El 6 de julio de 1947, el presidente Perón, dirigió un mensaje a los pueblos del mundo . Nace la Tercera Posición
Por Javier Iglesias
Es equidistante del capitalismo y del comunismo, como política internacional argentina.1950 EL GENERAL PERÓN PROPONE UNA TERCERA POSICIÓN"La doctrina peronista sostiene que la renta del país es producto del trabajo y pertenece por lo tanto a los trabajadores que la producen."
TERCERA POSICIÓN
La empresa para quien la trabaja
Las realizaciones y
conquistas sociales del Peronismo en su primera etapa de gobierno (1946-1955),
son tantas y tan importantes que, entre los propios seguidores de dicho
Movimiento, es común interpretarlas como el fruto de una Revolución totalmente
realizada; una especie de "Edad de Oro" de los
trabajadores y del Pueblo argentino que, con algunas variaciones de detalle, puede
y debe recuperarse mediante la organización y la lucha.
Paradójicamente esa versión
del Peronismo como una Revolución "concluida" que hay
que repetir y recuperar, no coincide en lo más mínimo con lo que pensaban
aquellos que la llevaron a cabo en el pasado, ni mucho menos y en especial, con
los planteamientos del mismo General Juan Domingo Perón.
Para todos ellos, la
riquísima experiencia política, económica y social del periodo 1943-1955 es
apenas el inicio de una transformación revolucionaria mucho más profunda y, por
lo que se refiere a lo económico, el verdadero comienzo de un proceso de
gradual socialización de los medios de producción.
Que ese objetivo socializante
es afirmado explícitamente y desde un principio por importantes sectores del
Movimiento Peronista, puede probarse con la simple lectura de los estatutos de la CGT aprobados en su Congreso
Extraordinario de abril de 1950.
En su Preámbulo, después de
afirmar que "la Doctrina Peronista , magistralmente expuesta por
su creador, el General Juan Perón, define y sintetiza las aspiraciones
fundamentales de los trabajadores argentinos y les señala la verdadera
doctrina, con raíz y sentido nacional, cuya amplia y leal aplicación ha de
forjar una Patria Justa, Libre y Soberana", fundamentan esa definición
ideológica en el hecho de que:
"El proceso de realización tiende hacia la gradual
socialización de los medios de producción y en cambio impone al proletariado el
deber de participar y gravitar desde el terreno sindical para afianzar las
conquistas de la
Revolución Peronista , para consolidarlas en el presente y
ensancharlas en el futuro". [1]
La inequívoca definición del
Movimiento Obrero Argentino -calificado habitualmente por el General
Perón como la "columna vertebral" del Peronismo- no
es, por otra parte, una simple declaración sectorial. En ocasión tan importante
como el 1º de mayo de 1952, en su alocución a los legisladores argentinos con
motivo de la inauguración del 86º periodo ordinario de sesiones del Congreso
Nacional, el propio Líder justicialista también afirma tajantemente:
"Así como la clase de los hombres que trabajan va
substituyendo a los representantes del individualismo capitalista en el
panorama político, también la clase de los hombres que trabajan va
substituyendo progresivamente a las empresas individualistas, con las nuevas
organizaciones de tipo cooperativo. Ello significa que los trabajadores, por la
natural evolución económica de nuestro sistema, van adquiriendo progresivamente
la propiedad directa de los bienes capitales de la producción, del comercio y
de la industria. Este camino, por el que avanzan ya los trabajadores
argentinos, tiene un largo pero fecundo recorrido y posibilitará el acceso del
pueblo a la conducción de su propia economía. El viejo ideal del pueblo, en la
plena posesión de sus derechos políticos, sociales y económicos, se realizará
entonces, y en aquel momento la justicia social alcanzará la cumbre de sus
objetivos totales y la doctrina peronista será la más bella y absoluta de las
realidades". [2]
Que el Peronismo fundacional
aspiraba a la total socialización de "los bienes capitales de la
producción, del comercio y de la industria" resulta, pues,
irrefutable, más allá del ritmo de esa socialización; ritmo que, como es
natural, depende más de la cambiante relación de fuerzas nacional e
internacional que de cuestiones ideológicas o esquemas teoricistas de salón.
Cuando, a partir de los
propios textos peronistas, afirmamos que el Peronismo apunta hacia la
socialización de los medios de producción, ¿estamos coincidiendo con la
acusación del "nacionalismo" fascistizante y
antiperonista según la cual el Justicialismo sería "un movimiento
que sale del capitalismo y camina hacia el comunismo"? [3]
Obviamente no.
Los creadores de la Doctrina Peronista
siempre recalcaron su carácter de "Tercera Posición";
sus postulados anticapitalistas pero, a la vez, diferentes de los del
colectivismo totalitario y burocrático marxista.
En el discurso del 2 de mayo
de 1950 es también Perón el que recalca magistralmente ese "tercerismo"
económico peronista:
"Para el capitalismo la renta nacional es producto del
capital y pertenece ineludiblemente a los capitalistas. El colectivismo cree
que la renta nacional es producto del trabajo común y pertenece al Estado,
porque el Estado es propietario total y absoluto del capital y del trabajo. La
doctrina peronista sostiene que la renta del país es producto del trabajo y
pertenece por lo tanto a los trabajadores que la producen." [4]
El Peronismo no confunde, por
lo tanto, socialización con estatización.
Es anticapitalista pero
pretende, a diferencia del marxismo, no la entrega de los medios de producción
a un gigantesco Estado-Patrón dictatorial sino directamente a los propios
trabajadores.
Se trata de una concepción
con mucha semejanza con lo que posteriormente será conocido como "socialismo
autogestionario" [5] aunque también puede considerarse
emparentada a las posiciones del anarcosindicalismo y del "sindicalismo
revolucionario" europeo anterior a la Segunda Guerra
Mundial; algo que han destacado recientes estudios ideológicos imparciales como
los de Cristián Buchruker:
"Más que del socialismo clásico, el peronismo en gestación
adoptó ideas fundamentales del anarcosindicalismo hispano-francés, el cual ya
tenía una tradición no despreciable en el gremialismo argentino. Se trata aquí
de dos exigencias: a) el directo protagonismo político del sindicato (no por
mediación del partido) sobre todo a través de la huelga general como
instrumento de acción; y b) el objetivo lejano de una administración de los
medios de producción por los sindicatos mismos." [6].
Postmarxismo
revolucionario
Debe destacarse, por otra
parte, que el "tercerismo" peronista no implica
necesariamente "equidistancia" con respecto al
capitalismo y al comunismo.
