Los liberales y la economía – El terraplanismo económico y un popurrí de clichés

 Introducción:

Durante estos últimos años se ha observado un creciente interés entre los jóvenes de entre 14 y 30 años en la economía, especialmente impulsado por determinadas figuras mediáticas. Estas figuras son a la economía, lo que Felipe Pigna y Hernán Brienza son a la historia, figuras mediáticas que más que ayudar a la gente a interiorizarse en las ciencias sociales, terminan confundiendo e induciendo una concepción distorsionada de la realidad. Los dos referentes mediáticos mencionados, por ejemplo, en el área histórica suelen cometer el pecado capital de la investigación histórica, que son los anacronismos. En el caso de los economistas mediáticos, lo que están haciendo es sobreideologizar la ciencia (con vaya uno a saber qué intenciones) y esquivar todo lo que tenga que ver con el enfoque pragmático que tradicionalmente ha tenido. La economía en su definición mas sencilla es “la ciencia de la escasez” esto es, asignar recursos escasos, finitos, limitados, entre un montón de necesidades infinitas, esta es la definición sencilla que suelen dar los manuales de economía en sus primeros capítulos. Los manuales de economía en su mayoría tienen un enfoque pragmático y como bien explicó una vez Dante Urbina (economista peruano de profesión), estos manuales se basan en un sincretismo entre la tradición neoclásica y la keynesiana, a lo que agrego personalmente, porque son las escuelas de pensamiento económico que más predominaron en este último siglo aunque considero que otras, infravaloradas, valen mucho la pena rescatar (como algunos economistas pre-Smithianos tales como los integrantes de la Escuela de Salamanca, el francés Jean Baptiste Colbert, el británico Sir William Petty o yendo hacia el siglo XIX, el alemán Friedrich List). Aún así, estos manuales de economía que menciono, a pesar de los pequeños sesgos que pueden tener sus autores (ya sea por cultura o por zona de confort dentro de la ciencia, entre otras causales que veremos más adelante), no pierden de vista algo que considero importante, que es el enfoque pragmático de esta ciencia social, pues aunque tiene elementos y herramientas matemáticas (ver econometría), no es una ciencia exacta, dado que por ejemplo, algunas políticas y herramientas económicas, en la práctica pueden mostrar resultados y comportamientos ambiguos. Para exponer todas las cuestiones que siguen a continuación me basaré principalmente en N. G. Mankiw (neokeynesiano), Francisco Monchón y Víctor Alberto Becker (neoclásicos), Ha-Joon Chang y Dante Urbina (pragmáticos heterodoxos y desarrollistas), entre otros. En este artículo van a ver mucho lenguaje de economista, por eso algunas expresiones usadas pueden sonar algo frías, secas y duras.

Los liberales y la microeconomía:

La microeconomía es uno de los niveles de estudio de esta ciencia y se concentra en todo aquello relacionado con las interacciones entre los particulares, sean individuos entre sí, empresas entre sí o interacciones entre individuos y empresas. La microeconomía se concentra además en temas tales como la oferta, demanda, equilibrio de mercado (cuando las curvas de oferta y demanda se intersectan), sistema de precios (desagregados por cada bien específico), funcionamiento de los mercados en mercados específicos (ejemplo, el mercado de algún alimento o insumo), curvas de costos, función de producción, comportamiento del productor, comportamiento del consumidor, tipos y modelos de mercados (competencia perfecta, monopolio, oligopolio, competencia monopolística), isocuantas, isocostos, elasticidad, rectas de restricción presupuestaria, tipos de bienes, mercados de factores de producción, entre otros temas. En términos geográficos, se estudian estas interacciones en lo que sería una ciudad, un municipio, una provincia y en términos nacionales, un mercado específico dentro de la frontera de un país y los impuestos, pero desde la perspectiva del particular y cómo estos modifica los precios, el resto de las cuestiones de economías nacionales pasaría ya a la macroeconomía y a la economía política. 

Hay que reconocerlo, estos jóvenes algo básico de microeconomía entienden, entienden la curva de oferta (relacionada con los productores, vendedores u oferentes), entienden la curva de demanda (relacionada con los consumidores, compradores o demandantes), entienden la ley de oferta y demanda, el comportamiento de los precios cuando aumenta o disminuyen la oferta o la demanda, las elasticidades, las variables que implican movimientos o desplazamientos de las curvas, el punto de equilibrio, los sistemas de precios, mercados de bienes, mercados de factores de producción, tipos de mercados y algunos elementos de las curvas de costos. En general la microeconomía es más sencilla en lectura y comprensión que la macroeconomía y los modelos que usa son más sencillos porque es mucho más fácil observar las interacciones entre particulares, que todo el conjunto de manera agregada, pero ni lo más sencillo lo dominan al 100%. 

El principal fallo que veo en su interpretación de la microeconomía es que, si bien comprenden la definición, uso y significado de los elementos anteriormente mencionados, no los pueden usar de manera integrada, por ejemplo, no son capaces de integrar el punto de equilibrio (que es donde la cantidad ofrecida coincide con la cantidad demandada) con las curvas de costos para interpretar el sistema de precios. Otro fallo es creer que todos los mercados son o deberían ser de competencia perfecta, incurriendo en una interpretación dogmática e idealizada del mercado (cuando puede haber bienes que es mejor que sean monopólicos públicos por una cuestión de costos e incluso ignoran que los oligopolios por naturaleza son más ineficientes que los monopolios privados por la tendencia a la cartelización o a ajustar la producción a niveles ineficientes por una empresa observar detenidamente el comportamiento de otra y así disfrutar de los beneficios monopólicos). Incluso pasan por alto la existencia de un tipo especial de mercado, hasta lo conciben como un oxímoron, llamado “competencia monopolística”, que es cuando hay muchos oferentes de productos extremadamente diferenciados (caso el mercado de las películas) e incluso ignoran o niegan la realidad de que la competencia entre empresas, en los mercados competitivos, es autodestructiva, es decir, tiende a la concentración, que es lo que vemos hoy en día, muchos de los oligopolios que hoy conocemos se dieron por fusiones o por cierre de empresas que siguieron esas reglas mismas de competencia. Creen también muchas veces que en un modelo competitivo las mejores empresas son las que permanecen, cuando en la realidad muchas veces son premiadas las peores y más ineficientes o por prácticas de mercado de dudosa ética (en este último caso, por ejemplo, cuando venden videojuegos incompletos y hay que comprar el final porque añade recursos a la empresa que vender el videojuego completo y terminado). Algunos de estos ejemplos de dudosa comprensión de la microeconomía los vamos a desglosar al final.

