Hollande sorprende a la OTAN: retira las tropas de Afganistán

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  • El flamante presidente de Francia anunció que a fin de año no habrá más soldados galos en ese enclave. El anuncio sacudió la cumbre de la Alianza que se desarrolla en Chicago. 



Amenos de una semana de haber asumido como presidente de Francia, François Hollande se convirtió en un aguafiestas: ayer horas antes de comenzar la cumbre de la OTAN, en Chicago, reiteró que a fin de año retirará las tropas galas de Afganistán, dos años antes de la fecha que había fijado la Alianza atlántica. Es más, cuando todo estaba programado para que la mayor cumbre en la historia de la organización fuera el escenario donde se luciera el presidente estadounidense, Barack Obama, el francés le ganó de mano.
A cinco meses de las elecciones presidenciales, los asesores políticos y de imagen de Obama confiaban en poder presentarlo como líder y unificador en el marco de la cumbre del G-8, que concluyó el sábado en Camp David, y la de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que se cerrará hoy en Chicago, pero Hollande frustró ese plan, de buenas maneras pero con firmeza, con el más que comprensible argumento de que el retiro era parte sustancial de sus compromisos de campaña.
El paso que dará Hollande provocó inquietud en el seno de la alianza. En el mundo diplomático son muchos los que temen que su decisión lleve a otros a retirar antes de tiempo al menos una parte de los 130 mil soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF, según su sigla en inglés), que en teoría deberían permanecer allí hasta fines de 2014. Para los talibanes supondría, además, una muestra de debilidad de la OTAN.
“Entrar juntos, salir juntos.” Ese era el lema de la misión conjunta, que el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, repitió sin cesar –y sin éxito– durante meses, y que ayer volvió a estar en boca de la alemana Ángela Merkel. Ya desde 2010 fueron varios los miembros de la alianza que manifestaron su deseo de irse del país centroasiático, aunque sus intenciones pudieron frenarse en parte. El último fue Australia.
Según el planteo de Rasmussen, durante la cumbre abierta ayer no debía hablarse de retirada. En lugar de ello estaba previsto que los 50 países de la ISAF prometieran al gobierno de Kabul una buena ayuda para la década posterior a la salida del país. Ayer, en soledad, Obama le dijo eso al presidente afgano Hamid Karzai. “En 2014 habrá acabado nuestro papel de combate, pero nuestro compromiso de mantener la alianza con Afganistán continuará”, aseguró Obama.
Ese apoyo debe concretarse en forma de instructores y asesores en materia de seguridad, así como en 3200 millones de dólares para el mantenimiento del ejército y la policía. En total, unos 4100 millones de dólares anuales. Para evitar posibles discusiones, Washington ya había hecho incluso alguna propuesta sobre la cantidad que debería aportar cada país, algo que no le cayó muy bien a muchos aliados.
En un encuentro con la prensa previo a la cumbre, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Tom Donilon, confió en que el costo de la misión sea compartido, “para que Estados Unidos no tenga que asumir toda la carga”. Donilon señaló que, aunque “esta no será una conferencia de donantes”, se espera que cada uno de los 50 países de la ISAF anuncie su contribución durante la cumbre. Anoche no parecía ser ese el espíritu dominante.

dpa y Ansa