Winston Churchill. Diseñando la Tercera Guerra Mundial

Por Eduardo González Calleja
para ABC (España)
Publicado el 11 de noviembre de 2016

En 1945, Winston Churchill, preocupado por el expansionismo soviético, ordenó trazar planes para atacar la URSS. La Operación «Impensable» nunca pasó del plano teórico, pero sembró las bases de la Guerra Fría.

El historiador militar Jonathan Walter (1), especialista en la resistencia polaca durante la Segunda Guerra Mundial exhuma unos curiosos documentos sobre un ataque preventivo a la URSS y los pone acertadamente en el contexto de los temores de Churchill a una consolidación del dominio soviético en Europa Central y Oriental mientras Gran Bretaña y Francia estaban económicamente exhaustas y los Estados Unidos miraban hacia el Pacífico. Su anticomunismo visceral databa de la primera posguerra mundial, y como en aquella ocasión, el «premier» británico pensó que el avance soviético se debía detener en Polonia, la primera y principal manzana de la discordia entre los aliados, ya que estuvo en el punto de mira de los soviéticos desde la invasión de septiembre de 1939, la masacre de Katyn(2) y destrucción de Varsovia. Estos fueron los motivos para que Churchill ordenara en abril de 1945 al Comité de Jefes de Estado Mayor un plan de contingencia para atacar a la URSS con fuerzas británicas, norteamericanas e incluso alemanas dos meses después de la rendición del Reich, invadiendo Polonia y parte del territorio soviético.

El Comité de Pacificación Conjunta, que trabajó en abril-mayo, planteó dos escenarios: una guerra de «éxito rápido» que se iniciaría con una ofensiva revista para el 1 de julio. Se preveía una gran batalla de tanques al este de la línea Oder-Neisse, y el objetivo último era alcanzar en el otoño una línea avanzada desde Danzig a Breslau que obligara a Stalin a abandonar sus planes expansivos en Europa del Este. Para consegur ese objetivo se contaba con una superioridad absoluta en el mar, pero no en el aire, por dificultades logísticas para los bombarderos estratégicos y de dispersión de los objetivos a atacar. Según los planificadores británicos, el talón de Aquiles soviético era su dependencia de Occidente en combustible para aviación y otros materiales estratégicos como el caucho, el aluminio, el cobre o las aleaciones de hierro. A ello habría que añadir la virtual carencia de bombarderos estratégicos y la reciente purga de los mandos de la Fuerza Aérea Roja. Aunque los aliados tenían una capacidad industrial que sextuplicaba la de la URSS, se calculaba que los 400.000 soldados americanos que permanecerían en Europa en 1946 tendrían que vérselas con siete millones de soldados rusos. La desventaja occidental era de 2 a 1 en tanques, de 4 a 1 en infantería y de 20 a 34 en divisiones acorazadas, ya que se calculaba que habría que dejar 10 divisiones de infantería y una acorazada de guarnición en Alemania. El gran dilema era precisamente el uso de tropas germanas, nada populares tras los recientes combates en el Oeste y el descubrimiento de los campos de exterminio nazis en abril de 1945. Además de contrarrestar la previsible actuación en la retaguardia, de Francia a Polonia, de los militantes comunistas, el plan se basaba en una improbable implicación norteamericana en la aventura y en convencer a la opinión pública británica, hastiada de la guerra y sometida desde 1941 a la propaganda favorable al «tío Jo» (Stalin), que aceptase un ataque contra un país aún aliado. Por ende, el Foreign Office vaticinaba una actitud benigna de la URSS al menos por diez años.

¿Una nueva «Grande Armée»?

