los criterios utilizados: “Evaluamos la determinación de los banqueros centrales para hacer frente a la interferencia política y sus esfuerzos para influenciar a sus gobiernos en temas como el gasto, la apertura económica para la inversión extranjera y los servicios financieros”. Marcó del Pont junto con su par ecuatoriano, Pedro Delgado, obtuvieron una “D” en una escala de “A” a “F”.
La independencia de los bancos centrales que consagra Global Finance es parte de la matriz neoliberal que domina el diseño de los bancos centrales. “Usualmente la independencia del Banco Central del gobierno implica su dependencia del sector financiero”, explica el economista postkeynesiano de la Universidad de Amherst, Gerald Epstein. Para el investigador, la consagración de los objetivos antiinflacionarios y la independencia “no son sólo una forma de incrementar la porción del ingreso nacional que va a los rentistas, sino que es fundamentalmente una forma de reducir el poder político de los trabajadores y otros grupos en el diseño de las políticas macroeconómicas”.
Quien sí estuvo a la altura de los parámetros de Global Finance y obtuvo la máxima calificación fue Stanley Fischer, titular de la autoridad monetaria de Israel. El ex número dos del FMI es fiel a su historia: no sólo fue un protagonista en los ajustes argentinos, como el recorte del 12 por ciento de los salarios del sector público, sino que hoy reclama activamente al gobierno israelí que reduzca el gasto y suba impuestos. El titular de la FED, Ben Bernanke, obtuvo una “B” y el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, una “B-”.