Romney y Obama: los dos amigos del 1%

Socialist Workers

Mitt Romney se ha embolsado más de 100 millones de dólares cerrando nuestra fábrica y destruyendo nuestras vidas”. Esta frase capta perfectamente al candidato republicano en las presidenciales. Ha sido formulada por un trabajador cuya fábrica fue cerrada por el fondo de inversión de Romney, Bain Capital. Este último es un parásito desconectado de Wall Street que ha construido su fortuna en los negocios de compra de empresas y cuya riqueza es tan obscena que tiene miedo a divulgar su declaración de impuestos. Su fortuna le permite, sin embargo, acudir a las comidas de recogida de fondos al domicilio del millonario David Koch, que profesa un odio profundo a lo sindicatos. El ticket de entrada en una velada así se eleva a 75.000 dólares por pareja.
No es sorprendente que el comentario mencionado al comienzo de este artículo haya circulado en el curso de la campaña pro-Obama que se ha desarrollado la semana pasada en los “swing states” [estados en los cuales el reparto de los votos del colegio electoral -los “grandes electores”, el sistema electoral americano se basa en un tipo de sufragio indirecto- no está dominado por ninguno de los dos partidos]. Por contraste, la campaña en favor de Obama ha presentado al presidente como un defensor determinado de los americanos ordinarios, que quiere abolir los regalos fiscales para los ricos y proteger los empleos de la clase trabajadora.
No hay duda alguna en que Romney corresponde totalmente a la imagen repulsiva del destructor de empleos que la campaña demócrata hace de él. Es sin embargo importante para cualquiera que se preocupe de las luchas en favor de los intereses del 99% comprender por qué y en qué Obama no es en absoluto ese “combatiente determinado”, campeón de la clase trabajadora.
Obama y los demócratas, en estos momentos, están encantados de debatir sobre en qué medida Romney es nefasto para los trabajadores. En el curso de los últimos cuatro años, sin embargo, los demócratas se han revelado muy cercanos a los intereses de la Empresa América y han hecho aprobar una parte importante de las mismas políticas contra trabajadores y trabajadoras que apoyan los republicanos.
La administración Obama ha reducido a la nada las esperanzas de las millones de personas que le apoyaron en 2008 no haciendo realidad su promesa de suprimir los regalos fiscales en favor de los muy ricos que Bush había introducido y poniéndose a la cabeza de un ataque contra los sindicatos del sector público. Todas estas medidas han sido tomadas en favor de los banqueros y de los patronos de la Empresa América.
Si la campaña de Obama pretende atraer la atención sobre la guerra que se está realizando contra los trabajadores y las trabajadoras en los Estados Unidos, es una buena ocasión para hablar verdaderamente de esa guerra y mirar de qué lado de la barricada se sitúan los demócratas.
Los demócratas ha aprovechado la oportunidad de golpear repetidamente sobre el tema de la negativa de Romney a publicar sus datos fiscales.
Mis investigaciones indican que Mitt Romney es el primer candidato en unas elecciones presidenciales de toda la historia americana que posee una cuenta bancaria en Suiza”, ha declarado la semana pasada el senador Dick Durbin (demócrata de Illinois) en un discurso ante un auditorio entusiasta. “No deberíamos tener un sistema electoral en el que un candidato pueda afirmar que es el campeón del pueblo trabajador cuando esa misma persona especula secretamente contra América practicando la evasión fiscal y colocando dinero en paraísos fiscales”.
La evasión fiscal es, por supuesto, una práctica antigua para Romney que fundó Bain Capital y que ha sido su presidente y único accionista hasta 2002. Entre otras estafas, Bain Capital se ha especializado en la creación de empresas fantasmas en las islas Caimán a fin de permitir a los inversores extranjeros evitar pagar impuestos sobre las inversiones en los Estados Unidos. Romney lo ha descrito así en la National Review: “Nuestro negocio ha permitido que se realicen los sueños de otros pueblos; muchos de ellos fueron éxitos” /1.
La campaña en favor de Obama puede reunir numerosas pruebas sosteniendo las afirmaciones según las cuales Romney estaría al servicio de los intereses de los muy ricos. El propio pasado de Obama, durante su presidencia, muestra sin embargo que comparte las mismas prioridades.