Los liberales y la macroeconomía:

La macroeconomía es el nivel de estudio de la economía que abarca fenómenos que afectan al total de la economía en su conjunto y toca temas tales como las economías nacionales, cuentas nacionales, inflación, estanflación, recesión, balanza de pagos, importaciones, exportaciones, desempleo, demanda agregada, oferta agregada, equilibrio general y algunas cuestiones de finanzas públicas (como gasto público, política fiscal, tributación, endeudamiento interno o externo, entre otras). En parte la no comprensión de la macroeconomía se deriva del no poder integrar correctamente los conceptos microeconómicos, porque la macroeconomía como hemos dicho al principio abarca toda la economía en su conjunto y toma como base las conductas agregadas; es necesario en este caso entender el todo como más que la suma de sus partes e integrar todas las interacciones. La otra cuestión que he notado es que pretenden entender el universo macroeconómico, con elementos exclusivamente microeconómicos, por ejemplo, tienden a creer que el comercio internacional es igual al comercio entre particulares y por eso para justificar el libre mercado tienden a utilizar mucho el argumento fetiche del consumidor final, interpretan el comprar un bien importado (y que para colmo ya se produce localmente) como si fuese comprar un bien cualquiera en la tienda del barrio, ignorando cuestiones tales como la importancia de la industria nacional, qué efectos pueden tener las importaciones en la economía local y este caso, el de los compradores que compran importado cosas que ya tenemos, lo desglosaremos más adelante. La otra clásica que he notado es que, en términos de crecimiento, desarrollo y asignación de recursos, con respecto a todo lo relacionado con cuentas nacionales, tienden a sobreenfatizar el PBI (o al menos es la única variable macroeconómica que entienden) y subestimar todo lo demás; al PBI muy pronto le dedicaremos su propio artículo, porque la cuestión es más amplia y compleja de lo que este texto me permitiría tratar.

Los liberales y la economía política:

La economía política es aquella rama de la economía que estudia las decisiones del gobierno en la asignación de recursos y las políticas económicas como tales, me atrevo a agregar, además, que en esta rama de la economía es donde se ve mejor la interacción del universo micro (los particulares) con el universo macro (las economías nacionales y toda la economía en su conjunto). El Estado a la hora de pensar su política económica se vale tanto de herramientas microeconómicas como macroeconómicas ya que los cambios en el universo macro pueden inducir comportamientos en el universo microeconómico y también al revés. Las herramientas microeconómicas las usa por ejemplo en caso de tener empresas estatales, para elegir sus niveles de producción por ejemplo en insumos estratégicos tales como el acero. Imaginemos por un momento que SOMISA sigue existiendo y deba ajustar su producción de acero pensando tanto en el acero demandado por las fábricas privadas (metalúrgicas) y astilleros estatales (ejemplo el Astillero Río Santiago) así como excedentes para exportar, pues se valdrá de herramientas microeconómicas tanto para ajustar su producción como para conocer la cantidad de acero que necesitan las industrias nacionales, es decir, la demanda local. Siguiendo con el mismo ejemplo de los astilleros y las metalúrgicas, el Estado (siendo que SOMISA era una empresa estatal) puede valerse del modelo de la frontera de posibilidades de producción para saber cuánto acero asignar a las metalúrgicas y cuánto a los astilleros; otro ejemplo es el uso del punto de equilibrio para saber si el mercado interno de cada bien se logró satisfacer completamente y poder comenzar a exportar. Las herramientas macroeconómicas las usará, por ejemplo, para lograr la aspiración al pleno empleo ya que el empleo/desempleo es un tema puramente macroeconómico y así ejecutar una política industrial para ocupar a dichos trabajadores que no han sido contratados aún y dar prioridad a determinados proyectos industriales según lo que necesitemos producir.

Además de no poder integrar los conceptos microeconómicos y pedalear en el aire en macroeconomía, creen que la administración de un Estado es igual a una economía doméstica, o que toda la producción de bienes (salvo los más moderados minarquistas, que sólo le reconocen al Estado los servicios de seguridad, defensa y justicia, siguiendo a Locke) debería ser pura y exclusivamente privada y el Estado no debería ni asomar la nariz ni atreverse a producir otros meses. Adoptan un enfoque de economía política que entiende a la política pública del subgénero económico desde la perspectiva de la inacción (recordemos que, para Oszlak y O’Donnell, las políticas públicas comprenden tanto una perspectiva de acción directa como de inacción con respecto a una problemática, por parte del Estado), cuando la economía política en tanto disciplina nace desde la perspectiva de la acción en términos históricos. Esto es, la economía política comienza a ser pensada como disciplina a partir del surgimiento del mercantilismo y le da al Estado un papel activo en la política económica, con las políticas proteccionistas, los primeros Estados empresarios, la selección de recursos estratégicos y el surgimiento de las primeras potencias (sobre todo Francia y España en la modernidad temprana). Ninguno de los países que hoy conocemos como potencia, como bien han señalado tanto Chang, como Gullo y List, llegaron a potencia sin un papel activo de sus Estados. Para decir que la no intervención del Estado es positiva y sostener ese dogma de fe, toman como caso fetiche la Inglaterra del siglo XIX, pero no hablan ni de lo que pasó antes ni de lo que pasó después, mucho menos de cómo se manejaban las cosas tierra adentro, caso que ampliaremos en un apartado posterior centrándonos en la figura de David Ricardo. Un caso donde el libre mercado no ayudó en nada fue el territorio alemán durante las guerras napoleónicas, pues el proteccionismo implementado ayudó a desarrollar algunas industrias, aunque hubo retroceso en cuanto se volvió a abrir el mercado como bien relata Gullo cuando introduce el caso alemán en “La insubordinación fundante” y más recientemente pero en África tenemos el caso de Somalía, que no tiene estado (y encima está al borde de la balcanización), aviso que la situación no es nada positiva. Para simplificar todo lo dicho anteriormente, el liberal promedio tiende a subestimar la política económica y el papel del Estado en ella.

