La política exterior de los Estados Unidos desde la visión de Nicholas Spykman

Por Mg. Natalia Peritore
para el Centro Argentino de Estudios Internacionales
Publicado en octubre de 2010 

Basando su explicación en la necesidad del mantenimiento del equilibrio de poder por parte de Estados Unidos, Nicholas Spykman sostiene que su país podría mantener la hegemonía mundial teniendo bajo su control el rimland, ya que los grandes lineamientos de la política mundial están trazados hacia ambos lados de Eurasia, mientras que las relaciones con Sudamérica, África y Australia son de menor importancia (tierras off shore). A su vez, para poder imponer su hegemonía en la isla mundial, el heartland debería conquistar primeramente el rimland: es por ello necesario que Estados Unidos domine el rimland e impida que la Unión Soviética extienda su influencia en esa área.
En consecuencia, ¿qué elementos de la Geopolítica ha tomado el autor al momento de precisar aquellos lineamientos de la política exterior de los Estados Unidos? ¿Cómo se ha relacionado con el devenir histórico correlativo a los tiempos del autor?
Introducción.
Nicholas Spykman ha realizado un trabajo pormenorizado sobre la posición de los Estados Unidos en el mundo en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. En su obra más destacada, American Strategy in World Politics, Spykman trabaja sobre tres grandes ejes: la política de poder, la situación geográfica de los Estados Unidos y el mundo de la posguerra.
Otra obra conocida de Spykman, posterior a la anteriormente comentada, es la exposición titulada The Geography of the Peace. En ella toma elementos estudiados previamente, analiza y critica la obra de Mackinder, así como también, presenta los siguientes temas centrales: geografía en tiempos de paz y en tiempos de guerra, mapeo del mundo, posición del hemisferio occidental, mapa político de Eurasia y estrategia de seguridad.

De acuerdo a los estudios realizados por Spykman, se realza la importancia del análisis de los factores geográficos a la hora de trazar la política exterior de un país y, en consecuencia, tomar un rol correcto y oportuno en la política internacional, tanto para asegurar la paz en general como la propia seguridad en particular . Es así como sugiere la activa participación de los Estados Unidos en el mundo y la misma asociación con otros países para prevenir la agresión.

Desde los tiempos de las primeras trece colonias, los Estados Unidos han contado con una
importante ventaja: el océano Atlántico, el cual mediaba como una suerte de obstáculo entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Si bien en aquella época la actividad marítima iba en ascenso, la misma no era percibida como una gran amenaza, en tanto y en cuanto Europa se encontrara inmersa en la búsqueda y el mantenimiento del equilibrio de poder en el continente.

De acuerdo a Nicholas Spykman, “Estados Unidos ocupa una posición única en el mundo. Su territorio pertenece a la mitad norte del globo, en el área de las grandes masas terrestres, y sus dimensiones son las de un verdadero continente, con todo lo que esto representa en términos de poder económico. Asomado a dos océanos, Estados Unidos tiene acceso directo a las arterias comerciales más importantes del mundo. Su dominio está enclavado entre las dos aglomeraciones de población densa de la Europa occidental y del Asia oriental y, por lo tanto, entre las zonas de mayor importancia económica, política y militar” .

A pesar de las características mencionadas, Estados Unidos no permanecía en total aislamiento del acontecer político del mundo. Por el contrario, su creciente consolidación en el hemisferio occidental se veía alimentada además, por el hecho que, si bien los Estados latinoamericanos se iban fortaleciendo, no se encontraban a la altura del desarrollo de los Estados Unidos (principalmente en el aspecto bélico). Tal como se mencionara, el foco de Europa en su equilibrio de poder facilitó el engrandecimiento de los Estados Unidos. Sumado a ello, la cantidad de poder de la que disponía en el continente americano. Luego de la guerra contra España, Estado Unidos se ha comenzado a erigir fuertemente como potencia mundial. 

Nicholas Spykman: visión y postulados.
Ahondando en los principales conceptos que el autor plantea para el desarrollo de la política exterior del Estado, encontramos el término autoconservación: “La palabra autoconservación adquiere especial sentido cuando nos referimos a los Estados. Como el territorio es parte inherente al Estado, autoconservación quiere decir defensa del control sobre el territorio; y como la independencia entra en la esencia del Estado, autoconservación quiere también decir lucha para mantener una condición de independencia. Esto explica por qué el objetivo fundamental de la política exterior de todos los Estados es la conservación de la integridad territorial y de la independencia política […] Esto significa que la lucha por el poder se identifica con la lucha por la supervivencia, y por eso, el mejoramiento de las posiciones relativas de poder conviértese en designio primordial de la política interior y exterior de los Estados […] Poder , significa supervivencia, aptitud para imponer a los demás la propia voluntad, capacidad de dictar la ley a los que carecen de fuerza y posibilidad de arrancar concesiones a los más débiles ” .

