Rafaela, un milagro de la pampa gringa

Por Claudia Casabella y Ma. Eugenia Zaragozi 

La formación de Rafaela, ciudad del oeste santafesino, descollante por su progresista desarrollo económico e industrial, data de 1881. Se atribuye la misma a Guillermo Lehmann, descendiente de suizos-alemanes, que llevó a cabo el proceso empresario-colonizador, vendiendo tierras que pertenecían a distintos terratenientes. 

Los comienzos 

Rafaela se formó en 1881, con once familias que fueron comprando tierras de terratenientes porteños cuya venta habían encargado a Lehmann, un empresario colonizador, de gran renombre en aquellos tiempos. De ese año data el primer boleto de compra-venta de la Empresa Colonizadora de , ,. Las tierras en que se asentó Rafaela pertenecían a los señores Saguier, Quintana y Egusquiza, luego al mismo Lehmann. 

Respecto del nombre de la ciudad, los autores no se ponen de acuerdo sobre el origen del mismo. Las teorías que con más fuerza se sostienen refieren que los nombres de las colonias procedían de: 
  • 1- apellido de los dueños de las tierras (Egusquiza, Roca). 
  • 2- nombres asociados con la patria de origen de los nuevos habitantes ( Humberto 1°, Cavour) 
  • 3-el nombre de las esposas de los propietarios de las tierras ( como por ejemplo Rafaela Rodríguez de Egusquiza) 

Hay otras versiones que consideran que el nombre de Rafaela se colocó en honor a un sacerdote franciscano, Rafael Pezzini, quien actuó como misionero. Este religioso italiano estuvo viviendo en el Convento San Carlos de San Lorenzo entre 1867 y 1873, con lo cual la colonia Rafaela posiblemente ya tenía ese nombre designado por los lugareños, aún antes de la llegada de Lehmann.


 Guillermo Lehmann, un emprendedor visionario 

Lehmann (1840-1886) nació en Singmaringendorf, Alemania, Si bien era alemán, su familia era suiza y él mismo declaró en algunos documentos pertenecer a la nacionalidad de su progenitor. Llegó a Esperanza en 1864, a los 22 años de edad y se dedicó a la actividad mercantil, estableciendo redes con el propósito de vincularse a individuos pertenecientes al entramado del poder político de la provincia y la nación. También en Esperanza fue Juez de Paz, Escribano Público y Subdelegado Político. Presidió las Sociedades Suiza e Italiana y fue designado Encargado Nacional para el Fomento de la inmigración. Asumió como presidente del Concejo Deliberante y fundó el periódico “El Colono del Oeste”, órgano de tendencia liberal laica. 

En el período de la guerra con el Paraguay, fue proveedor de ganado y de armas del ejército de Mitre y se desempeñó como escribano público. Más tarde emprendió con notable capacidad empresarial la colonización agrícola privada de la provincia de Santa Fe. Fue un extranjero que, además de incorporarse exitosamente a la economía del área colonial, tuvo activa participación política y social y se convirtió en un personaje de fuerte liderazgo en Esperanza y la región central de la provincia de Santa Fe. Su perfil inversor se caracterizó por la diversificación. Así, pasó del negocio al menudeo, al del almacén de ramos generales y la provisión al ejército que se encontraba luchando en la Guerra del Paraguay, hasta transformarse en uno de los más importantes acopiadores de cereales del área de las colonias, actividad que amplió con la compra de un molino harinero en Humboldt. Instaló una planta de destilación de alcohol e incluso construyó un puente sobre el arroyo Las Prusianas. 

Desde el periódico “El Colono del Oeste”, además de aconsejar a los colonos, comenzó a publicitar la venta de las 3.200 concesiones que demarcaría en las colonias que luego formó. También desde esa tribuna, además de difundir temas vinculados con su empresa de colonización, dio a conocer su postura anticlerical, por ejemplo, cuando se sancionó la ley 1420. 

El “boom” de la colonización de la década de 1880 en el hoy departamento Castellanos fue concretado, en gran parte, sobre la base del diseño que Lehmann efectuó de este tipo de operaciones inmobiliarias. Es notable también su participación en la formación de las colonias de Susana, Rafaela, Presidente Roca, Lehmann, Egusquiza, Saguier, Aurelia, Rafaela, Santa Clara de Saguier, Ataliva, Humberto 1°, Reina Margarita, Virginia, Cavour, Nuevo Torino, Pilar, Pujol, López y Felicia. 

