La relación entre el peronismo y la comunidad judeo-argentina

 La falacia diseminada por la oligarquía que sostenía que “Perón tenía simpatías con el nazismo y antipatías con el judaísmo” fue a consecuencia de la propaganda imperialista estadounidense y soviética que no le perdonaron a Argentina la neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial.

El primer vuelo que la aerolínea estatal israelí EL AI hace a la argentina traía una sola pasajera, la ministro de trabajo Golda Meir que quería expresarle el agradecimiento "del pueblo judío" a Evita por todo lo que ella y Juan habían echo por ellos

Históricamente el peronismo tuvo un rasgo integrador hacia las comunidades que llegaron al país en busca de un futuro mejor. El General Perón alentó el sentimiento de pertenencia de los inmigrantes a sus naciones de origen y a la vez que se sintieran ciudadanos argentinos.

La oligarquía cipaya y entreguista acusó falsamente a Perón de ser nazi/fascista, pero la verdad es que los judíos se insertaron en la vida pública argentina de la mano del General, quien además fue de los primeros gobernantes en el mundo en reconocer en 1948 al naciente Estado de Israel. Lo mismo sucedió con la asimilación que tuvieron las comunidades de origen árabe.

En varios discursos, el General Perón invitó a los inmigrantes a sumarse a la vida pública, esto provocó un profundo cambio en la política de inmigración que Argentina había desarrollado desde el siglo XIX hasta el 4/06/1946. Antes de Perón, los inmigrantes eran considerados ciudadanos de segunda que además eran vistos como un “peligro contra la argentinidad” por ser portadores de ideas peligrosas para la Nación. En realidad lo eran para la oligarquía explotadora porque las ideas que los inmigrantes trajeron (comunistas, socialistas y anarquistas) fueron el puntapié inicial de la lucha obrera en Argentina que luego continuó y profundizó el peronismo, convirtiendo las demandas de la clase trabajadora en leyes.

La falacia diseminada por la oligarquía que sostenía que “Perón tenía simpatías con el nazismo y antipatías con el judaísmo” fue a consecuencia de la propaganda imperialista estadounidense y soviética que no le perdonaron a Argentina la neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial. También se basaron en la entrada de criminales de guerra nazis al país, cosa cierta, pero también entraron a Estados Unidos y a la Unión Soviética. Los científicos nazis fueron fundamentales en la carrera espacial de ambas potencias.

 La falacia sobre la simpatía de Perón con el nazismo tapó la verdad: Durante las dos primeras presidencias del General, Argentina tuvo los mejores vínculos diplomáticos con el Estado de Israel en toda su historia.

En ningún momento Perón vio una contradicción entre la condición de argentinos y de judíos.

Como bien dice el prestigioso historiador israelí Raanan Rein, el término “fascista” se usa con mucho simplismo. El hecho de que Perón tuviera la formación de un militar no significa en lo absoluto que haya sido fascista. Fue un mito creado con mala intención por el hecho de haber ido a Italia a adquirir experiencia en alpinismo.

Cuando uno habla de fascismo, hay que pensar en la base social del movimiento. Y la base social del fascismo (las clases acomodadas) era muy distinta de la base social del justicialismo (clases populares).

Los que son históricamente antisemitas, son los oligarcas, que además han sido desde siempre muy refractarios respecto de los inmigrantes no católicos y no europeos. La vida fue muy difícil para los argentinos judíos, árabes o japoneses hasta la llegada del General Perón al gobierno. Perón hizo énfasis en los derechos de grupo y legitimó a los distintos grupos de inmigrantes para que lograran mantener sus identidades y a la par se incorporaran definitivamente al conjunto social argentino.

En ningún momento Perón vio una contradicción entre la condición de argentinos y las diferentes identidades de los que llegaban al país en busca de un futuro mejor, como por ejemplo tanos, gallegos, polacos, yugoslavos, galeses, árabes, judíos, paraguayos, chilenos, uruguayos, peruanos, bolivianos, japoneses o chinos. Al contrario, Perón intentó aprovechar los lazos de los inmigrantes con sus países de origen para conformar la Argentina multicultural de la que hoy gozamos. Una prueba de que Perón no veía contradicciones entre la patria de origen y la adoptiva fue uno de sus discursos en donde dijo: “Un buen judío argentino debe apoyar al Estado de Israel”.

De hecho Amram Blum, referente de la comunidad judeo-siria fue uno de los consejeros del General y se transformó en un nexo entre Perón y la colectividad judía. Esa situación le produjo un un profundo malestar a los sectores antiperonistas, quienes pasaron de acusarlo de antisemitismo a tildarlo de “aliado de los judíos”. Durante el conflicto entre Perón y la Iglesia Católica a finales de 1954, aparecieron “carteles” de los sectores del nacionalismo católico que repudiaban “la influencia del judaísmo sobre el peronismo”.

Respecto de la creación del Estado de Israel, la Argentina se abstuvo en la votación de noviembre de 1947, pero una vez establecido el Estado de Israel, Argentina fue el primer país latinoamericano en establecer una embajada en el naciente Estado.

Perón envió el primer embajador judío en Argentina a Tel Aviv, Pablo Manguel, quien cultivó lazos muy estrechos e importantes para el país recién establecido. La fundación Eva Perón mandó alimentos, frazadas y medicamentos a los campamentos de inmigrantes que recién había llegado a Israel. Fue la mejor época de las relaciones bilaterales entre ambos países y una de las décadas con menos incidentes antisemitas en toda la historia Argentina.

Perón lanzó a la comunidad judía a la esfera pública al dedicarle mucha atención a los intelectuales judíos que apoyaban al peronismo y en especial a la figura de César Tiempo, uno de los intelectuales judíos más importantes de todo el siglo XX en Argentina. Fue el director del suplemento cultural del diario La Prensa, que había sido expropiado por el gobierno peronista, durante los años en que dirigió el suplemento, publicó a más autores judíos que el diario La Nación en 50 años. El peronismo le abrió nuevas oportunidades a los judíos en Argentina y los catapultó a la vida pública Argentina. Ese legado puede verse actualmente con total claridad. 

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