En ello es igualmente diáfano
Perón:
"Pensamos que tanto el capitalismo como el comunismo son
sistemas ya superados por el tiempo. Consideramos al capitalismo como la
explotación del hombre por el capital y al comunismo como la explotación del
individuo por el Estado. Ambos 'insectifican' a la persona mediante sistemas
distintos. Creemos más; pensamos que los abusos del capitalismo son la causa y
el comunismo el efecto. Sin capitalismo el comunismo no tendría razón de ser,
creemos igualmente que, desaparecida la causa, se entraría en el comienzo de la
desaparición del efecto." [7]
Es decir: el objetivo del
Peronismo no es otro que hacer desaparecer el capitalismo -la "causa"
de todos los problemas económicos, políticos y sociales- lo que,
por si mismo, impedirá que surja un "efecto"
indeseado: el capitalismo estatal "insectificante"
comunista.
Esta distinción es
enormemente importante porque hoy, ante el pase de las burocracias
ex-comunistas de la URSS
y Europa del Este al bando capitalista encabezado por los archibandidos
yanquis, no faltan pícaros supuestamente "peronistas"
que declaran "superada" la Tercera Posición
y "recomiendan" la "aceptación del
triunfo capitalista".
A esos proveedores de coartada
de la claudicación y el más infame renunciamiento, les conviene repasar las
luminosas enseñanzas de Perón y la compañera Evita:
"El peronismo no puede confundirse con el capitalismo, con el
que no tiene ningún punto de contacto. Eso es lo que vió Perón, desde el primer
momento. Toda su lucha se puede reducir a esto: en el campo social, lucha
contra la explotación capitalista." [8].
El Peronismo, por lo tanto,
se enfrenta implacablemente al capitalismo más allá de si el comunismo existe o
no.
Su rivalidad con el marxismo
es en el terreno de la eficacia revolucionaria: ver quién consigue derribar
finalmente al injusto sistema capitalista.
De ahí las precisas
orientaciones del General Perón:
"Nosotros somos la cabeza del movimiento nacional
revolucionario. A ningún partido o movimiento se le debe permitir colocarse en
una actitud más 'revolucionaria' que la nuestra. El día que eso ocurriera,
habríamos perdido nuestra 'razón de ser' como movimiento, al ser reemplazados
en la conducción popular. A los justicialistas que se coloquen en actitudes
'conformistas' o 'conciliadoras' para con el sistema imperante en nuestra
patria, hay que expulsarlos del Movimiento sin miramientos. Son enemigos del
pueblo y por lo tanto, enemigos nuestros." [9].
La deserción de las cúpulas
marxistas -ya sean socialdemócratas o comunistas- del frente revolucionario al
que supuestamente pertenecían, resuelve en la práctica el pleito entre
Peronismo y marxismo al probar que el único anticapitalismo y antiimperialismo
posible en la actualidad es el corporizado en Movimientos Nacional-Populares y
Terceristas de Liberación: auténtico Peronismo argentino, bolivarianos de
Venezuela, fundamentalismo revolucionario islámico de las naciones y pueblos
musulmanes, resistencia armada torrijista panameña, etc.
Los escasos núcleos que, con
mejores deseos que resultados, aún intentan seguir aferrados a la vieja
liturgia tradicional comunista, antes o después abandonarán las marchitas y
superadas banderas del comunismo para integrarse lisa y llanamente a las
pujantes fuerzas del nacionalismo popular revolucionario y de la Tercera Posición.
Proceso
de socialización
Siendo el General Perón el
conductor de un proceso revolucionario real y no un utopista de gabinete, es
lógico que el grueso de su producción teórica más que dedicarse a teorizar
sobre la sociedad futura se concentre en los problemas prácticos de un gobierno
de liberación nacional y social o, tras la contrarrevolución oligárquica de
1955, en la lucha concreta para la recuperación del poder por parte del pueblo
argentino.
Eso no significa que el
proceso de socialización por el propugnado sea tan a largo plazo que se
convierta en una simple e inoperante expresión de deseos o fórmula retórica.
De hecho el máximo dirigente
justicialista expone en forma constante y repetida las fórmulas específicas
que, a su juicio, revestirá ese proceso de socialización no estatista.
Un interesante aporte
doctrinario en ese sentido es el vertido en una larga conferencia concedida en
1970 al periodista uruguayo Carlos María Gutiérrez, corresponsal de Prensa
Latina.
Ante la pregunta "¿usted
cree que además habría de ir, en el caso de la toma del poder, a la destrucción
de ese tipo de estructuras burguesas; digamos, de la libre empresa, para
emplear el término corriente? ¿Ir más allá de lo que se fue entre 1950 y
1955?", Perón responde sin la menor duda:
"Nosotros lo estábamos haciendo, pero lo estábamos haciendo a
través de un sistema. Que ya había empresas... Las cervecerías del país estaban
todas en manos de una cooperativa del sindicato de cerveceros. Yo pensaba hacer
lo mismo con los ferrocarriles, en cuanto suprimiera el déficit; entregarlos al
sindicato de los ferrocarriles. Y había fábricas, como... De la Lanera del Sur... la... no
me acuerdo cómo se llama, que ya estaban sobre ese sistema.
La concepción es ésta: un promotor de empresa emplea cien millones
para promover una empresa. Hasta que él ha retirado esos cien millones más su
interés, esa empresa debe ser exclusivamente de él. Pero cuando ha retirado su
capital, más un interés razonable, esa empresa ya no es de él; es de todos los
que la trabajan. Esa es la concepción cooperativista de la empresa. Por ese
sistema, usted va llevando todo hacia cooperativas; cooperativas donde trabajan
patrones, obreros y todos, pero que trabajan en la producción.
Ahora, si eso no se hace en todas las empresas, el Estado, al
final tendrá que hacerse cargo de aquellas donde no se ha realizado." [10].
Se trata de una cita tan
extensa como instructiva que nos muestra un modo (no el único propuesto por
Perón) de llegar gradual e incruentamente a la entrega de los bienes de
producción a los trabajadores; recalca la concepción cooperativista-sindical de
ese proceso de socialización y, a la vez, recuerda ejemplos concretos con los
que el Peronismo en el poder avanzó en ese sentido.
Cooperativas
y Peronismo
La concepción de las formas
cooperativistas de propiedad como uno de los medios principales de
socialización no estatista de la economía es lógica "porque -como recalca Perón- es
un ideal justicialista que todo el proceso económico quede en manos de los
'hombres que trabajan' y el sistema cooperativo tiende a ello." [11].
Que no se trata de una mera
declaración retórica salta a la vista si comparamos, por ejemplo, las cifras
relativas al cooperativismo argentino entre 1946 y 1951.
