El descontento de la primavera mexicana llega al clímax


  Paul Imison
CounterPunch

CIUDAD DE MÉXICO – Ha tardado mucho pero el resultado de la elección presidencial mexicana del próximo domingo ya no es nada seguro. Hay que dar las gracias a esos estudiantes de la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México –alternativamente calificados por los medios corporativos del país de “marionetas”, “matones” y “niños”– que iniciaron un movimiento nacional de protesta contra el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Enrique Peña Nieto y no han cedido desde entonces.

En el espacio de unas semanas, el movimiento denominado “#YoSoy132” ha salido a las calles y ha alterado el cariz de la contienda, alcanzando el máximo hasta ahora con una marcha de 100.000 participantes en la Avenida Reforma de Ciudad de México el 10 de junio. Volverán a las avenidas el 30 de junio, el día antes de la gran votación.

No significaría nada si no representaran ahora la genuina posibilidad de un cambio repentino. La única pregunta es si el palpable giro de la opinión pública se traduce en apatía o en apoyo al candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador de la coalición Movimiento Progresista. Partidario incondicional de la izquierda y exjefe de Gobierno del Distrito Federal, López Obrador (al que se refieren usualmente como AMLO) había sido descartado por los mismos medios nocivos como algo del pasado. Sin embargo los últimos sondeos lo colocan a un solo dígito o incluso cerca del candidato del PRI.

El movimiento #YoSoy132 emergió el 11 de mayo de la ya legendaria protesta estudiantil de la (conservadora) Universidad Iberoamericana. Después de expulsar espontáneamente del campus al visitante Peña Nieto a gritos de "¡Cobarde!”, “¡Asesino!” y "¡Vete!", los estudiantes fueron calificados de “marionetas” por el PRI y sus patrocinadores en los medios. Así nació un movimiento que ha eclipsado exhaustivamente la contienda electoral y ha fascinado al país. Camisetas, banderas y avatares en Facebook que dicen “#YoSoy132” ahora forman parte de la iconografía nacional. Por cierto, todo lo que quieren esas “marionetas” y “matones” es una elección limpia y democrática.

Con todo respeto para #YoSoy132, las probabilidades no parecen demasiado buenas. La elite mexicana y su novio rico de Washington no permitirán de ninguna manera que AMLO llegue al poder, y si lo hiciera, seguramente harían todo lo imaginable por librarse de su persona. Si el gobierno de Barack Obama está dispuesto a hacer la vista gorda cuando Manuel Zelaya o Fernando Lugo sufren un golpe de Estado en Honduras o Paraguay, ¿qué se puede esperar en México?

La abrumadora mayoría de los medios estadounidenses (y “occidentales”) predicen una fácil victoria de Peña Nieto a pesar de numerosos sondeos independientes que dicen lo contrario, mientras la semana pasada The Economist lo describía elegantemente como “el menos malo” de los cuatro candidatos. Pocos de esos medios han mencionado siquiera la fuerte posibilidad de fraude el 1 de julio –para el cual ya se acumula la evidencia–, las tácticas de intimidación del PRI durante la campaña o la repulsiva relación entre el partido y la red Televisa de televisión, el mayor poder mediático de masas del mundo hispánico.

Hay que preguntarse por qué alguien puede desear el retorno de un partido que gobernó México como una dictadura de facto durante 71 años, reprimiendo a la oposición política, dejando innumerables muertos en una “guerra sucia” y en general oprimiendo a las decenas de millones de pobres y extremadamente pobres del país. Increíblemente hay quienes lo hacen, pero solo porque durante los últimos doce años el Partido de Acción Nacional (PAN) ha llevado al país a más desesperación todavía con la supresión de la oposición, innumerables muertos en la “guerra contra las drogas” y políticas económicas que incluso gobiernos en el mundo desarrollado tienen problemas para justificar.

