El neoliberalismo es malo. El capitalismo un fracaso humano. Lo viejo y lo que puede venir


Carlos Martínez 

  • Los poderes financieros, las grandes empresas y patronales, los especuladores de la deuda pública y todos aquellos que conforman el férreo sistema que se comienza a conocer como dictadura de los mercados.
Junto con el sistema mediático -que siendo de su propiedad es la voz de su amo- y el relato de una pléyade de “expertos económicos”, es decir economistas ortodoxos y neoclásicos a jornal de los anteriores, siguen afirmando que lo principal para reactivar la economía es atajar el déficit y pagar la deuda.
Nos tienen engañados y manipulados a todas las personas, bien por falta de información o por el dominio cultural e ideológico que el sistema detenta. Nos convencen de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que ahora hay que volver a la realidad y sacrificarnos. Es decir soportar el paro, las rebajas salariales, los recortes en sanidad o educación y las bajadas en las pensiones, pues el Estado ya no puede más.
Hay personas convencidas de que hay que privatizar o cerrar empresas públicas y por tanto eso, que significa más familias desesperadas y sin futuro, es afirmado con total tranquilidad por parte de gentes trabajadoras y no poseedoras más que de una hipoteca y se quedan tan tranquilos.
Incluso sindicalistas que se creen radicales y que desean, por temas gremiales y de competencia administrativa, ver a los que debieran tratar como a compañeras y compañeros en la calle. Es el colmo de la confusión y de la miopía. Es hacer un favor a los enemigos de lo público. El colmo de la insensatez son ya los numerosos funcionarios -que reconozco pueden ser tradicionales y conservadores en lo personal- pero que apoyan políticas públicas y a políticos profesionales neoliberales, cuando estos están esperando y preparando la ocasión para despedirlos o aligerar la administración, es decir prescindir de ellos.
Como dice el profesor Fernando Lopez Castellano, no hay mayor disparate que un funcionario liberal.
Todos esos profesores de economía, derecho y ciencia política, a los que paga el estado -es decir todos y todas con nuestros impuestos- y que han predicado el menos estado a costa del estado, valgan las redundancias, debieran haber tenido la honradez de renunciar a sus sueldos públicos.
Como hemos llegado a todo esto
En primer lugar, analizarlo da lugar a escribir un libro y ya los hay y muy buenos al respecto, más el que espero redactar y reflexionar yo. Pero veamos con mucha brevedad como toda esta situación nace en los años ochenta del siglo pasado y es el triunfo de los mercados, los ricos, las ideas conservadoras con la consiguiente derrota de las izquierdas. De todas las izquierdas políticas y sindicales.
Digo derrota de las izquierdas porque a unos se les hundió la URSS y su zona de influencia, a otros se les acabaron las propuestas basadas en la modernización y humanización de un sistema al que en algunos momentos se enfrentaron o lograron arrancarle mejoras y reformas sociales, es decir avances y mejoras democráticas, pero que ahora les arroja de su paraíso pues el capitalismo ya no necesita de la democracia, luego le estorba la socialdemocracia.
La socialdemocracia además no solo no sabe, sino que no se atreve a enfrentarse al capitalismo financiero y post-industrial y ha acabado convirtiéndose en socioliberalismo, que se diferencia escasamente del pensamiento liberal. Ha logrado el sistema cooptar de forma convencida a los que antaño fueran socialistas y socialdemócratas, incluso a dirigentes sindicales, atenazados y amedrentados en ambos casos por un capitalismo de nuevo cuño, agresivo, criminal y especulador, que se enfrenta con dureza a las clases populares y ha conquistado las mentes y la identidad de lo que fueron sus votantes.
Pero los partidos comunistas europeos tampoco han escapado a esta crisis de ideas. El Partido Comunista Italiano, suicidado, y el francés, siendo una sombra de lo que era. Incluso la debilidad manifiesta del español son realidades incuestionables. Pero lo más duro es que antiguos votantes del PCI voten ahora a la Liga Norte o en los barrios de París se vote al Frente Nacional, es decir a la extrema derecha. Es más descorazonador.
Los conservadores y liberales, aprovechando una crisis financiera -grave pero que era tan perfectamente detectable que comienzo a sospechar que era parte de su estrategia- han lanzado una guerra sin cuartel contra las clases trabajadoras y populares de Europa, pero a su vez del mundo entero. La situación se ha convertido en una autentica guerra de clases y de latrocinio y expolio de las rentas y los servicios de la gente, de los de abajo, para el exclusivo beneficio de los poderosos, de los ricos.
La URSS, asfixiada y con un modelo de socialismo estatista, bastante ineficaz e inventando lo que había que hacer según venían las circunstancias. Pues en Marx no se encuentra ninguna definición de cómo gestionar el estado obrero y por supuesto nada sobre la NKVD, la KGB o la Lubianka o el partido único. Pero sin embargo sí logró la existencia de un contra-poder y de un modelo alternativo, que si bien ausente de libertad según la óptica liberal, hacía que el mundo fuera más equilibrado y el imperialismo no campará libre. Pero la URSS, que cometió bastantes errores, entró en la carrera de armamentos y no la pudo soportar.
Caída la URSS, convertidos los laboristas y sus variantes del continente europeo a la tercera vía y asumido que el estado del bienestar debía sufrir recortes, y lo que es peor asumida la globalización neoliberal, ya lo demás ha caído como fruta madura.