Entre esas fechas, el número
de cooperativas pasa de 1.299
a 2.400, el número de asociados de 500.000 a 800.000, el
capital suscrito (en millones de m$n) de 95 a 350, y las operaciones efectuadas (también
en m$n) de 361 a
2.000.
O dicho sea de otro modo: en
apenas cinco años el sector cooperativo aumenta en un 100% en su número, en un
60% en asociados, en un 260% del capital suscrito, y en un 440 por ciento de
las operaciones realizadas.
Este gigantesco salto se
profundiza aún más a partir de 1952 y, sobre todo, con la promulgación del
Segundo Plan Quinquenal.
En su exposición del 1º de
mayo de ese año, el General Perón muestra esa línea estratégica en lo
económico:
"Las cooperativas agrarias han merecido nuestro total apoyo,
como que ellas son, en la economía social de la doctrina peronista, unidades de
acción económica que realizan el acceso de los hombre que trabajan a la
posesión total del instrumento y del fruto de sus esfuerzos.
La ayuda crediticia a las cooperativas alcanzó en el quinquenio a
la suma de 1.000 millones de pesos y va en progresivo aumento.
Señalo como norma tendida hacia el futuro la de preferir en el
crédito a las organizaciones cooperativas sobre las empresas de carácter
individual.
Llegaremos progresivamente a dejar en manos de la organización
cooperativa agraria todo el proceso económico de la producción.
No debe haber en el país un sólo agricultor que no sea
cooperativista, porque la organización cooperativa es al trabajador agrario lo
que la organización sindical es al trabajador industrial, sin que esto
signifique que la industria no pueda organizarse en forma cooperativa." [12].
La cooperativización-socialización
total de los medios de producción es, por lo tanto, un objetivo explícito del
Peronismo. Esa cooperativización se concentra en un principio sobre todo en el
terreno agrario, por ser ésta un área económica de más fácil socialización y
donde, además, existe una notable tradición de organizaciones cooperativas
previa al Justicialismo, pero se expande hasta lograr el fin señalado por Juan
Domingo Perón: las "cooperativas como unidades básicas justicialistas para
la organización nacional de la producción, la industria y el comercio."
[13].
Estado
Revolucionario
La defensa que el Peronismo
hace del modelo cooperativo de organización económica, no puede ni debe
confundirse con las fantasías reformistas que sobre las cooperativas tienen
grupos pequeñoburgueses como los diversos desprendimientos del Partido
Socialista del reputado gorila Juan B. Busto.
El Movimiento Nacional de
Liberación creado por Perón, al contrario que dichos grupos socialdemócratas,
sabe que, aunque parezca una perogrullada recordarlo, el sistema capitalista
está creado para que triunfen los capitalistas y, por tanto: "Los fracasos del cooperativismo, en tiempos de la economía
capitalista, son explicables y perfectamente lógicos: una cooperativa,
exponente perfecto de economía social, no podía conciliar sus intereses ni
podía enfrentarse con los monopolios del capitalismo." [14].
Para evitar eso hace falta un
ordenamiento político y social, un Estado, que cambie las "reglas
de juego" capitalistas y las sustituya por otras de tipo
revolucionario, popular, anticapitalista y pro-cooperativista, ya que "indudablemente el movimiento cooperativo no puede ir
adelante sin el apoyo del Gobierno. En todas las partes del mundo las
cooperativas han fracasado cuando han tenido en contra al Gobierno." [15].
En concreto, ello implica:
1º)
Arrebatar a la oligarquía el control sobre los sectores claves de la economía.
Según la Constitución
Justicialista de 1949, en su artículo 40, esos sectores clave
son la importación y exportación, minerales, caídas de agua, yacimientos de
petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con
excepción de los vegetales, así como los servicios públicos.
Corresponde su propiedad, en
un principio, al Estado aunque, como ya vimos, a medida que avanza el proceso
revolucionario parte de esas actividades pueden pasar a manos de los
trabajadores del sector por medio de sus cooperativas obreras o sindicatos.
Es posible también, como
muestra el caso de SEGBA, la existencia de formas intermedias de cogestión
obrero-estatal así como empresas con conducción tripartita:
Estado-trabajadores-usuarios.
2ª)
Una planificación indicativa que, sin caer en los errores centralistas
burocráticos de la planificación de tipo estatista-comunista, impida que con el
viejo cuento del "mercado
libre" acaben manipulando la economía un puñado de grandes
empresas extranjeras o nativas: "La cacareada 'libertad
de la economía' no ha pasado nunca de ser una ficción, desde que, a la economía
o la dirige el Estado o la hacen, en su lugar, los grandes consorcios
capitalistas, con la diferencia de que el primero puede hacerlo en beneficio
del pueblo; en cambio, los segundos lo hacen generalmente en su
perjuicio." [16].
3º)
Formas de apoyo directo del Estado a las cooperativas y empresas sindicales, lo que incluye desde apoyo
crediticio preferencial hasta la contratación directa por parte del Estado en
aquellas tareas que éste suele descargar en las empresas capitalistas.
Aquí conviene recordar una
directísima afirmación del General Perón ante miembros del Comité Central y
delegados regionales de la CGT
que visitaron la
Residencia Presidencial de Olivos el 9 de agosto de 1950: "El Gobierno está dispuesto a dar a las cooperativas obreras
la oportunidad para que hagan negocios que les permitan ganar mucho dinero; en
lugar de dárselos, como se hacía antes, a entidades capitalistas.".
4º) El combate en el terreno ideológico contra
las supervivencias de la mentalidad individualista burguesa, fomentando el conocimiento
de las formas de economía social y cooperativista, especialmente entre la
juventud.
El Segundo Plan Quinquenal,
por ejemplo, en su apartado IV.G.14 sostiene: "La difusión de los
principios del cooperativismo y la constitución de cooperativas escolares y
estudiantiles serán auspiciadas por el Estado a fin de contribuir a la
formación de la conciencia nacional cooperativista y prestar servicios útiles a
los alumnos." [17].
Socialización
integral
Cuando anteriormente
recordábamos que para el General Perón las cooperativas debían tender a
convertirse en las "unidades básicas justicialistas para la
organización nacional de la producción, la industria y el comercio", queda
claro que la socialización-cooperativización que el Peronismo propugna no se
reduce al nivel de cada empresa o unidad económica de producción.
Esto es así porque si bien la
entrega de todas las empresas a sus propios técnicos y trabajadores
autoorganizados en cooperativas, impide tanto la explotación del hombre por el
hombre (capitalismo), como la explotación del hombre por el Estado (comunismo)
no por ello resuelve todos los problemas de la economía. Para empezar, no
asegura la igualdad de oportunidades puesto que existen sectores económicos más
productivos que otros y, dentro de cada sector económico, empresas más grandes
y más chicas, más modernas y más atrasadas, etc.