Qué sorpresa, entonces, que muchos de los potenciales 78 millones de votantes de México no lo acepten. El movimiento #YoSoy132 se ha convertido en un llamado a la acción a cualquiera que está harto del duopolio PRI-PAN. Descartado como jóvenes estudiantes indignados que se rebelan contra cualquier cosa, cualquier visita a una manifestación de #YoSoy132 en todo el país –y ha habido muchas desde el 11 de mayo– revela la diversidad social y cultural de sus partidarios; mexicanos de a pie que huelen el retorno de la antigua dictadura y el dinero, el poder y la propaganda que está utilizando en la campaña electoral.
Sus entusiastas partidarios promocionan el movimiento como una “Primavera Mexicana”. La pregunta es ¿qué pasa con el movimiento si Peña Nieto logra salir victorioso el 1 de julio, sea como sea? ¿Y qué pasará en ese largo intervalo hasta su toma de posesión el 1 de diciembre?
“Apaga la televisión; prende tu conciencia”

El movimiento #YoSoy132 tiene tanta influencia que ha obligado a tres de los candidatos a aparecer en un tercer debate televisado el martes pasado, organizado por estudiantes, transmitido a través de You Tube y saludado como “Debate132”. Fue una reacción ante los verdaderamente patéticos debates “oficiales” realizados por el Instituto Federal Electoral de México (IFE), que consiguió más sitio en las páginas por la aparición surrealista de la ex playmate argentina Julia Orayen como edecán con su prominente escote.

Y comenzó “Debate132”; adivinad, ¿cuál de los cuatro candidatos no apareció? Por supuesto, los especialistas del PRI en los medios no perdieron un minuto con el evento y culparon a “dificultades técnicas” resultantes de la mala transferencia en vivo por no haberlo transmitido. También pregonaron que “solo 90.000” personas vieron el debate en vivo. Al escribir estas líneas, el vídeo en You Tube ha registrado 1,3 millones de visitantes.
De hecho, gran parte de la ira de #YoSoy132 ha sido dirigida a los gigantes mediáticos del país. Aunque esta vez el IFE reforzó las reglas, tuvieron poco efecto para impedir una “campaña sucia” de los medios del gran dinero y sus candidatos preferidos (incluida JosefinaVázquez Mota del PAN) contra el populista AMLO, quien en comparación tiene solo el respaldo de un periódico nacional (La Jornada, que Noam Chomsky califica de “el único periódico independiente del hemisferio”) y un semanario [Proceso]. A medida que AMLO mejora en los sondeos, tanto el PRI como el PAN financian con entusiasmo anuncios publicitarios en la televisión que lo presentan como un agitador barato y grosero que cree en “revolución” e “insurgencia”.

Documentos supuestamente filtrados por un empleado de Televisa y publicados por el periódico británico Guardian el 7 de junio revelan que el PRI pagó a la red millones de dólares por una cobertura deslumbrante de la campaña de Peña Nieto. Los documentos también confirmaron lo que todos sabían, que Televisa tuvo una clara estrategia para difamar la candidatura presidencial de AMLO en 2006, cuando perdió por escaso margen frente al presidente Felipe Calderón.

Televisa respondió que los documentos fueron falsificados, pero para muchos en México el escándalo solo confirmó lo que ha sido un secreto a voces durante años, la sucia e incestuosa relación entre la red y el PRI. Hace dos años, Peña Nieto se casó con una de las estrellas más glamurosas de telenovelas de la compañía, Angélica Rivera, conocida como “Gaviota” y desde entonces no ha dejado de ser centro de las miradas.

Cualquier cosa con tal de detener a AMLO

Después de la protesta del 11 de mayo, el PRI acusó a #YoSoy132 de estar manipulado por la coalición de AMLO, pero los dirigentes del movimiento nunca han apoyado abiertamente al candidato izquierdista. De hecho, se puede decir que tiene más en común con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad contra la “Guerra de la Droga”, que se formó en mayo de 2011, y cuyo influyente líder, Javier Sicilia, también se ha negado a apoyar a un candidato en la elección de este año. Sicilia se sumó a simpatizantes de #YoSoy132 en una protesta frente a los estudios de Televisa en Ciudad de México el 22 de mayo y ha descrito públicamente a AMLO como “arrogante” y “mesiánico”.

No obstante, AMLO es evidentemente el candidato que sacará más provecho de las protestas contra el PRI y Televisa. Casi un 40% del electorado de este año tiene menos de 30 años, y sin duda ha tratado de conquistar a los estudiantes para su causa. El 21 de mayo, dos días después de la primera marcha de #YoSoy132, realizó un emotivo mitin en la Plaza de las Tres Culturas en Ciudad de México donde un gobierno del PRI masacró de modo infame a hasta cuatrocientos estudiantes que se manifestaban antes de los Juegos Olímpicos de 1968. “No queremos un retorno al autoritarismo”, dijo AMLO a la multitud de jóvenes. “Esta es la generación del cambio que transformará el país”.

