En Navarro, el 13 de diciembre de 1828 es asesinado Manuel Dorrego

Por Daniel Brión 


EL 11 de diciembre de 1828, en las inmediaciones de Areco, Provincia de Buenos Aires, el Tte. Cnl. de húsares Don Bernardino Escibano lo había tomado prisionero, llevandolo detenido hasta una finca cercana a la localidad de Navarro. Horas mas tarde, con el parte general que se transcribe, el General Juan Lavalle comunicaba que acababa de asesinar por fusilamiento al Coronel Dorrego.  



Navarro, diciembre 13 de 1828 


Sr. Ministro: 

Participo al Gobierno Delegado que el Coronel Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden, al frente de los regimientos que componen esta división. La historia, señor Ministro, juzgará imparcialmente si el Coronel Dorrego ha debido o no morir. Si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público. Quiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que puedo hacer en su obsequio. Saludo al señor Ministro con toda atención. Juan Lavalle 


San Martín tenía un buen concepto militar sobre Lavalle, de quien dijo -igualarlo en coraje es muy difícil. Superarlo imposible.  Sin embargo su valentía no siempre sería bien utilizada, y embalado e incentivado por los dotores porteños, lo harían equivocarse en varias oportunidades, era una valiente espada, pero sin cabeza.  

Esteban Echeverría en su poema Avellaneda dirá:  Todo estaba en su mano y lo ha perdido.Lavalle es una espada sin cabeza.Sobre nosotros entre tanto pesasu prestigio fatal, y obrando inerteNos lleva a la derrota y a la muerte Lavalle, el precursor de las derrotas.Oh, Lavalle! Lavalle, muy chico erapara echar sobre sí cosas tan grandes.  

Atrás habían quedado los recuerdos de Dorrego y una vida dedicada al servicio de la Patria.  Largo sería rememorar toda su actuación, su compromiso, y su decisiva intervención en el proceso revolucionario de América y de nuestro país. 

Manuel Críspulo Bernabé Dorrego nació un 11 de junio de 1787, en Buenos Aires, fue el menor de cinco hermanos, hijos de un comerciante portugués: José Antonio de Dorrego y de una argentina: María de la Ascensión Salas. 

En 1803, a los 15 años, ingresó en el Real Colegio de San Carlos y a inicios de 1810 comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de San Felipe, en Santiago de Chile. Pronto abandonó las aulas y se unió al movimiento independentista chileno. 

Exaltado por el entusiasmo, cambió el traje civil y los libros por el uniforme y las armas.  Tenía entonces 23 años y en la milicia del país andino ganó las tres estrellas de capitán al sofocar un movimiento contrarrevolucionario.  

Antes de finalizar el año 1810, regresa a Buenos Aires y con el grado de mayor se une a las fuerzas armadas encabezadas por Cornelio Saavedra rumbo al norte. 

En el combate de Cochabamba sufre dos heridas y gana el ascenso a teniente coronel. Más tarde, bajo las órdenes de Manuel Belgrano, lucha en Tucumán (24 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero de 1813). El ejército de Belgrano marcha hacia Potosí sin Dorrego que se queda, herido, en la retaguardia, eso le evita las derrotas de Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813), y quizá la muerte en servicio.  

Ese año, apenas ha cumplido 26 años y asciende a coronel encabezando la creación de las milicias gauchas.  Los momentos de inacción, sin embargo, lo descontrolan.  

El inflexible general José de San Martín ordena su confinamiento por nuevas actitudes de indisciplina. Cuenta Lamadrid que habiendo San Martín convocado a los oficiales para uniformar la voz de mando, en primer término lo hizo Belgrano.  Dorrego, que habló en segundo término, lo hizo imitando la voz finita de Belgrano, lo que provocó la risa de los demás oficiales reunidos. San Martín, golpeando fuertemente la mesa dijo secamente; -Señor comandante, hemos venido aquí a uniformar las voces de mando, y no a reír.  

Según el general Paz, -motivó su separación del ejército y la expulsión de la provincia en el término de dos horas., fue asi que en mayo de 1814 es trasladado a Buenos Aires, donde se pone a las órdenes del general Carlos María de Alvear. 