Tampoco se garantiza una real
solidaridad nacional desde el momento en que si esas empresas cooperativizadas
se desenvuelven en el marco de una economía de mercado necesariamente se
provocará una brutal competencia entre las empresas, considerando cada
colectivo obrero o cooperativa un rival en la búsqueda del beneficio a los
otros colectivos obreros cooperativos.
Para evitar esos posibles
efectos negativos el General Perón impulsa no cooperativas aisladas sino "la
unversalización de la organización cooperativa" [18] mediante la Federación de
Cooperativas de cada rama de producción.
Éstas, estructuradas
democráticamente y desde abajo hacia arriba, permiten que cada empresa sea
gestionada de un modo directo y sin burocracias externas por sus propios
técnicos y trabajadores, pero, a la vez, crea canales solidarios de
redistribución de los beneficios generales para apoyar a aquellas cooperativas
obreras asociadas que, por diversas razones, tienen que sufrir desventajas
objetivas ajenas al trabajo o la gestión de su colectivo laboral: implantación
en provincias alejadas del circuito comercial, catástrofes naturales...
Hay que resaltar que, como
detalla Perón el 13 de octubre de 1952 en una exposición ante representantes de
las cooperativas agropecuarias, esas Federaciones de Cooperativas no engloban
sólo a una rama económica sino que participan de un modo directo en todo el
proceso productivo y de comercialización. En el caso de esas mismas
cooperativas agrarias, Perón propugna concretamente los siguientes campos de
acción:
"El gobierno aspira a que las cooperativas agropecuarias
constituyan las unidades básicas de la economía social agraria y participen,
primero: en el proceso colonizador y en la acción estatal tendiente a lograr la
redistribución de la tierra en unidades económicas sociales adecuadas. Segundo:
que participen en el proceso productivo mediante la utilización racional de los
elementos básicos del trabajo agropecuario: maquinaria agrícola, galpones
ferroviarios, silos, elevadores de granos, semillas, etc., etc. Tercero: que
participen también en el proceso interno de comercialización de las cosechas de
sus asociados, para lo cual el Estado auspiciará el acceso de los productores
organizados a los centros de consumo, mercados oficiales, proveedurías, etc.
Cuarto: que participen en el proceso de la industrialización regional primaria
de la producción agropecuaria de sus asociados. Sexto: que participen en la
acción estatal tendiente a suprimir toda intermediación comercial innecesaria.
Séptimo: que participen en la fijación de precios básicos y precios
diferenciales que se fijarán a favor de las cooperativas agropecuarias. Octavo:
que participen en la redistribución de los márgenes de utilidad que se obtengan
con motivo de la comercialización. Noveno: que participen en la acción social
directa a cumplirse en forma integral en beneficio de los productores agropecuarios;
y, décimo: el Estado auspicia la organización de un sistema nacional unitario
de cooperativas de productores agropecuarios que represente a todos los
productores del país y defienda sus intereses económicos y sociales." [19].
Se trata, por lo tanto, de
una estructuración integral de la economía que, partiendo de las cooperativas
autónomas y descentralizadas, engloba el proceso de producción en su conjunto,
racionalizando ese mismo proceso productivo, abaratando costos e impidiendo que
cada sector de la cadena productiva y de comercialización compita con los
otros.
Con decir que para el Líder
Justicialista "el gobierno está
dispuesto a prestar la ayuda más extraordinaria para que las cooperativas
instalen sus propias fabricaciones de herramientas y maquinarias agrarias" [20], está todo dicho.
Cada Federación de
Cooperativas o "Sistema Nacional Unitario de Cooperativas"
además de englobar a todas las cooperativas de ese sector económico, coordina
el proceso de producción en su conjunto: desde la producción propiamente dicha
a la comercialización, pasando por el transporte y hasta la fabricación de
bienes y elementos necesarios.
Empresas
sindicales
“Las cooperativas federadas no son el único método de
socialización impulsado por el Peronismo. En la antes citada entrevista
concedida por el General Perón a Carlos María Gutiérrez, el creador del
Peronismo menciona un tipo especial de cooperativas: la cooperativa de
sindicatos. En éstas, la coordinación de las distintas empresas cooperativizadas
se da mediante la organización sindical que, de un modo natural, alcanza a toda
la rama de producción. Se alcanza así la vieja tesis del sindicalismo
revolucionario, que tanta influencia tuviera en el Movimiento Obrero
pre-peronista, y que desde la Carta
de Amiens (1916) había proclamado que "el sindicato actualmente nada más
que un grupo de resistencia, será en el futuro responsable de la producción y
distribución, bases de la organización social" [21].
Como ese modelo de
cooperativización sindicalista es más fácil de aplicar en la industria, sector
más importante de la economía argentina, es por ello lógico que sea ese mismo
modelo el que tienda a predominar en el ideario peronista de tal manera que
Perón llega a definir al Estado Peronista futuro como un "Estado
Sindicalista" [22].
Las cooperativas o empresas
sindicales han sido denominadas a veces también como "Empresas
Comunitarias".
En "Fundamentos
de Doctrina Nacional Justicialista", texto de la "Escuela
Superior de Conducción Política del Movimiento Nacional Justicialista"
(entre paréntesis, entidad nada sospechosa de "desviaciones
izquierdistas") se define de la siguiente forma a la Empresa Comunitaria :
"Considerada en su aspecto funcional, la empresa es una
comunidad jerarquizada de productores, diversamente especializados, que aúnan
esfuerzos para fabricar determinado artículo o prestar determinado servicio,
valiéndose para ello de las herramientas o máquinas que impone la técnica
moderna.
Considerada, por el contrario, en su aspecto legal, esta misma
empresa no pasa, hoy en día, de un mero capital que compra máquinas, materias
primas y trabajo. Pura ficción. Pues si con un golpe de varita mágica se
suprimieran los dueños del capital, la empresa seguiría funcionando sin la menor
perturbación, mientras que pararía y desaparecería si se eliminasen los
productores.
No basta, por lo tanto, mejorar el nivel de vida del proletariado.
No basta dar al productor el lugar que le corresponde en la Comunidad. No
resuelve nada cambiar el sistema capitalista sustituyendo la oligarquía
burguesa por una oligarquía burocrática. Lo que hace falta es suprimir el
salariado, devolviendo a la empresa, aprehendida en su realidad orgánica, la
posesión y, de ser posible, la propiedad de su capital, así como la libre
disposición del fruto de su trabajo.