Reivindicación de la política
Ahora el panorama es aún peor del que dibujo. Pero hay resistencias, incluso ejemplos de nuevas alternativas antineoliberales. Nos guste o no además un nuevo mundo que emerge a nuestras espaldas. Pero los europeos, que somos profundamente eurocentristas, es decir racistas y engreídos, no solo no nos gusta lo que en otros lugares del planeta se hace sino que, sin conocerlo, sin estar informados de verdad, preferimos tragarnos las falsedades de las empresas capitalistas del negocio de los medios de comunicación y lavado de cerebros europeos, antes que indagar y saber que pasa. Que pasa en el mundo más allá de las Azores, Gibraltar o los Balcanes.
Hoy no insistiré, solo lo apunto. Pero nuestra pelea, solitaria por nuestra propia voluntad de habitantes de las antiguas potencias coloniales decadentes, nos lleva a buscar nuestra propia vía. No nos falta razón, pero ya que no queremos ejemplos más mestizos u oscuros, al menos veamos nuestra propia situación. Comencemos por ser conscientes de nuestra pobre realidad y comencemos a poner remedios.
No es la mutua desconfianza el mejor camino. No son las viejas vanguardias ya quemadas y fracasadas la mejor medicina. Pero la historia no comienza hoy. Los movimientos sociales no nacieron hace un año. Las revueltas populares en pos de la justicia ni siquiera proceden del siglo XIX, ni el socialismo es algo detestable y fracasado pues sigue sin ponerse en funcionamiento, salvo en ensayos, proyectos o tratados. Lo que si es un fracaso es el capitalismo.
Comencemos por creer, tener sentimientos y fe en un futuro mejor, y sobre todo la valentía intelectual de afirmar el fracaso de los que nos dominan. No es un fracaso propio, no, ni de clase rica. No, fracaso con respecto a la humanidad. Hambre, pobreza, guerras y dominación de unos pueblos sobre otros y de los poderosos sobre la mayoría. Ahora además el capitalismo, que ha empobrecido a más de medio mundo, para perpetuarse viene a por nosotras y nosotros, los europeos.
La batalla ya está aquí y se puede responder como en Grecia o como en Irlanda. Como en Islandia o como en España en la que hace poco se aprobó una reforma financiera entre las derechas y los socioliberales, que fortalece aún más a la oligarquía financiera, en lugar de investigar y procesar al nefasto poder financiero, principal responsable de esta crisis financiera en este reino de opereta.
También nos podemos equivocar en la respuesta. La solución no pasa por que todos los que se preocupan por la cosa pública son malos e iguales. La política es mala -contradiciendo al mismísimo Platón- o lo que es peor, haciéndole sin querer otro favor al sistema. La respuesta en mi opinión más acertada es que nos reapropiemos de ella -la política- las y los ciudadanos.
Pero escuchemos. Veamos las inquietudes y los miedos de los y las de abajo. Veamos sus sufrimientos e ilusiones y sobre todo volvamos a hacer pedagogía política. La educación popular es imprescindible y ahora más. Hay que explicarles y bien, por ejemplo a las personas paradas, por qué lo están, cuáles son los motivos reales y quiénes los verdaderos culpables de su situación.
Expliquemos que la deuda es un negocio y una estafa. Que los recortes en prestaciones sociales un robo a nuestros impuestos y cuotas sociales, al objeto de financiar sobre todo a bancos y transferir dinero de los pobres y los y las de abajo a los ricos.
Que todo es más simple y sencillo de lo que parece. Pero sería de agradecer que no constituyamos una nueva élite que maneja una jerga y unos sueños que son los nuestros, pero no los de quien vive angustiado porque no le llega despues de pagar la hipoteca o contempla impotente como su familia poco a poco va ingresando en el desempleo, o sus hijos no encuentran trabajo y están perdiendo años de cotización de forma que cuando se jubilen pasarán hambre, si este sistema liberal sigue por estos derroteros.
Necesitamos recuperar los sentimientos y hacer política de otra forma. También ser conscientes de que la vieja y heroica clase obrera industrial, a la que tanto debemos, ya es minoritaria, y por tanto los capitalistas -que lo saben- nos están machacando. Hay que encontrar nuevas formulas de organizarse y luchar, al objeto de enfrentarnos a un nuevo capitalismo y su doctrina el neoliberalismo.
Fenecida la socialdemocracia y su modelo sindical, sumido en una profunda crisis el modelo partidario leninista y con un sujeto revolucionario que en Europa ha sido desdibujado, nos queda encontrar lo nuevo. Además existe. El nuevo proletariado es el precariado perpetuo con titulación universitaria. Los autónomos y auto-empleados, pero al servicio de grandes empresas y franquicias que encima ni ya les tienen en nómina, ni les deben comprar un casco y dos monos al año. Funcionarias y funcionarios cuyos empleos peligran. Un ejercito de reserva de parados de menos de veinticinco años, que no se pueden emancipar y encima sus padres les mantienen con un falso paternalismo, en lugar de incitarlos a rebelarse. Todo eso junto a una clase obrera aún existente es el nuevo tajo de las izquierdas sociales. Pero ojo, nuevas formas y nuevas maneras o bien el sistema vence y nos ahoga aún más.
Para comenzar podíamos utilizar esta huelga general como banco de nuevas estrategias y formas de hacerla y llevarla. Este debe ser el nuevo campo de esa nueva alianza social imprescindible. Vamos a reflexionar con urgencia. Lo que nos viene es muy gordo y necesitamos hacerle frente. Tal vez también podríamos estudiar lo que hacen y han hecho otras y otros, aunque sean más bajitos y oscuros. Pero con más corazón, valor e ideales y a lo mejor, yo añadiría -con perdón de los verdes alemanes- más inteligencia. En otros sitios ya han llegado a la conclusión de que el neoliberalismo es malo, eso ya es mucho.