¿Perón era nazi-fascista

Por Alfredo Mason
para Revista El Escarmiento
el 2 de octubre de 2008

Cada tanto se vuelve sobre los viejos infundios contra Juan D. Perón y el peronismo, entre otras cosas se lo acusa de «nazi-fascista», pero también en una época se lo acusó de  «comunista», lo cual no es contradictorio; lo que sucede es que con esos términos, según la moda imperante en el momento, solo se quiere denostar políticamente[1], identificándolo a él y su movimiento con una suerte de anti-tipo autoritario[2] y así lo expresa el propio Perón[3].

La caracterización del peronismo como «nazi-fascista» nace como argumento de crítica política junto con ese movimiento. En 1945 aparece en el mes de marzo una declaración de autoexiliados en Montevideo titulada Los demócratas argentinos mediante la cual se reclama la solidaridad del continente, y se solicita a los medios de comunicación e intelectuales que promuevan el restablecimiento de la vigencia de la Constitución y del régimen democrático en Argentina, pues ésta se encuentra tiranizada por un grupo de militares nazis. A dicha declaración la firman, entre otros, Nicolás Repetto (socialista), Julio Noble (demócrata progresista), quien a los pocos meses fundara Clarín, José Aguirre Cámara (demócrata conservador), Agustín Rodríguez Araya (radical) y Rodolfo Ghioldi (comunista), contando con el apoyo del ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay y director del diario El País de Montevideo, Eduardo Rodríguez Larreta[4].

En sintonía con el discurso del embajador estadounidense Braden, la Secretaría de Estado propicia la edición del llamado Libro Azul, que busca mostrar a Perón como un agente nazi[5], pero los hechos a los que se hace referencia son anteriores a la revolución de 1943[6]. El mismo fue repartido en toda América Latina por medio de las embajadas estadounidenses, pero los gobiernos de Brasil, Chile, México y Ecuador lo rechazaron. En una minuta desde la embajada británica en Uruguay, J. V. Perowne transmite su opinión al respecto, sosteniendo que a pesar de los criminales flirteos de varios argentinos prominentes con los alemanes, nunca se pusieron obstáculos en el fluir hacia Europa de productos argentinos esenciales para el esfuerzo de guerra; que ningún acto de sabotaje contra los frigoríficos o contra el puerto fue perpetrado jamás; y que no hay ninguna prueba decisiva que demuestre que información enviada por agentes alemanes desde Argentina haya conducido al hundimiento de un solo buque aliado[7].

La respuesta de Perón fue la publicación del Libro Azul y Blanco en cuyas primeras líneas se aclara el desfasaje de época, señalando que los hechos que el libro refiere  corresponden a los años en que gobernaba el país el doctor Castillo, último representante de la oligarquía fraudulenta […] que, en resumen, dichas denuncias solo probarían que algunos allegados al doctor Castillo tenían simpatías por el Eje y que el Gobierno argentino, antes de romper relaciones con Alemania, mantenía con ella, como es obvio, relaciones amistosas y de comercio, tan legítimas como las que mantuvieron los Estados Unidos con el Japón hasta el ataque de Pearl Harbor[8].

Como parte de la campaña de prensa contra Perón organizada por el embajador estadounidense Spruille Braden, el 1 de junio de 1945 comienza su labor el periodista Arnaldo Cortesi [9], como corresponsal del New York Times, escribiendo lo que el diplomático no puede decir por sus funciones, gestión de la cual el embajador británico informará el 27 de junio al Foreign Office, sosteniendo que entre los corresponsales extranjeros se comentaba que Braden presionaba a Cortesi para mandar informes distorsionados y exagerados[10]. A pesar de ello, su «corrección política» le permitió obtener una distinción por ese trabajo de parte de quienes otorgan el Premio Pullitzer (New York Times, 7.5.1946; La Nación 25.9.2011). A su vez, éstos artículo del New York Times son utilizado como «fuente primaria» por Arthur P. Whitaker (Blue Book Blues en Current History, Philadelphia (1946)10 p.289-297) y aparecen como el «aparato crítico» de Harold F. Peterson ((1985) La Argentina y los Estados Unidos Buenos Aires. Hyspamérica. T.: II p.183), transformándose de diatriba política en el sustento académico de quienes fundan la visión del «nazi-peronismo» que repite la Secretaría de Estado y el mundo académico estadounidense por años.

Por su parte, el Comisario de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, V. M. Molotov, el 1 de mayo de 1945, en la Conferencia de San Francisco, convocada para crear la Organización de las Naciones Unidas, sostendrá que la delegación soviética considera que la cuestión de invitar a Argentina a esta Conferencia es de primera importancia. […] La cuestión nunca ha sido discutida previamente por los representantes de los cuatro poderes patrocinadores [EEUU, URSS, Gran Bretaña y Francia]. Cualquiera sabe que en esta guerra contra nuestro enemigo común, la Argentina ha tenido un lugar especial, también es bien sabido que durante estos últimos años de la guerra, ni la política exterior ni las políticas internas del régimen de la Argentina han recibido siempre la aprobación de las Naciones Unidas. Ustedes sabrán lo que quiero decir cuando cito de una declaración hecha por el ex secretario de Estado, el Sr. Hull, y publicado el 8 de septiembre de 1944: «Argentina es la sede para el movimiento fascista en este hemisferio y una fuente potencial de infección para el resto de las Américas». Permítaseme citar otra declaración autorizada hecha por el presidente Roosevelt el 29 de septiembre de 1944: «He estado siguiendo de cerca y con creciente preocupación el desarrollo de la situación argentina en los últimos meses. Esta situación presenta la extraordinaria paradoja del crecimiento de la influencia nazi-fascista y la creciente aplicación de métodos nazi-fascistas en un país de este hemisferio, en el momento en que las fuerzas de la opresión y la agresión están cada vez más cerca de la derrota final y el juicio en Europa y en otras partes del mundo». Considero ambas declaraciones autorizadas y fiables. […] Imagínense lo que ocurriría si actuáramos temerariamente e invitamos a la Argentina a esta Conferencia, que en la actual guerra ha venido ayudando a los fascistas, que son nuestros enemigos, y no invitamos a Polonia, que es un aliado. […] En cualquier caso, no podemos rechazar dar un asiento en esta Conferencia a los representantes del pueblo polaco, nuestro aliado heroico, mientras concedemos uno a representantes de Argentina. Se puede argumentar que la Argentina ha pecado, pero que sus pecados pueden ser olvidados. Esto puede ser cierto, tal vez realmente debemos olvidar los pecados de la Argentina. […] Por eso pensamos que es correcto que la cuestión de la Argentina debe resolverse de manera exactamente igual que lo han sido otros, pero sin prisa. La delegación soviética sugiere que la cuestión de invitar a Argentina a esta Conferencia se posponga por unos días para su ulterior estudio. Esta es la única petición formulada por la delegación soviética[11]