Es decir, Spykman habla de terceros Estados. La situación de poder de un Estado no depende solamente de sí mismo, sino de sus posibles enemigos. Es así como plantea la necesidad del mantenimiento del equilibrio de poder, específicamente para su país. Tal como el equilibrio de poder en Europa facilitó el desarrollo de los Estados Unidos, así también el autor veía la necesidad de que Estados Unidos propiciara el equilibrio de poder, tanto en Europa como en el Lejano Oriente. Si Alemania y Japón alcanzaban victorias y éxitos hemisféricos, peligraba la libertad de acción de Estados Unidos erigiendo un cerco desde ambos océanos.

“Sólo hay oportunidad para practicar una política exterior positiva cuando se dispone de una fuerza marginal para utilizarla libremente. Sean cuales fueren la teoría y el sistema doctrinal, la aspiración práctica es mejorar constantemente la relativa situación de poder del propio Estado. Se codicia aquella forma de equilibrio que, neutralizando a los demás Estados, deje al nuestro en libertad para ser la fuerza y la voz que decidan” . De acuerdo a Spykman, la situación relativa de poder depende de los Estados confrontantes: en consecuencia, se debe debilitar al adversario y fortalecer al aliado En el marco de la sociedad internacional, la seguridad de los Estados está íntimamente relacionada con la distribución del poder. A pesar de la formación de diferentes organizaciones internacionales con objetivos que tienden a la resolución de los diferentes problemas que los Estados deben enfrentar, en definitiva, la responsabilidad por la seguridad de cada Estado reposa en los mismos Estados.

El Estado como tal se distingue de otras organizaciones sociales por poseer una delimitada base territorial, desde la cual actúa y cuyas características físicas condicionan su accionar. El poder es determinado, en gran medida, por la geografía y por los recursos naturales. En consecuencia, la seguridad debe entenderse en base a la integridad de todo el territorio estatal.

Si bien el autor reconoce otros métodos para la protección de la seguridad del Estado, tal como la cooperación interestatal, prioriza la fuerza militar, argumentando que otras no contemplan ciertas características básicas de la organización política mundial: “One is that states have very different sets of values which they each regard as fundamental and, with all the good will in the world, they will not avoid conflict over the application of these values; nor will they refuse to apply pressure for the attainment of what they consider justificable ends. Each state will feel that it must be able to protect, by force if necessary, the values it regards as vital. Another fact which cannot be overlooked is that the nations of the world are different stages of development and display varying rates of growth. At any given time, there are always some that are satisfied and others that are dissatisfied with the political and territorial status quo. When such dissatisfaction reaches a certain point, efforts will be made to change the situation by force” .

Ya sea en tiempos de paz como en tiempos de guerra, las estrategias políticas y militares respectivamente, conservan un cierto grado de relación: en ambos momentos el objetivo principal es garantizar la independencia y la seguridad del Estado. Y en ambos casos el Estado aparece como una unidad territorial cuyas características geográficas permanecen iguales.

La política exterior del Estado se ve influenciada por las características naturales del territorio, a saber: el tamaño condiciona su fuerza relativa y los recursos naturales ejercen influencia en la densidad poblacional y en la estructura económica. La ubicación respecto al Ecuador, a los océanos y a las masas territoriales determina la cercanía a los centros de poder, a las áreas de conflicto, a las rutas de comunicación. Y la ubicación respecto a los países vecinos define la posición relativa a potenciales enemigos. Una correcta evaluación de los factores mencionados se completa contemplando la topografía y el clima.

Ahora bien, en base a los agentes geográficos descritos, Spykman plantea que el correcto análisis que debe llevarse a cabo a la hora de establecer los lineamientos de la política exterior de un Estado, corresponde a la Geopolítica . El análisis geopolítico, a diferencia del geográfico, se distingue por ser dinámico: “…special geopolitical regions are not geographic regions defined by a fixed and permanent topography but areas determined on the one hand by geography and on the other hand by dynamic shifts in the centers of power” . Otra nota característica del dinamismo recae sobre los cambios a nivel tecnológico e industrial: son capaces de causar variantes en la posición de poder de los países y si bien los factores geográficos no van a cambiar en sí mismos, sí lo hará su significado en términos de política exterior.

