Paraguay: Un nuevo golpe informal

Emiliano Guido
Miradas al Sur


El cuento infantil es conocido. Un pastor de ovejas miente reiteradamente sobre el inminente acecho de un sanguinario lobo. Cuando, finalmente, arremete el rapaz carnívoro, nadie en la comarca cree en su palabra. En Paraguay, las afiebradas hipótesis sobre la verdadera causa del reciente accidente mortal del general Lino Oviedo tienen ribetes de fábula. Al parecer, Oviedo desaconsejó los consejos del piloto del helicóptero que lo invitaba a postergar el viaje, tras protagonizar un acto de campaña en el interior, debido al arribo de una fuerte tormenta. Finalmente, los vientos desestabilizaron la nave, que se desplomó en pocos minutos contra la colorada tierra paraguaya. Pero, he aquí la mano del destino, la fecha parecía tener un subtexto político mafioso. Ese mismo día, 24 años antes, Lino Oviedo había sido actor central en el derrocamiento del dictador Alfredo Stroessner. La leyenda afirma que Oviedo redujo granada en mano al temible presidente de facto.



Por lo tanto, por estos días, la nueva leyenda popular guaraní advierte que a Oviedo lo asesinaron sicarios del Partido Colorado. Algunos medios hasta deslizan que su muerte pudo haber sido consecuencia de un ajuste de cuentas de la agencia norteamericana DEA. Claro, quién va a darle entidad a la racional explicación del accidente en el caso Oviedo en un país cuyo gobierno es fruto de un dantesco golpe parlamentario contra el jefe de Estado Fernando Lugo y donde, desde tiempos de Stroessner, es más factible que se precipite un magnicidio presidencial a que, por nombrar una noticia fuerte, se devalúe la moneda local.

Para clarificar el panorama paraguayo y despojar al accidente de Oviedo del realismo mágico que hoy agiganta su muerte, Miradas al Sur consultó al doctor Martín Almada –ganador del Premio Nobel Alternativo de 2002 por haber descubierto los Archivos del Terror, documentación clave probatoria sobre la participación de las Fuerzas Armadas paraguayas en el Plan Cóndor– sobre quién es, finalmente, Lino Oviedo. Ya que sobre el difunto candidato presidencial de la denominada Unace (Unión Nacional de Ciudadanos Éticos) se tejían caracterizaciones de las más dispares: para muchos analistas era un gris líder populista mientras que otros afirman que sólo era la cara visible de una facción del crimen organizado local. Desde su casa de Asunción, Almada advierte, en cambio, que según su criterio: “Oviedo era un nazi frustrado”. Y, luego, justifica sus palabras: “Lino Cesar Oviedo hizo su curso de especialización militar en Alemania. Allí se puso en contacto con la historia militar de ese país. Sobre todo se identificó con la vida y obra de Hitler. A su regreso al país profundizó, silenciosamente, sus estudios sobre la teoría de Von Berahardi: ‘el arte de conducir los medios a la acción de manera decisiva y en las condiciones mas favorables’. Claro, para vencer al otro nazi que estaba al frente del gobierno, Alfredo Stroessner, tenía que ser sigiloso. Pero, más allá de su participación en el golpe del ’89, Oviedo nunca cuestionó el gobierno de Stroessner. Por el contrario, lo apoyaba porque le convenía y porque lo consideraba un gran estratega. Eso sí, él creyó haber superado a Hitler y a Stroessner porque pensaba que ellos sólo habían brillado en el tablero militar y no en la arena política, donde Oviedo se autopensaba como un líder de masas. Pero, sólo fue un comediante barato de la política. Durante su campaña anunció que haría correr un río de sangre cuando acabase con todos los corruptos y prometió siete mujeres a cada paraguayo”.

