Aldo Ferrer: "A los fondos buitre no hay que darles ninguna ventaja"

Ignacio Chausis
Tiempo Argentino


El actual  embajador en Francia destaca que la economía argentina tiene bases en la realidad.


Reconocido internacionalmente como uno de los economistas más destacados en la perspectiva heterodoxa, Aldo Ferrer, actual embajador argentino en Francia, participó días atrás de la Conferencia Industrial de la UIA, en la que fue premiado por su trayectoria. En una entrevista con Tiempo Argentino planteó su posición con respecto a la disputa judicial en Nueva York con los fondos buitre, describió la imagen de la Argentina en el exterior y señaló los desafíos que enfrenta el modelo económico en los próximos años.

–Por primera vez en esta ya larga disputa judicial con los fondos buitre el gobierno se mostró dispuesto a reabrir el canje. ¿Está a favor de esa solución?

–El primer canje fue muy exitoso, y después, con el segundo, se llegó al 93% de adhesión entre los acreedores, lo que fue un avance extraordinario. El objetivo ideal hubiera sido que entrara el 100%, pero un porcentaje se quedó afuera y gran parte del mismo litiga a partir de los fondos buitre. Si se extiende la reestructuración para que se incorporen los anteriores, bueno, en definitiva era lo que hubiéramos querido hacer al principio. Es razonable, eventualmente, hacer una oferta. Lo que no debe hacer la Argentina es darle la más ínfima ventaja respecto de los que aceptaron el canje. No sólo porque no quiere, sino porque no puede. Incluso, el tema plantea un problema a nivel internacional, porque cuestiona la viabilidad con respecto a reestructuraciones de deuda cada vez que una situación es inmanejable. Un pequeño grupo que no acepta una reestructuración necesaria y tiene capacidad de perturbarla ya no es sólo un problema argentino. Para nosotros es una incomodidad, para el sistema financiero es un síntoma de enfermedad.

–¿Qué le pareció la sanción de la reforma a la regulación del mercado de capitales?

–Está bien porque fortalece el mercado de capitales, que tiene que tener las regulaciones necesarias y al mismo tiempo tiene que hacerse de manera que las empresas se sientan seguras. Hoy, la seguridad jurídica está consolidada en la Argentina porque hay división de poderes y porque la economía funciona sobre bases reales. Por otro lado, el sistema financiero internacional es profundamente corrupto. Un ejemplo son los fondos buitre. Otro son las calificadoras de riesgo. Está probado que muchas veces han hecho calificaciones en función de los intereses de sus clientes. Es un elemento de perturbación que es increíble que todavía sigan teniendo la influencia que tienen en el escenario internacional. Otros elementos de la enfermedad del sistema: los sueldos estrafalarios a los gerentes financieros o este hecho notable de que la inmensa mayoría de las operaciones son de carácter especulativo porque el sistema está sobredimensionado y ya no cumple la función esencial de un sistema financiero, que es canalizar recursos de donde sobran a donde faltan para invertir y crecer. Entonces, estamos en un sistema enfermo. Nosotros hemos logrado una cosa importante que es curarnos de esa enfermedad desde la salida de la crisis. Tenemos que evitar volver a contagiarnos, porque ese virus sigue dando vuelta.

–El modelo económico tiene diez años. ¿Qué ajustes y metas quedan por delante para el mediano y corto plazo?

–Enfrentar la agenda de desarrollo que queda pendiente. De acuerdo con lo que ha sido nuestra experiencia histórica, hemos tenido algunos avances extraordinarios. En primer lugar, al consolidar la democracia después de haber vivido más de la mitad del siglo pasado en la inestabilidad. Hemos logrado recuperar el Estado nacional, esto es, recuperar soberanía y la capacidad de hacer política económica. Por lo tanto, tenemos las dos condiciones institucionales fundamentales para una política de desarrollo nacional que no existieron en el pasado: la estabilidad de las instituciones y, por el otro lado, la existencia de un Estado nacional capaz de ejercer la soberanía. Con esos dos instrumentos tenemos que enfrentar los problemas pendientes, a saber: la inclusión social, la erradicación de la pobreza, el avance firme en áreas que el gobierno ha promovido con mucho impulso, como la ciencia y la tecnología, fortalecer la integración de las cadenas de valor, ocupar el territorio nacional. Y la agenda incluye también la integración con Brasil.

–¿Esa agenda incluye una reforma tributaria?

–Sin ninguna duda. El sistema tributario es inequitativo, herencia de un sistema anterior que no calibró suficientemente la carga tributaria conforme a la capacidad contributiva de la población. Creo que ha habido un avance muy importante en el aspecto recaudatorio, en el aspecto administrativo del sistema, lo cual ha dado lugar, entre otras cosas, a un notable incremento de la recaudación impositiva respecto del PBI. Este ha sido uno de los factores del fortalecimiento de las finanzas públicas, como lo fue la nacionalización del sistema jubilatorio. En este tema queda pendiente una reforma tributaria que le dé al sistema más equidad desde el punto de vista de la distribución del ingreso, más incentivos para la inversión y el cambio tecnológico y más incentivos para la generación de ahorro y su canalización a los fines del desarrollo.

