En Libia se vence o se muere



Dos visiones sobre lo ocurrido en Libia, para que el lector pueda formarse una opinión sobre lo que sucedió en el país del norte de África


Manipulación sobre la ’guerra’ en Libia


Leonor Massanet*

Massanet, que ha vivido durante cinco años en Libia, explica que justo antes de la invasión, Libia atravesaba un buen momento económico tras el levantamiento del bloqueo. Asegura que la coalición de países que ha invadido el país cuenta con unos intereses muy claros: el petróleo.



Una semana  antes del intento de golpe de Estado en Libia, yo estaba en Trípoli. Hablé con algunas personas y me comentaron que era imposible que en Libia pasara lo que había pasado en Túnez o Egipto.
Volví a España y poco después se iniciaron las revueltas que, dijeron, eran “levantamientos contra la opresión de la dictadura de Ghadafi”. Mostraban las manifestaciones en la plaza de Benghazi repleta de gente y explicaban las razones.
Mi sorpresa, incredulidad e impotencia ante tantos “malos entendidos” y situaciones me han llevado a escribir este texto para contar como es la Libia real.
En el momento que se inicia esta “revuelta” Libia estaba viviendo el mejor momento de su historia y los libios, en general, estaban muy entusiasmados sin que ello signifique que todos compartan las mismas ideas o estén totalmente de acuerdo con su Gobierno.
La apertura del embargo al que ha estado sometida Libia, durante tantos años permitió a los libios abrir las puertas a los avances tecnológicos que hasta ese momento tenían vetados a pesar de disponer de dinero para comprarlos: Desde hace unos años todas las casas libias tienen antena parabólica, aire acondicionado y teléfono.
El Gobierno libio inició hace unos cinco años la reconstrucción del país. Se estaban construyendo casas nuevas en todas las ciudades y pueblos de Libia. Para ello empresas chinas, inglesas, norteamericanas, alemanas, italianas, españolas, turcas y egipcias estaban participando en la reconstrucción del país con la condición de que emplearan a trabajadores libios. Esta tarea de reconstrucción está ahora parada.
Los libios esperaban que esas casas se entregaran a finales de año. Incluso a los jóvenes se les estaba prestando dinero para acceder a una vivienda.
’Conflicto’ libio
La situación que vive Libia estos días hay que denominarla ‘conflicto’y no ‘guerra’ como se hace en los medios de comunicación. En Libia no hay una guerra entre dos fuerzas, sino una invasión muy bien preparada durante años contra un país.
Es como si un elefante, (la OTAN y varios países), luchara contra una hormiga (Libia), con seis millones de habitantes sin aeropuertos, sin gasolina y un ejército muy pequeño. Es nececario aclarar que en Libia tampoco existe una guerra civil porque la gran mayoría de los libios están unidos contra la invasión externa. Si la OTAN se retira, se terminaría "la supuesta guerra civil".
Antes del conflicto, la gasolina era muy barata. Además, el Gobierno contaba con un economato donde las familias y los inmigrantes podían comprar a precios muy bajos alimentos básicos como arroz, harina, pasta etc. En los comercios privados se podía encontrar todo tipo de alimentos. Todo esto y mucho más descartaba toda opción de levantamiento aunque sí existían quejas sobre el Gobierno.
Por otra parte, los libios saben que el petróleo es suyo por lo que consideraban normal el dinero que cada mes el Gobierno les daba como reparto del petróleo a todos los ciudadanos de más de 18 años. Pero eso no gustó a algunos mandatarios influyentes.
Problemas con las tribus libias