Alvear le propone al caudillo oriental, José Gervasio Artigas la independencia de la Banda Oriental a cambio de que retire su influencia de las provincias del litoral.  Artigas había dirigido la insurrección de los orientales contra las autoridades españolas en el llamado Grito de Asencio y fue proclamado por sus compatriotas como Primer Jefe de los Orientales.  

El 20 de enero de 1814, abandonó el sitio de Montevideo -cuyo mando comenzó a monopolizar José Rondeau- y apoyó los pronunciamientos de los paisanos de Entre Ríos y Corrientes. 

El líder rioplatense rechaza el ofrecimiento de Alvear.  

Dorrego parte a enfrentarse con el rebelde, con quien -paradójicamente- tiene ideas bastante cercanas. El militar derrota al artiguista Fernando Otorgués en las cercanías del arroyo Marmarajá (6 de octubre de 1814), pero es vencido por Fructuoso Rivera en Guayabos (10 de enero de 1815). 

A los 28 años, el impetuoso Dorrego se lanza a la lucha política declarándose partidario de un gobierno federativo y fomentando la autonomía de Buenos Aires. 

Con Manuel Moreno y otros patriotas se opone a Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Finalmente, para no participar en el enfrentamiento civil, solicita que su regimiento se una al ejército que San Martín prepara en Mendoza para la Campaña de los Andes. 

No alcanza a partir: el 15 de noviembre de 1816, Pueyrredón ordena su destierro.  A los 29 años lo embarcan y recién al tercer día de viaje se entera que su destino es el puerto de Baltimore, en Estados Unidos.  

El 9 de julio de 1819, Pueyrredón renuncia y es reemplazado por el general José Rondeau. Dorrego regresa a Buenos Aires al año siguiente. Recupera su grado de coronel, obtiene el mando militar de Buenos Aires y es designado temporalmente gobernador interino. 

Presenta su candidatura a gobernador en la provincia pero es derrotado por Martín Rodríguez. Con caballerosidad, hace reconocer por sus tropas el triunfo de su adversario. Pero el hecho de estar en la oposición hace que el gobierno lo destierre en Mendoza. Una mejor idea hubiera sido darle el mando de un regimiento y ordenarle combatir. 

La inactividad o el ostracismo no son buenos para Dorrego: huye a Montevideo. 

Allí desde septiembre de 1816 existía la amenaza militar externa de los portugueses en la Banda Oriental y las autoridades nacionales no procedían con la energía necesaria para expulsarlos. Artigas, el principal perjudicado, culpaba con razón a las autoridades de Buenos Aires por la falta de respaldo. 

Algunos historiadores –con quienes humildemente adhiero- sostienen que se debería reconocer que el caudillo oriental procedió como "un auténtico patriota argentino" hasta su derrota en 1820. 

Ya con 36 años, Dorrego regresa a Buenos Aires -junto con exiliados como Carlos María de Alvear, Manuel de Sarratea y Miguel Estanislao Soler- gracias a la Ley del Olvido de noviembre de 1821. En 1823, fue electo representante ante la Junta de Gobierno y desde su periódico El Argentino respaldó las ideas federalistas, en oposición al gobierno de Bernardino Rivadavia, lo cual le hizo ganar prestigio en las provincias. 

En 1825, se entrevistó con Simón Bolívar, a quien consideró el único capaz de contener los planes expansionistas del Imperio de Brasil. El militar convertido en político resulta elegido representante por Santiago del Estero en el Congreso Nacional. Cuando se discute la Constitución de 1826 se destaca en los debates sobre la forma de gobierno y el derecho al sufragio. Desde el periódico El Tribuno continúa atacando la posición centralista de Rivadavia, lo que aumenta su prestigio en las provincias.  

Al referirse a la constitución rivadaviana de ese año, Dorrego afirma: -Forja una aristocracia, la más terrible porque es la aristocracia del dinero. Échese la vista sobre nuestro país pobre, véase qué proporción hay entre domésticos asalariados y jornaleros y las demás clases del Estado (...). Entonces sí que sería fácil influir en las elecciones, porque no es fácil influir en la generalidad de la masa, pero sí en una corta porción de capitalistas; y en ese caso, hablemos claro, el que formaría la elección sería el Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro con el Banco, y entonces sería el Banco el que ganaría las elecciones, porque él tiene relación en todas las provincias.  

