29 de agosto de 1963. Asalto al Policlínico Bancario: el golpe de la Tacuara peronista

Por Sebastián Giménez *
publicado el 8 de noviembre de 2015

El 29 de agosto de 1963, Tacuara, primera guerrilla urbana Argentina, asaltó al Policlínico Bancario de Buenos Aires. ¿Por qué fue importante?

Arturo Illia había ganado hace poco las elecciones con escasísimos votos frente a la vasta mayoría de los proscriptos que tenían prohibido elegir a su líder. Una mañana lluviosa en Buenos Aires, y el día no ofrecía contrastes con una situación política gris, con una democracia amordazada y una violencia que se mostraba como una tensión en el aire. En la urbe porteña, la mayoría llevaba a cabo la máxima quizás más conservadora del líder extrañado, del trabajo a casa y de casa al trabajo. Pero esa normalidad de violencias, de proscripciones, de censura y silencios impuestos sería cuestionada por las rebeldías de los jóvenes.El MNRT (Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara) había elegido al peronismo como vía para la revolución nacional y ese día, 29 de agosto de 1963, quedaría marcado como la primera acción de la guerrilla urbana en la Argentina. El objetivo, inesperado, sorprendente: el Policlínico Bancario y el camión de caudales que transportaba los sueldos de los empleados. Esos jóvenes, que no se resignaban a vivir en el país de la opresión, buscaban una cosa que parecía entonces imposible: el retorno de Perón. No eran muchachos pobres sino “chicos bien”, algunos de familias encumbradas, y otros hijos de empleados de clase media que no tenían ninguna urgencia propia pero que habían palpado la tensión de un país huérfano del líder añorado. No tenían sed de aventuras, sino de justicia.La ambulancia se detuvo a tres cuadras del Policlínico. Al volante iba Horacio Rossi. Atrás, José Luis Nell y Tommy Rivaric custodiaban al supuesto enfermo, que no era otro que el chofer original del vehículo dormido por un calmante. En unos minutos, la calma reinante iba a verse sacudida. Cuando vieron acercarse el camión de caudales, Horacio Rossi puso en marcha la ambulancia, activó la sirena y avanzó a contramano por avenida Gaona. En la barrera, fueron detenidos. “Se nos muere, por favor”, imploró Rossi. El agente de control levantó la barrera dejándolos pasar. Justo después, ingresó al Policlínico Bancario el camión de caudales. Tomando la ametralladora PAM, José Luis Nell se arrimó al camión gritando con voz firme: -Esto es un asalto. Lo franqueaba Tommy Rivaric con el fusil FAL, y otros tacuaras armados entre la gente en el patio del Policlínico. Entonces, se desencadenaron los hechos. Un movimiento, una resistencia, y José Luis Nell disparó sin quererlo la ametralladora. Dos personas cayeron, otras fueron heridas en el desenlace trágico. Poco tiempo después, la mayoría de los participantes en el asalto serían detenidos. El primer golpe de guerrilla urbana en la Argentina inauguraría el camino sinuoso y contradictorio del compromiso militante, la violencia y los ideales liberadores de una generación de argentinos que no se acostumbraron a la opresión.A 52 años de esos hechos dolorosos, el contexto actual nos invita a valorar, con sus contradicciones, la democracia que supimos conseguir. Hoy no hay proscripciones ni persecuciones por ideas políticas. Pero algo que quizás no debamos perder es la capacidad de rebelarnos contra la injusticia desde la militancia y el compromiso, como lo hicieran aquellos jóvenes que no se conformaron con el país que se había pensado para ellos.

*Licenciado en Trabajo Social. Autor del libro “El último tren. Un recorrido por la vida militante de José Luis Nell (1940-1974)”.