Por un lado, en el área de Benghazi siempre ha tenido tribus en desacuerdo con el Gobierno de Libia. Allí vive la tribu del rey Idris que fue destituido pacíficamente. El golpe del 69 sacó a todos los colonizadores de Libia, es decir a Francia, Italia, Inglaterra, EE UU y un lobby judío muy influyente, que aún conservan las propiedades aunque ahora viven en el extranjero.
Los bereber que habitan en los montes Nafusa también han tenido problemas con el Gobierno libio sobre todo por el integrismo religioso de esta tribu, al igual que en la zona de Darnah, en relación a la negativa del Gobierno libio a darle rango de Ley a Al Quram y por mantener Libia como Estado laico, así como establecer mediante un consejo nacional de ulemas, la aprobación de la línea religiosa del país de manera que no tengan cabida en las mezquitas libias las posturas más integristas.
Todos estos puntos conflictivos del país, que por otro lado son tensiones normales en cualquier país, han sido utilizados y dirigidos por un grupo de golpistas que son personas muy ricas y que han participado con el Gobierno pero desde hace dos años con los intentos de cambiar la economía del país, decidieron unirse a Occidente para dar un golpe de Estado.
Moamar al Ghadafi recomendó dar directamente todos los beneficios del petróleo a los libios y eso creó una gran oposición por parte de algunas personas especialmente por el que ahora es el jefe de los rebeldes y algunas tribus, por lo que este cambio no pudo llevarse a cabo.
Utilizando ‘los puntos débiles’ de Libia, los rebeldes provocaron las revueltas en Benghazi y, muy al contrario de lo que se dijo, fueron sangrientas y muy agresivas desde el primer momento. Y el primer día robaron los arsenales de armas del Gobierno libio, quemaron edificios y empezaron las ejecuciones de una lista negra.
Apareció en los medios que “Ghadafi” estaba masacrando los barrios de Sug al Juma, Fash Lum y Tajura y a raíz de esta masacre la ONU envió la OTAN a Libia con el objetivo de establecer, por la fuerza, una zona de exclusión aérea con el supuesto objetivo de proteger a los civiles de unos ataque que tal y como declararon fuentes militares rusas no se produjeron, ya que en las fechas y ciudades de los supuestos ataques aéreos, tanto los satélites como los radares rusos que monitorizan libia las 24 horas del día no registraron el vuelo de ningún avión libio.
Sin embargo y con una rapidez inimaginable, la OTAN llegó a Libia y desde entonces cada día los aviones de la OTAN entran en el espacio aéreo de Libia y bombardean sistemáticamente todo el país sin recibir respuesta. Han bombardeado todos los aeropuertos, puertos, flota pesquera, silos de grano, hospitales, depósitos de armas, grandes extensiones de palmeras, pueblos, al Ejército libio para apoyar a los rebeldes armados, civiles, colegios, universidades etc.
Mientras, los medios de comunicación internacionales están en Hotel Rixos de Trípoli viendo los bombardeos, los muertos, las manifestaciones de la gente en las calles contra la OTAN y no dicen nada de eso. He vivido en primera persona como un día que la OTAN lanzó sobre Bab al Azizia 18 bombas, murieron varias personas y hubo más de 150 heridos graves, los destrozos de la onda expansiva de las bombas y heridos leves. Al momento un autobús llevó a toda la prensa internacional al lugar de los hechos. Vimos los muertos y heridos, se tomaron fotos, pero luego no se dijo nada de los hechos salvo un periódico de EE UU que comentó “no haber comprobado víctimas civiles”.
*psicóloga que ha vivido en Libia


En Libia se vence o se muere
 Alberto Arce

Arce, que ha trabajado sobre el terreno en Misrata (Libia), arremete en este texto contra quienes defienden a Gadafi por su supuesto ’anti-imperialismo’
El periodista Alberto Arce responde a un artículo de opinión publicado ayer en la web de Diagonal acerca del carácter del régimen de Gadafi. Arce, que ha trabajado sobre el terreno en Misrata (Libia), arremete en este texto contra quienes defienden a Gadafi por su supuesto ’anti-imperialismo.
Los contenidos del blog "Leonor en Libia" no sólo me parecen deplorables por textos como aquel en el justificaba la detención de Manu Brabo (me gustaría saber que piensa del asesinato simultáneo de Anton Hammerl). Sino por su continua agresión a la inteligencia. Su artículo de opinión en la web de Diagonal de ayer es sólo una más de las olas con la que colma el vaso de la paciencia y la razón de muchos. Flaco favor le hace a DIAGONAL el debate sobre las ideas sino recurre a plumas de más calado que la de esta bloguera.
Leonor, por supuesto que una semana antes de comenzar la rebelión, cualquier a quien le preguntases te diría que veía imposible que sucediese allí lo mismo que en Túnez o en Egipto. Porque el régimen aún no había comenzado a disparar con artillería pesada y francotiradores contra manifestaciones pacíficas.
Hace más o menos dos meses vi por primera vez una picana. Uno ha oído hablar muchas veces de esos aparatos, pero cuando por fin lo tiene delante, y aunque no sea para probarlo, sino sólo para verlo, siempre se estremece un poco.
La picana estaba en un sótano, un búnker más bien, justo debajo del salón de actos de la biblioteca del libro verde de Gadafi en la Calle Trípoli de Misrata. A los adolescentes que me llevaron allí, armados con una linterna, descendiendo varios metros bajo el nivel del suelo, palpando las paredes de las celdas, la humedad, y la oscuridad, les cambiaba la cara a medida que penetraban en las mazmorras.
Y utilizo conscientemente la palabra mazmorras, como definitorias del agujero negro sobre el que se basa la propaganda de cualquier régimen dictatorial. Cuando los revolucionarios lograron finalmente liberar la Calle Trípoli de los tanques que bombardeaban la ciudad, primero, y después de los francotiradores que durante semanas dispararon a cualquier ser humano que tratase de salir a la calle, oyeron gritos. No sabían de dónde venían y tras varios días dieron con la entrada de la cárcel secreta que albergaba el edificio desde el cual el régimen y sus Comités Revolucionarios dictaban doctrina. Sacaron de allí a 8 prisioneros que habían dejado de recibir comida días atrás. Uno de ellos, acusado de pertenecer a los hermanos musulmanes, llevaba 8 años enterrado en vida.
Esa es sólo una de las historias que quienes hemos podido viajar a Libia hemos visto y escuchado. Junto a cientos de conversaciones más, sin ningún tipo de censura ni control, durante el tiempo pasado junto a los rebeldes. Y seguro que tú conoces perfectamente si has vivido cinco años allí.
Utilizando el método comparativo. Los jóvenes y los estudiantes en España nunca han utilizado tanto el iphone como ahora. Pero tener un iphone en España o aire acondicionado y teléfono, como dices en Libia, no son los parámetros para medir el nivel de satisfacción de una población para con su régimen.
La libertad, los sueños y las expectativas, junto al hartazgo derivado de una crisis que se agudiza sin parar, son conceptos inmateriales, Leonor en Libia. El 15 de mayo, la juventud se echó a la calle en España pidiendo Democracia Real Ya. Porque estaban disconformes con el sistema político, con la deriva generada por la gestión económica o el sistema electoral y el nivel de representación de los cargos públicos respecto a las demandas de la ciudadanía. Pidiendo, en definitiva, más democracia y más libertad. Aunque casi ninguno de los que ocupaban la calle haya tenido que cancelar su cuenta de internet por no tener para pagarla. Salieron a la calle porque estaban hartos y punto.
Y sin obviar la represión policial, brutal para nuestro estándares europeos, no les sucedió a nuestros indignados lo que a los libios cuando hicieron lo mismo el 17 de febrero. Nuestro estado no envió a una división acorazada con artillería pesada y ametralladoras de 14.5 mm a disparar contra la multitud reunida en la Puerta del Sol ni ubicó francotiradores en la Calle Mayor para disparar a todo cuanto se movía.
Porque eso es exactamente lo que hizo el régimen del Coronel Gadafi contra los miles de personas que comenzaron a manifestarse en febrero en las calles de Misrata. Y los jóvenes respondieron. En vez de asustarse, asumieron la muerte como consecuencia inevitable de emprender una revolución contra un dictador que lleva décadas en el poder y no se arredraron. En España se puede hacer política, aún. En Libia, se vence o se muere.
En vez de correr a esconderse, asaltaron comisarías y cuarteles y se hicieron con armas que no sabían usar. Junto a grupos de militares que decidieron desobedecer la orden de disparar contra manifestantes desarmados, se enfrentaron al ejército y comenzó una guerra civil entre los improvisados milicianos y el ejército del dictador.
