Cien años de la Revolución Mexicana: Emiliano Zapata en la historia (Tercer Nota)
José Fernando Ocampo T. (*)
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- Emiliano Zapata fue el líder del movimiento
campesino en la Revolución Mexicana. Se levantó en armas contra la dictadura de
Porfirio Díaz por una razón principal, darles tierra a los campesinos del Estado
de Morelos. En los tres decenios del Porfirato(1887-1880;1884-1910), los
terratenientes—un 5% de la población—se apoderaron de todas las tierras, las de
los campesinos, las de los indígenas, las de los pequeños propietarios, en el
norte, en el sur, en el centro, en todo México, hasta poseer el 97% de la
propiedad de las tierras cultivables. En manos de los extranjeros había más de
15 millones de hectáreas.
John Steinbek, el famoso novelista y cineasta estadounidense, premio Nobel de Literatura, le dedicó años a explorar la vida y trayectoria revolucionaria de Emiliano Zapata. Su película ¡Viva Zapata! hizo época, ganó premios y dejó huella en la historiografía de la Revolución Mexicana. También levantó polémica. Actuaron en ella dos actores de fama, Marlon Brando en el papel de Zapata y Anthony Quinn en el de Eufemio, hermano de Emiliano. Quinn ganó el premio de Holywood por mejor actuación. Zapata en la película es el luchador incansable que defiende los campesinos, que no se rinde, que no se entrega, que no vacila, que encuentra siempre el camino de la lucha en defensa de sus ideales. Steinbek convierte a Zapata en mito. Como dice un comentarista de la obra: “Muchos de los habitantes de Morelos se negaron a creer que Zapata había muerto, unos insistían en que ese no era el cadáver y otros en que habían visto galopar a su caballo en las montañas del sur…su caballo no era blanco sino alazán. La idea del caballo blanco está inspirada en el mural de Zapata pintado por Diego Rivera. (Morserberger, en ¡Zapata! pag. 255).
Es increíble el número de batallas que libró Zapata en su trajinar revolucionario. Fue con un ejército de campesinos, organizado, sin máscaras, sin terrorismo, a campo abierto, a la vista de todo el país. Sus batallas fueron innumerables. Resulta asombrosa la capacidad de lucha, de constancia y de liderazgo de Zapata. En un recuento de las batallas libradas por Zapata sólo en 1912, por ejemplo, se enumeran más de sesenta, unas a favor y otras en contra, es decir, una cada seis días (ver, Rebanadas de realidad, cronología de 1912). Era la rebelión contra el gobierno de Madero, al que le había declarado la guerra por haber traicionado los objetivos del programa agrario de la revolución. Pero siguió luchando hasta el día en que fue asesinado en 1919. No dejó de hacerlo de 1910 a 1919. Se hizo famoso en México desde el principio del movimiento, como lo testifica un congresista de los primeros años: “Emiliano Zapata no es un bandido ante la gleba irredenta que alza sus manos en señal de liberación. Zapata asume las proporciones de un Espartaco; es el reivindicador, es el liberador del esclavo, es el prometedor de riquezas para todos; ya no está aislado, ha hecho escuela, tiene innumerables prosélitos.” Nadie más que Zapata representa el significado de la Revolución Mexicana. Para Zapata la revolución era la lucha por la tierra. Pero un movimiento de esa naturaleza necesitaba mucho más. Se trataba del poder, del poder político. Pancho Villa tampoco llegó a descifrar el propósito real, ni sobre la lucha por la tierra ni sobre el poder político. Que ambos hubieran llegado a la conclusión de que no estaban listos para tomarlo, como lo demuestra la anécdota de haber abandonado un día el Palacio Presidencial de Ciudad de México que estaba en sus manos, sin definir el poder, y que Zapata ni siquiera hubiera aceptado sentarse en la silla presidencial, simboliza en el fondo su lucha heroica y su desvío histórico. Zapata interpretaba la esencia de la revolución, como una revolución agraria, como una revolución campesina. No llevó a sus consecuencias necesarias una alianza con la clase obrera o con la burguesía nacional, ambas en pleno desarrollo, para lograr el programa de la revolución que quedó definido en el famoso Plan de Ayala que defendería hasta su muerte. La historia