–En la discusión por reformular el Impuesto a las Ganancias que afecta a muchos asalariados, la CGT propone, entre otras medidas, gravar la renta financiera.

–Creo que desgravar la renta financiera no es compatible con un sistema equitativo. Las rentas se gravan todas cualquiera sea el origen. Y, por lo tanto, uno de los puntos de la reforma debe ser incluir un gravamen a la renta financiera. Ahora bien, una reforma tributaria no es el retoque de una o dos cosas, sino un esquema integral que hay que hacer con mucha prudencia porque es un aspecto muy importante del ingreso y la organización de la economía. Hay que garantizar que el sistema tributario proporcione los recursos para el financiamiento del Estado.

–Dejando de lado la discusión sobre la metodología que utiliza el Indec o las cifras que manejan las consultoras privadas, Argentina finaliza el año con una inflación alta. ¿Cuál es su diagnóstico?

–Es un tema importante. Tenemos una inflación mayor a la que conviene. Pero la inflación que tenemos ahora no tiene nada que ver con la inflación histórica de la Argentina, que se basó en la inestabilidad institucional, los desequilibrios económicos, el déficit de la balanza de pagos y la dependencia de la deuda externa. En esas condiciones, varias veces terminamos en la hiperinflación. Esto de ahora no tiene nada que ver. Este es un aumento de precios inconveniente en un sistema que funciona sobre la base de instituciones políticas estables y una economía razonablemente ordenada. Mi interpretación es que estamos en presencia de una inflación inercial, es decir que, en virtud de la memoria histórica de la Argentina –un país que el siglo pasado tuvo el récord mundial de inflación– subsiste y queda instalada esta idea de que los precios suben por arriba del 20 por ciento. Entonces, cuando los operadores económicos se sientan a negociar salarios, sobre esa base se discute la distribución del ingreso.

–¿Cómo se sale de ese circuito?

–La presidenta propuso en un momento desactivar esas expectativas inflacionarias a través de la Mesa de Concertación. Esto requiere condiciones políticas que ahora se han complicado un poco. No se puede frenar la inflación achicando la economía y generando desempleo sino que hay que hacerlo con fuertes políticas que transmitan a la sociedad la sensación de que el presupuesto está controlado, el balance de pagos está controlado y que el tipo de cambio es competitivo, y sobre esa base tratar de desactivar la inflación inercial hasta que se logre un comportamiento de precios mejor al que tenemos actualmente. Pero, insisto, una de las paradojas de la situación argentina y que resulta muy difícil entender afuera es cómo una economía que tiene una tasa de inflación para ellos desaforada sigue funcionando, y en alguna medida, sigue creciendo.

–¿Qué influencia tienen la emisión monetaria y la concentración en algunos sectores económicos en la evolución de los precios?

–La política monetaria no pretende restablecer el equilibrio a partir de la restricción monetaria, el desempleo y la contracción económica. Es una política correcta. Pero sigue pendiente la definición de los instrumentos que se debe utilizar para desactivar este proceso, que genera, entre otros problemas, fuga de capitales, porque en la medida en que no haya instrumentos de ahorro suficientemente atractivos en moneda nacional, se vuelve al viejo mecanismo de la época de la inestabilidad, que es dolarizar el ahorro. Es un problema pendiente y ligado –en alguna medida– a la evolución de los precios. No es un problema que se solucione de la noche a la mañana, ni con la política ortodoxa. El otro argumento es que se debe a las maniobras de quienes tienen posiciones dominantes en el mercado. Creo que hay posiciones dominantes y que hay que desarmarlas. Pero también es cierto que las mismas posiciones dominantes existían con una inflación del 5%, del 10% o del 20 por ciento. Entonces, hay un factor estructural de distribución del ingreso en la estructura de los mercados, pero no es explicativo del aumento de la tasa de inflación.

–Hubo una clara desaceleración en el crecimiento, si bien no afectó en gran medida el empleo. ¿Lo peor de la crisis pasó?

