Marcó del Pont defendió las restricciones a la compra de dólares para atesorar: “Fue una decisión de sentido común”

Tomás Lukin
Pagina12


En el inicio de las jornadas del BCRA, su presidenta explicó el daño que causaba a la economía la fuga de capitales y la necesidad de combatir ese proceso. Elogió la reforma a la Carta Orgánica del organismo. “Vamos a seguir haciendo cosas”, anticipó


“Abordar el problema de la fuga de capitales suspendiendo la posibilidad de comprar divisas para atesoramiento era una decisión de sentido común para un gobierno que pretende mejorar la distribución del ingreso”, aseguró la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. Durante la apertura de las Jornadas Monetarias y Bancarias que organiza el BCRA, la funcionaria destacó la relevancia de la reciente reforma de la Carta Orgánica y aseguró que “este gobierno desafía el saber convencional y estamos preparados para que el FMI, las calificadoras de riesgo y los opinólogos nos sigan criticando”. Acompañada por un panel de economistas heterodoxos (ver aparte), la funcionaria advirtió que no seguir la receta neoliberal para el funcionamiento de los bancos centrales generó mayores tensiones inflacionarias que las experimentadas por países vecinos, pero afirmó que el camino elegido por Argentina ofreció mejores resultados en materia de distribución del ingreso, dinamismo del mercado interno y permitió evitar una reprimarización de las exportaciones. Asimismo, advirtió que “lo peor de la crisis todavía no pasó”.
Entre los panelistas no hubo economistas argentinos ni otros funcionarios, pero tampoco los tradicionales representantes del establishment financiero internacional que monopolizaban los eventos pocos años atrás. La convocatoria fue para economistas con visiones alternativas de la economía que abordaron temas irrelevantes para la visión dominante, como la distribución del ingreso, el empleo, el rol de los bancos centrales o la relación entre sistema financiero y los procesos de desarrollo. “Sería fascinante que la teoría económica dominante deje de ser funcional a la valorización y especulación financiera para enfocarse en el desarrollo y la inclusión”, afirmó Marcó del Pont ante un salón que estaba lleno, aunque con muy poca presencia de banqueros y miembros del Gobierno, con la excepción del titular del Banco Nación, Juan Carlos Fábrega, ya que la mayoría se encontraba en la Casa Rosada .
La banquera central consideró que la suspensión de la posibilidad de comprar moneda extranjera para atesorar fue una decisión “de sentido común”, ya que “un gobierno que quiere profundizar la mejora en la distribución del ingreso debe abordar la fuga de capitales doméstica”. Entre 2007 y 2011, la fuga de capitales ascendió a 81 mil millones de dólares, una cifra muy elevada. “Le ponen motes tan chiquititos sin interpretar lo que significó la fuga de capitales para nuestro país”, advirtió en referencia a la denominación de “cepo cambiario” que reciben las distintas medidas aplicadas desde octubre del año pasado. Según precisó la funcionaria, en 2011, el atesoramiento de divisas representó el 4,2 por ciento del PIB: “Eso es excedente que se sustrae del proceso de acumulación”. “La decisión histórica de recuperar el manejo estratégico de YPF para lograr el autoabastecimiento energético y el manejo de la compra de dólares permiten abordar el problema de la restricción externa”, enfatizó.
“No tenemos metas de inflación y eso permite intervenir activamente en el mercado de cambio”, sostuvo Marcó del Pont. El diseño neoliberal de los bancos centrales, ampliamente cuestionado por los prestigiosos académicos durante toda la jornada, exige que persigan como objetivo exclusivo una meta de inflación, y el único instrumento disponible para lograrlo es la tasa de interés. En el caso de Brasil, las altas tasas de interés impulsaron un fuerte ingreso de capitales que condujo a la apreciación del tipo de cambio –caída en la cotización del dólar– presionando a la baja las presiones inflacionarias externas e internas y con consecuencias negativas sobre el mercado de trabajo y el entramado productivo. A diferencia de ese esquema, el Banco Central argentino interviene activamente en el mercado cambiario y persigue objetivos más amplios.
Por eso, Marcó del Pont afirmó que “tuvimos mayores tensiones en los precios internos que otros países que sí apreciaron” y sostuvo que, como resultado de esas presiones inflacionarias, Argentina experimentó una apreciación del tipo de cambio real. No obstante, a diferencia del tradicional lamento empresario por la pérdida de “competitividad”, la funcionaria reclamó salir de esa “visión rutinaria” para mirar “todo el entramado productivo”. “La menor competitividad estuvo acompañada por aumentos de salarios que mejoran el mercado interno”, argumentó.
“Este gobierno desafía el saber convencional. Estamos preparados para que nos sigan criticando y que me califiquen como la peor presidenta de un banco central, que el FMI nos amenace con metáforas y que las calificadoras de riesgo bajen las notas de los bonos y las perspectivas de los bancos”, señaló la funcionaria. “No les gusta que Argentina haga algo diferente”, aseveró.
“Vamos a seguir haciendo más cosas, tenemos facultades que vamos a ejercer”, destacó en referencia a la reforma de la Carta Orgánica. En ese sentido, el investigador James K. Galbraith destacó la “relevancia de que el Banco Central tenga un mandato amplio y flexible” y recordó que el mandato de la Reserva Federal de Estados Unidos incluye los objetivos de “pleno empleo” y “crecimiento balanceado”. Por su parte, el economista marxista Anwar Shaikh celebró la decisión del BCRA de “confrontar la visión económica que limitaba las herramientas de los bancos centrales a la estabilidad de precios”