Cualquier ente social -individuo, grupo o comunidad- tiene
el derecho natural de poseer los bienes que le son imprescindibles para
subsistir y realizarse plenamente. El municipio, por ejemplo, tiene naturalmente
derecho a la propiedad de la vía pública o de la red de alumbrado. El municipio
en sí, no la suma de sus habitantes. Cuando alguien viene a instalarse en una
ciudad, no tiene que comprar su parte de calle ni de usina; ni la vende cuando
se va. La empresa es también un ente social independiente de sus integrantes
individuales del momento. Es ella la que tiene que ser dueña de su capital, al
que encontrará y usufructuará el productor entrante y dejará para sucesor el
productor saliente. Esto vale tanto para la empresa industrial como para la
empresa agropecuaria. Los reformistas pequeños burgueses que quieren lotear las
unidades orgánicas de nuestro campo fomentan el minifundio y la miseria. La
tierra debe ser de quienes la trabajan, como las máquinas de quienes trabajan
con ellas. Tal principio no supone, en absoluto, el parcelamiento de la
propiedad de los instrumentos de la producción, sino la supresión de la
propiedad individualista de bienes que otros -individuos o grupos- necesitan. O
sea la supresión del parasitismo en todas sus formas.
Eliminado el parasitismo capitalista, las clases desaparecerán
'ipso facto'. No habrá más burgueses ni proletarios, sino productores
funcionalmente organizados y jerarquizados en sus empresas.
El gremio perderá entonces el carácter clasista que le ha impuesto
una lucha necesaria cuya responsabilidad no lleva y volverá a convertirse en
una federación de empresas comunitarias, con el patrimonio asistencial que
necesita y los poderes legislativo y judicial que definirán sus fueros. En cada
gremio, un banco distribuirá el crédito entre las empresas, dentro del marco de
la planificación y conducción económica del Estado nacional.
Las cooperativas sindicales o
empresas comunitarias, por lo tanto, coinciden con las cooperativas "tradicionales"
en que la propiedad no pertenece a un capitalista individual burgués o al
Estado-patrono, pero, a la vez, se diferencian de esas mismas cooperativas en
que la propiedad no es divisible ya que pertenece íntegramente a la comunidad
laboral de técnicos y trabajadores que las componen.
Además, volvemos a
recalcarlo, la solución peronista no es sólo a nivel microeconómico
(socialización de la empresa) sino también a nivel macroeconómico
(socialización global de la economía).
Conducción
económica de la Nación
Lo que denominamos
socialización "global" o "integral" de
la economía es otro de los rasgos que diferencia al Peronismo tanto del
capitalismo como del comunismo.
Para el General Perón:
"La doctrina económica que sustentamos establece claramente
que la conducción económica de un país no debe ser realizada individualmente,
que esto conduce a la dictadura económica de los trusts y monopolios
capitalistas. Tampoco debe ser realizada por el Estado, que convierte la
actividad económica en burocracia, paralizando el juego de sus movimientos
naturales. El Justicialismo, siempre en su tercera posición ideológica,
sostiene que la conducción económica de la Nación debe ser realizada conjuntamente por el
gobierno y por los interesados, que son los productores, comerciantes,
industriales, los trabajadores y aun los consumidores; ¡vale decir, por el
gobierno y por el pueblo organizado! Mientras esto no se realice plenamente, el
gobierno cometerá los errores propios de toda conducción unilateral y
arbitraria por más buena voluntad que tenga." [24].
Estas indicaciones, que se
refieren a la etapa de transición del Peronismo (cuando aún existe un
importante sector económico privado), no suponen, ni mucho menos, que el Líder
de la Revolución
Nacional argentina oculte el objetivo final anticapitalista
de su proyecto.
De ahí que, a continuación de
lo anterior, aclare:
"Nosotros queremos compartir con los intereses privados la
conducción económica de la
República , pero exigimos que esos intereses se coloquen en la
línea peronista que apunta a nuestros dos grandes objetivos económicos: la
economía social y la independencia económica, porque ellos son mandato soberano
que el pueblo nos ha impuesto y que nosotros tenemos que cumplir de cualquier
manera: con la colaboración de las fuerzas económicas si es posible, o
enfrentándolas, si ellas no quieren compartir con nosotros el mandato del
pueblo soberano. En esta tierra no reconocemos, señores, más que una sola
fuerza soberana: la del pueblo. Todas las demás están para servirla. Cualquiera
que intente invertir este valor fundamental está, por ese solo hecho, atentando
contra el primero, básico y esencial principio del peronismo; atenta, por lo
tanto, contra el pueblo y está, por otra parte, fuera de la Constitución Nacional
que rige el derrotero de la
República (...) Es necesario que nadie se llame a engaño: la
economía capitalista no tiene nada que hacer en nuestra tierra. Sus últimos
reductos serán para nosotros objeto de implacable destrucción." [25].
La conclusión es que, ya sea
con la participación de las organizaciones empresariales (en la etapa de
transición) o sin ellas (cuando el Peronismo ha logrado su objetivo económico
de entregar los medios de producción a los propios trabajadores
autoorganizados), existe una planificación democrática e indicativa en la que
participan el gobierno, los trabajadores (mediante los sindicatos, federaciones
de cooperativas y de empresas comunitarias), organizaciones de usuarios de
servicios y consumidores y todo tipo de organizaciones libres del Pueblo.
Se evitan así los errores
burocráticos de una planificación burocrática y ultracentralizada como la
comunista y, por otro lado, se da un margen de maniobra relativamente grande al
mercado [26].
Estado
Sindicalista
Pero no sólo el Estado
Justicialista va delegando gradualmente funciones económicas en las
organizaciones de trabajadores.
De hecho el Peronismo apunta
a la socialización de la economía y del poder por lo que esas mismas
organizaciones de trabajadores, federadas democráticamente desde la empresa
hasta subir a nivel nacional, acaban asumiendo la representación y control
político gradual del país:
"La representación política tiene una función esencial que
cumplir en el juego de la verdadera democracia que nosotros propugnamos. Pero
también sostengo, como un principio indiscutible que emana de la experiencia
política de los últimos tiempos, entre nosotros y en el mundo entero, que tan
esenciales como las organizaciones políticas son, en el juego de la verdadera
democracia, las organizaciones sindicales. No existe contradicción en nuestra
doctrina cuando afirmamos que éste indudablemente es un momento de transición
de los Estados políticos a los Estados de estructura sindical (...) La
afirmación del derecho a la cooperación con el gobierno del país que nosotros
reconocemos, propugnamos y realizamos para las organizaciones sindicales no
excluye el derecho de ningún otro argentino; pero en la misma medida en que
todos los ciudadanos del país vayan integrando la única clase de argentinos que
debe existir en esta tierra: la clase de hombres que trabajan, la representación
política dejará de serlo en el antiguo y desprestigiado sentido de la palabra,
para adquirir el nuevo sentido peronista de su dignidad." [27].