Los liberales y la econometría: 

La econometría es la parte de la economía como ciencia que hace uso de los elementos matemáticos y estadísticos para aplicarlos a su objeto de estudio, que como hemos dicho es la asignación de recursos limitados a necesidades ilimitadas. Se relaciona con como hemos dicho, operaciones matemáticas, el método de investigación cuantitativo y la construcción de gráficos con ejes cartesianos. Se dice que, en las carreras de economía, a los estudiantes de dicha ciencia, es el área que más les cuesta aprender a dominar correctamente durante sus años de universidad. Lo que he notado en esta cuestión es que los liberales no saben interpretar gráficos (que pueden ser de una o dos variables), creen que con una gráfica que resume algunos datos ya es suficiente pero no sería tan así. Tanto Monchón y Becker como Mankiw mencionan en sus manuales cuáles son estos errores garrafales que se pueden cometer a la hora de interpretar gráficos. Tenemos el caso por ejemplo de las variables omitidas, consecuencia de la cláusula “ceteris paribus”, que implica mantener todo constante menos las dos variables representadas en el gráfico cartesiano debido a que los fenómenos en economía no pueden reproducirse en laboratorio y el estudio de cómo afectan las variables excluidas de los gráficos a las que están representadas en ellos, debe hacerse por separado, desagregando cada una de ellas mientras se mantienen constantes las demás y estudiándolas aparte. El otro error garrafal que se tiende a cometer es el caso de la causalidad inversa, cuando a los economistas les cuesta identificar la causa y el efecto al observar las únicas dos variables representadas en el gráfico, cuando podría estar en una de las variables no representadas. El caso de la omisión de variables no representadas en los gráficos a la hora de formular una explicación causal de los fenómenos económicos es sobre todo muy común, cuando se excluye el contexto histórico en los estudios macroeconómicos y de hecho lo he visto bastante, por ejemplo, cuando se pretende interpretar el alto PBI de Argentina en la época del modelo agroexportador y por lo visto, los liberales no se llevan muy bien con la historia, pero esto es harina de otro costal. 

Los liberales y los modelos metodológicos:

Cada ciencia tiene sus modelos para simplificar y resumir las características de sus objetos de estudio, por ejemplo, los modelos anatómicos para medicina y biología, los modelos moleculares y atómicos para química, los mapas en geografía o las líneas de tiempo en Historia. En el caso de la economía uno de los modelos más usados es el modelo del flujo circular, que representa a los hogares, las empresas, el mercado de bienes y servicios y el mercado de factores de producción. En el caso del mercado de bienes y servicios, las empresas producen o venden y las familias compran y consumen estos bienes; en el caso del mercado de factores de producción (tierras, capital y trabajo) las familias los poseen y ofertan mientras que las empresas los contratan o compran. En este modelo se representa tanto el flujo de dinero como el de insumos y productos; aunque existen versiones más complejas, también de sencilla comprensión, que incluyen al sector público. La función de este modelo es simplemente representar gráficamente las interacciones dentro de la economía, no decir que “el mercado se regula solo”. Bueno, los liberales tienden a tomar este modelo de forma fetichista para afirmar tal cosa. Luego existen otros modelos que usan dos bienes o dos empresas, como por ejemplo la curva de Engel (que permite identificar bienes normales e inferiores entre bienes sustitutos), la frontera de posibilidades de producción (que grafica la máxima asignación eficiente de recursos entre dos bienes), el modelo del dilema del prisionero o sino también llamado equilibrio de Nash (que se usa para estudiar el comportamiento de los oligopolios, tomando dos empresas). 

Los liberales y los supuestos simplificadores:

En la economía la función de los supuestos simplificadores es hacer recortes de la realidad para simplificarla y analizar con más facilidad. Se trata de premisas tales como “supongamos que todos los mercados son de competencia perfecta”, “supongamos que todas las personas son racionales”, “supongamos un oligopolio de dos empresas”, “supongamos que se trata de una economía cerrada sin sector externo”, “supongamos una economía con sólo dos bienes (por ejemplo, para la curva de Engel o la frontera de posibilidades de producción)”, “supongamos que los salarios se pagan siempre mensualmente”, “supongamos que las dos variables fulanas de tal se mueven y todas las demás se mantienen constantes”, etc. Permiten ir de recortes más simples, a recortes más complejos a medida que se avanza en el análisis. Bueno, a algunas de estas premisas, cuya función es establecer recortes, los liberales las toman como si fuesen la realidad en sí, como auténticos dogmas de fe. Uno de los que hemos mencionado anteriormente es el caso de la cláusula ceteris paribus, que implica “mantener constante todo lo demás” cuando se analizan las variables representadas en los gráficos, al no comprender correctamente el debido uso de este supuesto simplificador, salen con la frase típica de “no te bancas los datos”, cuando ellos “no se bancan la historia” (es decir, todas las variables excluidas del gráfico, que se analizan aparte), un dato por sí solo no dice nada, se le debe dar un contexto. 

Otro supuesto simplificador que toman como un dogma de fe es el de los mercados de competencia perfecta. Se supone que este supuesto simplificador es muchas veces usado, porque es el tipo de mercado más sencillo de analizar, no un modelo ideal de mercado y tampoco se da 100% en la realidad, además de que el propio modelo de competencia perfecta, como hemos dicho, es autodestructivo pues la historia ha demostrado fácticamente una tendencia hacia la hiperconcentración. Los monopolios y oligopolios tienen sus propias reglas y modos de análisis (por ejemplo, la ausencia de curva de oferta en el monopolio o el equilibrio de Nash para analizar el comportamiento de los oligopolios). También existe el modelo de competencia monopolística (que aplica a productos y servicios extremadamente diferenciados, por ejemplo, los servicios de los restaurantes o las obras de arte en general)

El otro dogma que veo es el caso de “las personas se presuponen racionales”, cuyo uso en realidad es recortar la realidad en el sentido de que el economista no lee todo lo que pasaba por la cabeza del consumidor al adquirir un bien, sino la concreción de la adquisición de dicho bien. La racionalidad humana es siempre limitada y el estudio de los incentivos en los consumidores o ls causas de sus decisiones de compra correspondería a otras disciplinas tales como la psicología, sociología, antropología, marketing o incluso al técnico publicitario. Sin embargo, a este supuesto simplificador se lo acompaña con un supuesto complementario que es “las personas responden a incentivos”, que contempla la multicausalidad de las decisiones de los consumidores, incluso las causales más de tipo emocional. En el caso del liberal, toman como dogma de fe la “racionalidad” ignorando la “respuesta a incentivos”, especialmente aquellos liberales que siguen la ideología objetivista. La racionalidad como supuesto simplificador usado correctamente responde a la lectura del economista, de la acción concretada en sí, el supuesto de la respuesta a incentivos usado correctamente responde a la multicausalidad detrás de las acciones, incluyendo las causales emocionales. Pero a estos supuestos, y todos los demás, los liberales los dogmatizan e interpretan como leyes.