Dorrego, se opuso al proyecto constitucional rivadaviano de 1826, considerándolo nulo porque se desconocía en él la voluntad general de las provincias.  

En el debate sobre el artículo 6º del proyecto constitucional, se negaba el derecho de voto en las elecciones a los menores de veinte años, a los analfabetos, a los deudores fallidos, deudores del tesoro público, dementes, notoriamente vagos, criminales con pena corporal o infamante, pero también los riados a sueldo, peones jornaleros y soldadas de línea.  Se presumía que los domésticos y peones estaban bajo la influencia del patrón. Acosado, Rivadavia renuncia a la presidencia y Vicente López es designado mandatario provisional.  

A los 40 años, en agosto de 1827, Dorrego es electo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Ante el tratado de paz firmado con Brasil, los unitarios ven la posibilidad de recuperar el poder aprovechando el descontento de los jefes militares de regreso ex compañeros de exilio, como Soler y Alvear, junto con los generales Martín Rodríguez, Juan Lavalle y José María Paz comienzan a conspirar para derrocar al gobierno federal.  El 1° de diciembre de 1828, Lavalle ocupa Buenos Aires con sus tropas. Dorrego se dirige al sur de la provincia y le pide apoyo a Juan Manuel de Rosas, entonces comandante de campaña.  

Rosas le aconseja que vaya a Santa Fe y le solicite respaldo a Estanislao López, pero Dorrego decide enfrentar a Lavalle.  Las fuerzas de uno y otro se chocan en Navarro. Más tarde el gobernador cae prisionero y el vencedor ordena, sin ninguna grandeza, que muera fusilado. La decisión estremece a la capital y las provincias. 

El valiente general unitario Gregorio Aráoz de Lamadrid, un tucumano que peleó la guerra de independencia y en las luchas que siguieron en Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe, permanece junto a su ex camarada hasta el abrazo final. A él le entrega cartas para su mujer y sus dos hijas.  

A la esposa le escribe en un trozo de papel que  le alcanzan: -Mi querida Angelita: En este momento me intiman que dentro de una hora debo morir. Ignoro por qué; mas la Providencia divina, en la cual confío en este momento crítico, así lo ha querido. Perdono a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido por mí. Mi vida: educa a esas amables criaturas. Sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado Manuel Dorrego.  

A los 41 años cae víctima de las balas asesinas del pelotón de fusilamiento, el 13 de diciembre de 1828. Aráoz de Lamadrid es un oficial curtido que combatió en Tucumán, Córdoba, San Juan y Mendoza. También conoció el exilio en Bolivia y Chile.  Dorrego le pide su chaqueta para morir y le solicita que le entregue a su esposa Ángela la que él lleva puesta, junto con una carta.  

El duro Aráoz se quiebra ante la entereza de su amigo-adversario y llora frente a la tropa como un adolescente. Mientras Lavalle escribía el parte, a 300 metros suyos el cuerpo de Manuel Dorrego yacía tirado en el campo. 

 Hay indicios ciertos que luego de la ejecución, hubo ensañamiento con el cadáver.  Así lo indica el testimonio de la Comisión Oficial, que por orden de Rosas, ni bien asumió el Gobierno se trasladó de Buenos Aires a Navarro con el fin de exhumar los restos de Dorrego, tarea que se llevó a cabo el 13 de diciembre de 1829, es decir al año justo de su muerte. 

El informe firmado por el camarista don Miguel de Villegas dice en parte: -Que encontraron el cadáver entero, a excepción de la cabeza que estaba separada del cuerpo en parte, y dividida en varios pedazos, con un golpe de fusil al parecer, en el costado izquierdo del pecho... 

Luego del fusilamiento (si así se lo puede llamar) el acongojado pariente de Manuel Dorrego, el clérigo Juan José Castañer, se hace cargo del cadáver, ya que ni siquiera se permitió a los más cercanos parientes llegarse hasta Navarro para ver los restos, no obstante los ruegos de los familiares que, al efecto,  hicieron llegar al Sr. Ministro Díaz Vélez. 