En un artículo publicado en el diario El Antinazi, Enrique Dickmann (socialista), sostendrá que Perón ha resucitado a la plebe contra la sociedad civil y civilizada. «Alpargatas sí, libros no» y «sea patriota, mate un estudiante», grita el peronista. Es el grito de la barbarie contra la civilización resucitado por el totalitarismo nazi-fascista  (Antinazi, 1.11.1945). En ese mismo sentido, el periodista, Bernardo Ravinovich –por entonces Jefe de Redacción de la agencia United Press- relata que el 4 de junio con motivo del primer aniversario de la revolución se inauguró una exposición en las playas2subterráneas de la avenida 9 de Julio. Conducía a su acceso una calle de banderas colocadas verticalmente [como para las fiestas patrias se hace aun en la avenida de Mayo] un diplomático uruguayo que había estado en la Alemania de Hitler, tan pronto nos acercamos expresó espontáneamente: ¡Igual que en Nüremberg! […] inmigrantes italianos dirían después: igual que en Roma cuando hablaba Mussolini [12].

Respecto de las relaciones entre los fascismos y el Justicialismo, autores supuestamente serios como Joseph Page intentan replantear como verdaderos los viejos infundios que Silvano Santander escribió en un panfleto denominado Técnica de una traición: Juan D. Perón y Eva Duarte agentes del nazismo en la Argentina (Buenos Aires, Antygua, 1955), donde reunía supuestas pruebas de ello. El prólogo para la edición argentina de dicho libro (la primera edición se editó en Uruguay) y como una auténtica operación manipuladora, la firma el autor como si se hubiera encontrado a bordo del crucero 9 de julio durante el golpe de estado de 1955, cosa que no es real.

Como una verdadera metáfora de la convivencia imperialista, Vittorio Codovila, secretario general del partido Comunista argentino, lo presenta a Silvano Santander al lobista y embajador estadounidense Spruille Braden, quedando como colaborador suyo. Es en ese marco que escribe su libro, que al poco tiempo de aparecer,  vio destruidos sus argumentos y denunciados como falsos los documentos presentados, por la Comisión Investigadora de Actividades Antinacionales del Uruguay; al igual que posteriormente por el Tribunal Superior de Honor del Ejército Argentino, mediante su fallo de 1956, que se publicó como Destrucción de una infamia, a cargo del Tte. Gral. Carlos von der Becke (Buenos Aires, ed. del autor, 1956), finalmente, retoma la cuestión, en el mismo sentido que éste último, Enrique Díaz Araujo (La conspiración del ’43, Buenos Aires, La Bastilla, 1971: 97-109).

Desde un punto de vista académico el tema fue tratado por investigadores  de los más diversos orígenes y posiciones, como lo son George Mosse, Renzo de Felice, Raanan Rein y Ronald Newton[13] coincidiendo en lo absurdo de identificar al Peronismo con el Fascismo o el Nacional-Socialismo[14]. El investigador canadiense Ronald Newton afirma en forma categórica que esta tesis era un fraude.  Sin embargo, es quizás, lo que muchos estadounidenses y europeos «conocen» de Argentina durante la Segunda Guerra Mundial[15].  La opinión del servicio diplomático británico era tanto o más rotunda cuanto que hablaba de ese burdo disparate de  alemanes avanzando sobre la seguridad hemisférica[16]. Esta herramienta conspirativa basada en maniobras de «guerra psicológica» que identificaban al enemigo de los Estados Unidos con el «mal absoluto», fue posteriormente utilizada en el ámbito latinoamericano en los derrocamientos de los presidentes Jacobo Arbenz de Guatemala, Joâo Goulard de Brasil y Salvador Allende de Chile, como así también en las agresiones a Santo Domingo, Grenada, Panamá y Nicaragua.

En distintos lugares, Perón se ha referido a esos calificativos e incluso llegó a publicar un artículo titulado ¿Porqué el gobierno argentino no es fascista? en el diario La Nación el 29  de diciembre de 1944[17] en donde sostiene que tal ideario político (el fascista) comporta necesariamente el propósito de crear un estado absoluto frente al cual el individuo sería relativo. El gobierno argentino, por el contrario, tiene fe en las instituciones democráticas del país; en contraposición a ello afirma poco después que en su concepción el todo es la Nación y el estado es, dentro de ella, una sola de sus partes[18].

También llega por  transmisión oral una  conversación que tuviera Perón con el entonces teniente de corbeta Aldo Pettigiani, el 16 de octubre de 1945, donde el primero se explayara sobre lo visto en Italia sosteniendo que allí el partido se había hecho cargo como mediador entre el ciudadano y el estado de todo.  Ayuda social, medicamentos, la diversión, los viajes, etc. En realidad se dependía del partido demasiado […] en fin, mi opinión es que el sistema fascista actuó como un equilibrio entre el comunismo estatizante y el salvaje capitalismo…Y falló […] Lo que he podido ver en el fascismo también mostró sus fisuras.  En lo cultural andaba bien, rescataron sus tradiciones ancestrales; pero en lo económico se veían baches que la guerra profundizó.  Es cierto, había una propaganda que resultaba asfixiante para quien llegara por vez primera. En Alemania debió ser mucho peor […] pero en algo hay que concordar…fue, quizás una tercera posición, por lo menos en los términos históricos patearon el tablero internacional.  En lo social destacaron. Inglaterra y los Estados Unidos no iban a permitir nunca un predominio de Italia y Alemania en esta década, más allá de los delirios de raza de Hitler[19].

