Ante el pronunciamiento de los intelectuales cipayos: Scalabrini Ortiz y el imperialismo ingles


Carlos ‘Pancho’ Gaitan*

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Recordar a Raúl Scalabrini Ortiz, - a 114 años de su nacimiento- aquel pro hombre argentino, defensor de la nacionalidad, es tener presente la denuncia que hiciera sobre la penetración y dominio imperialista y colonialista de Inglaterra sobre nuestra patria y muchas otras naciones.

Al contrario de algunos “intelectuales” entreguistas que hoy –al igual que ayer, cuando tantos gobernantes de este país nuestro e “ilustres” empleados de la Corona Británica la sirvieron en sus negocios- Scalabrini denunció la acción imperialista de Gran Bretaña por el control que ejercía en la Argentina de la economía en general y en particular sobre el Banco Central, las carnes, los negocios agrícolas y fundamentalmente el ferrocarril, y dedicó gran parte de su reflexión e investigaciones a la cuestión petrolera en relación con la cual, a pesar de ser en aquellos años el petróleo un recurso relativamente nuevo, avizoró la importancia estratégica del control sobre el mismo, para el desarrollo de la industria en general y de la tecnología militar y el control de los espacios físicos por la acción bélica.

Por cierto que la presencia imperialista en Argentina estuvo facilitada por los cómplices nativos que desde los más altos estrados de la función pública y la participación en las empresas inglesas, especialmente el ferrocarril, posibilitaban, como “empleados de lujo”, las maniobras  que permitía a los colonialistas apropiarse  de la riqueza nacional. 

Decía Scalabrini Ortiz en su clásico libro “Política Británica en el Río de la Plata”: “los métodos de dominación ingleses son tan elásticos que van desde el golpe de mano hasta el soborno de los subalternos, desde la presión diplomática hasta el hurto de documentos. ¿Quién hubiera admitido que los ingleses empleaban métodos que serían infantiles , si no fueran tan eficaces y si no estuvieran protegidos en última instancia por su irrebatible escuadra?

“...el hecho resaltante es la aparición del petróleo como factor primordial de dominación mundial. Inglaterra no tiene petróleo. Inglaterra debe arrancárselo a otros países y la lucha por la hegemonía petrolera  va a tornar visible los invisibles  métodos de Inglaterra”.

“La hegemonía marítima de la Gran Bretaña está comprometida, porque ni en su suelo  ni en el de sus colonias existe petróleo en cantidad de consideración. Pero Gran Bretaña tiene su astucia. La sorda contienda petrolera ha comenzado. De un lado está Estados Unidos de Norteamérica, disciplinado en parte  detrás de Rockefeller, el magnate director de la Standard Oil. Del otro no hay nadie, aparentemente. Gran Bretaña, mediante sus órganos secretos, trabaja en las sombras. Ni el mismo Parlamento británico conoce la verdad de los ocurrimientos. Lord Fisher y Winston Churchill dirigen personalmente la batalla, tienen agentes habilísimos, como ese Sydney Reilli que disfrazado de monje, arranca sus concesiones al Ingeniero D’Arcy.”

Desde entonces, cuando Scalabrini hacía esas denuncias a mediados de 1935 en plena década infame, las cuestiones energéticas y en particular petroleras han seguido creciendo en importancia estratégica y han impuesto gobiernos títeres y desatado guerras criminales – horrendas – como  la producida en Irak con el cuento de las armas estratégicas de Sadam Hussein o la de Libia en la que Muhamar Kadafi pasó de ser un excelente aliado a un malvado salvaje – por ser parte de otra cultura – cuando decidió retirar los 200 mil millones de dólares del Estado Libio, depositados en Bancos de Europa y de Estados Unidos, para llevárselos a China y hacer sus negocios en euros.

En Argentina el petróleo se descubrió en 1907, y en 1922, en el gobierno de Hipólito Irigoyen, se creó YPF – Yacimientos Petrolíferos Fiscales – cuyo primer administrador fue, durante 8 años, el General Enrique Mosconi y luego, por otros 11 años, Ricardo Silveira, con resultados excelentes de un crecimiento fantástico con muy poca inversión del Estado.