En caso de que la inmensa batalla de carros prevista en Polonia no fuera concluyente, se pasaba al segundo supuesto, «verdaderamente impensable» de una guerra que se prolongara más allá del invierno de 1945-1946: la auténtica guerra total, en la que se invadiría la URSS y se trataría de desencadenar una contrarrevolución en el país como en 1918-1920, tras conquistar algunas grandes ciudades y derrotar al Ejército Rojo en grandes batallas. ¿Una nueva «Operación Barbarroja»(3) o un desastre como el de la «Grande Armée»(4) en 1812? Se contemplaban dificultades añadidas, como la posibilidad de que los soviéticos abrieran frentes secundarios en Escandinavia, Grecia o Turquía, y no hubiera tiempo material para acabar con el Reich y emprender una nueva guerra en un plazo de días, quizás horas. Los planificadores entregaron el diseño de la operación Unthinkable a los jefes de Estado Mayor Conjunto el 24 de mayo, pero su propio presidente, el mariscal Sir Alan Brooke (5), reconoció que «la idea es, por supuesto, absurda, y las posibilidades de éxito bastante remotas». La resolución fue comunicada al «premier», que a la altura del 9 de junio ya no pensaba en un ataque, sino en mejorar las defensas de Gran Bretaña, especulando sobre las modalidades de una invasión soviética que, por ejemplo, obligaría a controlar un frente costero en Francia y Países Bajos para evitar el despliegue de cohetes teledirigidos.

Los jefes militares norteamericanos (que nunca fueron informados de «Impensable») censuraron el irracional temor británico a la amenaza bolchevique, que podría empujarles a una guerra no deseada contra los soviéticos, con quienes compartían la visión antiimperialista del mundo futuro. Si embargo, la línea dura abierta por el nuevo presidente Harry Truman agudizó la inseguridad soviética y acrecentó las posibilidades de una guerra, en plena carrera por consolidar áreas de influencia en Austria o la Venecia Julia.

Muy bien documentado

La derrota de Churchill de las elecciones en julio (a pesar del anticomunismo visceral de los laboristas Atlee y Bevin), al tiempo que Estados Unidos daba prioridad a la derrota de Japón, anularon las escasas posibilidades de aplicar el plan «Impensable». Stalin comenzó a recibir información sobre las aviesas intenciones británicas tras la caída de Japón, pero la URSS no comenzó a diseñar sus propios planes de ataque hasta 1951. Al trabajo, muy bien documentado, sólo cabe objetar algunos errores terminológicos y geopolíticos (véanse páginas 37, 85 y 95), la casi total ausencia de explicaciones sobre la actitud de los líderes soviéticos y una cierta sobrevaloración de la fuerza militar y capacidad económica de la URSS en aquellos meses cruciales.

Desde el otoño de 1945, los norteamericanos tomaron el relevo en su papel de «halcones», con la planificación por el Comité de Planificación Conjunta de la Operación «Pincher» contra la URSS (2 de marzo de 1946): una guerra prevista para 1946-1949 cuyo detonante ya no sería Polonia, sino Oriente Próximo. Sin embargo, la inminente aparición de la estrategia de disuasión nuclear hizo caducar buena parte de estos planteamientos de guerra convencional.

¿Fue «Impensable» una más de esa «avalancha de ideas que se le arremolinan en la cabeza» a Churchill, según el testimonio de su médico? Lo cierto es que el primer ministro ya mencionó el «Telón de Acero» el 12 de mayo de 1945 en un telegrama a Roosevelt, mucho antes de su famoso discurso de Fulton de 5 de marzo de 1946. Quizás el plan «Impensable» fuera descabellado, pero los miedos de Churchill se convirtieron en la base del pensamiento y la doctrina de la Guerra Fría.

Nota:

(1)Jonathan Walker. «Operación “Impensable” (1945). Los planes secretos para una tercera guerra mundial». Trad. de Efrén del Valle. Barcelona. Crítica, 2015. 261 págs. 

(2)La masacre de Katyn —en polaco: «zbrodnia katyńska», ruso: «Катынский расстрел»; lit. Wikipedia

(3)La Operación Barbarroja, emprendida el 22 de junio de 1941, fue el nombre en clave dado por Adolf Hitler al plan de invasión de la Unión Soviética por parte de las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Wikipedia

(4)La Operación Barbarroja, emprendida el 22 de junio de 1941, fue el nombre en clave dado por Adolf Hitler al plan de invasión de la Unión Soviética por parte de las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Wikipedia

(5)Alan Francis Brooke, primer vizconde Alanbrooke, fue un militar británico, jefe del Estado Mayor durante la Segunda Guerra Mundial ascendido a mariscal de campo en 1944. Wikipedia

Fuente: abc.es