ha convertido a Zapata en un mito de los campesinos, de los desposeídos, de los expropiados, de los demócratas, de quienes defienden la tierra para los que la trabajan. En el Manifiesto de 1914 al pueblo mexicano Zapata clamaba por las razones de su movimiento: “el campesino tenía hambre, padecía miseria, sufría explotación y si se levantó en armas fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba; para adueñarse de la tierra que el hacendado egoísticamente (sic) guardaba para sí; … se lanzó a la revuelta … para procurar el pedazo de tierra que ha de proporcionarle alimento y libertad, un hogar dichoso y un porvenir de independencia y engrandecimiento.” Hasta ahí llegó la Revolución Mexicana. Eso fue lo que hicieron sus grandes luchadores. Después, fue progresivamente renunciando a sus propósitos, devolviendo las tierras a los latifundistas, al capital financiero y a los extranjeros. Ni la reforma agraria, ni el control a los monopolios, ni el rechazo al dominio del capital extranjero, ni las limitaciones al control religioso de la Iglesia Católica, ni el programa político democrático perdurarían. El neoliberalismo se apoderaría del país a finales del siglo XX, el dominio del libre mercado se apoderaría de la economía, el poderío gringo se haría dueño de la economía nacional y el partido político de la tradición eclesiástica llegaría al poder. Zapata estaría hoy apoyando el movimiento popular campesino de protesta masiva contra una política imperialista que se tomó a México. | |||||||
Bibliografía
mínima:
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Peláez
Ramos, Gerardo. Revolución Mexicana: cronología
documental (1910-1917)
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Peláez
Ramos, Gerardo. En el centenario de la Revolución
Mexicana, el período de reformas estructurales (1934-1940)
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Peláez
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de Ayala de 1911 y el del siglo XXI.
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Reed,
John. México insurgente, la revolución de 1810. Sarpe, 1985.
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Ross,
Stanley R. Is de Mexican Revolution Dead? Columbia University, 1967.
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Silva
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Económica, 2005.
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Steinbeck, John. ¡Zapata! Editorial
Sexto Piso, 2010.
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Wilkie,
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1973.
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Zapata,
Emiliano. Manifiesto de Emiliano Zapata, Campamento revolucionario, Morelos, 31
de diciembre de 1911.
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Manifiesto a la Nación, Campamento
revolucionario en Morelos, 20 de octubre de 1913
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Manifiesto al pueblo mexicano,
Tixtla de Guerrero, 5 de abril de 1914.
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Reforma,
Libertad, Justicia y Ley, Cuartel
General de la Revolución, Tlaltizapán, Morelos, 20 de abril de 1917
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Miembro de la dirección nacional del Polo Democrático Alternativo. Obtuvo su
doctorado en Ciencia Política en Claremont Graduate School de California. Ha
sido profesor de tiempo completo de las Universidades de Antioquia, Caldas,
Nacional y Distrital de Bogotá. Fue miembro de la dirección de FECODE desde 1975
hasta 2000. Hizo parte de la elaboración y negociación de la Ley General de
Educación. Participa en el Centro de Estudios e Investigaciones Docentes de
FECODE. Colabora en las revistas /Deslinde/ y /Educación y Cultura /. Es miembro
de la organización Unidad Panelera Nacional. Sus principales obras son:
/Colombia siglo XX: estudio histórico y antología política, 1886-1934; Ensayos
sobre historia de Colombia; Reforma universitaria, 1960-1980; Dominio de clase
en la ciudad colombiana; La educación colombiana: historia, realidades y retos./
Es editor del libro /Historia de las ideas políticas en Colombia.
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