Los liberales y las escuelas de pensamiento económico:

A lo largo de la historia han existido varias escuelas de pensamiento económico. Acorde a la tipología que nos presenta Ha-Joon Chang en “Economía para el 99% de la población” tenemos (aunque no en orden) a la escuela austríaca, conductista, clásica, desarrollista, institucionalista, keynesiana, marxista, neoclásica y schumpeteriana. Existen otras, como el mercantilismo, escuela histórica alemana, escuela de Salamanca, la liberal francesa, la fisiocracia, escuela de Friburgo, pero no las menciona porque las considera subclasificaciones de las mencionadas. Para explicar los puntos fuertes de cada una, utiliza una metáfora basada en cocteles, que mencionaremos a continuación

-Opiniones divergentes sobre la vitalidad y viabilidad del capitalismo: Clásica, marxista, schumpeteriana e institucionalista

-Enfoque de mercado: Clásica, austríaca y neoclásica

-Conceptualización y enfoque en el individuo: Neoclásica, austríaca y conductista

-Enfoque en el papel del Estado: Neoclásica, desarrollista, schumpeteriana

-Teorías de grupos y de clase: Clásica, marxista, keynesiana e institucionalista

-Enfoque económico más allá del mercado: Marxista, institucionalista, conductista

-Enfoque en los sistemas económicos en su conjunto, más allá de sus componentes: marxista, desarrollista, keynesiana, institucionalista

-Enfoque en el desarrollo tecnológico y productividad: Clásica, marxista, desarrollista, schumpeteriana

-Interacciones entre los particulares y la sociedad: Austríaca, neoclásica, institucionalista, conductista

-Existencia y funcionamiento de las corporaciones: Schumpeteriana, institucionalista, conductista

-Enfoque en las cuestiones sobre desempleo y recesión: Clásica y keynesiana

No me detendré a explicar en qué consiste cada una de ellas porque con respecto al tema central del artículo no viene al caso, hacerlo lo extendería innecesariamente y en caso de hacerlo, requeriría su propio artículo. Estudiarlas una por una en orden está bueno, para hacer un recorrido histórico de la economía como ciencia, para ver su evolución a lo largo de la historia, pero los liberales tienden a creer que las únicas dos escuelas de pensamiento económico válidas, de la tipología de Ha-Joon Chang son la clásica y la austríaca, para ellos todas las demás no sirven. En la tipología, debajo del cuadro de la metáfora de las bebidas alcohólicas tipo cocteles, con cierta ironía (en forma de advertencia sanitaria también en tono de metáfora “a ingesta de un solo ingrediente puede causar visión de túnel, arrogancia y, muy probablemente, muerte cerebral”, en la página 73 del epub) se advierte al público de las consecuencias de sobrefanatizarse con una sola escuela de pensamiento económico. Ponerse la etiqueta de la escuela tal genera una visión distorsionada de la realidad y la pérdida del enfoque pragmático que debería tener la economía, que es lo que ocurre con los liberales, olvidando que las escuelas de pensamiento económico, todas tienen puntos fuertes y que son ciertos, como también pueden tener puntos débiles y también errores de concepción. Lo mejor, a mi parecer es enseñar todas las escuelas, con fines puramente históricos, decirle a la gente que lea a todos los autores que pueda, sin excepciones, para la ciencia como tal, estudiar el nivel macro, el nivel micro, la economía política y darle un enfoque pragmático, no encasillarse en una sola escuela de pensamiento o en una sola corriente. En nuestro caso particular, que es peronismo clásico, nuestra forma de ver la economía, aunque tiene más elementos de la tradición desarrollista (desde los mercantilistas hasta la escuela histórica alemana) también tiene elementos de otras escuelas de pensamiento económico, a los cuales les sacamos el mejor provecho en nuestro favor, pero no me detendré mucho en esto porque requeriría su propio escrito.

Los liberales y las fallas de mercado y las fallas del Estado:

Los liberales tienden a subestimar las fallas de mercado y sobredimensionar las fallas del Estado pero nos concentraremos en las primeras porque conciben al mercado como una institución sagrada y perfecta. Las fallas de mercado son, para Monchón y Becker, la competencia imperfecta (donde entran los monopolios y oligopolios, de los que ya hemos hablado anteriormente), las externalidades (positivas y negativas) y la información imperfecta. Una externalidad surge cuando algunos efectos secundarios de las actividades económicas (ya sea en forma de consumo o de producción), ya sea positivo o negativo, no es incluido en el precio de mercado. Dependiendo el caso, las externalidades pueden ser resueltas a través de soluciones de mercado, o soluciones de Estado. La información imperfecta consiste en suponer que el consumidor tiene toda la información sobre el bien y el productor toda la información sobre los consumidores de sus productos, cuando en la realidad no es tan así. Esta falla se puede manifestar en forma de información asimétrica (cuando algunos tienen más información que otros), que puede derivar en riesgo moral (por ejemplo, en el mercado de los seguros cuando no hay incentivos para que las personas eviten o prevengan el suceso arriesgado) o en selección adversa (también en el caso de los seguros, quienes más riesgos tienen son los  que más comprarían el servicio). Es cierto que el Estado puede tener fallas (como algunas ineficiencias derivadas de la falta de presión competitiva, dificultades para evaluar la producción o rendimiento de algunos bienes y servicios públicos, información imperfecta, problemas en la relación de principal-agente, cooptación por grupos de presión, colocar las normas por encima de los objetivos, entre otras) debido a que las relaciones organizacionales e interpersonales son mucho más complejas en el Estado (contemplando tanto la administración pública como los administrados) que en las empresas o el mercado, pero los liberales colocan al Estado como la fuente de todos los males mientras subestiman las fallas del mercado. También es importante notar, que no han dado desde su pensamiento una respuesta eficiente a las externalidades negativas, es cierto que hay soluciones de mercado (como los permisos para contaminar o el teorema de Coase) pero tienden a ser ineficientes debido a la cantidad de partes afectadas y los costos de transacción.

Los liberales y la ética de los economistas:

La economía en cuanto ciencia como bien comentan Mankiw, Monchón y Becker, tiene dos dimensiones de interpretación, una dimensión positiva y otra dimensión normativa. La economía positiva, en palabras de Monchón y Becker consiste en “explicaciones objetivas del funcionamiento de los fenómenos económicos” y se basan en “lo que es o podría ser”, comento además que hace más uso de un lenguaje de tipo analítico. La economía normativa, en palabras también de Monchón y Becker, consiste en “establecer proposiciones del tipo “si se dan tales condiciones, entonces tendrían lugar tales acontecimientos”, también alude al uso de principios éticos y normas de justicia; como los juicios de valor están involucrados añado además que en ocasiones también hace uso de un lenguaje coloquial. Usaré un ejemplo propiamente del peronismo clásico para ilustrar esto:

-Afirmación positiva: Al aumentar la demanda de trabajo, aumenta su remuneración, que es el salario y habrá un nuevo equilibrio en la curva de oferta de empleo (trabajadores disponibles) y demanda de empleo (intención de contratar), en el mercado de factores de producción.