En la más reciente marcha de #YoSoy132 del 10 de junio, los manifestantes estaban divididos entre los simpatizantes de AMLO y los que dicen que no votarán a ningún candidato. Como reacción, muchos partidarios de la coalición del Movimiento Progresista llevaban letreros que decían: “Un voto en blanco es un voto para el PRI”.

La carrera política de AMLO ha estado sumida en la controversia, pero siempre ha contado con el apoyo de la mayoría de los mexicanos que viven en la pobreza. Como muchos en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que encabeza la coalición izquierdista, es un exhombre del PRI que se unió al partido formado por Cuauhtemoc Cárdenas después del fraude electoral de 1988, cuando una “falla de ordenador” llevó a la presidencia a Carlos Salinas.

Conocido por su franca retórica, AMLO ascendió a la dirección del PRD en 1996, fue un alcalde extremadamente popular en Ciudad de México entre 2000 y 2006, y se presentó como candidato a la presidencia ese mismo año, dominando los sondeos durante meses antes que Felipe Calderón –el preferido de Washington– lo derrotara en una elección que el difunto gran escritor de CounterPunch, John Ross, describió como “uno de los fraudes más escandalosos de la historia mexicana”. Cuando prestó juramento en una ceremonia a puertas cerradas el 1 de diciembre, por lo menos un 36% del país creía que Calderón era ilegítimo.

¿Reedición de 2006?

Otro objetivo del movimiento #YoSoy132 ha sido alentar a más ciudadanos a que se registren como observadores de la elección para impedir el tipo de fraude que ha ocurrido frecuentemente en la historia mexicana. Por desgracia, hay señales de que ya puede haber en camino una cierta especie de "vudú electoral".

El 8 de junio, se informó de boletas con errores de imprenta en varias municipalidades del Estado sureño de Oaxaca, junto con la pérdida de 31 -las distribuyen por todo el país elementos del ejército ridículamente equipados con armamento pesado-. El 20 de junio, un taxista en el Estado de Chiapas entró a una oficina regional del IFE y anunció que había encontrado 183 boletas presidenciales, parlamentarias y senatoriales que habían sido dadas por perdidas la semana anterior. IFE insiste en que es “imposible” clonar las boletas.

El incidente más chocante, sin embargo, fue el asesinato de un activista del PAN acribillado en la pequeña localidad de Villaflores, Chiapas. El candidato a alcalde del PRI, Ulises Alberto Grajales, fue arrestado en conexión con el asesinato y se canceló su candidatura.

En un mitin en Ciudad Juárez el miércoles, AMLO acusó al PRI de estar conspirando para realizar un fraude, citando una reunión “secreta” de 16 gobernadores del PRI en la casa de Eruviel Ávila en el Estado de México, el bastión electoral del partido. Un día después, Ávila confirmó que la reunión había tenido lugar, pero replicó que “los gobernadores del PRI están muy unidos… Cada vez que nos reunimos es para compartir experiencias exitosas y analizar el panorama socio-político del país”.

El IFE ha anunciado que 31.401 observadores electorales estarán presentes en las elecciones del 1 de julio, incluidos 501 observadores extranjeros, lo que todavía no inspira confianza en una población tan convencida de que la derecha puede robar una elección en un santiamén.

El 22 de junio, una coalición de más de 600 organizaciones civiles –incluyendo a grupos religiosos, campesinos, de migrantes, ecologistas, sindicalistas y de derechos humanos– publicó una declaración conjunta en la que dice que saldrán a las calles en protesta si hubiera evidencia clara de fraude en el resultado.

Como tal, una nación no retiene tanto el aliento sino que espera con una especie de resignación ansiosa. Aquí en Ciudad de México, AMLO es predominantemente la preferencia de la gente, pero en el ámbito nacional una gran cantidad de sus partidarios –y neutrales– esperan el tipo de trucos sucios que han caracterizado las elecciones mexicanas del pasado. La única pregunta es cómo se defenderá el país.

Paul Imison es un periodista freelance que vive en la Ciudad de México y escribe sobre México y Centroamérica. Contacto: