Los piratas y los tres cipayos contra Paraguay

Luis Launay

Al conmemorarse otro aniversario de la muerte en combate, del Mariscal y presidente del Paraguay Francisco Solano López, en el Cerro Corá el 1 de marzo de 1870, deseo hacer este póstumo homenaje al pueblo paraguayo y a su extinto presidente y jefe.
Pido perdón en nombre de los Nacionales, al glorioso pueblo hermano paraguayo.
Muchos creen en la teoría, de que la iniciación de la guerra de la Triple Alianza, léase Uruguay, Argentina y Brasil, contra Paraguay, tiene su inicio con una especie de revuelta o invasión en 1863, del general Uruguayo Venancio Flores, quien al frente de sus “cruzados”, asaltaron el Uruguay, para derrocar al gobierno blanco de Bernardo Prudencio Berro, de tendencia federal y único aliado de Paraguay.
Esta revuelta fue orquestada desde Buenos Aires por Mitre y subvencionada por los ingleses, con apoyo de Brasil. Pero la verdadera intención de esta provocación, iba dirigida hacia el Paraguay, los británicos querían que no prosperara el modelo autónomo de desarrollo y crecimiento que llevaba adelante el gobierno paraguayo y mucho menos, que se desarrollaran en el resto de América, los objetivos de unificación nacional y soberanía territorial. Por eso Flores ataca al gobierno Blanco, y deja sin aliados a los paraguayos.
La Gran Bretaña, en esos momentos, cruzaba una severa crisis económica, determinada por la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, que causaba la interrupción total de la producción del algodón. Los ingleses buscaban así, por todo el mundo, países capaces de producir algodón y Paraguay lo tenía en abundancia y calidad, ya que era el segundo país productor.
El Paraguay con su ejército al mando del Francisco Solano López, va en ayuda de su aliado uruguayo Berro, para esto, necesita cruzar por Corrientes, y pide autorización al gobierno de Mitre, que se declara neutral y niega el paso a López. El nuevo gobierno, títere uruguayo, convoca a Argentina y Brasil y juntos firman el Tratado de la Triple Alianza en mayo de 1865. Estas tres naciones empujadas por los intereses de Inglaterra declaran la guerra a Paraguay.
Aunque en inferioridad de armas y hombres, el pueblo y el gobierno paraguayo declaran la guerra a Uruguay, Argentina y Brasil, estos tres respaldados por la corona británica.
Un congreso, en marzo de 1841, había elegido a Carlos Antonio López, como primer Cónsul y otro congreso en 1844 lo elige Presidente, cargo ocupó hasta su muerte en 1862, Paraguay se encamina, creciendo aceleradamente la población, gracias al comercio de yerba mate, tabaco y algodón, a la construcción de carreteras, a la implementación de un moderno sistema de telégrafo, bajo la tutela del “Excelentísimo”, como le gustaba que lo llamaran.
Paraguay fue el primero de América latina de construir un sistema ferroviario acorde a las necesidades comerciales y sociales. López impulso la defensa de la soberanía territorial y comercial.
Los adelantos en la educación fueron incesantes, 425 escuelas con una capacidad de 26.000 estudiantes, sacaron del letargo a la educación y fomentó la educación secundaria gratuita y estatal.
López abrió el comercio y las inversiones a los extranjeros, subvencionó a médicos e ingenieros para que se establecieran en su país. Envió a cientos de estudiantes a países extranjeros con becas de estudios y mandó a su hijo Francisco Solano a Europa para instruirse en las artes bélicas y comprar armas para organizar un ejército nacional. Construyó astilleros y fábricas metalúrgicas, dando origen a una incipiente industria paraguaya. Como la mayor parte de las tierras eran fiscales organizó un monopolio de la comercialización en el exterior de sus producciones primarias, el tabaco, yerba y el algodón, codiciado por los ingleses.
Paraguay fue la única nación de Suramérica que no contrajo empréstitos, por lo tanto no tenía deuda externa.
Pero en verdad, en Uruguay, Brasil y Argentina, había verdaderos defensores de los derechos americanos, como fue el caudillo catamarqueño Felipe Varela, que se alzó, para gritar su proclama: Diciembre de 1866 al gobierno de Bartolomé Mitre.
“¡Argentinos! El hermoso y brillante pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente en cien combates, haciéndolo tremolar con toda gloria en las tres más grandes epopeyas que nuestra patria atravesó incólume, ha sido vilmente enlodado por el general Mitre, gobernador de Buenos Aires.
”La más bella y perfecta Carta Constitucional democrática, republicana, federal, que los valientes entrerrianos dieron a costa de su sangre preciosa, venciendo en Caseros al centralismo odioso de los espurios hijos de la culta Buenos Aires, ha sido violada y mutilada desde el año sesenta y uno hasta hoy, por Mitre y su círculo de esbirros.
”El pabellón de Mayo, que radiante de gloria flameó victorioso desde los Andes hasta Ayacucho y que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las ineptas y febrinas manos del caudillo Mitre —orgullosa autonomía porteña del partido rebelde—, ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero-Bellaco, Tuyutí, Curuzú y Curupaytí.
”Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido humillada como una esclava, quedando empeñada en más de cien millones de pesos fuertes y comprometido su alto nombre a la vez que sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño que, después de la derrota de Cepeda, lacrimando juró respetarla.
”Compatriotas: Desde que aquél usurpó el Gobierno de la Nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño es ser ciudadano exclusivista, y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del gobierno de Mitre.
”Tal es el odio que aquellos fratricidas tienen a los provincianos que muchos de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los puñales de los degolladores de oficio, Sarmiento, Sandes, Paunero, Campos, Irrazábal y otros varios oficiales dignos de Mitre.
”Empero, basta de víctimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón y sin conciencia. Cincuenta mil víctimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan testimonio flagrante de la triste e insoportable situación que atravesamos y que es tiempo ya de contener.
”¡Valientes Entrerrianos! Vuestros hermanos de causa en las demás provincias os saludan en marcha al campo de la gloria, donde os esperan. Vuestro ilustre jefe y compañero de armas, el magnánimo Capitán General Urquiza, os acompañará y bajo sus órdenes venceremos todos, una vez más, a los enemigos de la causa nacional.
”A él y a vosotros obliga concluir la grande obra que principiasteis en Caseros, de cuya memorable jornada surgió nuestra redención política consignada en las páginas de nuestra hermosa Constitución, que en aquel campo de honor escribisteis con vuestra sangre.
”¡Argentinos, todos! ¡Llegó el día de mejor porvenir para la Patria! A vosotros cumple ahora el noble esfuerzo de levantar del suelo ensangrentado el pabellón de Belgrano para enarbolarlo gloriosamente sobre las cabezas de nuestros liberticidas enemigos.
”Compatriotas: ¡A las armas!... ¡Es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos argentinos!
”¡Abajo los infractores de la ley! ¡Abajo los traidores a la Patria! ¡Abajo los mercaderes de cruces en la Uruguayana, a precio de oro, de lágrimas y de sangre Argentina y Oriental!
”¡Atrás los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias en beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente!
”¡Soldados federales! Nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás Repúblicas Americanas. ¡Ay de aquel que infrinja este programa!
”¡Compatriotas Nacionalistas! El campo de la lid nos mostrará al enemigo; allá os invita a recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro Jefe y amigo.”
Nada se pudo hacer, todo el heroísmo de los caudillos populares y su gente, terminó en Pozo de Vargas, no pudieron las chuzas y las lanzas, con las carabinas Sharps de 1863, con las que estaba armada la infantería de Taboada[] se ubicaron en trincheras para enfrentar a la caballería montonera armada con lanzas de Felipe Varela, por eso la samba de Vargas dice: "lanzas contra fusiles".
[][]En el pozo de Vargas, Varela salvó su vida de milagro, cuando su caballo cayó muerto de un certero disparo de fusil. La montonera Dolores Díaz, “La Tigra” lo salvó. Al promediar la tarde, Varela tocó a retirada y se alejó con 181 hombres, de los más de 4.000 con que había comenzado la batalla. Varela y el resto de las montoneras nacionales, a pesar del apoyo popular, sucumbieron bajo las balas de los modernos fusiles porteños. Mitre no deseaba que las provincias litoraleñas se aliaran al Paraguay de López.

El triunfo de Curupaytí, de las tropas de López, enalteció el espíritu nacional paraguayo y la guerra se volvió una verdadera Causa Nacional, los ejércitos de la Alianza peleaban por dinero o forzados por las levas.
En nuestra patria, pocos estaban a favor de esta guerra infame contra nuestro pueblo hermano, los obreros correntinos se negaron a fabricar embarcaciones para las tropas de la alianza y otros alzaron su voz en desacuerdo a esta guerra, como José Hernández.
El pronóstico de Mitre fue demasiado simplista "En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en 3 meses en la Asunción".
Sarmiento asume como presidente en 1870 y fue en ese año que recién se pudo tomar Asunción.
Fueron cinco años de una guerra impuesta por los ingleses que nos costó 500 millones de pesos y más de 50 mil muertos y 120 mil heridos e inválidos.
Muchos “amigos” de Mitre y Sarmiento, se beneficiaron, con la guerra, mientras el pueblo sufrió las consecuencias.
Si bien el tratado, firmado a comienzo de la guerra en Uruguay, establecía que entre los tres aliados se repartirían la totalidad de territorio Paraguayo, los ministros reunidos en Buenos Aires, al finalizar la guerra y especialmente el ministro de Sarmiento, Mariano Varela, convenció a las otras partes a negociar con el nuevo gobierno paraguayo los límites y condiciones del tratado, pero el embajador de Brasil, Barón de Cotepige, se apresuró a negociar con el nuevo gobierno “títere” impuesto por los ingleses y brasileros y consiguió apropiarse de grandes extensiones de territorio, vías de navegación y lo más vil, saqueó las últimas riquezas y los adelantos del pueblo paraguayo.
Cuando en 1871 regresaron las tropas a Buenos Aires, no solo trajeron penurias y sufrimientos, sino también la fiebre amarilla, dejando un saldo de más de 13 mil muertos.
Así se compuso parte de nuestro ejército
Provincia de Buenos Aires: 10 batallones de infantería y 2 regimientos de caballería, 5000 hombres
Santa Fe: 3 batallones de infantería y un regimiento de caballería, 1025 hombres
Entre Ríos, 2 batallones, artillería y piquete, 751 hombres
Córdoba: 2 batallones, 459 hombres
La Rioja, 1 batallón, 360 hombres
San Juan, 1 batallón, 336 hombres
Tucumán: 1 batallón, 300 hombres
Salta, 1 batallón, 298 hombres
Catamarca, 1 batallón, 282 hombres
Mendoza, 1 batallón, 271 hombres
Corrientes, 1 batallón, 219 hombres
San Luis, 1 batallón, 195 hombres
Además de 4500 correntinos de caballería que formaron la primera asistencia . El gobierno de Mitre comisionó 1.150 soldados a distintas provincias para que el pueblo no se armara en apoyo al Paraguay.
Y para quienes opinan que la sagrada Inglaterra, no tuvo nada que ver con esta guerra, sugiero que revisen las ganancias de ésta, con los enormes beneficios económicos, que obtuvo a través de la venta de la provisión de la mayor parte del armamento, municiones y embarcaciones utilizados por los aliados, y las nefastas ganancias de los empréstitos a las tres naciones aliadas y al mismo Paraguay después de la Guerra.
Los bancos británicos, prestaron al Imperio, más de diez millones de libras esterlinas y a la Argentina un total de 3,5 millones de libras.

Antes de la batalla final en Cerro Corá, el 1 de marzo 1870

El Mariscal López apareció montado en su caballo de batalla, y el Coronel Víctor Silvero, argentino en servicio activo en el ejército del Paraguay, avanzó dos pasos y descubriéndose gritó:
“Viva el excelentísimo señor Mariscal Presidente de la República y General en Jefe de sus Ejércitos, don Francisco Solano López”
Este es mi humilde homenaje al pueblo paraguayo.

Luis Launay, Pensamiento Nacional, febrero de 2012