La guerra fantasma de Siria y Turquía


Pepe Escobar
Asia Times Online



Érase una vez, no hace mucho tiempo, el ministro de Exteriores turco Ahmet Davutoglu era el principal proponente de una política exterior denominada “cero problemas con nuestros vecinos”, ridiculizada por muchos en Occidente como “nuevo-otomanismo”.


La OTAN se reúne este martes en Bruselas no solo para presentar su respuesta al abatimiento de un caza turco F-4 Phantom derribado por la artillería antiaérea de Siria, sino para sellar qué tipo de “nuevo-otomanismo” emerge de lo que en realidad se ha convertido en una política de “gran problema con uno de nuestros vecinos”.


Davutoglu insiste en que el F-4 fue derribado en espacio aéreo internacional, aunque concede que había penetrado brevemente el espacio aéreo sirio. Contradiciendo la explicación oficial siria, dijo que el jet estaba claramente marcado como turco; iba en un “vuelo de entrenamiento” para probar el “sistema nacional de radar” de Turquía; y sobre todo “no tenía una misión clandestina relacionada con Siria”.


Previamente, el portavoz del ministerio de Exteriores sirio, Jihad Makdissi había subrayado que se trataba de un “accidente, no un ataque”. Según Makdissi, “un objeto no identificado entró en nuestro espacio aéreo y desgraciadamente fue abatido como resultado. Solo después nos dimos cuenta de que era un avión turco.”


Davutoglu, en una guerra relámpago en los medios turcos, como informa Today's Zaman, reiteró que se trataba de un “vuelo solitario”; que el jet “no iba armado”; que no hubo advertencia antes de que fuera derribado; y era “irrelevante” el intento de Siria de conectar la “violación no malintencionada” de su espacio aéreo con el abatimiento del F-4.


La violación del espacio aéreo de otro país, intentando evitar sus defensas al volar a baja altitud, es tan normal para Davutoglu como un shish kebab para almuerzo: “Antes hubo numerosas violaciones del espacio aéreo sirio por otros países. Pero Siria derribó nuestro avión desarmado”.


Pero entonces el ministro de Exteriores comenzó a desviarse (o no) de su libreto. Subrayó: “No importa cómo se desarrolle la historia del jet turco derribado, siempre estaremos junto al pueblo sirio”. Y lo siguiente: “Siempre estaremos junto al pueblo sirio hasta la llegada de un régimen democrático en ese país”. Olvidad el F-4 Phanton; el “pueblo sirio” puede dormir tranquilo porque lo más importante sigue siendo el cambio de régimen.


Todo lo demás es irrelevante


La OTAN considerará el caso de Turquía según el Artículo Cuatro de su carta, que permite consultas cada vez que “la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las partes es amenazada”. No estamos –todavía– en el Artículo Cinco, que tiene que ver con una reacción armada. Pero podría ser, dependiendo de cómo interprete la OTAN la afirmación de Turquía de que el F-4 Phantom fue “atacado a 13 millas de la costa siria, en espacio aéreo internacional”.


Por lo tanto, según la historia de Davutoglu el F-4 fue brevemente desviado al espacio aéreo sirio por alguna fuerza irresistible (¿Thor?); enseguida se dio cuenta de su error; se fue rápidamente; pero entonces fue derribado. A propósito, no se trató de un “vuelo solitario”; testigos dijeron a la televisión turca que vieron a dos cazabombarderos volando a baja altura que aceleraban hacia las aguas de Siria, pero solo uno volvió.


De un modo tan predecible como que Inglaterra fuera eliminada de la Eurocopa 2012, las usuales mascotas belicistas europeas del tipo William Hague ya han intervenido, culpando a Siria porque Turquía violó el espacio aéreo sirio. Sin embargo no existe evidencia –hasta ahora– de que Ankara haya advertido al gobierno y a las fuerzas armadas sirias de que realizaría una especie de reconocimiento cerca de lo que ya es una frontera muy explosiva.


Es “irrelevante”, según Davutoglu, si el F-4 (o el par de F-4) iba armado o no; bastaría con tratar de contar al Pentágono, por ejemplo, que el hecho de que un objeto no identificado desconocido, volando a baja altura, rápidamente, entrara a su espacio aéreo, no constituiría una amenaza. Si se trataba de una misión de reconocimiento militar, como arguye el propio Davutoglu, el F-4 tenía que estar armado.


E imaginad si se hubiera tratado de un jet sirio volando sobre territorio turco o israelí.


Arde, Anatolia, arde


Ankara ciertamente solicitará a Damasco una disculpa formal y el pago de reparaciones. Teherán, que prácticamente hasta ayer, es decir, antes de la revuelta siria, formaba parte de un eje Ankara-Damasco-Teherán– hace un llamamiento a la serenidad.


Por mucho que los belicistas profesionales alienten un remix del Golfo de Tonkín, eso sigue siendo demencia pura. A pesar de ello, Asia Times Online ha sido informado por una fuente local de “frenéticos” movimientos en la creciente base Incirlik de la OTAN en Turquía desde hace días.


Todo el mundo sabe –pero nadie habla de ello– del centro de comando y control de la OTAN en Iskenderum, en la provincia Hatay de Turquía, cerca de la frontera siria, establecido hace meses para organizar, entrenar y armar al grupo abigarrado conocido como Ejército Libre Sirio. Todo el mundo sabe que Catar, Arabia Saudí y la CIA asesoran y arman a esos “rebeldes” sirios de la OTANCCG con esencial ayuda turca en el campo de la logística y del refugio.


Todo el mundo sabe que Washington no aceptará otra cosa que un cambio de régimen en Siria, a favor de un títere dócil, sub-imperial (ciertamente no un islamista). Todo el mundo sabe que cada provocación impulsa la agenda -no tan oculta- de un ataque generalizado de la OTAN y el CCG contra Siria sin una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, soslayando a Rusia y China.


Si el “neo-otomanismo” persiste en su obsesión con el cambio de régimen en Siria –en gran medida vinculada al sueño turco de encontrar una solución al “problema” kurdo– más vale que comience a evaluar cómo podría Damasco hacer que lleguen fondos y logística al PKK kurdo para que desencadene un infierno en Anatolia turca.


Sin duda las cosas empeorarán considerablemente. Pero en términos de que la cola menee al perro –y de eso se trata– nadie sabe con seguridad; ¿trata Turquía de llevar al perro OTAN a una guerra, o es al revés?


Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge . Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto:pepeasia@yahoo.com


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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/NF26Ak01.html

Traducción: Germán Leyens