Desde el comienzo, el asedio de ingleses y norteamericanos estuvo presente, pero el Estado –por medio de YPF - “administró la empresa y los privados sólo hicieron trabajos de servicios, construcción de refinerías y conductos” (Arturo Sábato: Petróleo, Dependencia o liberación, 1974).

El gobierno de Juan Perón orientó toda una política de nacionalización de la economía y la cuestión energética fue tratada en bloque, incorporándola en el Primer Plan Quinquenal. “Pero ya desde el 1º de enero de 1946 se había formalizado la organización de la Dirección Nacional de Energía, constituyendo  cinco estructuras: Gas del Estado; Combustibles Sólidos y Minerales; Centrales Eléctricas del Estado, Combustibles Vegetales y Derivados” y la YPF que seguía como estaba, pero en el marco de esta Dirección Nacional. El Coronel Bartolomé Descalzo, del GOU, fue su Director desde el principio, luego confirmado por el Presidente Perón.

O sea, la cuestión de las fuentes de energía renovables estuvo en la idea planificadora del peronismo desde sus orígenes, que luego se ampliaría en la perspectiva de la energía atómica en la Isla Huemul, que fracasó y fue vilipendiada por los opositores al Gobierno Justicialista. Igualmente luego, desde el Instituto Aerotécnico y Mecánicas del Estado -IAME-, estuvo planteado el estudio de carburantes de alto desarrollo con la finalidad del lanzamiento de vehículos espaciales. Todo esto se frustró por el golpe reaccionario comandado por los ingleses que entre otras cosas, en setiembre de 1955, para que derrocaran al Gobierno democrático de Juan Perón, artillaron la Marina de Guerra en alta mar frente a las costas de Puerto Madryn, tal como lo denunció –sin quererlo- el entonces diputado Oscar Alende.

El autor de esta nota está seguro de que si Raúl Scalabrini Ortiz viviera, coincidiría con él, en su sospecha de que la Guerra de las Malvinas fue organizada en secreto por Inglaterra para lo que usó al General Fortunato “Scotch” Galtieri el que, junto al Director de la CIA, General Vernon Walters (que a la sazón estaba pretendiendo organizar la OTAS –Organización del Tratado del Atlántico Sur- en la estrategia de liquidar a la URRS) acordaron consultar al Presidente Ronald Reagan para invadir a las Islas Malvinas.

Para Inglaterra éste era un movimiento de alta inteligencia porque desde 1965 la ONU –Organización de las Naciones Unidas- había dispuesto en su Comisión de Descolonización que Gran Bretaña debía sentarse a negociar la descolonización con Argentina, de manera que esto, el hecho bélico, retraía la cuestión a cero y le permitía a Inglaterra trabajar sobre la explotación petrolera sin tener que rendir cuentas a nadie. Por otro lado, Malvinas y las Islas del Sur; como también la Patagonia en el Atlántico Sur, están en un mar abierto, libre de países competidores, pudiendo desplegar la flota a sus anchas.-

Como vemos, los métodos no importan: Irak, Libia o la Guerra de las Malvinas son mecanismos que sirven a los mismos fines. El petróleo sigue siendo el motivo.

Lamentablemente, en la década de los noventa, un sector del justicialismo que se negó a reencontrarse con su origen peronista de soberanía política, independencia económica y justicia social, sumado de manera oportunista a una concepción neoliberal, produjo la privatización –entre otras- del petróleo, que suena a negar y a demorar el camino de la liberación que hoy sólo podrá estar garantizada en la unidad e integración de América Latina y el Caribe.

*Dirigente sindical.
Ex Secretario General de la Federación Latinoamericana de Trabajadores de las Industrias y la Construcción (FLATIC); ex Coordinador de la Acción Sectorial Latinoamericana CLAT-CMT y ex Vicepresidente de la FMTI.

Buenos Aires, 25 de febrero de 2012