La socialización de la
economía y del poder, por lo tanto, van íntimamente ligadas y, como sagazmente
afirmará Perón en un texto de 1968, ambos aspectos no se pueden jamás desligar
ya que, en última instancia, los partidos demoliberales (instrumentos burgueses
de deformación y control de la voluntad popular) son una consecuencia del
capitalismo y, por lo tanto, sin acabar con el capitalismo es imposible
sustituirlos por un nuevo y más efectivo tipo de democracia de los
trabajadores:
"Los que saben 'tomar el rábano por las hojas' y son
partidarios de erradicar la política, suelen intentar hacerlo por decreto, sin
percatarse que es muy difícil 'matar a nadie por
decreto' cuando las causas siguen generando sus efectos, porque poca
importancia tiene la existencia legal cuando está sometida la existencia real.
Para que desaparezcan las entidades demoliberales, es preciso que antes
desaparezca el demoliberalismo. En el mundo de nuestros días, al desaparecer
paulatinamente el sistema capitalista, vienen desapareciendo también los
partidos demoliberales, que son su consecuencia. Resulta lo más anacrónico cuando
se atenta contra esas formaciones políticas mientras por otro lado se trata de
afirmar por todos los medios el sistema que los justifica. La intención de
dejar a los pueblos sin ninguna representación no es nueva ni es original
porque todas las dictaduras lo intentan, pero la Historia demuestra
elocuentemente que, cuando ello se produce, las consecuencias suelen ser
funestas para las mismas dictaduras que lo promueven." [28].
Al contrario que el
demoliberalismo capitalista y burgués, el Peronismo busca "una
democracia directa y expeditiva" [29], pero a ella no se llega
por dictaduras totalitarias de tipo fascista o marxista, sino por la
profundización de esa misma democracia política y su extensión al terreno
económico mediante la socialización directa (y no estatista) de los medios de
producción.
Se trata evidentemente, de un
proceso largo, complejo y gradual del que, con sincera modestia, Perón reconoce
haber iniciado tan sólo los primeros pasos:
"Entre lo político y lo social el mundo se encuentra en un
estado de transición. Tenemos la mitad sobre el cuerpo social y la otra mitad
sobre el cuerpo político. El mundo se desplaza de lo político a lo social.
Nosotros no estamos decididamente ni en un campo ni en el otro; estamos
asistiendo al final de la organización política y al comienzo de la
organización social (...) Es decir, todo ese proceso se va realizando. Yo no
puedo abandonar el partido político para reemplazarlo por el movimiento social.
Tampoco puedo reemplazar el movimiento social por el político. Los dos son
indispensables. Si esa evolución continúa, nosotros continuaremos ayudando a la
evolución. Cuando llegue el momento propicio le haremos un entierro de primera,
con seis caballo, al partido político y llegaremos a otra organización. Pero
estamos en marcha hacia el Estado Sindicalista, no tengan la menor duda." [30].
La democracia fabril y la
autogestión de la economía irá, por lo tanto, sustituyendo gradualmente a los
partidos políticos que no tienen porqué ser prohibidos o ilegalizados ya que,
dejados de lado por los ciudadanos-productores, lanquidecerán y desaparecerán
como cáscaras vacías.
¿Utopía
Peronista?
¿Hasta qué punto puede llegar
esa socialización de la economía y el poder propugnada por el Peronismo?
De hecho el General Perón, y
con él la mayoría de teóricos justicialistas, se han negado siempre a elaborar
complejísimas elucubraciones al respecto por ser revolucionarios y no utopistas
o futurólogos.
Además:
"La apelación a la utopía es, con frecuencia, un cómodo
pretexto cuando se quiere rehuir las tareas concretas y refugiarse en un mundo
imaginario; vivir en un futuro hipotético significa deponer las
responsabilidades inmediatas. También es frecuente presentar situaciones
utópicas para hacer fracasar auténticos procesos revolucionarios.
Nuestro modelo político propone el ideal no utópico de realizar
dos tareas permanentes: acercar la realidad al ideal y revisar la validez de
ese ideal para mantenerlo abierto a la realidad del futuro." [31].
Desde esa perspectiva, desde
la visión de un modelo "ideal" al que acercar la
realidad y a revisar a la luz de esa misma realidad, puede ser de cierto
interés la descripción que del socialismo nacional peronista hace, en la década
de los 70, la hoy desaparecida "Tendencia Nacional y Popular del
Peronismo":
"El socialismo nacional es el proyecto dentro del cual el
pueblo argentino ejercerá un poder decisivo por sí y ante sí en los niveles del
Estado, la empresa y la universidad a través del control obrero de los medios
de producción, de comunicación y de educación. Es un socialismo de autogestión
en el que cada fábrica, cada taller, cada laboratorio, aula o biblioteca se
transforma en una célula política con poder de crítica y de control sobre la
planificación nacional y la acción política interior y exterior. El socialismo
nacional es la democratización absoluta del aparato informativo y la apertura
integral de la capacitación técnica a la masa obrera. Es la formación de un
partido capaz de emitir todos los impulsos ideológicos necesarios para que en
cada momento del proceso el pueblo esté presente, real e intensamente, en la
elaboración de las supremas decisiones nacionales. Es la asamblea del pueblo
que transforma esos impulsos en leyes populares. Es el Estado
técnico-planificador que concierta toda la actividad informativa y prospectiva
desde y hacia las estructuras sociales y económicas descentralizadas.
Socialismo nacional significa plena vigencia de la opinión comunitaria a través
de consejos de producción, servicios y educación. Es la empresa bajo control
del colectivo obrero. Es la universidad gobernada por profesores
revolucionarios, investigadores y estudiantes. Es la alianza de la universidad
y la empresa socializada y sometida al
régimen de autogestión. Socialismo nacional es, en suma, participación total,
justicia para los trabajadores y dominio del pueblo de todos los resortes de
acción política." [32].
Peronismo
de los trabajadores
Críticas de detalle al
margen, el texto anterior puede considerarse una interesante aproximación a una
economía peronista plenamente realizada aunque, volvemos a repetirlo, si en el
Peronismo no abundan descripciones detalladas de ese tipo es porqué, a
imitación de su fundador, la tarea esencial es imponer en la práctica un modelo
político, económico y social que parta de la realidad actual para crear esa
realidad nueva.