Ángela Baudrix, la viuda, queda en la miseria. Sus hijas tienen seis y 12 años de edad. Tiempo después se ven obligadas a trabajar de costureras en el taller de Simón Pereyra, un proveedor de uniformes para el ejército y especulador en la compra-venta de tierras, en una de sus extensas propiedades, ubicada en El Palomar, en 1925 se inició la construcción del Colegio Militar de la Nación, del que egresarían varios discípulos de Lavalle, un Grl. Aramburu -por ejemplo-, fusilador y asesino, en junio de 1956 del General Juan José Valle y 31 patriotas que con él hicieron frente a la dictadura que encabezaban el propio Aramburu y Rojas, luego de un golpe de estado contra el Presidente Constitucional Tte. Grl. Juan Domingo Perón.  

También la hija, la nieta Soledad y los nueve bisnietos del Grl. Valle han quedado en la miseria bajo la indiferencia de quienes podrían solucionar su problema. Cuanta semejanza en la vida de estos hombres al Cnl. Dorrego y al Grl. Valle los une la misma pasion, la idea de una patria grande libre, justa y soberana, y los une tambien la misma muerte: condenados a morir –por un ilegal revanchismo asesino- fusilados; los dos escriben cartas casi similares a sus asesinos y a sus mujeres y a sus hijas; sus familias condenadas a la miseria; y su lucha aun vigente; y la Nación que no termina de reconocer como debe a estos heroes reivindicandolos en toda su grandeza. 

Al pensar en libertad americana brota un nombre: San Martin, al hablar de federalismo: Don Juan Manuel, al recordad la justicia social el general Peron. En esa linea nos sentimos contenidos, en la de ellos y en la de todos los que la continuaron en cada tramo, a lo largo de la historia. A quienes sí lo hacemos nos suelen llamar nostalgicos, memoriosos de la historia, y les decimos con orgullo que si, que lo somos, porque los pueblos que no reconocen su historia no vislumbran su futuro.  

Tantos años han pasado, tanta sangre caída por nuestra libertad e independencia, por la justicia social, tantos compañeros inmolados, perseguidos, encarcelados, torturados, asesinados, desaparecidos; y la lucha continua, pareciera que recién comenzara; se alarga se estira, como una lucha sin fin, como de desgaste, como si no le bastase la sangre derramada, quiere ahora ahogar en la desmemoria, en la falta de conciencia nacional, en el desgano de actuar en política, en anunciar a gritos la muerte de las utopías y los ideales, una victoria final que no estamos dispuestos a darles. 

Por eso ni un solo paso atrás, ni para tomar carrera, la sangre de tantos héroes, de tantos caudillos, de tantos gauchos, de tantos criollos, de tantos patriotas, de tantos compañeros no nos permite siquiera la duda en continuar defendiendo el pensamiento nacional, y en seguir luchando por la patria grande que todos ellos y nosotros mismos soñamos. 

Para generar una memoria, pero no una memoria pasiva que solo recuerde cantidades, y sí una memoria generadora de conciencia, esa es la memoria que nos lleva de la mano, esa la conciencia que nos dice, parafraseando a Milton Sechinca, en su Exhortación de los Jóvenes (que pretendemos extender también a todos los viejos militantes, y a quienes un vez tuvieron un sueño):  -Me dijeron que enrollaste la bandera, no como quien la guarda hasta el próximo acto sino casi como quien esta arriando una bandera… Ahora pensá en tu adolescencia, en lo que caminaste por dentro de ti mismo, en lo que camino el país junto contigo. ¡Cuidado! Porque estás en un filo difícil en que la palabra decepción con solo cambiarle un sonido se puede convertir en deserción. Que no te ocurra eso… 

EL CORONEL DORREGO NO HA MUERTO VIVE EN EL RECUERDO PERMANENTE DE UN PATRIA AGRADECIDA 

  

 Bibliografía:"Fue apóstol, vivió como héroe y murió como mártir" - Por Roberto Bardini"Corajiada"  de Dorrego en Salta - El Tribuno, domingo 21 de octubre de 2001"El destierro de Dorrego" - Bonifacio del Carril"Entrevista del coronel Dorrego con el director supremo general Pueyrredón. Versión de Vicente López, ministro de Pueyrredón" - Publicado por Vicente Fidel López. Revista Río de La Plata N 23. t. VI. Bs. As., 1873."Historia y memoria nacional en Argentina" -  Alberto Buela

"Guitarra Negra" – Alfredo Zitarrosa