Malherida desde el 2008 a la fecha, la economía capitalista no levanta cabeza...

Nestor Nuñez Dorta
Cubahora


En los últimos cuatro años las ruedas del carro económico imperial están atascadas. De nada valen las repetidas alusiones que adornan las notas de los grandes medios informativos occidentales, y que suelen hablar de "recuperación", "datos alentadores" o "cifras diferentes a las esperadas" a la hora de referirse a la crisis productiva, comercial y financiera que pesa sobre las grandes economías capitalistas.
Debacle que, además, marca inevitablemente con sus destructivos coletazos a los sectores mayoritarios de esas respectivas sociedades.
Lo cierto es que en los últimos cuatro años las ruedas del carro económico imperial están atascadas, y ninguno de los presuntos remedios ha dado resultados medianamente aceptables.
Hay un mal de origen en la idea de salir del hueco, y es que los planes de pretendida recuperación pasan solamente por salvar a los ricos, los "pilares del sistema", según la propia jerga oficial, obviando intencionalmente que esos grupos de poder fueron precisamente los impulsores del drama. Por demás, resueltos sus problemas gracias al vaciado del erario público, los gatillos alegres no han hecho otra cosa que volver al campo de tiro y entregarse a renovados derroches.
Mientras, el desempleo, los recortes fiscales para gastos sociales, las paralizaciones y cierres de negocios, y la pérdida de patrimonios fundamentales para millones de ciudadanos, resultan la otra cara de la moneda, contra la que se aplica el correctivo de la violencia si los afectados deciden alzar la voz.
Y de la ola no escapa nadie. Los Estados Unidos, la por ahora primera economía global, acusa un desempleo ya casi endémico cercano al diez por ciento, y su maquinaria productiva afronta reiterados desajustes y frenos que la hacen extremadamente vulnerable, a lo que se suman un endeudamiento astronómico y otros severos dislates financieros.
Mientras, del otro lado del mar, Europa parece llevarse los peores laureles por el momento.
El tema de los débitos europeos es ya una historia recurrente que ha causado no pocos estragos políticos, reflejados en apresurados cambios de gobierno y protestas populares de magnitudes casi inéditas en aquel escenario. Vale recordar que por estos meses el Viejo Continente fue precisamente la cuna del titulado Movimiento de los Indignados.
Por si fuera poco, la propia Comisión Europea anunció hace apenas unos días que la economía de la zona "sufrirá este año su segunda recesión en apenas tres años", mientras que el conjunto de la Unión Europea se estancará, todo ello a cuenta de la imposibilidad de "romper el círculo vicioso" derivado de los insostenibles débitos.
La UE aseguró en ese sentido que la economía en el área de la moneda única "se contraerá 0,3 por ciento, un fuerte cambio respecto a la estimación previa de un crecimiento del 0,5 por ciento.
Todo, empeorado en las última semanas por un alza artificial de los costos energéticos, gracias a la actividad especuladora en ese mercado, que amplifica deliberadamente los riesgos de una falta de abastecimiento a partir de la tirantez entre Occidente e Irán, cuando grandes productores como Arabia Saudita y Nigeria, por ejemplo, están elevando significativamente sus entregas de crudo al exterior.
Y tanto así es el juego irresponsable de los tahúres bursátiles, que hasta el propio Fondo Monetario Internacional afirmó que de seguir la escalada del hidrocarburo se podría producir un inducido colapso de la economía global.
La consideración tuvo lugar después de conocerse que la producción fabril de China cayó este febrero por cuarto mes consecutivo, ante la falta de órdenes de importación desde las grandes economía occidentales, hecho motivado por la crisis general que atraviesan y por los crecientes desembolsos que implica la cada vez más cara factura energética.
¡Y todavía se intenta hablar de "recuperación" y "futuro promisorio"!