El 12 de febrero de 1999 , dejaba puerto Belgrano el último portaviones argentino

Por Adrián Luciani 
publicado el 17 de febrero de 2019

   Sin acto oficial, sin banda de música ni formación de honor, el 12 de febrero de 1999 el portaviones "ARA 25 de Mayo" era sacado de la Base Naval de Puerto Belgrano por la puerta de atrás, casi en secreto.


   De nada habían servido sus cerca de 20 años como nave insignia de la flota y su condición de máximo sistema de armas de la Nación.

   "Por el significado de su destino ominoso, será que casi no hubo marinos observando cómo lo arrastraban hacia una suerte no buscada" escribió nuestro compañero Mario Gabrielli al describir aquella triste imagen.

   El "25 de Mayo" había sido vendido como chatarra por apenas 300 mil pesos (300 mil dólares de aquellos años).

   Su traslado estuvo a cargo del remolcador de mar "Suhaili", buque de bandera panameña con tripulación filipina y la travesía demandó dos meses de navegación a una velocidad de seis nudos (11 kilómetros por hora).

   Al momento de abandonar la dársena de puerto Belgrano el interior del buque estaba prácticamente vacío y muchos recuerdos quedaron en el Museo de la Aviación Naval de la Base Aeronaval Comandante Espora, donde se reprodujo con asfalto su cubierta de vuelo.

   La venta del portaviones como chatarra se produjo el 24 de agosto de 1998.

   La empresa Argocean S.A. lo adquirió a la orden de Metallic Mangement Ltda., por un valor de 321.000 pesos. Sin embargo, su final había comenzado unos 10 años antes.

   Sobre fines de 1998 el buque iba a ser sometido a un importante proceso de modernización que incluía el recambio de sus motores y sistemas electrónicos.

   Sin embargo, la megacrisis económica de 1989 hizo cambiar los planes y la actualización fue abandonada, al mismo tiempo que el buque no volvió a navegar y muchas de sus piezas comenzaron a ser canibalizadas o vendidas a la Marina de Brasil que las empleó en el portaviones "Minhas Gerais", de la misma clase del "25 de Mayo".

   El 5 de marzo de 1997, por disposición del presidente  Carlos Saúl Menem, se lo radió de servicio para su venta, proceso que se concretó en 1999.

   Pese a algunas informaciones que cada tanto vuelven a circular en las redes sociales, esta historia oficial es la verdadera.

   El "25 de Mayo" fue desguazado en el Puerto de Alang (India). De ningún modo terminó siendo recuperado y convertido en un nuevo portaviones para esa marina asiática como algunos sugirieron.

Segundo portaviones

   El navío fue el segundo y muy posiblemente el último portaviones de la marina de guerra argentina.

   El primero fue el "Independencia", otro veterano de la Segunda Guerra Mundial que fue incorporado el 4 de noviembre de 1958 pero que tuvo una corta vida en la Armada.



   En 1969, pasó a reserva y en 1971 fue desguazado en Rosario. Sería reemplazado ese mismo año por el "25 de Mayo". Originalmente el "Venerable" de bandera inglesa y luego "Karel Doorman", de pabellón holandés.

   También era un portaviones ligero de la clase Colossus construido durante la Segunda Guerra Mundial pero modernizado.

    En sus bodegas, podía alojar entre seis y ocho Super Etendard, cuatro Tracker, de reconocimiento, y cinco helicópteros Sea King. Su dotación era de 1.200 hombres.

   Si bien su historia es conocida, merecen destacarse dos hechos principales.

   A fines de 1978 el Conflicto del Beagle pareció desembocar en un enfrentamiento armado entre Argentina y Chile y el portaviones fue enviado a la zona encabezando una importante flota de buques de superficie y submarinos.

   En 1982 durante la Guerra de Malvinas el buque tuvo una participación activa, cubriendo con sus medios las operaciones del desembarco del 2 de abril. 

   A fines de ese mes y comienzos de mayo con apenas 8 cazabombarderos A-4Q Skyhawk y escoltado por sòlo los dos destructores estuvo a punto de atacar a la flota inglesa pero distintas cuestiones, incluso la climática, se lo impidieron. 

   Se mencionó en varias oportunidades que estuvo en la mira del submarino inglés "Splendid" y debió replegarse a aguas más próximas a la costa donde la escasa profundidad alejaba la posibilidad de un ataque submarino.