Lo peor de la crisis aún no pasó

Tomás Lukin
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James K. Galbraith.
“Teníamos un Banco Central que era funcional a otro proyecto, por eso era necesario reformar la Carta Orgánica”, afirmó Marcó del Pont, quien destacó la necesidad de instalar un nuevo discurso que desplace a las fracasadas concepciones ortodoxas. Con esa lógica, las Jornadas Monetarias y Bancarias del BCRA contaron con la presencia de destacados académicos heterodoxos, como el poskeynesiano James K. Galbraith y el marxista Anwar Shaikh quienes analizaron, desde sus visiones, las causas y consecuencias de la crisis internacional.
A diferencia de las lecturas dominantes, que apuntan a elementos como la innovación financiera o la expansión del gasto como factores determinantes de la crisis, Galbraith y Shaikh consideran la inestabilidad como una característica sistémica del capitalismo y rechazaron las recetas tradicionales. “Me gustaría poder transmitir que lo peor de la crisis ya pasó, pero lo cierto es que no, estamos en una situación de enorme incertidumbre y en una profunda crisis social y política”, consideró Marcó del Pont, quien advirtió que “llama la atención que en algunos foros se plantea la crisis como una ‘década perdida’, cuando es un proceso que ya lleva más de cuarenta años”.
“Las crisis no tienen una causa dominante y única”, coincidió Galbraith. Para el economista de la Universidad de Austin, los eufemismos como “innovación financiera”, “burbujas que crecieron y estallan”, “fraude financiero”, “crisis de las finanzas”, “falta de competitividad” o “especulación”, son insuficientes y representan una trampa analítica. “Esta crisis es un evento normal, intrínseca al sistema y la dinámica de la rentabilidad. Un buen resultado sería que la crisis dure sólo diez años, porque podría durar mucho más”, advirtió Shaikh. El profesor enfatizó la relevancia de comprender que “hay patrones cíclicos de crisis” y consideró que la crisis se explica por una caída en la tasa de rentabilidad. Galbraith estimó que en las próximas elecciones “Estados Unidos va a elegir entre dos alternativas: preservar la política actual de estabilización que, si bien no devolvió los niveles de crecimiento y empleo previos, protege de un profundo colapso o ser víctima de la misma visión que predomina en Europa”.