Una realidad que, en un
principio, no es aún socialista sino nacional y popular ya que la Argentina preperonista
(como reconoce el propio Lenin en su célebre "El Imperialismo,
Etapa Superior del Capitalismo" [33]) era una virtual
"colonia comercial" británica.
Por ello mismo, y sin
necesidad de basarse en textos extranjeros, Perón afirma tajantemente que la
tarea previa de cualquier revolucionario no era y no es otra que lograr quebrar
esas cadenas imperialistas y recuperar la autodeterminación nacional, ya sea
frente al imperialismo inglés del pasado o el imperialismo yanqui actual, que
recolonizó la Argentina
precisamente a partir del derrocamiento militar del Gobierno Popular Peronista
en 1955:
"La felicidad de nuestro Pueblo y la felicidad de todos los
pueblos de la tierra, exigen que las naciones cuya vida constituyen sean
socialmente justas. Y la justicia social exige, a su vez, que el uso y la
propiedad de los bienes que forman el patrimonio de la comunidad se distribuyan
con equidad. Pero mal puede distribuir equitativamente los bienes de la
comunidad un país cuyos intereses son manejados desde el exterior por empresas
ajenas a la vida y al espíritu del Pueblo cuya explotación realizan. ¡La
felicidad del Pueblo exige, pues, la independencia económica del país como
primera e ineludible condición!" [34].
Consecuencia lógica del
carácter antiimperialista de la revolución argentina durante su primera etapa
es que la contradicción central no es "socialismo o
capitalismo" sino "Patria o colonia",
"Nación o Imperio", "Liberación o Dependencia".
Sectores patrióticos y
antiimperialistas, aunque no necesariamente defensores de un socialismo
nacional tal cual lo entendía el General Perón, pueden y deben participar
activamente en ese verdadero Movimiento Nacional de Liberación que es el
Peronismo.
Más aún, toda la historia del
Peronismo puede reducirse a un esfuerzo doble, genialmente ejemplificado por la
conducción de Perón: de un lado ampliar al máximo el Peronismo y su campo
político y social de influencia; de otro lado generar los "anticuerpos"
organizativos e ideológicos de masas suficientes como para que esa misma
amplitud no acabe generando desviacionismos de "derecha" o
de "izquierda", o frenando el impulso revolucionario
del Movimiento de masas.
Y aquí viene como anillo al
dedo recordar una de las más conocidas cartas del General Perón a la Juventud Peronista :
"No intentamos de ninguna manera sustituir a un hombre por
otro; sino un sistema por otro sistema. No buscamos el triunfo de un hombre o
de otro, sino el triunfo de una clase mayoritaria, y que conforma el Pueblo
Argentino: la clase trabajadora. Y porque buscamos el poder, para esa clase
mayoritaria, es que debemos prevenirnos contra el posible 'espíritu
revolucionario' de la burguesía. Para la burguesía, la toma del poder significa
el fin de su revolución. Para el proletariado -la clase trabajadora de todo el
país- la toma del poder es el principio de esta revolución que anhelamos, para
el cambio total de las viejas y caducas estructuras demoliberales. (...) Si
realmente trabajamos por la
Liberación de la
Patria , si realmente comprendemos la enorme responsabilidad
que ya pesa sobre nuestra juventud debemos insistir en todo lo señalado. Es
fundamental que nuestros jóvenes comprendan, que deben tener siempre presente
en la lucha y en la preparación de la organización que: es imposible la
coexistencia pacífica entre las clases oprimidas y opresoras. Nos hemos
planteado la tarea fundamental de triunfar sobre los explotadores, aun si ellos
están infiltrados en nuestro propio movimiento político." [35].
Es una solución
revolucionaria e integral:
"El objetivo central de la 'Tercera Posición' puede resumirse
así: 'Socializar sin disolver la personalidad, socializar sin extinguir
la independencia de la conciencia individual frente al estado, socializar sin
confundir totalmente individuo y sociedad, sociedad y estado." [36].
El General Perón, con su
lenguaje siempre más sencillo y comprensible, lo sabrá decir de otra forma:
"No todo es pan en esta vida. El trabajador debe no sólamente
sembrar el trigo y amanasar el pan sino conquistar una posición, desde la cual
puede dirigir la plantación y la fabricación del pan." [37].
Este
texto ha sido reeditado en Barcelona (1998) por la Asociación Alternativa
Europea. Su autor, Javier Iglesias, de origen español, era dirigente del
peronismo radical y lider del Movimiento de los Sin Techo bonaerense cuando, en
septiembre de 1996, fue asesinado en la capital argentina en una emboscada
tendida por la policía menemista.
Notas:
1. Este Preámbulo puede consultarse en Julio Godio, El Movimiento
Obrero Argentino (1943-1955), Ed. Legasa, Bs. As., 1990, pp. 211 y ss.
2. Juan Domingo Perón, Mensaje del Presidente de la Nación Argentina
General Juan Domingo Perón al inaugurar el 86º Periodo Ordinario de Sesiones
del Honorable Congreso Nacional, Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación , 1952, pp. 125-126.
3. Julio Meinville, Política Argentina 1949-1956, p. 284 (artículo del 29 de
junio de 1951).
4. Juan Domingo Perón, op. cit., p. 47.
5. El término "autogestión" fue introducido en Francia a fines de los
años 60 para designar un modo de socialismo no estatista, caracterizado por la
"gestión directa" de la empresa por sus propios trabajadores, y no
por los capitalistas privados o el Estado. Junto a esa concepción
"restringida" de la autogestión (económica y reducida a nivel de
empresa) existe otra concepción más amplia, y también más próxima al pensamiento
del General Perón, que entiende la autogestión no sólo en el plano económico
sino también, y a la vez, en el terreno político; socialización de la economía
y el poder. La autogestión "integral" tiene entre sus antecedentes a
diversas expresiones no marxistas del Movimiento Obrero europeo (asociacionismo
de Proudhon, socialismo utópico de Fourier, anarcosindicalismo y sindicalismo
revolucionario español, italiano y francés, guildismo inglés), corrientes
marxistas diferenciadas del stalinismo y el trotskismo (consejistas,
"titismo" yugoeslavo), pensadores revolucionarios cristianos
(Mounier, Lebret) y ciertos Movimientos de Liberación del Tercer Mundo (el
Frente de Liberación Nacional argelino durante la etapa de Ben Bella, la
"Ujamaa" de Nyerere en Tanzania, la Revolución Nacional
de Velasco Alvarado en Perú, determinados planteamientos del General Torrijos
en Panamá, etc.). Se tratan, en todo caso, de diversos modelos nacionales que,
hasta el momento, no se han consolidado por razones de orden político: relación
de fuerzas nacional e internacional, etc.
