Argentina,Venezuela El Caso Lanata y su contexto

Ernesto Carmona
Correo del Orinoco/ALAI, América Latina en Movimiento



Jorge Lanata era un talentoso periodista progresista cuando a los 20 años fundó el Página 12 (1987) e hizo buen periodismo en TV América y revista Siglo 23. Después emergió el Lanata 2.0: se zambulló en las redes del grupo Clarín/HBO, propietario también de Canal 13, donde hace "Periodismo para Todos" (PPT).
 
En 2008 convenció a periodistas muy capaces de Buenos Aires para que abandonaran sus "laburos" y se fueran a trabajar con él a Crítica, su nuevo diario, que dijo sería el Guardian porteño, pero al poco andar no pagaba a tiempo, terminó vendiéndolo y abandonó a los colegas que llevó engañados con el cuento del Guardian. Dos años duró el diario. Ésa es movida típica del periodista-chanta-empresario.
 
Ahora fue a Caracas "a ganar" la elección para Canal 13. Llevó "movileros" (periodistas bisoños que por poca plata reportean, entrevistan y despachan desde móviles vía micro onda) previamente instruidos para que "cubrieran" desórdenes, sangre y hasta muertos durante la noche del recuento, pero le salió "un domingo 7" porque ganó Chávez. Como lo muestra el video, escuchó las cifras desencajado y el programa terminó antes de tiempo:
 
Ahora, "ique" le quitaron el material y desparrama contra los acompañantes que lo desmienten. De Gabriela Cerruti (hoy diputada de Nuevo Encuentro), dijo que era hija de un simple chofer. A su ex colaborador Reynaldo Sietecase, por dudar de lo que contó, simplemente le dijo "sos un tipo de mierda". Y así, suma y sigue. Es una vedette herida en el ego y enojada, quizás demasiado gorda.
 
El subsecretario general de la presidencia argentina, Gustavo López, dio en el clavo. Dijo que "el caso Lanata" le sonaba más "a vedettismo personal o a fabricar una noticia" que a otra cosa. "Fue el único de lo más de 5 mil periodistas de diversas ideologías que cubrieron las elecciones". El embajador argentino en Venezuela, Carlos Cheppi, negó que el gobierno de Chávez haya borrado el material periodístico del equipo de PPT. Mucho ruido, pocas nueces.
 
Stella Calloni, corresponsal en Argentina de La Jornada de México, me dijo anteanoche desde Buenos Aires: "No. Lanata no es chanta: es un traidor hace rato. Mucho dinero en bolsa lo fue destruyendo, habló contra los derechos humanos. Dijo, por ejemplo, que estaba harto de tanto pasado, etc., etc. Se refería a las Madres. La persecución contra Cristina Kirchner viene desde hace tiempo en (editorial) Perfil. Un viajecito a Miami terminó de conformar su nueva personalidad. Aquí hay muchos que hicieron su cambio y hay una izquierda, supuesta izquierda, cuyo único enemigo es el gobierno. Mañana (miércoles) marcha una CTA (Central de Trabajadores Argentinos), que  está dividida en dos, que criticaba violentamente a Moyano –Hugo, "trabajador"-empresario de transporte que controla la Confederación General del Trabajo, CGT–), ex aliado de Cristina y que mañana marcha con él contra el gobierno, en medio de un escenario golpista donde los gendarmes y prefectos y otros sectores como suboficiales de la marina y del ejército están insubordinados y en la calle. ¿Qué decirte? Lanata no es un chanta, es un canalla. Fue a Venezuela pagado por esas Fundaciones..."
 
 Tan claro como el agua (limpia): Lanata, Moyano & Cia están insertos con todo en un plan desesbabilizador de Cristina Fernández.
 
Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno

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Lanata y los nuevos

Marta Platia

Lanata bochornoso. Está rifando el poco prestigio que le quedaba como periodista. Se fue para “ganar” las elecciones venezolanas con los macromedios y las perdió. Afirmó varias veces --pasadas las nueve y media de allá-- que había “casi un empate técnico” entre los candidatos: “Pero hay una legislación local que me impide dar la boca de urna aunque las diferencias son mínimas”.

Su movilero, que era aún peor que él -lo cual ya es mucho- reportó que en la noche de Caracas “había tiroteos y hasta muertos” y que la policía estaba tratando de contenerlos en algunos barrios de la ciudad. Después de conocida la victoria de Hugo Chávez por el 54%, y luego de que Lanata mostró con su semblante destruido por la derrota; el cronista se dio vuelta en el aire como una tortilla y dijo que “los muertos fueron por ajustes de cuentas”. Ahí quedó claro que todo era una mentira. El andamiaje se les cayó. Lanata prometió, inclinado sobre su escritorio, volver con más datos pero su programa terminó diez minutos antes de lo previsto.
 
Da la impresión de que estos tipos están tan enfermos de soberbia y de su propio microclima mediático, que hasta llegan a creerse sus propias mentiras en el tren de mentirnos.
 
Periodísticamente, lo inadmisible es que si sólo hubiesen escuchado con atención al propio Henrique Capriles durante la conferencia que dio luego de emitir su voto, se hubiesen evitado tanto papelón. El candidato de la derecha había adelantado tácitamente que ganar no estaba en su horizonte. Cualquier periodista medianamente avezado pudo deducirlo de sus palabras. Dijo, entre otras cosas, que sería "el primero en llamar al presidente” luego de que se conocieran los resultados. Como nadie lo interrogó sobre a quién llamaría si ganaba él mismo, el tipo siguió sin notar (o sí) su propia boutade (broma).
 
Dijo que en los próximos días pensaba descansar “de tanto trajín por la campaña” cosa que, se sabe, ningún ganador de semejante elección haría; y tampoco supo explicar cuál sería su estrategia de “reconciliación” con los chavistas. Con menos luces que Macri, si eso es posible, Capriles parecía con la mallita en la mano y un pie en el avión hacia Miami. Estaba entregado. No era alguien que se imaginara triunfador. Pero todo eso se les pasó por alto a Lanata y a los suyos. También, parece, a la Bullrich (Patricia, diputada de Unión por Todos), que hasta cometió la torpeza de violar la veda electoral y dar por ganador a Capriles “con el 50 por ciento de los votos” antes de que se conocieran los resultados oficiales… Eduardo Amadeo, mientras tanto, se estrenaba como corresponsal del dúo Grondona-Rossi desde el bunker de Capriles y cronicaba eufórico “aromas de cambio”.
 
Tal parece que la derecha oligarca argentina viaja con la idea fija de ganar con palabras, con cámaras de televisión y políticos de cuarta las elecciones de un país latinoamericano. Al fin y al cabo para ellos, no es más que otro país bananero, mayoritariamente mulato, gobernado por un “dictador que pretende eternizarse en el poder”; mientras que acá somos tan blanquitos, tan superiores, tan europeos, tan gente como uno... Pero ya se sabe, che: estos negros de mierda no aprenden, no hay caso. Les lavan la cabeza en masa. 54 por ciento allá y 54 por ciento acá. Too much!
 
Marta Platia, periodista argentina.