En los libros de Uki Goñi, Perón y los alemanes (Buenos Aires, Sudamericana, 1998) y La auténtica Odessa (Barcelona, Paidós, 2002) como también en Los científicos nazis en la Argentina (Buenos Aires, Edhasa, 2008) de Carlos Di Nápoli[20], sostienen los autores que el gobierno de Perón facilitó de varias maneras, pero sobre todo enviando agentes a Europa, el traslado a la Argentina de nazis. El principal encargado habría sido un ex capitán de las SS (Sturmbannführer),  Carlos Fuldner, argentino de nacimiento cuya familia había vuelto a Alemania en la década del treinta. Éste, después de la guerra, se refugia en Madrid  y habría organizado la primera red de escape a la Argentina. Una verdadera novela, pues en primer lugar, los nazis declarados que venían a la Argentina –porque muchos otros fueron a los Estados Unidos- lo hacían con pasaportes de la Cruz Roja otorgados en Italia y muy pocos provienen de España.

Frente a ello puede mostrarse un sin número de hechos que manifiestan precisamente lo contrario. La reapertura de la inmigración europea de postguerra realizada por Perón en 1946, puso fin a una larga interrupción en la política de puertas abiertas a la inmigración que fuera drástica llevada adelante desde 1930, arrojando un saldo neto de 463.456 personas ingresadas vía ultramar (las cuales viajaban en 2a. y 3a. clase) entre 1947 y 1951, relacionado con ello es significativo  el testimonio de  Rubén Ezra Beraja  -ex-presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA)- quien afirma que  debemos reconocer que el general Juan Domingo Perón en todo momento mantuvo una muy buena relación con la  comunidad judía  y no se lo puede acusar de anti-semita […] Argentina fue la segunda Nación latinoamericana -la primera fue Uruguay- que reconoció el estado de Israel[21].

A su vez, durante el gobierno peronista, por primera vez en la historia argentina se conceden días libres a los soldados conscriptos de confesión judía para que puedan celebrar sus fechas religiosas. En el año 1947, se instituye la primera Feria del Libro Judío y durante muchos años era posible encontrar en algún kibutz de Israel frazadas con el sello de la Fundación Eva Perón, enviadas en 1948, cuando Argentina reconoció la soberanía del Estado israelí. En 1951, Golda Meir visita Buenos Aires abrazándose con Eva Perón, en agradecimiento por la labor realizada en favor de su país.

Perón catapultó a los judíos a la vida política argentina[22] y así, personas de confesión religiosa judía ocuparon lugares de importancia tanto en el Gobierno como el Movimiento Peronista, tal el caso de Miguel Ángel Borlenghi, ministro del Interior; Abraham Karislavin sub-secretario del Ministerio del Interior;  León Rabovitch juez; Pablo Mangel será el primer embajador argentino en Israel; el rabino Amran Blum es designado catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), y asesor presidencial en temas religiosos; la Constitución de 1949, incluyó la libertad religiosa (artículo 26) y una condena a la discriminación racial y/o religiosa (artículo 28).

En ese mismo año, Eva Perón pronunció un discurso en el que afirmaba que quienes propiciaban el antisemitismo en la Argentina eran los nefastos representantes de la oligarquía. El jefe de prensa del gobierno peronista, Raúl Apold, era de confesión judía; en el diario La Prensa del período cegetista (1952-1955) colaboran intelectuales de origen judío como César Tiempo, Eduardo Koremblit, León Benarós y Julia Prilutzky Farny que carecían de militancia política. Y algo aún más anecdótico: el relator deportivo Luis Elías Sojit, amigo personal de Perón y Evita, que populariza la frase: hoy es un día peronista, también era judío. Rein sostiene que Perón era demasiado perspicaz para caer en el antisemitismo (La Nación, 22.02.2006). También descollaron tiempo después, dirigentes como los compañeros Carlos Vladimiro Corach o Simón Sumovich, Jorge Matzkin o Dirk Henry Kloosterman[23].

Los detractores del peronismo suelen sostener que Perón quería traer a Argentina a científicos y técnicos alemanes y con ellos una gran cantidad de criminales de guerra como Adolf Eichmann y Josef Mengele, de esto último no hay ningún elemento real para poder sostenerlo. Lo real es que Werner Heisenberg y Carl Schmitt deseaban migrar a nuestro país y Martín Heidegger quiso venir al I Congreso Nacional de Filosofía de 1949, pero en todos los casos las autoridades estadounidenses e inglesas negaron los permisos de ausentarse de Alemania.

Respecto de los científicos que sí llegaran a Argentina, tuvieron una destacada actuación  en el desarrollo de la industria aeronáutica, construyendo el Pulqui I y II, aviones a reacción de tecnología nacional dirigidos por el ingeniero alemán Kurt Tank, al igual que locomotoras que se producían en Córdoba. Junto con ellos llegaron los mejores pilotos de la Luftwaffe: Adolf Galland y Hans-Ulrich Rudel y fueron asesores de la Fuerza Aérea en la instrucción de defensa y combate, volviendo a Alemania en 1955. A ello se le suma el intento de desarrollar energía atómica a partir de la fusión nuclear que iniciara en la isla Huemul, el austríaco Ronald Richter y que culminará con la inauguración del primer reactor totalmente nacional en 1955[24].

También se afirma que Perón tenía una simpatía natural (¿?) por el nazismo, el fascismo y los oficiales del Ejército alemán, fundado en el hecho que éste dijo que consideraba que los juicios de Nüremberg eran una infamia, permitiendo que hubiera una suerte de «migración masiva de nazis». Intentando un planteo académico –de hecho era su tesis de doctorado- Holger Meding no hace sino reproducir algunas de las mentiras de Santander, por ejemplo cuando afirma que sentía desde siempre una predilección por todo lo alemán[25] o que mantuvo contactos estrechos con círculos cercanos a la embajada alemana y contó con una victoria de las fuerzas del Eje[26] sin poder aportar ninguna prueba de ello.