-Afirmación normativa: Cuando hay pleno empleo, los salarios suben solos

Retomaré el ejemplo mencionado en el siguiente apartado cuando hable del lenguaje de los economistas. Hay discrepancias entre los economistas con respecto a una amplia variedad de temas aún desde el punto de vista de la economía positiva, aunque son más fáciles de observar en la economía normativa. Todas estas discrepancias entre economistas pueden deberse a varios motivos, entre ellos criterios éticos, ideológicos o políticos acerca de lo deseable o indeseable, que son los motivos mencionados por Monchón y Becker, a los cuales también agregaría sesgos socioculturales y pondría como ejemplo a los autores de los manuales de economía que vengo utilizando más en este escrito, el manual de Mankiw es bastante sencillo de comprender y da muy buenas explicaciones pero el autor aunque se identifica como keynesiano no deja de ser un estadounidense que además trabaja en la administración pública, por eso en ocasiones vemos algunos sesgos más a favor del mercado que de las políticas estatales; en el caso de Monchón y Becker (el primero de ellos español, el segundo, argentino) si bien están más cerca de la tradición neoclásica es posible apreciar que valoran más el papel del Estado que Mankiw en su manual debido a que tenemos naturalizada una mayor presencia del Estado en nuestra economía, con servicios que valoramos y apreciamos mucho. Otro caso es Dante Urbina, que si bien es un heterodoxo y pragmático confeso, algunas de sus ideas tienen la influencia de un catolicismo bastante tradicional. Monchón y Becker continúan su exposición dando a entender que cualquier análisis implica una evaluación de los hechos, son susceptibles de más de una interpretación posible y estas interpretaciones están además sujetas a la subjetividad del economista, que a su vez  puede estar influenciada por otros elementos; también sostienen que la economía no es una excepción a la regla con respecto a los juicios de valor y las concepciones epistemológicas más recientes, agregan, rechazaron la idea de que las ciencias están libres de juicios de valor, especialmente las sociales. Este apartado lo escribo porque entre los liberales existe una creencia infundada de que la economía es una ciencia desideologizada y libre de juicios de valor cuando no, no es así. De hecho considero un error el subestimar la ética en la economía y uno de los primeros autores en criticar esta subestimación es Georg W. F. Hegel en sus “Principios de filosofía del derecho”.

La existencia de una economía positiva no hace menos válida a la economía normativa, ambas son importantes y se complementan perfectamente, por ejemplo, para formular objetivos y formas de alcanzarlos en las políticas macroeconómicas. Usando el mismo ejemplo que puse del peronismo clásico, se puede fijar como objetivo el pleno empleo (economía normativa) y hacer posteriormente un análisis del comportamiento de las curvas de oferta y demanda de trabajo en el mercado de factores de producción (economía positiva), este comportamiento a su vez ayudará también a planificar una política de generación de empleo y ocupar así a los desocupados pues nos dará a conocer la cantidad de trabajadores a ocupar y puestos de trabajo a crear. 

La importancia de un enfoque pragmático de la economía:

Como hemos dicho en la introducción, la mejor forma de abordar la economía como ciencia es de manera pragmática porque, aunque tiene elementos matemáticos y estadísticos (todo lo que tiene que ver con econometría), no es una ciencia exacta. Las decisiones a tomar de los particulares o las políticas económicas a ejecutarse, ya sea por una voluntad razonada o para inducir algún comportamiento deseado en la circulación de bienes y servicios no siguen siempre reglas fijas y algunos resultados pueden resultar ambiguos. Los economistas y políticos, aunque tienen herramientas analíticas y teóricas, no están desprovistos ni de juicios de valor, ni de sesgos ideológicos, además de estar influenciados por las características de su contexto histórico y sociocultural. También agrego que cada país tiene necesidades diferentes, por eso es que, si quieren beneficiarse económicamente, deben adoptar políticas económicas acorde a sus características territoriales, culturales, etc., otros necesitarán más proteccionismo, otros menos, algunos otros más gasto público, otros menos o más en determinadas áreas, entre otras posibilidades. Para ilustrar la necesidad de un enfoque pragmático me voy a remitir a los siguientes ejemplos.

-El sesgo burgués: Teniendo en cuenta que el liberalismo en su dimensión económica apareció y tuvo su auge durante los siglos XVIII y XIX debemos tener en cuenta en qué sectores sociales estuvo en boga dicha ideología. Acá no estoy usando el término “burgués” en sentido marxista, sino en sentido premarxista, y esta categoría refería tanto a los artesanos, como a los industriales como a los comerciantes. Artesanos e industriales necesitaban insumos baratos y en buena cantidad para poder producir sus manufacturas, los comerciantes en cambio veían cierto interés en la importación y exportación porque el intercambio de productos importados les reportaba una mayor ganancia, además que de dentro de la clase burguesa, tener algo importado era signo de status social pues representaban bienes de lujo los productos importados. También es cierto que la burguesía (tanto grande como pequeña) quería quitarle sus privilegios a la aristocracia (por esas razones anteriormente mencionadas, los insumos baratos y las ganancias extraordinarias al intercambiar importados), pero no quería perder los suyos propios, por eso estas teorías económicas buscaron hacerse compatibles con la mayor desigualdad económica posible de existir. Los liberales tienden a pasar por alto este sesgo a partir del cual se formularon estas teorías. 

-La figura de David Ricardo: David Ricardo fue uno de los economistas referentes de la escuela clásica, fue miembro del parlamento inglés y se lo recuerda por su teoría de las ventajas comparativas, que expone en sus “Principios de economía política y tributación”. Existe una sacralización de las ventajas comparativas y de la división internacional del trabajo por parte del liberalismo, pero se tiende a ignorar en qué contexto formuló dicha teoría. Inglaterra en ese momento (principios del siglo XIX hasta la primera guerra mundial) estaba experimentando una cierta expansión en su rama industrial y una mayor mecanización de sus procesos productivos, esto implicó una migración del campo a las ciudades por varios factores, entre ellos, la necesidad de concentrar mayor mano de obra en las fábricas y una menor necesidad de mano de obra en los campos. El resultado fue el siguiente: una crisis de sobreproducción y una producción local de alimentos insuficiente para cubrir todas las necesidades de la población británica. ¿Qué necesitaban los ingleses en ese momento? Deshacerse de sus productos antes de que éstos se deterioren y comprar alimentos baratos para poder cubrir las necesidades de su población, entre otros insumos faltantes para sus industrias y esto es a lo que responde la propuesta de David Ricardo, a ese contexto histórico. Es cierto que hay productos que son más fáciles de producir en algunos lugares que en otros, por diversos factores, ya sea climáticos, demográficos o tecnológicos, entre otros y en esa época Inglaterra era uno de los pocos países que tenía la tecnología suficiente para producir a gran escala los productos manufacturados, mientras que la industria manufacturera de otros países se estaba quedando en el camino, por lo que decide aprovechar eso en su favor. ¿Qué hicieron? Convencer a los demás países de especializar sus economías en “lo que sea más fácil de producir y sepan hacer mejor” y abrir las importaciones, mientras los británicos practicaban el proteccionismo tierra adentro. Esto permitió a los ingleses vender sus excedentes en otros territorios y comprar insumos baratos y a futuro de generó la división del mundo entre países industrializados y países productores de materias primas, el famoso esquema de “centro y periferia” ¿Qué pasó después? Los países productores de materias primas se llevaron la peor parte, entre ellas el atraso tecnológico, deterioro de los términos de intercambio, desequilibrio de la balanza comercial y posteriormente la llamada “enfermedad holandesa”. Voy a publicar más adelante un artículo sobre las ventajas comparativas ampliando este tema. De una estafa británica para “deshacerse cuanto antes de los excedentes y conseguir insumos baratos” los liberales hicieron un dogma.