Otro gran conocedor de la coyuntura política paraguaya, el analista latinoamericano Pablo Stefanoni, acaba de publicar una interesante columna de opinión en el diario boliviano Página Siete titulada “Panorama sombrío en Paraguay”. Stefanoni comienza su artículo presentando la disyuntiva del momento en el vecino país: “¿Atentado o accidente? Obviamente, en Paraguay la política no se hace con buenos modales y hay tradición suficiente para considerar que un atentado contra el ex general golpista Lino Oviedo es perfectamente posible. De hecho, muchos de sus allegados dicen que la caída de su helicóptero el pasado 3 de febrero –aniversario del derrocamiento del dictador Alfredo Stroessner– fue producto de un sabotaje. Antecedentes a la vista: el vicepresidente José María Argaña fue abatido a tiros en plena calle de Asunción en 1999”. Pero, acto seguido, el director de la revista latinoamericana Nueva Sociedad abre el campo de análisis y alega que, estructuralmente, la conclusión del caso de Oviedo debería ser otra: “Pudo haber sido un atentado pero, también y quizás más probable, Oviedo puede haberse accidentado. En todo caso, su muerte –que Franco promete investigar– altera un paisaje político bastante crispado. La democracia paraguaya, después de la frustrada administración reformista de Fernando Lugo, está lejos de consolidarse. Entretanto, el acaparamiento de tierras, la violencia contra los campesinos, las gigantescas injusticias sociales y la megacorrupción siguen dibujando el estado del Estado paraguayo. Y el futuro cercano no parece muy promisorio”.

Pero, para quién sí parece más que promisorio el futuro cercano es para los familiares directos de Oviedo, ya que trascendió que su herencia patrimonial alcanzaría los mil millones de dólares. En ese caso, Almada tiene una explicación bastante creíble para comprender cómo amasó esa cifra millonaria el general colorado: “¿Qué pasó la noche del 2 y 3 de febrero de 1989? Además del desalojo del poder a Stroessner, esa madrugada se recuerda como “La noche de los escribanos”. A punta de pistola, Oviedo le sacó a Manito Duarte su fabulosa mansión en Asunción. También a punta de pistola y con el apoyo de los escribanos transfirió a favor de su hija el Canal 9 que pertenecía al hijo de Stroessner y así sucesivamente. Oviedo amasó una fabulosa fortuna en forma misteriosa. Fue un verdadero mago de las finanzas. Se consideró estar siempre encima de la ley o al margen de la misma, inclusive se comenta que se apropió de las tierras de indígenas en el Chaco. Fue un personaje tenebroso y su muerte accidental tiene muchas dudas. Por eso, rescato las palabras del sacerdote católico español, y de mucho prestigio en Paraguay, Francisco Oliva, al respecto: ‘A nivel de honores públicos veo demasiado sombras, dudas, acusaciones y sospechas en el asunto político de Lino Cesar Oviedo’’’.

Pero, además, de la sucesión económica, está la herencia política de Oviedo en juego. En ese sentido, Stefanoni advierte que el fallecido general ya estaba en el declive de su carrera política: “Oviedo estuvo cerca del sillón presidencial, pero para las elecciones del 21 de abril próximo no superaba el 10% de los votos. Esos comicios se realizarán a la sombra del golpe institucional que derrocó a Fernando Lugo el año pasado. A partir de allí, Paraguay fue suspendido del Mercosur y su gobierno no es reconocido por casi ningún país del mundo. Por eso, las próximas elecciones tendrán un valor adicional: reinsertar al país mediterráneo en la comunidad de naciones. Pero esta reinserción no será sencilla: las encuestas anticipan un retorno del Partido Colorado, el partido que hizo de Paraguay uno de los países más corruptos del mundo. Y dentro de ese ex partido-Estado, Horacio Cartes ya amarró su candidatura. Se trata de un empresario que hizo una carrera política meteórica y que, según Wikileaks, fue investigado por la DEA por lavado de dinero”.

Por último, ¿qué será del oviedismo? Según el diputado José López Chávez, y ex mano derecha de Oviedo, a la Unace le queda poca vida política: “Yo creo que los votos van a migrar, porque los votos son de Oviedo. Él había dicho que si él descabalgaba y no iba a la cabeza perdería cupos parlamentarios. Lino Oviedo era el sol de Unace, refleja y les encandila a todos, no hay otra figura como él”. Por lo tanto, de aquí en más, se puede aventurar que el 3 de febrero tendrá en Paraguay una doble efeméride: el derrocamiento de Stroessner y la muerte de Oviedo. Eso sí, parece más que factible que el disparado proyecto oviedista poco a poco se desvanecerá. Al igual que del cuerpo de Lino César Oviedo, enterrado en el coqueto cementerio Jardín de la Paz, dentro de un tiempo sólo quedarán cenizas. Muchos paraguayos estarán en paz con este hecho.