La aseveración respecto de Nüremberg proviene de un texto que no firmara Perón, sino los periodistas Luca de Tena, Esteban Peicovich y Luis Calvo, quienes habrían escuchado unas grabaciones realizadas por aquel y las editan bajo el nombre Yo, Juan Domingo Perón. Relato autobiográfico (Barcelona. Planeta. 1981). De cualquier manera, las voces críticas sobre los juicios llevados adelante contra la dirigencia nazi, tienen diversos detractores incapaces de ser vinculados ni a ese movimiento nacionalista ni al antisemitismo, tal el caso de Hannah Arendt, que era judío-alemana, quien dice que considera extremadamente débiles las motivaciones adoptadas por los países vencedores para justificar los poderes jurisdiccionales que le atribuyeron al Tribunal de Nüremberg.

También el inglés F. J. P. Veale,  quien llegó a afirmar que en 1945 los pueblos de Europa que se encontraban en el bando de los vencedores volvieron de pronto a sus costumbres de piedra ; el holandés Bert Röling –que fue miembro del Tribunal de Tokio, versión asiática de Nüremberg- sostuvo con firmeza que la finalidad de ambos procesos no fue la de hacer justicia, sino que éstos habían sido utilizados intencionalmente por los vencedores con fines propagandísticos y para ocultar sus propios crímenes. Para el inglés Hedley Bull, esos juicios cumplían la arcaica función sacrificial; para el austriaco Hans Kelsen el proceso y la sentencia no podían tener el valor de un antecedente judicial por expresar solo la voluntad del vencedor. A ello se suma el italiano Danilo Zolo quien sostiene que aun a un dictador lo debe juzgar su propio pueblo. Con esto demostramos que desde el punto de vista académico y jurídico, la crítica al juicio de Nüremberg –como al de Tokio- no es factible de relacionarla causalmente con una posición, que fuera llamaba irónicamente por Arturo Jauretche: nazi-facho-nipo-falangista[27].

Finalmente, el propio Perón hace referencia al pueblo judío cuando sostiene en carta a la chilena María de la Cruz que no hay que olvidar que las fronteras pueden ser para los países pero que jamás los países deben ser para las fronteras […] entre las creaciones del capitalismo internacional ha inventado, las fronteras son un elemento destinado a tener separados a los pueblos para explotarlos mejor.[…] El verdadero patriotismo es el amor a los hermanos, a la comunidad […] merced a su sentido de solidaridad y justicia. Ese amor a la comunidad no es excluyente ni es negativo […] El sentido geográfico del patriotismo es un sentido humanísticamente negativo, porque separa con el odio a las comunidades más afines […] Los judíos, sin una Patria geográfica, en lucha a través de cuatro mil años, han mantenido el sentido universal de su comunidad solidaria y así han podido resistir, no solo a la acción destructora del tiempo, sino también a sus numerosos enemigos que pretendieron destruirlos y aniquilarlos. Es un ejemplo de lo que pueden las verdaderas formas sobre las fuerzas y formas ficticias de la organización (Cartas del Exilio. Buenos Aires. Legasa. 1991 p.108-109).

Perón parte de una concepción de la historia que la entiende como una sucesión de instantes decisivos en la vida de un pueblo[28], encontrando que lo que signa la etapa que le ha tocado vivir, no es otra que la figura del trabajador como sujeto transformador en la era de la irrupción de las masas –y esto es lo que ha visto en Italia entre 1939 y 1940. Encontrándose en ese país, toma cursos en Turín y Bologna estudiando el fenómeno político, social y sobre todo económico del Fascismo[29]. Relata Perón que en Turín era un «tano» más en los cursos escolásticos.  Me desasnaron en muchos aspectos[30]. Allí me enseñaron a darme cuenta de problemas esenciales[31]. Por  ejemplo, el sindicalismo que tiene un desenvolvimiento en los siglos XIX y XX. El del siglo XX toma su nacimiento en las corporaciones de la Edad Media, las que junto a los enciclopedistas llevan a la Revolución Francesa[32].

A principio de los ochenta, el politólogo Horacio Cagni señalaba[33] la posibilidad que Perón hubiera asistido a alguna conferencia o pequeño curso de los que dictaba Roberto Farinacci[34] sobre la «terza via fascista», la cual remarcaba la esencia de la política social de ese movimiento. Una reciente publicación realizada en base a documentos de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos[35] permitió confirmar la sospecha de Cagni: el 1 de abril de 1945, el segundo secretario de la embajada estadounidense, Edgard P. Maffit se entrevista con Perón. En el informe que el diplomático envía a la Secretaría de Estado (835.00//4-1145) relata que Perón le habría dicho que había estudiado la doctrina fascista en clases con el mismo Farinacci, señalando los errores que a su criterio había cometido el Fascismo: en primer lugar, dejó a la población dividida entre fascistas y antifascistas; en segundo lugar, la milicia fascista se armó como un ejército que coexistía con el ejército regular […] así se sembraron las semillas de la discordia, sosteniendo finalmente, que un régimen como ese no podría sobrevivir pues el mundo avanza hacia la democracia[36].

La política social llevada adelante desde fines de 1925 hasta fines de 1927 por Benito Mussolini[37] cobró un valor esencial y selló la concepción básica del régimen al respecto: el fascismo italiano llevó a las organizaciones populares a una participación efectiva de la vida nacional, de la cual había estado siempre apartado el pueblo[38].  En medio de una crisis económica desatada en 1926 y en donde el gobierno fascista es acusado de abandonar los intereses de la clase trabajadora a favor de los industriales, surge la Carta del Lavoro, en la que se encuentra la influencia del pensamiento de Farinacci[39].  En ese particular documento del Fascismo queda manifestado una voluntad de poder vital que no debe ser ocultada[40]. 