Las declaraciones de la administración han sido a veces vigorosas y conflictivas -pero no siempre- mientras sus acciones han sido siempre más moderadas y han resultado ineficaces. Un mes después del comienzo de su mandato, hizo aprobar una importante ley de relanzamiento económico -de la que los economistas temían que fuera demasiado limitada y que trataba principalmente sobre reducciones de impuestos a las empresas-. Obama no ha puesto jamás en marcha otros elementos significativos de un programa en favor de los empleos; y eso aún cuando los demócratas disponían de una mayoría aplastante en las dos cámaras del Congreso.
Las promesas hechas de regular y de yugular el casino de Wall Street se han transformado en “reformas” financieras que no tocan a los bancos. La administración, en paralelo, se ha vuelto duramente cada vez que ha sido posible contra los trabajadores. Ha congelado, entre otras cosas, los salarios de los empleados y empleadas federales para muchos años en nombre de la reducción de los déficits presupuestarios y emprendido un salvamento de la industrial automóvil que implicaba nuevas concesiones gigantescas por parte del United Auto Workers [el sindicato de los trabajadores de los automóviles -UAW].
El balance de la administración Obama puede resumirse así: los banqueros reflotados están de vuelta para gozar de bonus récord mientras los salarios y las ventajas sociales de los trabajadores del automóvil son reducidos drásticamente de forma definitiva. Si los demócratas pueden señalar con el dedo a Romney como el destructor de empleos de Bain Capital, no tienen nada que decir sobre los despidos emprendidos por Chrysler y General Motors tras “planes de salvamento” de la industria automóvil.
La administración Obama ha utilizado, a lo largo de todo su mandato, el discurso de los “sacrificios compartidos”a fin de exigir una austeridad aún más drástica que la que los republicanos habrían podido permitirse realizar.
Los sacrificios no han sido compartidos: las ganancias realizadas por las empresas alcanzan nuevas cumbres. Incluso el New York Times ha estado de acuerdo, publicando un “puzzle presupuestario” indicando diferentes opciones posibles para resolver la pretendida “catástrofe presupuestaria” por medio de recortes en los gastos militares o por un aumento de los impuestos de los americanos más ricos /2.
Empresa América puede quejarse de forma permanente de las pretendidas tendencias “socialistas” de la administración Obama. Sin embargo, ésta ha servido bien sus intereses. Y los patronos lo saben.
Los candidatos demócratas en las elecciones de 2010 de mediados de legislatura han reunido más fondos provenientes de los gestores de hedge funds [fondos especulativos] que los republicanos. Como informaba en 2010 The Hill: “Los diez gestores de hedge funds mejor pagados en 2009 han distribuido sus contribuciones de campaña casi exclusivamente a los demócratas” /3.
Los dirigentes de empresas no ven ellos mismos ninguna contradicción en el hecho de contar con los dos partidos. Según un estudio realizado en 2010 por el Center for Responsive Politics, la Asociación de Gobernadores Demócratas y la Asociación de Gobernadores Republicanos se reparten 48 donantes principales, entre los cuales están Comcast [grupo de medios , que cuenta, en 2010, con 100.000 asalariados y asalariadas], Wal-Mart, Hewlett-Packard, AT&T, Coca-Cola, AFLAC [seguros de vida y seguros complementarios de salud] y Verizon [empresa de telecomunicaciones que cuenta con 240.000 asalariados y asalariadas].
Las recientes declaraciones de Obama según las cuales buscaba suprimir, en el curso de su segundo mandato, las reducciones de impuestos realizadas en la época de Bush en favor de los muy ricos muestran solo hasta qué punto los demócratas están dispuestos a prometer muy poco y esto precisamente cuando un año electoral implica generalmente una carrera por los votos.
Poner un término a las reducciones fiscales de Bush era una promesa central planteada por Obama y los candidatos demócratas al Congreso en 2008. Este compromiso ayudó al partido a acceder a una victoria a escala nacional. Ésta le permitió llegar a la Casa Blanca así como una amplia mayoría en las dos cámaras del Congreso. Los demócratas no han emprendido, sin embargo, ninguna acción sobre la base de sus promesas durante cerca de dos años después de que entraran en funciones. Incluso han atrasado una votación a después de las elecciones, que los republicanos estaban convencidos de conseguir, de medio mandato de 2010.