-El caso de Singapur: Los liberales tienden a tomar Singapur como un ejemplo de libertad económica debido a sus bajos aranceles aduaneros y porque aparece en el índice de libertad económica elaborado por la Heritage, ocupando el primer puesto. Sin embargo, ignoran varias características fundamentales, por ejemplo, que en dicho país el liberalismo está proscripto de facto, pasan por alto también la alta presencia del Estado en el desarrollo económico de este país y la predominancia de capitales nacionales en la mayoría de sus empresas, especialmente las más grandes. ¿Por qué entonces los aranceles aduaneros de Singapur son tan bajos? Simple, al ser un territorio muy pequeño, carece de recursos naturales, insumos y alimentos que inevitablemente tiene que comprar a otros países y además, su mercado interno es muy pequeño, teniendo una población de 5,5 millones de personas (datos del Banco Mundial). Su presión fiscal también es baja, por su poca población (aunque muy densa por el territorio pequeño de este país), su cercanía al pleno empleo y su baja tasa de evasión. Sin embargo, estas características le dieron la desventaja de convertirse en un paraíso fiscal.

Algunos de los errores básicos más importantes que los liberales cometen al interpretar la economía, con su correspondiente corrección y refutación:

-“No hay que poner restricciones a las importaciones porque los consumidores tienen más para elegir”:

A ver… vamos por partes… El argumento del consumidor final es un argumento fetiche que suele utilizarse mucho para justificar el libre mercado, especialmente referido a las importaciones, dicen que con importaciones abiertas, el consumidor tiene más opciones para elegir y que la producción local puede mejorar compitiendo, pero nada de esto es lo que sucede en la realidad. ¿Qué es entonces lo que sucede? En caso de tratarse de bienes que podemos producir por nosotros mismos, darse una caída en los precios de equilibrio por debajo de los niveles de costo y tener que cerrar, generarse una sobreoferta y por ende una reducción de la utilidad marginal de dicho bien para los consumidores, que afecta especialmente a los productos nacionales o la fantasía de generar una escasez artificial localmente para justificar la compra del importado. Los motivos de por qué ocurre esto, muchos de ellos escapan a las herramientas econométricas y desglosaremos uno por uno

-Reducción de la utilidad marginal que afecta a los bienes de producción local pero no a sus equivalentes importados: La utilidad marginal es una medida económica que contempla la subjetividad de los consumidores, por cada unidad adicional de un mismo bien que se posea, el grado de satisfacción que proporciona al consumidor es menor, por eso la representación gráfica de la utilidad marginal tiene forma de “U” invertida. La razón por la cual la baja en la utilidad marginal de los bienes locales escapa las explicaciones económicas y tienen más que ver con algo puramente cultural e infundado, y al caso histórico que me remito es a aquella infame publicidad producida en tiempos de Martínez de Hoz en la cual se nos hizo creer que nuestros productos industriales eran basura y el equivalente importado una joya. Para que esto no pase, dependés de tener una población muy nacionalista que privilegie subjetivamente el producto local por sobre el importado pero esto no es lo que sucede en la realidad (aparte de que el liberal rechaza el nacionalismo) ni siquiera en el mejor de los casos donde esta característica (el nacionalismo del consumidor) se cumple, porque los fabricantes del importado al tener más experiencia y sus productos ser más conocidos, hay una especie de temor al producto nuevo y local porque su calidad aún no se conoce entre la población. Por estos motivos, para que las empresas locales no cierren y el trabajador no quede desempleado, es que deben aplicarse las barreras proteccionistas además de educar a la población en privilegiar los productos nacionales y a los productores, inculcarles la visión de calidad e innovación. Hemos demostrado también que entran en juego los juicios de valor.

-Generar una escasez artificial para justificar las importaciones de cosas que ya tenemos y el libre mercado: Este es a mi parecer uno de los comportamientos más antieconómicos que existen porque, o sea ¿No es acaso, inducir a comprar más caro, lo que podemos producir localmente y más barato? Es decir, exportas una buena cantidad y generas escasez del bien, para compensar esa escasez, mandas importar el mismo bien, el resultado es que el importado es naturalmente más caro, por los aranceles aduaneros, pero aún aplicando un supuesto simplificador de “no hay aranceles”, al precio del importado hay que sumarle el costo del transporte, por lo que naturalmente se encarecería, perjudicando al consumidor. Por lo que este comportamiento además de antieconómico es muy contradictorio en su formulación.

-“Los controles de precios son innecesarios y no sirven, no importa el caso”: 