En la Carta del Lavoro, se fijarán una serie de conceptos liminares que expandieron su influencia más allá de caracterizaciones ideológicas: se coloca al estado como un organismo que está por sobre los individuos y los agrupamientos que lo componen, como una unidad moral, política y económica.  El trabajo queda, en todas sus formas, bajo tutela del estado para que sirva al bienestar de las personas y la grandeza nacional[41].  Las organizaciones sindicales y profesionales son concebidas libres, reconociéndose uno por campo laboral o profesional.  El contrato colectivo de trabajo es la expresión concreta de la solidaridad de los diversos factores de la producción, mediante la conciliación de los intereses opuestos de quienes dan trabajo y los trabajadores subordinándola a los intereses superiores de la producción[42]. A su vez, se sostendrá la intervención del estado en la economía cuando se carezca o sea insuficiente la iniciativa privada o cuando haya un interés político del estado, éste podrá controlar, estimular o realizar una gestión directa[43]. La regulación de las relaciones laborales se llevará a cabo mediante el contrato colectivo que estipularán trabajadores y empresarios, dentro del cual se fija el domingo como día no laborable y las vacaciones pagas para el trabajador; se fija la indemnización por despido tomando como pauta el sueldo y los años de trabajo como así también, las infracciones a la disciplina laboral que van desde la multa hasta el despido sin indemnización; finalmente coloca en el ámbito de las asociaciones de trabajadores la tutela y representación del trabajador administrativa y judicialmente, como lo atinente al seguro de vida y el seguro social[44].  Muchos neoliberales de nuestros días verían en estas líneas la confirmación de sus críticas al peronismo, claro está que para ellos las convenciones colectivas de trabajo no deben ser tuteladas por el estado,  la sindicalización debe hacerse por fábrica y el contrato de trabajo ser flexible y precarizado, frente a lo cual lo que podemos decir es que sí, el peronismo trajo lo diametralmente opuesto a ello.

Perón ha podido palpar en Italia que los movimientos de masas no son uniformes y que requieren un tipo particular de disciplina. Lo ha visto tal como lo expresara Mario Missiroli al definir el Partido Nacional Fascista: un partido de heréticos, donde convivían pensamientos opuestos y almas opuestas[45]. Como así también los problemas de conducción que generan los grupos radicalizados que pretenden constituirse en el motor del proceso y por eso terminan presentándose como alternativa a la conducción. Tal el caso de Ernst Röhm, su Sturmabteilung y la «segunda revolución de los camisas pardas» o los scuadristas del Fascismo.

Perón jamás permitió la organización y funcionamiento de milicias o agrupaciones similares que no sean las del estado, así como el uso público de uniformes, símbolos o distintivos (Constitución Nacional, 1949, artículo 15), por lo que también se distingue la coerción dentro del Justicialismo, teniendo mucho menos importancia como medio de disciplina política que en los sistemas totalitarios europeos[46]. Otro elemento que ha podido contemplar, es lo nefasto que culmina siendo los grupos de un «nacionalismo conservador»[47], como los monárquicos en Italia o la «revolución conservadora» alemana.

Respecto de Alemania, Perón la ve como una exterioridad, como algo diferente; se supone que viaja en 1939 a ese país porque desea conocer Tannenberg (Prusia oriental) por haber escrito sobre la batalla que se llevó adelante allí durante la Primera Guerra Mundial, pero el ordenamiento nacional-socialista le es extraño culturalmente. Alemania me produjo la impresión de una nación monstruosa y excepcional en tanto que estado moderno[48]. Algunos siguen hoy planteando una adscripción al nacional-socialismo, cosa bastante difícil de probar, ya que no existen expresiones o escritos que pudieran permitir tan solo, sospecharlo. Contrariamente, Perón sostiene que la raza es el materialismo de la sangre y, por lo tanto, repugna a nuestro estilo de vida, a nuestro modo de ser. Como en tantos otros aspectos en esto España supo darnos una lección imperecedera admitiendo los mestizajes criollos[49], esta posición queda institucionalizada en la Constitución de 1949 (Constitución Nacional, 1949, artículo 16)[50].

Unos años después y hablando de la concepción justicialista del sindicalismo dirá: dicen nuestros adversarios que esa es una teoría fascista. Y yo les contesto que no saben lo que es fascista ni saben lo que es justicialista, si sostienen tal cosa […] El sindicalismo no considera al estado político como apropiado, ya que el sindicalismo era una asociación natural, y la política, o los partidos políticos, eran una creación artificial […] Los fascistas iniciaron otro camino; hicieron las corporaciones para reemplazar a los sindicatos. Las corporaciones eran sindicatos del estado, dirigidos, manejados y gobernados por el estado […] Pero, al sindicalismo, cuando se le quita su condición fundamental, que es la libertad, desaparece por sí solo. Por eso el sindicalismo no puede vivir convertido en corporación, como tampoco puede vivir convertido en un sindicalismo de estado, que es el régimen comunista[51].

Otro de los elementos diferenciadores que le llamaran la atención a Perón de la Italia fascista, son las organizaciones juveniles: los pibes aquí son «balilas», se sienten soldados, hacen gimnasia y visten uniforme. Es una maravilla verlos desfilar con sus fusiles con una pinta guerrera de la «madona», pero al compararlo con los niños argentinos dirá que en Roma no hay terrenos baldíos para jugar al fútbol o andar en «bici»[52]. Unos años después ampliará esta concepción sosteniendo que nosotros queremos que las futuras generaciones argentinas sepan sonreír desde la infancia […] los niños deben vivir despreocupados del presente, entregados a sus juegos y a sus estudios, amparados en una familia cristianamente constituida[53], asentando a la familia y la escuela como el núcleo de contención y socialización, en lugar de organizaciones paramilitares[54].

Notas:

[1] Perón cita largamente a Roosevelt al respecto: personas timoratas, a quienes asusta el progreso, tratan de calificar con palabras nuevas y exóticas la obra que realizamos. A veces la tildan de fascismo; otras veces de comunismo, otras de intervencionismo o de socialismo (PERON, Juan D. Discurso en el Instituto Económico Interamericano con motivo del Día de las Américas en Obras Completas. Buenos Aires. Fundación pro-Universidad de la Producción y el Trabajo-Fundación Universidad a Distancia Hernandarias. T.: VII 1998 p.80.