Rafaela y su destino de progreso 

En un espacio considerado hasta entonces prácticamente vacío se fue configurando poco a poco un modelo de ocupación sobre la base de la tenencia de la tierra. El Inspector de colonias Bouchard había encontrado en 1882, en Rafaela, solamente 63 personas que habitaban en 15 precarias viviendas. Dos años más tarde, según los datos que aporta Carrasco, la población sumaba 512 habitantes, había 150 viviendas, entre las cuales 9 eran de azotea y un edificio de dos pisos, así como 13 comercios y un molino harinero. 

Al promediar la década siguiente Rafaela se terminó de consolidar a nivel regional, incluso se posicionó como uno de los centros urbanos más importantes de la provincia: el 19° ocupaba en 1887 y el 6° en 1895. Su atracción como centro dinámico y activo mercado de trabajo quedó evidenciado cuando, en 1892, de los 9.609 inmigrantes que ingresaron a la provincia, 570 se dirigieron a Rafaela. Según el censo de 1895, Rafaela ya contaba con 2.228 habitantes, lo que llamaba la atención de los viajeros de la época. 

El espectacular crecimiento demográfico, económico y edilicio registrado se debió primordialmente a su transformación, entre 1885 y 1890 en un nudo de encrucijada ferroviaria, al ser atravesada por cuatro líneas férreas. Pronto se desplegó un abanico de actividades económicas diversas: empresas de colonización, bancos, periódicos, imprentas, oficinas gubernamentales, servicios de salud, escribanías, representación consular. 

El trabajo agrícola fue el cimiento del crecimiento inicial, teniendo como ámbito exclusivo la unidad productiva denominada chacra y como protagonistas al colono y a su familia. 

Al iniciarse el siglo XX, los productores campesinos comenzaron a variar de la producción de cereales, debido a la inseguridad de las cosechas y los precios en el mercado internacional. Así, aparecieron las industrias artesanales (fábricas de carruajes, talabarterías, cervecería) y la cría de ganado vacuno y porcino. Luego, durante los años de la Primera Guerra Mundial (1914-18), el tambo adquiere gran difusión en la zona, merced a la paralización de las explotaciones de granos y a la instalación de los primeros establecimientos lácteos y cremerías, aunque la consolidación definitiva de estas actividades llegará sólo en 1924-25. En forma paralela, aumentan los planteles ganaderos y surge la primera industria de chacinados (Lario), que con el tiempo será factor de intenso desarrollo para la ciudad. 

También, la participación muy activa de los comerciantes en la vida comunitaria desde el origen mismo de Rafaela será una causa determinante de su progreso sostenido y pujante. Eso lo demuestra la Guía Argentina de 1898, que da cuenta de un importante número de tiendas, negocios de comestibles, ferreterías, fondas y despachos de bebidas, herrerías, acopiadores, talabarterías, mecánicos, albañiles, fábricas de carros, ladrillos, licorería, cremería, confiterías, curtiembres, librerías, establecimientos dedicados a la fabricación en menor escala de chacinados, cigarrillos y una agencia de pasajes. 

El presente rafaelino 

Hoy, la ciudad de Rafaela cuenta, según los datos de la municipalidad local, con una población de 90.200 habitantes. Existen 1880 establecimientos comerciales, entre los que hay autoservicios mayoristas, cadenas de distribución de abastecimiento y abastecimiento de bienes de consumo. 

En el sector servicios, tiene 2400 prestadores de hotelería, sector inmobiliario, telefonía, servicios agropecuarios, genética animal y genética de semillas. 

La ciudad, además, tiene 378 industrias (50 de ellas ubicadas en el Parque Industrial y en el Parque de Actividades Económicas) y fabrica 296 productos elaborados diferentes. 

Desde 2002, la ciudad incrementó sus exportaciones un 75%, llegando a comercializar productos por el valor de 176.000 dólares en 2004, de los cuales el 70% pertenece al rubro alimentos (lácteos, carnes y golosinas).