–El efecto externo sobre Argentina ha sido limitado y por la vía del comercio. En la economía real, el impacto externo ha sido relativo. Ha habido un efecto expectativa, esto es, la situación internacional generó un clima de preocupación, sumado a algunas tensiones internas de nuestra realidad política. Cuando uno analiza estos problemas, hay que tratar de no poner la responsabilidad afuera. Todo el proceso de recuperación se fundó en la idea del viento de cola, y no es cierto. Es verdad es que hubo una mejora en los precios internacionales y que eso ayudó. Pero si no hubiera habido un cambio de política en la Argentina, no pasaba lo que pasó. Ahora debemos evitar caer en la interpretación de que los problemas que tenemos son por el viento de frente. Hay un viento que cambió en alguna medida, pero lo fundamental sigue siendo el manejo de la economía interna.
Estados neoliberales y crisis
Consultado sobre la crisis económica que afecta a Europa, Ferrer dijo: "Hay una crisis profunda del Estado neoliberal subordinado a los mercados financieros. En la Unión Europea ese problema está multiplicado porque tienen, además, el Estado neoliberal supranacional que ata de manos a los países que buscan soluciones a sus desequilibrios. Antes, los Estados ajustaban el tipo de cambio, ahora no lo pueden hacer. Grecia, España y otros países deberían reestructurar sus deudas, pero no lo pueden hacer porque están los criterios de la UE. Entonces, en Europa están en un problema extremadamente complicado. Cada país tiene la globalización que se merece en virtud de la fortaleza de su densidad social. El desarrollo se sigue dando en la esfera nacional, cuando un país delega afuera los impulsos a su desarrollo termina como terminamos nosotros, en la crisis de 2001. La apertura incondicional desarticula la expansión nacional."
Un economista de lo nacional
Profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires y doctor en Ciencias Económicas por la misma casa de estudios, Aldo Ferrer ocupó distintos cargos de la administración pública, entre ellos el de ministro de Economía durante la presidencia de facto de Roberto Levingston, desde donde impulsó el Banco Nacional de Desarrollo (BANADE). En el año 2000 fue uno de los principales impulsores del Plan Fénix, integrado por docentes de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA que impulsaban un modelo alternativo a las políticas neoliberales vigentes durante de la década del noventa.  Es cofundador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y autor de una gran cantidad de trabajos académicos sobre economía argentina e internacional, y sobre el impacto de la globalización en la estructura económica de los Estados nacionales. Desde hace dos años se desempeña como embajador argentino en Francia. La semana pasada, en el marco de la 18ª Conferencia Industrial de la Unión Industrial Argentina,  recibió un premio de manos de José de Mendiguren  por su “coherencia en el pensamiento a favor de la industria”.
El desarrollo necesita banca
Ferrer es reconocido no sólo por sus aportes al estudio de la economía argentina: fue el fundador teórico y práctico del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE). Al respecto, señaló: "Hace falta una banca de desarrollo. Cuando fui ministro de Economía creamos el BANADE en 1970, sobre la base del viejo Banco Industrial. Simultáneamente se creó el Fondo de Participación del Desarrollo Nacional, donde una parte del aumento de salarios se capitalizaba en el banco para generar un gran fondo de inversiones con depósitos a favor del trabajador aportante y el retorno cuando se jubilara, que es lo que hacen los brasileños con el Banco Nacional do Desenvolvimento, donde uno de los fondeos principales viene de la masa salarial. Fue una idea que me transmitió un gran dirigente sindical de la época, Juan José Taccone, de Luz y Fuerza. Crear un banco como el Banco de Desenvolvimento de Brasil no se hace de la noche a la manaña. Y nosotros necesitamos canalizar ahorro en el muy corto plazo. Entonces, hay que buscar mecanismos complementarios de la función de la banca de inversión. De todos modos, digamos lo siguiente, la inversión depende del financiamiento, pero también de la demanda. Es decir, cuando hay rentabilidad y expectativas, los empresarios se las arreglan para conseguir la plata."
La nacionalización de YPF y Obdulio Varela
Aldo Ferrer es embajador en Francia desde hace dos años. Tiene una opinión formada de cómo ven al país en el exterior, especialmente tras la nacionalización de YPF. "En la Argentina operó un Estado neoliberal que provocó un enorme daño a la economía y le ató las manos con la deuda, con la firma de convenios bilaterales de garantía de inversiones, la adhesión al CIADI y la emisión de deuda bajo jurisdicción extranjera. Brasil no firmó ninguno de estos convenios ni se adhirió al CIADI. El Estado neoliberal dejó al país maniatado por los desequilibrios internos y los compromisos internacionales, que incluyó la privatización y extranjerización de sectores fundamentales de la economía como el petróleo. En la medida en que ese Estado se transforma y se convierte en un Estado nacional e introduce correcciones que en otros países vienen desde hace mucho tiempo, genera rispideces. Porque nadie discute que Brasil hace muy bien en tener una empresa petrolera, pero cuando Argentina recupera su empresa petrolera provoca una conmoción. Hay hechos reivindicatorios de la soberanía argentina que generan fricciones con los mercados en los cuales prevalece una visión neoliberal. Nuestro problema no es el disgusto que pueda causar afuera, el problema es que nosotros sigamos consolidando sobre bases nacionales fuertes las condiciones que han permitido recuperar el Estado Nacional. Argentina no depende del Fondo ni del crédito externo, y las operaciones comerciales funcionan normalmente. Hay que ocuparse del tema pero no preocuparse. Como dijo Obdulio Varela antes de la final de la Copa del Mundo de 1950, ‘los de afuera son de palo’. El partido lo jugamos en la cancha argentina y si lo jugamos bien estamos muy bien ubicados en el sistema internacional.¨