[2] Es curioso que ninguno de aquellos que sostienen esa influencia fascista comenten las distintas reacciones ante la revolución de 1943. Sir David Kelly sostiene que al estallar el golpe, todos los profetas políticos, tanto nativos como extranjeros, se sintieron completamente desorientados (KELLY, David (1952) The ruling few Londres. Hollis & Carter p.298); esta perplejidad se manifestaba en la embajada alemana con la quema de documentos el 5 de junio, tras la suposición que el «golpe» era pro-yanqui, mientras que en la embajada de EEUU mostraban su desencanto porque el golpe no es obra de sus amigos políticos, los radicales (CHÁVEZ, Fermín (1984) Perón y el peronismo en la historia contemporánea. Buenos Aires. Oriente p.210).

[3] PERON, Juan D. (1972) Carta a John William Cooke (21.04.1957) en Correspondencia Perón-Cooke. Buenos Aires. Papiro T.: I p.81; Carta a John William Cooke (31.07.1960) en Correspondencia Perón-Cooke.T.: II p.153

[4] ALTAMIRANO, Carlos (2015) Bajo el signo de las masas (1943-1973). Buenos Aires. Emecé p.88-90: ODDONE, Juan (2004) Vecinos en discordia. Montevideo. El Galeón p.77-79.

[5] Las inconsistencias que allí se presentan se nutrieron de los informes del FBI, los cuales ya estaba desacreditados por diplomáticos estadounidenses como Norman Armour (ESCUDE, Carlos (1983) Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina 1942-1949. Buenos Aires. Editorial de Belgrano p.194).

[6] Blue Book on Argentina (1946) Nueva York. Greenberg p. 4-15

[7] AS 961/252/2 FO 371/51809 en ESCUDE, Carlos (1983) op. cit p.190

[8] PERON, Juan D. (1973) Libro Azul y Blanco. Buenos Aires. Freeland p.9

[9] Cortesi es un periodista italiano corresponsal del New York Times que cubrió desde la Marcha sobre Roma hasta el inicio de la guerra, luego se trasladó a México, donde informó sobre el asesinato de León Trotsky, su llegada a Buenos Aires en 1945 no fue casual, se enviaba un “especialista” en fascismo (Clarín, 16.9.2011, Supl. Ñ).

[10] ESCUDE, Carlos (1983) op. cit p.  185; BOSOER, Fabián (2011) Braden o Perón. Buenos Aires. El Ateneo p.: 108-109).

[11] MOLOTOV, Viacheslav Mijáilovich (1997) Speech of Soviet Foreign Commissar V. M. Molotov opposing admission of Argentina to the San Francisco Conference en www.ibiblio.org/pha/policy/1945/ 1945-05-01c.html

[12] RABINOVICH, Bernardo (1956) Lo que no se dijo. Buenos Aires. Gure p.37

[13] de FELICE, Renzo (1979) Entrevista sobre el Fascismo (Michael A. Ledeen), Buenos Aires. Sudamericana; REIN, Raanan (1998) Peronismo, populismo y política. Buenos Aires. Editorial de Belgrano; NEWTON, Ronald C. (1995)  El cuarto lado del triángulo. Buenos Aires. Sudamericana.

[14] Perón leyó mucho en su vida, escribió otro tanto y, por supuesto, tuvo sus mentores que sobre él ejercieron no poca influencia. Con la particular coincidencia de que, en el meollo de su ideario, hay más continuidad que rompimiento desde la década del 40 hasta su muerte. Entre otras cosas, estudió en profundidad los fundamentos del fascismo al tiempo que completó, durante su estadía en Italia, dos cursos de Economía Política en Turín y Milán. Allí vio al fascismo en acción y como había llevado al pueblo italiano a un alto grado de participación política y social de la cual siempre había estado excluido. El sostendrá en 1961: hace veintidós años yo vine a Europa. Aquí me di cuenta de lo que venía (…) me enseñaron a darme cuenta de los problemas esenciales. Por ejemplo, el sindicalismo (PEICOVICH, Esteban Hola Perón. Buenos Aires. Granica. 1973 p.39; C.f. MASSOT, Vicente Las ideas de esos hombres. Buenos Aires. Sudamericana. 2007).

[15] NEWTON, Ronald C. The United States, the german argentines and the myth of the Fourth Reich 1943-1947 en Hispanic American Historical Review 64(1984)1 p.83

[16] MIGUENS, J.E.-TURNER, F.C. Racionalidad del peronismo. Buenos Aires. Planeta. 1988 p.20

[17] PERON, Juan Domingo (1998) Obras Completas. T.: VI  p.571.

[18] PERON, Juan D. (1998) Discurso en la asamblea de los industriales realizado en Congreso de la Nación en Obras Completas T. VII p.43

[19] Citado en GONZALEZ CRESPO, Jorge (1998) El coronel. Buenos Aires. Ayer y Hoy. p.179-180

[20] En esta línea de afirmaciones insostenibles pero de gran difusión mediática, Di Nápoli plantea que el rol del Lloyd Aéreo Boliviano en la guerra del Chaco fue el antecedente de la Blitzkrieg; la hipótesis de un posible plan de fuga de Hitler a la Patagonia ideado por la misteriosa piloto Hannah Reitsch; dos invasiones que intentan los alemanes a las  Malvinas; la invasión que llevan adelante al sector noruego de la Antártida o el sistema de abastecimiento para sumergibles y barcos de superficie organizado desde las costas sudamericanas. Lo último que aparece en superchería nazi en nuestro país es la producción de History Channel Latinoamérica titulado Projekt Huemul: el IV Reich en Argentina, al cual publicitan como el producto de 10 años de investigación, aunque en realidad es la reunión de muchos de estos argumentos citados. Al carecer de documentos o imágenes probatorias, se le incorpora la ficción para rellenar los huecos del relato.

[21] Cronista Comercial 09.12.1992 p.12-13

[22] Esta es una afirmación del historiador Raanan Rein, Vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv quien publicó Los muchachos peronistas judíos (Buenos Aires. Sudamericana. 2015) Clarín 25.08.2015.

