“El endeudamiento sólo es rentable para el capitalismo financiero”
Por Lucas Doldan
para Pagina 12 Supl. Universidad
Publicado el 7 de junio de 2018
El prestigioso economista egipcio, Samir Amin, es reconocido mundialmente no sólo por sus aportes académicos sino también por el trabajo en conjunto con organizaciones sociales. Nacido en El Cairo en 1931, realizó sus estudios de grado en Francia, en donde desarrolló un perfil intelectual fuertemente anclado en la problemática tercermundista, el desarrollo de economías emergentes y la crítica del capitalismo global.
Aunque por razones personales pospuso su visita al país para participar de una serie de conferencias organizadas por la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), tuvimos la oportunidad de dialogar con él acerca de su visión del contexto mundial actual y los desafíos de cara al futuro
Muchos intelectuales, incluyéndolo a usted, han señalado que el capitalismo actual atraviesa un período de crisis. Sin embargo, usted afirma que el hecho de estar en crisis no significa un capitalismo menos hostil. ¿Qué visión tiene al respecto?
-Es preciso saber que la supervivencia del capitalismo es imposible sin crecimiento y no veo posibilidad de otra fase del capitalismo con un crecimiento sostenido. Lo que no significa que el régimen vaya a morir lenta y silenciosamente de muerte natural. Al contrario, el capitalismo senil se vuelve más agresivo con contradicciones internas más grandes. Para los pueblos, la crisis sistémica del capitalismo implica la creciente desigualdad en la distribución de los beneficios y de las riquezas dentro de las sociedades, que se acompaña de un profundo estancamiento, por un lado, y la profundización de la polarización global, por el otro.
Desde su obra La acumulación a escala mundial ha venido sosteniendo que la relación centro-periferia es central en el desarrollo capitalista ¿Cómo se configuran hoy estas relaciones centro-periferia? Y, en particular, ¿cómo opera su concepto “desconexión” en este escenario?
-La mundialización es un fenómeno tan antiguo como la humanidad, sin embargo, en las antiguas sociedades ésta ofrecía oportunidades -para las regiones menos avanzadas- de alcanzar a las demás. Por el contrario, la globalización moderna, asociada al capitalismo, es polarizante por naturaleza, es decir que la lógica de expansión mundial del capitalismo produce en sí misma una desigualdad creciente entre los socios del sistema (…)
La necesidad de desconectarse no está planteada en términos de autarquía, sino como necesidad de abandonar los valores que parecen estar dados naturalmente por el capitalismo, para lograr poner en pie un internacionalismo de los pueblos que luche contra éste. La necesidad de desconexión es el lógico resultado político del carácter desigual del desarrollo del capitalismo, pero también la desconexión es una condición necesaria para cualquier avance de los pueblos, socialista, tanto en el Norte como en el Sur.
En mi libro Por un mundo multipolar, señalé el desafío de la construcción del mundo multipolar para la transición hacia el progreso social y democrático en todo el mundo. Mi amigo André Gunder Frank, que en paz descanse, solía insistir en que todo el poderío unipolar norteamericano se asienta en dos pilares: el dólar y el Pentágono. El segundo cae si el primero se logra minar, fenómeno que hoy parece que estamos presenciando con el creciente peso del Petro-Yuan-Oro en la economía internacional y que trata este libro sobre la Crisis Mundial (…)
Hubo un período en la región, sobre todo con gobiernos progresistas, en el cual el foco estuvo puesto en un reposicionamiento de las economías latinoamericanas como “emergentes”. ¿Cómo ve este proceso en la actualidad?
-La pregunta que surge entonces es: ¿emergente de qué? ¿Emergente de nuevos mercados en este sistema en crisis controlado por los monopolios de la tríada (de los imperialismos tradicionales, de la tríada Estados Unidos, Europa Occidental y Japón) o de las sociedades emergentes? Los nacionalismos imperialistas han estado en el origen de dos guerras mundiales, fuente de estragos sin precedentes. Se entiende que estos nacionalismos sean percibidos como nauseabundos. Hablamos de otra soberanía. Una soberanía popular, en oposición a la soberanía nacionalista burguesa de las clases dominantes.
Argentina se encuentra en estos momentos negociando un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. ¿Qué rol le asigna al endeudamiento externo en este modelo de dependencia centro-periferia?
La búsqueda de una solución capitalista a una crisis capitalista es ilusoria. Por otra parte, no soy de los que denigran a este paréntesis histórico. En términos de endeudamiento, el balance es muy costoso, sobre todo para los que se endeudan, sean individuos, pueblos o Estados, pero es muy rentable solo para el capitalismo financiero. Los desequilibrios internacionales crean una nueva base para hacer negocios rápidos. Los desequilibrios internacionales van a crear una nueva fase caracterizada por el desorden nacional, internacional y por la violencia. Nosotros hemos entrado en esta fase, la fase de un caos cada vez mayor. Las regiones y las clases sociales más vulnerables son las más golpeadas, y con mayor virulencia. Estas responderán a esta situación, pero hemos de saber cuál será la salida de esta crisis.
En Europa, Estados Unidos y otros puntos del centro capitalista, la mundialización hoy aparece ligada a un nuevo auge del autoritarismo. ¿Cómo analiza en este sentido la experiencia de Trump, y el resurgimiento de expresiones de extrema derecha en Europa con expectativas de alcanzar el poder?
Los cambios vinculados a acontecimientos como Brexit y la elección de Trump en modo alguno cuestionan de fondo el poder de la oligarquía y su proyecto de globalización. Detrás del Brexit se dibuja lo que ya deberíamos saber: que el Reino Unido no acepta la Europa alemana, es decir el proyecto de la Unión Europea. Es preciso situar la victoria electoral de D. Trump y el Brexit en el marco más amplio de las manifestaciones de la implosión del sistema. Esta dimensión es sin duda positiva. El discurso de D. Trump se sitúa en críticas a la globalización liberal. Su tono “nacionalista” y la política económica real tienen como objetivo reforzar el control por parte de Washington.
Fuente: pagina12.com.ar