Medios y complicidades políticas con el delito

Giselle Dal Mas y Leonardo Spivak
 Agencia Periodística de Buenos Aires (AgePeBA)


La criminología mediática no descansa. Intenta erigirse en portavoz del reclamo por “seguridad” y orientarlo hacia la creación de escenarios deslegitimadotes del orden democrático. ¿Existe alguna relación entre la actual ola de delitos en la provincia de Buenos Aires y la intención del gobierno de Daniel Scioli de responsabilizar a la Nación por su “crisis financiera”?

El análisis surgido en los últimos días de la cobertura de la agenda mediática hegemónica fue en esa dirección, y para ello recurrieron a dos mecanismos particulares: mostrar a la población de la provincia de Buenos Aires movilizada en contra de la inseguridad, a través de marchas y asambleas barriales; y, como condición básica, trabajar desde el ya clásico bombardeo informativo acerca delitos violentos, repetido hasta el hartazgo. Todo esto enmarcado en una clara estrategia dirigida contra las autoridades nacionales.

El mes de julio comenzó movido en lo referente al tema “seguridad”. El asesinato en la ciudad de Cañuelas de los hermanos Leonardo y Marcelo Massa, propietarios de un supermercado de la mencionada localidad, fue cubierto por los medios hegemónicos de manera abrumadora y, en un principio, dirigido a estigmatizar a las autoridades municipales, de clara sintonía con el gobierno nacional.

La muerte de los comerciantes fue presentada por la prensa hegemónica como la culminación de una escalada de delitos violentos que desató la indignación y movilización de una ciudad. La TV acompañó en ese sentido, como acompañó en el episodio delictivo de la localidad de Moreno -el homicidio en ocasión de robo de un adolescente-: el canal TN utilizó el dolor de una familiar de la víctima para inducirla a proclamar su deseo de que “alguna vez le toque a algún político, que le suceda a alguien allegado”.

El diario La Nación publicó el 7 de julio: “Los asesinatos de los hermanos Leonardo y Marcelo Massa en Cañuelas y del empresario textil Luis Alfredo Sánchez, en Monte Grande; revelaron una realidad que los gobiernos nacional y bonaerense se resisten a admitir en público y que indica que cada vez más gente es asesinada durante intentos de robo”. En este párrafo, el medio devela su intencionalidad editorial, ya que presenta a los asesinatos de Cañuelas como ocurridos durante un asalto, cuando es sabido que la hipótesis más fuerte -que además es seguida por la Justicia- señala que se trataría de una venganza.

Es así como el medio utiliza la manipulación para intentar trastocar el pedido de justicia sobre un hecho concreto por parte de los habitantes de Cañuelas en un reclamo extendido por “seguridad”, y de críticas a las instituciones políticas en general.

Es muy interesante el enfoque al respecto realizado el domingo 8 de julio por Raúl Kollmann, publicado en el diario Página 12, cuya volanta es de por sí misma reveladora: “Es una localidad con muy bajos índices delictivos que no tenía una muerte en robo desde hace casi una década”.

Ya al interior de la nota se puede apreciar un análisis alternativo del caso: “…en las coberturas, no hubo voces dispuestas a poner en contexto un hecho inusual para Cañuelas, que no registra índices de delito de relevancia… el truco consistió en hacer pasar el doble homicidio como algo que colmó la paciencia en Cañuelas, cuando la realidad es que no hubo un hecho como éste en toda la historia de la localidad y –al menos por lo que se investigó hasta ahora- se originó en una venganza casi inédita a nivel nacional.

El recurso estrella aplicado por la criminología mediática en la semana informativa sobre el tema fue la manipulación estadística. Tanto Clarín, como La Nación, El Día e Infobae utilizaron este mecanismo generador de pánico, para retratar y justificar su militancia en contra de la “inseguridad”.

Los cuatro medios analizados realizaron una sutil maniobra, contrastando los índices anuales de delitos del año pasado, con el promedio de muertes ocurridas durante el mes de julio del corriente año.

Es así como La Nación publicó el 7 de julio: “en los últimos 35 días, sólo en la provincia de Buenos Aires hubo 19 homicidios durante esa clase de hechos -robos o intento de robo-. Esto significa que una persona fue asesinada cada 48 horas en un asalto. La cifra demuestra un preocupante aumento de la violencia respecto de 2011. Según cifras de la Procuración General ante la Suprema Corte de Justicia bonaerense, que acumula la información aportada por todas las fiscalías de la provincia, el año pasado se registraron 56 homicidios en ocasión de robo. En los 12 meses de 2011, el promedio era un asesinato en ocasión de robo cada seis días y medio.

Los otros tres medios analizados reproducen lo mismo. Comparativamente, la cifra de muertes en asaltos estaría triplicándose. Pero, ¿por qué nadie compara los índices totales de muertes en ocasión de robo del año pasado en relación con las acaecidas en lo que va del 2012, sino que se lo hace sólo con los datos del presente mes de julio?

La respuesta no es fácil de advertir, pues la criminología mediática apela a un recurso sutil: el mismo consiste en desvirtuar los parámetros de la comparación, además de no incluir otras variables de contexto.

Desde las máximas autoridades de la Legislatura bonaerense se viene reclamando la necesidad de ponerle fin a “una trama de complicidades entre el delito, la política y las instituciones del gobierno y de la Justicia”, señalando con ejemplos y casos concretos los niveles de responsabilidad que sobre la cuestión tiene el propio ministerio de Seguridad de la Provincia.

Ningún medio hegemónico pone el acento en ese tópico ni muchos menos en un hecho sospechoso: la ola de delitos violentos cometidos en los últimos días en distintos puntos de la Provincia coincide con la centralidad del discurso que desplegó el gobierno de Daniel Scioli para responsabilizar a la Nación por sus problemas financieros, que condujeron al desdoblamiento de los aguinaldos y a un consecuente clima de movilización social.

¿Cuáles son las extensiones político operativas de la mencionada trama de complicidades? La criminología mediática oculta el problema.