Una guerra civil que sólo tras semanas, a posteriori, recibió la intervención extranjera. Basta ya de repetir que la acción militar de la OTAN contra el régimen libio es una invasión y todo estaba planificado de antemano. Porque no lo es. Es un bombardeo selectivo, selectivo y limitado. Con sus obvias víctimas civiles. Inocentes y que nadie apoya ni justifica. Nadie. Todos sabemos que no hay bomba buena, ni la que se lanza en nombre de los derechos humanos. Es cierto que Gadafi es el blanco fácil. Pero que sea el blanco fácil y el malvado funcional a la propaganda de la OTAN no significa que no esté como una chota. Y escuchar los argumentos de los rebeldes libios, que algo de razón tendrán, tras 42 años de régimen dictatorial nada tiene que ver con aplaudir la intervención de la OTAN en Libia, por favor, dejémonos de maniqueísmos panfleteros y reduccionistas.
Si alguien critica a la OTAN son los propios combatientes sobre el terreno que nunca se han equivocado sobre las intenciones reales de los extranjeros. Sólo hay que pisar un trinchera, mentarla y comenzar a escuchar los improperios. Saben que si en tres meses la OTAN sólo ha destruido el 40% de la fuerza militar del régimen es porque están jugando al juego que le interesa a las cancillerías occidentales. El que sea, que nos lo imaginamos. La ingenuidad se la guardaron en el cajón el día que vieron al dictador abrazarse con Zapatero, Berlusconi o Blair.
Pero es importante repetir que, si bien las bombas de la OTAN también matan, como siempre, en nombre de la mejor poesía pero con la crueldad que las caracteriza, lo que se lucha en Libia es una rebelión popular contra una dictadura de décadas. Una rebelión popular armada que, a diferencia de Túnez y Egipto ha derivado en guerra civil debido a la fuerza de la represión y la capacidad de la población para asumir un compromiso total con la caída del régimen, de una naturaleza mucho más opresiva que los de sus vecinos.
Y punto. Por supuesto que entre los rebeldes habrá corruptos y oportunistas. Pero si lo son ahora, cuando dejan el régimen, no entiendo porque no lo eran cuando le prestaban su servicio a Gadafi, ese líder que pese a la evidencia de sus fuentes lisérgicas es continuamente puesto como faro de algo por sectores trasnochados, cansinos y absolutamente aislados de la autodenominada "izquierda real" europea. Así les luce.
Cuando la población está harta de una dictadura, no hay teléfonos ni televisores ni casas en construcción que sean capaces de acallar su necesidad de libertad. Cuando el líder sale en televisión diciendo que aplastará casa por casa y puerta a puerta a las ratas y las cucarachas de Al Qaeda que han enviado el país y envía el ejército para comenzar a hacerlo, no puede esperar más que autodefensa por parte de una población que, tras décadas de sufrir a los Comités Revolucionarios del partido único, les tenía miedo y sabía que de ellos no podía esperarse nada mínimamente decente. Ningún comité de salud pública de un régimen de partido único puede ser puesto como ejemplo de nada a estas alturas del partido. Para los defensores de la Jamahiriya o democracia de las masas gadafistas, sólo queda apuntar que sobre la picana estaba el libro verde. Y que hasta Belen Estaban lo escribiría mejor.
En Misrata hemos sido testigos del bloqueo total a la ciudad, del bombardeo indiscriminado contra población civil con morteros y cohetes Grad. Hemos visto la ciudad arrasada, hemos avanzado en primera línea y hemos sido testigos de los saqueos y los robos con los que el ejército castiga a la población. Sabemos que hay varios cientos de desaparecidos, secuestrado por el ejército en su retirada. Hemos entrevistado a los soldados de Gadafi prisioneros, algunos de ellos niños secuestrados de sus escuelas, que nos han contado cómo fueron engañados y obligados a luchar contra su voluntad, hemos visto las listas de desaparecidos, hemos visto los documentos de identidad e incluso los cadáveres tras el combate de milicianos extranjeros. Hemos escuchado a cientos de personas que coinciden en una sola versión de los hechos. "No nos quedó otra opción. No nos dio otra opción. Ese dictador está loco y era hora de librarse de él de una vez por todas". Si Amnistía Internacional y Human Rights Watch nos sirven para documentar los crímenes de Israel en Gaza deberíamos darle credibilidad a lo que escriben desde Misrata, no sólo porque lo firmen los mismos investigadores sino porque todos y cada uno de los periodistas que hemos pisado el terreno coincidimos con ellos. Cuando el río suena, agua lleva.
A algunos les gusta hablar de la laicidad del régimen gadafista. Si los rebeldes avanzan y combaten al grito de "Allah es grande", más cultural que otra cosa, los soldados lo hacen al grito de "Allah, Muammar [Gadafi] y Libia, eso es todo". Comparando al dictador con Dios y el profeta, en una brutal muestra de laicismo. Pero para eso, Leonor que has vivido 5 años en Libia, quizás deberías haber echado un vistazo sin el ojo tuerto con el que pretendes que veamos, que la televisión libia, después de anunciar solamente la semana pasada por dos veces que Misrata había caído en manos de Gadafi, quizás no sea la mejor fuente de información. Como Telesur, que la cita sin cuestionamiento y hace mucho que dejó de serlo. Por algo será que a ellos no les expulsan de Trípoli, de ese hotel del que si sales sin el comisario político impuesto por el régimen te expulsan, como les ha sucedido ya a varios corresponsales. Por eso no vamos. Porque nos negamos a reproducirle la visita guiada a los responsables del Ministerio de información del partido único. El periodista trabaja con libertad o no trabaja. El resto, panfletos.
El Anti-imperialismo no siempre acierta, Leonor en Libia. Como la mayoría de las fórmulas de manual que pretenden que la realidad se adapte al manual y no al revés.