Esta es una creencia infundada en los liberales, quienes creen que con las curvas de oferta, demanda y punto de equilibrio es suficiente y en parte fue infundada también por el kirchnerismo, especialmente luego de 2011, dado que se dio mucho el caso de aplicar precios mínimos por debajo de los costos, que no hicieron más que empeorar la situación. En un modelo ultrasimplificado, remitiéndome tanto a Mankiw como a Monchón y Becker existe un punto de equilibrio, en el que se intersectan las curvas de oferta y demanda y expresa que la cantidad ofrecida es igual a la cantidad demandada. Se suele interpretar, que un control de precios basado en fijar un precio máximo por debajo del punto de equilibrio tiende a generar escasez, mientras que un precio mínimo por encima del punto de equilibrio generaría excedentes y esto a su vez derivaría en mecanismos de racionamiento que pujarían nuevamente hacia el punto de equilibrio (desde largas colas para adquirir el bien escaso hasta acumulaciones de excedentes en stock de los cuales deshacerse cuanto antes). Pero, esta explicación ultra simplificada no está contemplando un concepto muy importante, que es el de “costos”. Los precios de los bienes se forman a partir de los precios de los insumos utilizados para fabricarlos, incluyendo el salario de los trabajadores y los correspondientes impuestos que afectan al bien en cuestión. Hay ocasiones en los que el precio de equilibrio está o por debajo de los costos o por encima del costo marginal , lo cual podría en el primer caso, impedir que las empresas recuperen sus costos, presenten pérdidas y tengan que cerrar, o, en el segundo caso, estar ante una situación de ganancias extraordinarias y sobreprecios. En el caso de precios de equilibrio por debajo de los costos, conviene aplicar un control de precios fijando un precio mínimo basado en los costos totales y para prevenir los sobreprecios, un precio máximo basado en el costo marginal. Como pueden modificarse los precios de los insumos ya sea, por ejemplo, por un avance tecnológico que incremente su producción, las auditorías de costos deben realizarse periódicamente y actualizar o ajustar los precios fijados cada cierto tiempo. En caso de generarse un excedente, el punto de equilibrio nos permitirá saber que estamos listos para exportar dichos bienes, en caso de producirse una escasez está la opción de buscar formas de incrementar la producción, por ejemplo, usando la política económica para abrir nuevas empresas o invertir en tecnología. Cuando usamos tanto los elementos microeconómicos como macroeconómicos y la economía política como un todo, cambia la interpretación.

-“No se necesita legislar salarios mínimos porque están sujetos al equilibrio de la oferta y demanda de empleo”: 

Es cierto que en el mercado de factores de producción (fuerza de trabajo, tierra y capital) se usan las curvas de oferta y demanda. Por oferta de trabajo se entiende la cantidad de trabajadores desocupados buscando empleo y por demanda de trabajo, los puestos de trabajo disponibles en las empresas, o la intención de estas de contratar trabajadores. En un modelo sencillo y puramente microeconómico, se entiende que fijar un salario mínimo es asignar un control de precios fijando un precio mínimo a la fuerza de trabajo, lo que generaría un excedente de esta, que en comportamiento de contratos de trabajo se traduciría como “mayor desocupación por haber menores incentivos para contratar”. Los liberales se quedan con el “modelo sencillo, microeconómico y de competencia perfecta” y se quedan además con la idea de que los trabajadores tienen que competir entre sí para ser contratados, abaratándose a sí mismos hasta lograr un punto de equilibrio entre demanda de trabajo y oferta de trabajo. 

Sin embargo al igual que ocurre con la cuestión de los controles de precios en los demás bienes y servicios, con la fuerza de trabajo ocurre algo parecido, como hemos dicho anteriormente, sin controles de precios hechos acordes a los costos, los precios pueden caer por debajo de los costos y el punto de equilibrio puede muchas veces estar por debajo de los costos, lo que hace que muchas empresas cierren y mucha gente quede sin trabajo, por lo que es adecuado tanto fijar un precio mínimo basado en los costos fijos y variables, como al mismo tiempo fijar un precio máximo basado en el costo marginal para evitar los sobreprecios. 

Ahora complejizamos el modelo ¿Tiene la fuerza de trabajo un costo posible de conocer? De hecho, sí lo tiene y acá entra en juego el concepto de “costo de vida” y esto es, qué bienes y servicios necesita consumir una persona durante un mes para tener una vida digna y mantener a su familia (especialmente en caso de haber niños pequeños y personas ancianas en el hogar), a los que en este análisis se interpretará como “insumos de la fuerza de trabajo”, y tomo como referencia el período de un mes, porque los salarios en general se pagan mensualmente (pese a que hay casos en que se hacen dos pagas cada 15 días, o el salario a destajo de los monotributistas, autónomos e informales) pero usemos el supuesto simplificador de “los salarios se pagan mensualmente”, entrando también en juego la cuestión de la distribución del ingreso. Los salarios mínimos a la hora de establecerse deben seguir tanto criterios cualitativos como cuantitativos, teniendo especial predominancia los primeros, entendidos como necesidades a cubrir (que pueda comprar todos los alimentos que necesita para un mes y comer saludablemente entendido esto como dieta equilibrada, que pueda cubrir sus demás necesidades básicas, que no tenga que preocuparse para llegar a fin de mes, que pueda trasladarse ya sea al trabajo u otros viajes que necesite, que pueda pagar su alquiler en caso de estar alquilando *aunque lo ideal sería el acceso a la casa propia*, que pueda vestirse, que pueda pagar sus servicios, que se respete su tiempo de descanso y ocio, etc).

¿Aplica el concepto de costo marginal al costo de vida? Una de las consideraciones que menciona Mankiw en el primer capítulo es que “las personas racionales piensan en términos marginales” y esto es añadir una hipotética unidad más de cada bien a la ecuación junto a la posibilidad de realizar pequeños ajustes en las decisiones y el ahorro (entendido como postergación del consumo una vez cubiertas todas las necesidades), por lo tanto, sí aplica. Hay un equivalente a los costos totales (que acá entendemos como subsistencia) y un costo marginal (añadir una unidad más de cada bien y la posibilidad de ajustar o postergar el consumo), por lo tanto, es más que legítimo ajustar un salario mínimo tomando como base el costo de vida, tiempo de ocio y ahorro. El uso de servicios públicos en este caso se comporta como subsidios casi o totales, de algunos elementos que conforman el costo de vida (especialmente lo que es salud y educación, aunque algunos gastos corren por cuenta del particular, ejemplo útiles escolares o manuales) y en economía esto se interpretaría como “parte subsidiada del costo de vida”. En caso de haber desocupación porque las empresas no pueden pagar acorde a “la parte no subsidiada del costo de vida” de los trabajadores, no hay que dejar a esos trabajadores sin ocupar y acá entra el Estado con una política de generación de empleo, para abrir nuevas industrias en las que ocupar a estos trabajadores ¿Puede haber excedentes en la producción? Claro que sí y hay que exportarlos una vez satisfecho el mercado interno (la satisfacción del mercado interno se puede conocer por el punto de equilibrio). 

Dicho en términos simples, es más que válido, legítimo y humanitario legislar salarios mínimos acordes al costo de vida y una vez cubiertas todas las necesidades de las familias, que estas puedan ahorrar e invertir, sólo que he usado lenguaje de economista de tipo analítico y de la economía positiva, que puede sonar algo seco y frío.

