Con Susan Rice en escena, un segundo genocidio se avecina en el Congo

Glen Ford  

Susan Rice es una mujer que persigue terribles objetivos: ocultamiento del genocidio en el Congo, y jefa de la escalada militar de EEUU en África. Los políticos Afro-Americanos salieron en su defensa como modelo para los jóvenes Negros, especialmente para las mujeres.


La invasión de la República Democrática del Congo en 1996 por parte de los aliados de los EE.UU., Ruanda y Uganda, motorizó un genocidio que se ha cobrado la vida de 6 millones de congoleses. Otra ola de asesinatos masivos asoma con la reciente ocupación de Goma, ciudad de un millón de habitantes ubicada en la región este del Congo, por parte de los “rebeldes” controlados por Ruanda y Uganda.

“Todos deben tener bien en claro contra quién estamos peleando en el Congo”, aseguró Kambale Musavuli, integrante de Amigos del Congo. “Estamos pelando contra los poderes occidentales, los Estados Unidos y el Reino Unido, quienes están armando, entrenando y equipando a las fuerzas militares de Ruanda y Uganda”. Susan Rice, embajadora de los EE.UU. para las Naciones Unidas (ONU), es la figura clave en el ocultamiento del rol de Ruanda y Uganda en el genocidio del Congo.

Rice ha sostenido una batalla en dos frentes para proteger a sus clientes asesinos: retrasando la publicación del informe realizado por un grupo de expertos de la ONU sobre las depredaciones de esos clientes de Washington en el Congo, y subvirtiendo, desde el Departamento de Estado, todo esfuerzo para frenar a Uganda y Ruanda. Días atrás, Rice bloqueó en el Consejo de Seguridad, la posibilidad de demandar explícitamente a Ruanda un cese inmediato del apoyo a los rebeldes del M23, quienes prometieron marchar hasta Kinshasa, la capital congoleña.

Susan Rice incitó el genocidio en el Congo durante gran parte de su carrera política. En 1993, a la edad de 28 años, fue destacada por Bill Clinton como responsable del Consejo de Seguridad Nacional, y pronto fue ascendida al cargo de Secretaria Asistente de Estado para Asuntos Africanos en 1997, mientras Ruanda y Uganda avanzaban sobre la región oriental del Congo y tomaban el control de sus recursos minerales en medio de un mar de sangre. Se conoce su amistad personal con los líderes de la minoría Tutsi de Ruanda, incluyendo al presidente Paul Kagame, un implacable soldado entrenado en la Escuela de Comando y Estado Mayor de la Armada de los EE.UU. en Fort Leavenworth, Kansas, bajo la tutela de Yoweri Museveni, hombre fuerte de Uganda (y favorito de la administración Reagan), considerado el pionero en el empleo de niños soldados en los modernos conflictos de África.

Durante el gobierno de Bush, Rice se transformó en una férrea defensora de la intervención militar “humanitaria” en África, impulsando ataques aéreos y desde el mar contra Sudán, y defendiendo la invasión de Etiopía sobre Somalia en el año 2006, auspiciada por los EE.UU. En 2008, un asesor principal de la campaña de Obama sobre asuntos de política internacional, declaró que Rice buscaba llegar al cargo de Secretaria de Estado. Como embajadora ente la ONU, Rice representa la espada principal de la administración Obama para los asuntos de África, objetivo de sus desproporcionadas agresiones. Se cree positivamente que Rice convenció a Obama para lanzar la campaña de bombardeos de la OTAN sobre Libia. Repitió hasta al hartazgo ciertos informes de prensa falsos que aseguraban que las tropas de Muammar Gaddafi estaban violando mujeres con la ayuda de grandes dosis de Viagra. Se negó a retractarse incluso a pesar de que oficiales del ejército y de los servicios de inteligencia norteamericanos expresaron ante la cadena de noticias NBC que “no hay evidencia de que las fuerzas militares libias hayan recibido Viagra y que se hayan involucrado en violaciones sistemáticas contra mujeres en las áreas rebeldes”. Sin embargo, Rice no dijo ni una palabra acerca de la limpieza étnica y los pogroms raciales contra libios negros y migrantes subsaharianos, incluyendo el bien documentado caso de la limpieza étnica en la ciudad negra de Tawergha.

Los instintos “humanitarios” de Susan Rice, como el de sus jefes, son altamente selectivos –al punto de que un genocidio igual o mayor que aquel cometido por los nazis sobre la población judía de Europa es invisible a sus ojos. Más exactamente, Rice trabaja con dedicación para borrar el genocidio en Congo, invisible ante el mundo, suprimiendo la publicación o la discusión en torno a los crímenes cometidos por Ruanda y Uganda.


El primer documento, un “Informe de Mapeo”, describe las violaciones a los derechos humanos en la República Democrática del Congo desde 1993 hasta 2003. Finalmente publicado en octubre de 2010 por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, y luego de un gran retraso, el documento responsabiliza puntualmente a las tropas de Uganda por asesinatos masivos, “crímenes que pueden ser clasificados como genocidio”. Un informe más reciente, elaborado por un grupo de expertos de la ONU concluye que la organización M23, el grupo de “rebeldes” congoleños que tomaron la ciudad de Goma, es “una creación de Ruanda”, alimentada con soldados de Ruanda bajo las órdenes militares de Paul Kagame. Uganda también apoya al M23.

Susan Rice, como enérgica protectora y facilitadora del genocidio, debería ser llevada a prisión de por vida (dado que la pena de muerte ya no es sancionada internacionalmente). Lo mismo debería aplicarse a sus superiores directos, Hillary Clinton y Barack Obama. Podría considerarse que el Grupo de Congresales Negros debería estar preocupado por la amenaza de una segunda ola de asesinatos masivos en el Congo. Pero no es así. Toda búsqueda en Google fracasará si pretende revelar una sola palabra de reclamo mundial de parte de los legisladores negros sobre el genocidio en el Congo o sobre la ocultación de la documentación del genocidio –o cualquier otra cosa sobre África que se quiera saber, desde la muerte de Donal Payne en marzo del presente año, representante por New Jersey y prestigioso integrante del Subcomité en Asuntos Africanos.

En cambio, la nueva integrante del Grupo de Congresales Negros, Marcia Fudge (Cleveland) realizó una conferencia de prensa junto al resto de las mujeres integrantes de ese grupo de congresales para defender a Rice las críticas del Partido Republicano por sus manejos ante el asesinato del embajador norteamericano en Libia, diciendo que se trata de “una persona que ha servido a este país con distinción”. “No permitiremos que esta brillante servidora pública, con tan importante historial, sea atacada para coartar sus posibilidades de convertirse en Secretaria de Estado”, afirmó Fudge.

Según el Grupo de Congresales Negros, el “historial” de Rice como jefa de la escalada militarista en África y principal encubridora de los hechos de genocidio en el Congo, hace de ella un modelo para los Afroamericanos, especialmente para las mujeres negras jóvenes.

Su relación con las mujeres del Congo es más problemática. Kambale Musavuli, integrante de Amigos del Congo, organización que trabaja para las víctimas de las violaciones masivas en la región oriental de ese país declaró: “¿Por qué desearías ayudar a las mujeres congolesas violadas, cuando el dinero de tus impuestos está respaldando a aquellos que están llevando adelante las violaciones? Ahí la contradicción”.

En la Era de Obama, la relación entre la Norteamérica Negra y África está repleta de ese tipo de contradicciones.