6. Cristián Buchrucker, Nacionalismo y Peronismo, Ed. Sudamericana, Bs. As.,
1987, p. 318.
7. J.D. Perón, La Fuerza
es el Derecho de las Bestias, 1958, p. 14.
8. Eva Perón, "Historia del Peronismo" (curso de 1951), en Clases y
Escritos Completos (1946-1955), Ed. Megafón, Bs. As., 1987, Tomo III, p. 98.
9. Juan Domingo Perón, Breve Historia de la Problemática Argentina ,
Ed. Claridad, Bs. As., 1989, p. 151 (transcripción de una serie de entrevistas
concedidas a Eugenio P. Rom en 1967).
10. Juan Domingo Perón en Carlos María Gutiérrez, Reportaje a Perón. Diálogo
sobre la Argentina
Ocupada , Schapire Editor, Bs. As., 1974, p. 79.
11. Juan Domingo Perón, Mensaje del Presidente..., op. cit., p. 83.
12. Ibid., pp. 82-83.
13. Ibid., p. 57.
14. Ibid., p. 38.
15. Juan Domingo Perón, discurso ante horticultores bonaerenses en la Casa de Gobierno, 21 de
septiembre de 1951.
16. Juan Domingo Perón, Los Vendepatria. Las pruebas de una Traición, Ed.
Freeland, Bs. As., 1974, p. 166 (la primera edición es de 1957)
17. 2º Plan Quinquenal, Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación , Bs. As., 1953, p.
89.
18. Juan Domingo Perón, discurso ante representantes de cooperativas agrarias,
13 de octubre de 1952. Reproducido íntegramente en Mundo Peronista, Bs. As., n.
33, 15 de noviembre de 1952, p. 44.
19. Ibid., pp. 44-45.
20. Ibid., p. 45.
21. La progresiva "nacionalización" del Movimiento Obrero Argentino
en el periodo de la "Década Infame" y su posterior influencia en el
naciente Peronismo puede comprobarse en Hiroshi Matsushita, Movimiento Obrero
Argentino (1930- 1945), Hyspamérica, Bs. As., 1983.
22. Sobre la influencia de la doctrina sindicalista revolucionaria en el
Peronismo y el concepto de "Estado Sindicalista" en el General Perón
ver la segunda parte del presente estudio: Sindicalismo Revolucionario
Peronista, Ed. Guerra Gaucha, Bs. As.
23. Escuela Superior de Conducción Política del Movimiento Nacional
Justicialista, Fundamentos de Doctrina Nacional Justicialista, Eds. Realidad
Política, Bs. As., 1985, pp. 103-104.
24. Juan Domingo Perón, Mensaje del Presidente..., op. cit., p. 67.
25. Ibid. pp. 68-69.
26. No se trata, obviamente, del delirio liberal-menemista de la "economía
popular de mercado", versión disfrazada de la "economía social (?) de
mercado" del infame Alsogaray. Sin embargo, en experiencias socialistas
autogestionarias bastante desarrolladas, como es el caso de la Yugoslavia de Tito, la
práctica demostró la imposibilidad de una planificación total y la necesidad,
dentro de una planificación indicativa, de ciertas formas de mercado libre que,
al no existir grandes monopolios ni diferencias económicas destacadas, es
realmente eso: libre. Ver D. Bilandzic y S. Tokovic, Autogestión (1950-1976),
El Cid Editor, Bs. As., 1976.
27. Juan Domingo Perón, Mensaje al Presidente..., op. cit.. pp. 122-123.
28. Juan Domingo Perón, La Hora
de los Pueblos, Ed. Distribuidora Baires, Bs. As., 1974, p. 130 (la primera
edición es de 1968).
29. "Por otra parte, la democracia de nuestro tiempo no puede ser
estática, desarrollada en grupos cerrados de dominadores por herencia o por
fortuna, sino dinámica y en expansión para dar cabida y sentido a las
crecientes multitudes que van igualando sus condiciones y posibilidades a las
de los grupos privilegiados. Esas masas ascendentes reclaman una democracia
directa y expeditiva que las viejas ya no pueden ofrecerles", Ibid., p.
14.
30. Juan Domingo Perón, discurso ante escritores asociados a la Confederación Argentina
de Intelectuales, reproducido por Hechos e Ideas, Bs. As., n. 77, agosto de
1950.
31. Juan Domingo Perón, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, Ediciones
Realidad Política, Bs. Aires, 1986, p. 88 (esta obra es el discurso pronunciado
el 1º de mayo de 1974 por el General Perón ante la Asamblea Legislativa
al inaugurar el 99º periodo de sesiones ordinarias del Congreso, así como el
proyecto que presentó al mismo).
32. Este manifiesto, de junio de 1972, se encuentra reproducido como anexo en
varios autores, Peronismo: de la
Reforma a la
Revolución , A. Peña Lillo Editor, Bs. As., 1972, pp. 187 y
ss.
33. "No sólo existen los dos grupos fundamentales de países -los que
poseen colonias y las colonias-, sino también, es característico de la época,
las formas variadas de países dependientes que desde un punto de vista formal,
son políticamente independientes, pero que en realidad se hallan envueltos en
las redes de la dependencia financiera y diplomática. A una de estas formas de
dependencia, la semicolonia, ya nos hemos referido. Un ejemplo de otra forma lo
proporciona la Argentina. ",
V. I. Lenin, El Imperialismo, Etapa Superior del Capitalismo, Ed. Anteo, Bs.
As., 1975, pp. 105-106. La edición original es de 1916.
34. Juan Domingo Perón, Mensaje del Presidente..., op. cit., p. 31.
35. Carta de Juan Domingo Perón a la Juventud Peronista ,
octubre de 1965. Reproducida en Roberto Baschetti, Documentos de la Resistencia Peronista
(1955-1970), Puntosur Eds., Bs. As., 1988, pp. 222-223.
36. Salvador Ferla, La
Tercera Posición Ideológica y Apreciaciones Sobre el Retorno
de Perón, Ed. Meridiano, Bs. As., 1974, p. 23.
37. Juan Domingo Perón, discurso ante representantes obreros, 24 de febrero de
1949. Citado en Habla Perón (selección de textos), Ed. Realidad Política, Bs.
As., 1984, p. 106.
38. Jorge Luis Bernetti, El Peronismo de la Victoria , Ed. Legasa, Bs. As., 1983, pp. 210-211.
Por "alverización" se entiende un proceso de
"domesticación" e integración al Sistema, similar al que Alvear
realizará con la Unión
Cívica Radical a la muerte de Hipólito Yrigoyen.