-“El Estado no debe ofrecer nada por fuera de los bienes de defensa, justicia, infraestructura civil (obras públicas) y seguridad, eso es socialismo y el socialismo no funciona”

Esta es otra clásica, el modelo minarquista y que el resto lo haga todo el mercado. En primer lugar, el Estado se encarga de aquellos bienes que el sector privado sería incapaz de proveer por sí mismo debido a sus altos costos y en segundo lugar, muchas de las empresas, en una política industrialista, crecen y se expanden, gracias a la presencia del sector público y al gasto público, pues el Estado adquiere muchos de esos insumos que necesita a través del sistema de proveedores privados. Con respecto a servicios como salud y educación, que para el ciudadano son gratuitos (a excepción, en el caso de la educación, de los útiles escolares), la economía interpreta los servicios públicos no arancelados o parcialmente arancelados como un subsidio al costo de vida, que hemos estudiado anteriormente, cuando dijimos que el costo de vida tiene una parte subsidiada (representada por el uso de servicios públicos gratuitos) y otra que no lo está (representada en el salario, que se usará tanto para la subsistencia como para el ahorro e inversión de los particulares). Desde la economía positiva se lee un subsidio, desde la economía normativa se lee una política pública destinada a mejorar el bienestar de los ciudadanos y que hace valer los derechos económicos, sociales y culturales; no van separadas como los liberales creen, desde un punto de vista analítico se lee un subsidio, desde un punto de vista coloquial se lee un reconocimiento de derechos y una lectura no va separada de la otra. Además, debería abandonarse el dogma de “todos son zurdos menos los liberales” o pensar en “socialista o no socialista”, pues a lo largo de la historia la mayoría de los modelos económicos viables fueron y son mixtos. Ni un modelo totalmente estatista, ni un modelo totalmente libremercadista serían viables en la realidad. Quizá el tema de los subsidios merezca un artículo a futuro, ya que los liberales tienden a demonizarlos no importa de qué tipo de subsidios se trate.

Conclusiones:

Hemos demostrado a través de varios ejes temáticos la pésima comprensión de los liberales, de la economía como ciencia. Algo de microeconomía entienden, pero no logran integrar bien sus conceptos, en todo caso los comprenden de forma aislada en vez de relacionarlos. De macroeconomía apenas entienden el PBI y pedalean en el aire en la mayoría de temas debido a que subestiman el rol del Estado. En economía política prefieren el dogma del libre mercado por encima de la cosmovisión pragmática. También pifian severamente en las interpretaciones de gráficos a falta de diálogo con otras ciencias sociales para poder interpretarlos, usando como excusa el “no te bancás los datos” cuando ellos “no se bancan las otras ciencias sociales, especialmente la historia”. No comprenden ni el uso correcto de los modelos metodológicos y la función verdadera de los supuestos simplificadores, razón por la cual les dicen “los terraplanistas de la economía”. Consideran válidas sólo las escuelas de pensamiento clásica, neoclásica y austríaca, cuando todas, absolutamente todas tienen sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Subestiman las fallas de mercado y sobredimensionan las fallas del Estado, tampoco dan respuestas eficientes a las fallas de mercado y ven al Estado como la fuente de todos los males. Para terminar, creen que la economía es una ciencia desprovista de sesgos socioculturales, de contexto histórico y juicios de valor, cuando el economista al igual que el resto de científicos sociales no puede escapar de ellos. Nosotros, por nuestra parte consideramos que el estudio de las escuelas de pensamiento debe ser para hacer un recorrido histórico y poder tomar lo mejor de cada economista, el estudio de la economía debe enfocarse en los niveles microeconómico, macroeconómico, su interacción, la economía política y estudiarse/aplicarse con enfoque pragmático, esto es, aplicar y pensar la economía desde lo que nos beneficia como país, y teniendo en cuenta no sólo nuestras características materiales, sino también socioculturales.

Fuentes:

“Economía, principios y aplicaciones” – Francisco Monchón Morcillo y Víctor Alberto Becker
“Principios de economía” – Nicholas Gregory Mankiw
“Economía para el 99% de la población” – Ha-Joon Chang
“Retirar la escalera” – Ha-Joon Chang
-“Sistema nacional de economía política” – Friedrich List
-“Principios de economía política y tributación” – David Ricardo
-“La insubordinación fundante” – Marcelo Gullo
-“Historia social del mundo occidental – Susana Bianchi
-“Principios de filosofía del derecho” – Georg Wilhelm Friedrich Hegel
- https://principioseinstrumentos.files.wordpress.com/... - Curva de oferta, curva de demanda y punto de equilibrio
- https://www.youtube.com/watch?v=1OlTJCtgGi0 – Otro video del caso de Somalía
- https://datosmacro.expansion.com/estado/gasto - Mapa y tabla de gasto público por países
- https://datosmacro.expansion.com/impuestos/presion-fiscal - Mapa y tabla de presión fiscal por país
- https://www.youtube.com/watch?v=G15FZA36OtQ – Conferencia del economista surcoreano Ha-Joon Chang, un pragmático por excelencia, aquí critica tanto el neoliberalismo y expone su concepción pragmática de la economía.
- https://i.ytimg.com/vi/SG0qiDqGrl8/maxresdefault.jpg Un ejemplo del modelo del dilema de prisionero o equilibrio de Nash)
- https://2.bp.blogspot.com/.../flujo%2Bcircular%2Bde%2Bla... – Modelo de flujo circular con Estado
- http://libertelia.org/.../upl.../2016/02/flujo-circular.jpeg - Modelo de flujo circular sólo con sector privado
- https://www.youtube.com/watch?v=z8DvUUcUlrU – Conferencia de Dante Urbina sobre su libro “Economía para herejes”
- https://www.youtube.com/watch?v=8Fwi9Z95YQ0 – Contraste entre la economía heterodoxa y pragmática con la liberal y dogmática
- https://www.youtube.com/watch?v=rj2PNmcmjr4 – El video al que aludo con el ejemplo usado en los apartados sobre ética y lenguaje
- https://www.youtube.com/watch?v=UoNb_OK3hA8 – Refutación a la idea del consumidor plenamente racional
- https://www.youtube.com/watch?v=3EIdRZayr8A – La economía como fenómeno complejo
- https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext... – Sobre la enfermedad holandesa en el caso argentino.
- https://datos.bancomundial.org/pais/singapur - Estadísticas de Singapur
- https://datos.bancomundial.org/indicator/GC.TAX.TOTL.GD.ZS - Recaudación fiscal mundial y por país
- https://www.youtube.com/watch?v=Ys9GlRowehI – La publicidad que le hizo creer a la gente que nuestros productos industriales eran basura
- http://politicayplanificacionsocial.sociales.uba.ar/... - Artículo de Oszlak y O’Donnell sobre la definición de políticas públicas