Considerando la posición de los Estados Unidos en el mundo pero, en esta oportunidad, desde el punto de vista cartográfico, Spykman plantea la utilización de un mapa cilíndrico con centro en el hemisferio occidental, más específicamente con los Estados Unidos en posición central, locación que denomina encirclement. Así, el Nuevo Mundo se ve rodeado por las tierras del Viejo Mundo. La política exterior de un Estado debe ser estudiada, en primera instancia, de acuerdo a su posición en el mundo. Esto, junto con factores como el tamaño, la topografía y los recursos naturales, son los determinantes de la posición del Estado en las relaciones internacionales.

En el caso de los Estados Unidos, por cuestiones topográficas, la mayor población, recursos y desarrollo industrial, se orientan hacia el océano Atlántico. La costa del Pacífico posee menos puertos y una vida económica menos dinámica que la oriental, encontrando una barrera de comunicación terrestre en las Montañas Rocallosas. Pero tras la construcción del Canal de Panamá, la costa pacífica ha comenzado a tomar mayor importancia, logrando establecer mayor contacto entre ambas costas. De todas formas, la importancia en la comunicación dentro del centro de poder occidental la obtiene el Atlántico.

A pesar de la importancia que ha ido tomando el poder aéreo, Spykman plantea que las principales cargas serán transportadas vía marítima. En lo concerniente a los problemas de estrategia y de seguridad, las conclusiones políticas y económicas que determinan las diferentes políticas a seguir en el orden interno y externo, se apoyan y se ven condicionadas, en gran parte, por los factores geográficos constantes mencionados. Según Spykman, Estados Unidos es definitivamente una potencia marítima: “The land frontiers are safe, and the situation of the United States with reference to foreign contacts approximates that of an island, and makes the navy rather than the army the foundation of United States defense” .

Además de los factores topográficos, se encuentran los recursos agrícolas e industriales. Sólo aquellos países que cuenten con adecuados recursos humanos y materiales, podrán ejercer influencia directa sobre la organización pacífica de la sociedad internacional. Salvando las regiones con climas extremos, hay dos franjas situadas en los hemisferios norte y sur adecuadas para el crecimiento de grandes poblaciones y Estados fuertes .

Relacionado con la fuerza militar y política de un Estado, están mayormente vinculados los recursos industriales, capaces de producir las herramientas que la civilización occidental demanda. Carbón y hierro constituyen la energía y los materiales básicos requeridos para las maquinarias (siempre atento al tiempo de Spykman). Además de estos elementos, se encuentran el petróleo y el agua, siendo el primero el más significativo . Sin embargo, los factores mencionados, condicionantes del poder de cada Estado, no constituyen los elementos suficientes necesarios para determinar dicho poder. La población también contribuye a su fuerza.

De acuerdo entonces a lo anteriormente explicado, Estados Unidos se encuentra rodeado geográficamente por Eurasia, África y Australia. Considerando la situación internacional en la que se encontraba el autor al momento de escribir esta obra, Estados Unidos veía amenazada su independencia y seguridad por un verdadero encirclement originado por los poderes y objetivos proyectados de Alemania y Japón. En consecuencia, las relaciones interestatales de Eurasia determinarían las políticas llevadas a cabo por Estados Unidos.

Haciendo alusión al fin de la Segunda Guerra Mundial y adelantando la formación de una organización capaz de aglutinar a Estados Unidos y a Europa, Spykman comenta: “Es de esperar que la zona de poder de Europa se organice en forma de Sociedad Regional de Naciones, contando con Estados Unidos como miembro extrarregional […] El hecho constituye desde el punto de vista de Norteamérica una ventaja y no un inconveniente. Una sociedad de tal carácter nos brinda el único método eficaz de intervenir permanentemente en los negocios políticos de Europa. Hay que mantener nuestra fuerza de modo que se pueda echar mano de ella para conservar ese equilibrio de poder” . En síntesis, Estados Unidos debe mantener el equilibrio de poder de acuerdo a sus propios ntereses y sin permitir el aislamiento.

Spykman ya veía al mundo como uno: “…the total earth´s surface has, today, become a single field for the play of political forces. The whole world is now known geographically and changes in the arrangement of forces in one region must affect the alignment of forces in others. The development of sea power has given the political power of the states of Western Europe access to the coasts of the farthest continents. The conditions of power on one continent are inevitably reflected in the distribution of power on another and the foreign policy of any state may be affected by events taking place throughout the world ”.