El gobierno, tras haber sufrido una derrota electoral, ha emprendido negociaciones con los republicanos y -como en numerosas otras cuestiones- ha claudicado y aceptado reconducir todas las reducciones fiscales. La nueva promesa de Obama de suprimir verdaderamente las reducciones fiscales de la época de Bush debe ser escuchada pues con mucho escepticismo.
La proposición que ha hecho Obama de aumentar la tasa de imposición marginal superior (que afecta a la franja superior de las rentas) destinada únicamente a las personas que ganan más de 250.000 dólares al año está apoyada, según sondeos, por una mayoría de americanos /4. La proposición de Obama pretende conservar las reducciones fiscales efectuadas por la administración Bush para rentas inferiores a 250.000 dólares por año. “No propongo aquí algo radical” ha declarado el presidente. “Estoy sencillamente convencido de que cualquiera que tiene una renta superior a 250.000 dólares por año debería encontrar tasas de imposición sobre la renta que pagábamos cuando Bill Clinton era presidente”.
Incluso si las tasas máximas de imposición aumentan para quienes disponen de las rentas más altas, los ricos se beneficiarán más que las personas ordinarias del mantenimiento de las demás reducciones fiscales de la época de Bush. Según el Institute for Taxation and Economic Policy, el mantenimiento de las reducciones fiscales de Bush para quienes tienen rentas inferiores a 250.000 dólares por año significa una reducción media de un valor de 270 dólares por año para los 20% más pobres mientras que el 1% más rico obtiene una exención media de 20.130 dólares /5. Esta cifra es inferior a la media de reducción fiscal de 70.790 dólares para el 1% más rico si todas las reducciones fiscales fueran mantenidas. Se trata en todo caso de sumas confortables. Si la administración Obama desea plantear una campaña seria para que los ricos soporten igualmente los sacrificios, puede recuperar un documento de la administración del gran progresista que era el republicano Dwight Eisenhower [presidente de 1953 a 1961)]. La tasa de imposición de las rentas más elevadas era entonces del 91%.
Comparado con esto, las diferencias actuales entre las propuestas de los demócratas y de los republicanos se ven con dificultad.
Así, como subraya David Sirota, analista político de tendencia liberal, en la página Salon.com: “Este debate pretendidamente de titanes no trata tanto sobre la cuestión de saber si se trata de castigar o de enriquecer aún más a las familias del 1% más rico de la sociedad (las dos propuestas [de los demócratas y de los republicanos] realizan lo segundo). Se trata más bien de una controversia minúscula a fin de saber si las leyes fiscales atribuyen a cada una de esas familias [más ricas] el equivalente de uno (el plan Obama) o de tres (el plan Romney) salarios de servidores domésticos. Para el conjunto de las demás clases de rentas, las dos propuestas son idénticas...Los dos partidos proponen enriquecer a quienes son ya ricos. Esto significa que todo este asunto no es más que una nueva tentativa de ocultar al monstruo de las dos cabezas [los dos partidos participantes de un mismo conjunto] tras una máscara falsamente conflictiva” /6.
Los demócratas tienen la reputación de ser el “partido de los trabajadores”. El antiguo estratega republicano Kevin Phillips tenía razón, sin embargo, cuando llamaba a los demócratas el “segundo partido capitalista más entusiasta” de la historia.
Los demócratas están tan determinados como los republicanos en la defensa de los intereses de Empresa América. Los años pasados por Barack Obama en la presidencia lo prueban suficientemente. Nadie puede esperar algo diferente de un segundo mandato cualesquiera que sean los discursos que oigamos de aquí a las elecciones de noviembre 2012.
Editorial de Socialistworker.org publicada el 23/07/2012
Traducción: Faustino Eguberri (Viento Sur)

Notas:


http://www.vientosur.info/spip/spip.php?article7043

Fuente original: http://alencontre.org/ameriques/americnord/usa/romney-et-obama-les-deux-amis-des-1.html