[23] Respecto de la apreciación de Perón por los judíos remitimos a El pensamiento de Perón sobre el pueblo judío. (www.ambasamericas.net). Buenos Aires. DAIA. 1954; Carta a María de la Cruz del 20 de abril de 1956 (Cartas del Exilio, p.109); Carta a Noé Davidovich del 21 de febrero de 1972 (Correspondencia I p.250-251); CORBIÈRE, Emilio Perón y los judíos en Todo es Historia. Buenos Aires 22(1988)252.

[24] MARISCOTTI, Mario El secreto atómico de Huemul. Buenos Aires. Sigma. 2004

[25] MEDING, Holger M. (2000) La ruta de los nazis en tiempos de Perón. Buenos Aires. Emecé  p.78. La única referencia que hace Perón a su preferencia por «lo alemán» es una carta a sus padres fechada en noviembre de 1918, en donde afirma por lo único que sentí siempre ser germanófilo fue por Francia que ha dado ejemplos de guerrera.

[26] MEDING, Holger M.  op. cit. p.  69

[27] ZOLO, Danilo La justicia de los vencedores. Buenos Aires. Edhasa. 2007

[28] Perón sostiene que el problema argentino no es una cuestión aislada, sino que debe entenderse como parte de la política internacional. Es factible verlo así cuando se lo piensa desde la evolución de las sociedades humanas, movimiento pendular que va del individualismo a la socialización; vale decir, los pueblos agrupados en naciones se dividen después en partidos, que se subdividen a su vez en sectas, con sus caudillos; hasta que llega el hombre aislado, que es en realidad un enemigo de todos los demás (PERON, Juan D. (1973) El camino de nuestra revolución en Mensajes de junio a octubre. Buenos Aires. Presidencia de la Nación p..124). Esa evolución –agregará- va cada vez más, presentando la función de gobierno como un problema social (op. cit. p.125). Marcando una suerte de «gran relato» de esa evolución, sostendrá: hemos pasado del individualismo aislado a la tribu; de ésta al feudalismo, luego a la nacionalidad; estamos hoy en el continentalismo para acercarnos a pasos agigantados a la universalidad (PERON, Juan D. (1972) La prensa europea se interesa en Perón, reportaje de Le Figaro en Las Bases. Buenos Aires Edición del 2 de noviembre p.19; (1972) Mensaje al Primer Congreso de Unidad Latinoamericana en Las Bases. Buenos Aires Edición del 4 de julio p..44). Quienes no comprenden el sentido de esta evolución como un verdadero fatalismo histórico, pagan muy caro esa incomprensión  respecto del sentido de la historia ((1973) Perón convoca a todos a la reconstrucción nacional en Mensajes de junio a octubre. Buenos Aires. Presidencia de la Nación p.11; (1973) Declaraciones a la revista Manchete en La Opinión. Buenos Aires.  Edición del 22 de marzo p.1).

[29] Desde el siglo XVIII aparecen en Italia economistas que plantean una visión no liberal de la misma.  Entre fines del siglo XIX y principios del XX aparecen M. Pantaleoni (Principii di economia pura), A. Loria (Corso completo di economia politica), A. Graziani (Istituzioni di economia politica) y la discusión V. Pareto y Pantaleoni (Lettere a Maffeo Pantaleoni 1890-1923). Esto marca el punto de partida de los economistas que teorizaron sobre el modelo corporativista; algunos de ellos se denominaron como el «corporativismo integral» y lo representaban G. Arias (Economia corporativa), F. Carli (Il soggetto economico in una teoria pura del corporativismo), N. M. Fovel (Scienza economica e corporativismo), U. Spirito (II corporativismo), C. E. Ferri (L’ordinamento corporativo dal punto di vista economico: caratteri generali, i soggetti, le associazioni sindacali) y Luigi Einaudi (Del modo di scrivere la storia del dogma económico»).. Estos se expresaron por medio de un organismo consultivo –Comissione del Diciotto (o «dei Soloni»)- presidido por Giovanni Gentile. La economía corporativista era concebida  como una ciencia moral y social que centraba su atención sobre la  comunidad nacional y considerando las discusiones  técnicas como un pasatiempo de «doctrinarios». Gino Arias dictó una conferencia en la Facultad de Derecho –UBA- el 28 de julio de 1933, cuando se decretan las leyes racistas en Italia en 1938, éste –que era judío sefardí- se exilia en Argentina. (FRANCK, Louis (1990) Il corporativismo e l’economia dell?Italia fascista. Turin. Bollati Boringhieri; GUIDI, Marco (2000) Corporative economics and the italian tradition of economics thought en Storia del pensiero económico Florencia Año 40 Nº 1).

[30] Cuando yo llegué a Italia, me encontré en Turín con un curso de organización pura, que duraba ocho meses […] y después, en Milán, con uno de organización aplicada […] Lo primero que se me ocurrió preguntar a los jerarcas de allí fue porque estudiaban tanta organización. Me respondieron: porque nosotros estamos en un momento de evolución, en que todo está desorganizado, y, como estamos reestructurando, lo lógico es enseñar a nuestros hombres organización (PERON, Juan D. (1947) Exposición dirigida a los intelectuales. Buenos Aires. Presidencia de la Nación p.18).

[31]Perón relata la impresión que le dio ese fenómeno social en acción:  asistí en Italia a un hecho formidable en 1939 […] Se había aumentado la tarifa de teléfonos al doble; todos protestaban por el aumento. Intervinieron hasta los Carabineros, pero no había más remedio que pagar. Los usuarios decidieron hacer un sindicato, se llamó a Asamblea y se resolvió inmediatamente retirar todos los aparatos. Al día siguiente el Gobierno bajó la tarifa otra vez (PERON, Juan D. (1950) Discurso a los intelectuales. Buenos Aires. Presidencia de la Nación p.,9).