En este nuevo contexto, el poder terrestre característico de los imperios que la historia ha enseñado, ha sido reemplazado por el poder marítimo, a partir del cual Eurasia puede ser considerada como una unidad, cuyo poder marítimo posibilita las relaciones entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En consecuencia, se trata de una concepción geopolítica distinta. De acuerdo a Spykman, el poder marítimo de Gran Bretaña, Francia, Japón y Estados Unidos ha contribuido al desarrollo del mundo moderno, tornándolo, como decíamos anteriormente, en un único campo de juego de las fuerzas políticas.

Quien ha comenzado a realizar este tipo de análisis ha sido Alfred Mahan con su obra “The influence of sea power upon history, 1660-1783”. Sin embargo, Halford Mackinder ha sido quien ha comenzado a estudiar la relación entre el poder terrestre y el poder marítimo a escala global, basándose en un mapa con centro en Siberia, considerando a Europa como una de las penínsulas de la gran Eurasia.

Su análisis comienza con el heartland, vasto territorio siberiano considerado como una unidad, siendo que sus ríos internos desembocan en el océano Ártico y sus aguas internas no tocan mar abierto en ningún punto. Rodeando al heartland se encuentra el inner crescent, compuesto por aquellos Estados que tienen acceso directo al mar. Por último, se ubica el outer crescent.

La constelación de poder del hemisferio oriental se define, de acuerdo a Mackinder, en relación al poder terrestre del heartland y el poder marítimo de Gran Bretaña. La seguridad para Gran Bretaña depende entonces de la preservación del equilibrio de poder entre los Estados marítimos y los continentales de la Isla Mundial. En caso que alguno de ellos prevaleciera, dominaría en todo el continente. Teniendo el vasto territorio como base, ese Estado podría desarrollar su poder marítimo y derrotar a Gran Bretaña fácilmente. Por tanto, la tarea de Gran Bretaña en política exterior debe consistir en prevenir cualquier integración de poder en el continente europeo, especialmente, una alianza militar entre Alemania y Rusia.

Basándose en esto, el mapa geopolítico que plantea Spykman es el siguiente: “The central continental plain can continue to be called the heartland but we may note that it is, in effect, to be equated with the political extent of the Union of Soviet Socialist Republics. Beyond the mountain barrier, the coastland region, which is called by Mackinder the inner crescent, may more effectively be referred to as the rimland, a name which defines its character accurately. The surrounding string of marginal and Mediterranean seas which separates the continent from the oceans constitutes a circumferential maritime highway which links the whole area together in terms of sea power. Beyond lie the off-shore islands and continents of Great Britain, Japan, Africa and Australia which compose the outer crescent. […] The oceanic belt and the transoceanic New World complete the picture in terms of purely geographical factors” .

A diferencia de Mackinder, Spykman considera difícil que el heartland, teniendo en cuenta las circunstancias rusas –además de factores como el clima, las zonas adecuadas de cultivo y la facilidad de extracción de recursos energéticos-, pueda erigirse como un centro de poder mundial, de comunicación y movilidad. Si bien el tendido de vías férreas, las carreteras y el aeroplano han coadyuvado a la comunicación en el centro de Eurasia, esta área se encuentra rodeada hacia el norte, el este, el sur y el sudoeste, por un gran obstáculo de transporte: hielo, temperaturas heladas y altas montañas. Asimismo, algunas zonas de las tierras circundantes poseen paupérrimas facilidades de transporte, todo lo cual resta a Asia Central poder potencial.

En cuanto al rimland, Mackinder distingue en el inner crescent tres regiones: la costa terrestre europea, el Medio Oriente y la media luna asiática. De acuerdo a Spykman, las primeras dos están definidas geográficamente, mientras que la tercera conforma una unidad desde el punto de vista histórico de Gran Bretaña. En el caso de la región europea, ha actuado a lo largo de la historia de forma anfibia, en base siempre a cuestiones de seguridad.

Respecto a las tierras off-shore, se encuentran Australia y África, cuyas posiciones se ven condicionadas por el Estado que controle los mares europeos y asiáticos. Según la mirada de Mackinder, África es directamente inaccesible para el poder marítimo y le da el rango de heartland del sur. Pero esta visión, de acuerdo a Spykman, resulta caduca desde la apertura del Canal de Suez. Amén de ello, existe un factor distintivo respecto al heartland del norte: no posee poder político, así como tampoco una potencia en sí mismo. La influencia de estas regiones off-shore se ve limitada por condiciones climáticas, las cuales restringen su capacidad productiva y, en consecuencia, su potencial de poder.