[32] PEICOVICH, Esteban (1973) Hola Perón. Buenos Aires. Granica p.39

[33] CAGNI, Horacio (1982) La nueva derecha europea en Boletín del CIAS. Buenos Aires. Edición de noviembre p.5-28

[34] Roberto Farinacci pertenecía a lo que podríamos denominar el “ala izquierda” del Fascismo. Tras el asesinato del dirigente socialista Giacomo Mattiotti en 1924, se produce una crisis profunda en el partido, que solo se logra superar cuando Farinacci asume como Secretario del mismo (1925-1926), sosteniendo hasta el final de sus días la necesidad de profundizar la revolución fascista en sus aspectos sociales (GENTILE, Emilio (2005) La vía italiana al totalitarismo. Buenos Aires. Siglo XXI p.50ss). Fue miembro permanente del Gran Consejo Fascista y ministro de propaganda de la Reppublica Sociale Italiana.

[35] Es de notar que Joseph Page ha tenido estos documentos a la vista, pero sin citarlos textualmente, los manipula para hablar de un «reconocimiento» por parte de Perón de su admiración al Fascismo (PAGE, Joseph (1984) Perón: una biografía Buenos Aires. Javier Vergara, T.: I p.111).

[36] GUADAGNI, Alieto Aldo (2008)  Braden o Perón. Buenos Aires. COPPAL p. 50-51

[37] Perón, quedó impresionado favorablemente tanto por la política social como por la persona del Duce. No me hubiera podido nunca  llegar a viejo, el haber estado en Italia y el no haber conocido a un hombre tan grande como Mussolini. (De TENA, Luca – PEICOVICH, Esteban et allí (1981) Yo, Juan Domingo Perón. Barcelona Planeta p.27). Este es el único texto donde Perón dice haber conocido personalmente a Mussolini, no estando en condiciones de emitir juicio al respecto, solo señalamos el dato.

[38] De TENA, Luca – PEICOVICH, Esteban et allí (1981) op. cit. p.28

[39] De FELICE, Renzo (1968) Mussolini il fascista. L’Organizzazione dello Statto fascista 1925-1929. Turín. Einaudi p.229

[40]BOLIVAR, Jorge (2008) Estrategia y juegos de dominación. Buenos Aires. Catálogos. T.: I  p.190

[41] Mussolini sostenía que el estado es un sistema de jerarquías [agregando] queremos unificar la Nación en el estado soberano, que está sobre todos […] sin estado no hay Nación. Hay solamente agregados humanos (Mussolini,1934,II,307ss). Perón critica explícitamente esta concepción totalitaria del estado en Comunidad Organizada, llamándolo «fáustico», destructor de la iniciativa y creatividad de la persona (Perón,1949,170). El fomento a la organización de asociaciones profesionales fuera del ámbito estatal es la forma práctica de expresar esta crítica.

[42] De FELICE, Renzo (1968) op. cit. p. 543

[43] De FELICE, Renzo (1968) op. cit. p. 544

[44] De FELICE, Renzo (1968) op. cit. p. 546;  MUSSOLINI, Benito (1928) La nuova política dell’Italia. Milán. Alpes T.: III p.145

[45] GENTILE, Emilio (2005) op. cit. p.39

[46] WALDMANN, Peter (1985) El peronismo Buenos Aires. Hyspamérica p.57

[47] Perón nunca demostró un acercamiento o simpatía a los grupos llamados «nacionalistas» seguramente por esa cuota de elitismo que ellos portaban, aunque si admitió que miembros de ellos se integraran a su Movimiento. Su visión del «nacionalismo» es clara y contundente: yo entiendo el nacionalismo como un accionar, no como una postura (Perón,1969(11),91), no hay que olvidar que las fronteras pueden ser para los países pero que jamás los países deben ser para las fronteras […] entre las creaciones del capitalismo internacional ha inventado, las fronteras son un elemento destinado a tener separados a los pueblos para explotarlos mejor.[…] El verdadero patriotismo es el amor a los hermanos, a la comunidad […] merced a su sentido de solidaridad y justicia. Ese amor a la comunidad no es excluyente ni es negativo […] El sentido geográfico del patriotismo es un sentido humanísticamente negativo, porque separa con el odio a las comunidades más afines (Perón,1956(1),108-109); este nacionalismo ultramontano y «gorila» es llamado clerical y oligarca (Perón,1956(7),29);los seguidores de ésta última posición, aquellos que se llaman a sí «nacionalistas católicos», son y han sido «piantavotos», porque no entienden al pueblo pero tampoco deben ser excluidos del frente nacional antioligárquico, a condición de que abandonen sus pretensiones hegemónicas y su manía de construir élites (Perón,1968(1),44).

[48] De TENA, Luca – PEICOVICH, Esteban et allí (1981) op. cit. p.27-28. Yo ya conocía la doctrina del nacionalsocialismo. Había leído muchos libros acerca de Hitler. Había leído no solo en castellano, sino en italiano Mein Kampf […]  (ídem p.28).

[49] PERON, Juan D. (1973) Amigos de España y de la verdad en Las Bases. Buenos Aires. Edición del 15 de marzo p.14

[50] PERON, Juan D. (1948) Consideraciones políticas y doctrinarias sobre la reforma constitucional en Hechos e Ideas Buenos Aires nº 56-57 p.124

[51] PERON, Juan D. (1950) Queremos una universidad argentina que prepare hombres libres en Hechos e Ideas Buenos Aires nº 80-81 p.284

[52] PERON, Juan D. (1983) Carta desde Roma a Carlos A. Yáñez, Julio A. Hirsuta, Jorge Gómez, Luis Pelliza y Ángel K. Sashú del 9 de mayo de 1939 en Correspondencia I. Buenos Aires. Corregidor p.19

[53] Doctrina Peronista (1954) Buenos Aires. Presidencia de la Nación p.117

[54] El gobierno de Perón tuvo una explícita política dirigida a la niñez, no solo considerándolos los únicos privilegiadoscino en la organización de los Campeonatos Deportivos Evita,  se edificaron escuelas y hogares-escuelas, la ciudad de los niños en  Gonnet, se construyen hospitales pediátricos en el interior y el hospital Garraham. Pero además se eliminó la caracterización jurídica de «hijo ilegítimo» a aquellos nacidos fuera del matrimonio, otorgándoles los mismos derechos que al resto.