Luego de estas caracterizaciones, Spykman plantea una gran diferencia que cuestiona la posición de Mackinder: “The general pattern of political action on the Eurasian Continent has been defined by Mackinder in terms of the pressure of nomadic peoples in the heartland outward against the states of the rimland. When the nomads who roamed the grasslands of the central lowland were replaced by the organized power of the Russian state, the same pattern was continued. The empire sought access to the sea and found its road blocked in the nineteenth century by British sea power which had expanded across the Eurasian littoral. The British imperial position rested on a maritime encirclement of the Eurasian land mass which was maintained by the predominance of her naval power along the circumferential maritime highway. This position could be threatened by the emergence of a competing sea power on the littoral of the continent, or by the penetration of Russian land power to the coast” .

Spykman ve en esta posición una gran falacia, ya que en las mayores guerras de los siglos XIX y XX Gran Bretaña y Rusia se han alineado contra la intervención de los poderes liderados por Napoleón, Guillermo II y Hitler. Y concluye: “…there has never really been a simple land power – sea power opposition. The historical alignment has always been in terms of some members of the rimland with Great Britain against some members of the rimland with Russia, or Great Britain and Russia together against a dominating rimland power. The Mackinder dictum «who controls eastern Europe rules the Heartland; who rules the Heartland rules the World Island; and who rules the World Island rules the World» is false. If there is to be a slogan for the power politics of the Old World, it must be «who controls the rimland rules Eurasia; who rules Eurasia controls the destinies of the world»” .

La intervención de los Estados Unidos en las guerras mundiales, se ha dado, de hecho, para evitar la aparición de un poder dominante en el rimland que rodea a Eurasia. El curso de la Segunda Guerra Mundial ha demostrado la necesidad de un equilibrio de poder en Europa para la consecución de la paz mundial. El rimland ha tomado mayor importancia que el heartland de Mackinder y la cooperación entre Gran Bretaña, Rusia y Estados Unidos ha sido importante para Fuente: Spykman, Nicholas J. “The geography of the peace”. Yale University. Institute of International Studies. New York, 1944. Pág. 38.

Spykman admite, tal como se ha dicho anteriormente, que la intervención de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial responde en impedir la aparición de un poder dominante tanto en el rimland europeo como en el asiático, cuyos ideales y principios sean opuestos a los que defiende la civilización occidental. Esto es, Alemania y Japón. La efectividad de las acciones tendidas para alcanzar la paz por parte de los Estados Unidos va a depender de la forma en la que aprenda a utilizar el poder para preservar las condiciones de seguridad impuestas por la naturaleza de la sociedad internacional, así como también por su posición geográfica.

Guerra global o paz global significa que todos los frentes y áreas están interrelacionados, lo cual exige medir las acciones tomadas para alcanzar la victoria considerando todos los teatros. La gran estrategia debe ser lograda en términos de la íntima relación tendida entre los centros de poder mundiales, a saber: la costa atlántica de Norteamérica, el litoral europeo y el Lejano Oriente de Eurasia, con el gradual crecimiento de India.

En especial relación con los intereses de los Estados Unidos y con su potencial, Spykman afirma: …the Western Hemisphere center of power could be outweighed by a combined Eurasian power potential, which World possess two and one-half times the area and ten times the population of the Americas. Even though, at the present time, the industrial productivity of the New World would almost balance that of the Old, the United States would still find herself irresistibly encircled by a superior force if she could ever be confronted by a united Eurasian rimland. Her main political objective, both in peace and in war, must therefore be to prevent the unification of the Old World centers of power in a coalition hostile to her own interests” .

Para lograr sus objetivos, Estados Unidos debe reconocer que la tradicional dependencia en el poder marítimo resulta incompleta si no se la complementa con el ejercicio del poder terrestre . Así también debe entenderlo Gran Bretaña. En la Segunda Guerra Mundial ambos aliados han contado con bases provistas por China y la Unión Soviética. A partir de esta contienda se entiende que tanto el poder marítimo como el aéreo no pueden consolidarse sin el fortalecimiento de sus bases terrestres. Constituyen instrumentos para lograr decisiones en tierra. En el caso de los Estados Unidos, la guerra ha sido anfibia, lo cual ha significado un nuevo reto para este país. Ha estado cercado por los dos grandes campos de batalla por discontinuidades marítimas –a diferencia de la Unión Soviética con la continuidad terrestre-, pero ha tenido que prestar especial atención a la amenaza en Europa.

Tanto como Estados Unidos ha resultado vencedor de la Segunda Guerra Mundial, en la era de la post guerra debe estudiar cómo alcanzar sus objetivos sin luchar. Para ello, resulta necesario evaluar las relaciones en el continente euroasiático y, en consecuencia, las zonas de potenciales conflictos en el Viejo Mundo. Las luchas de poder en esta región siempre han sido entre relaciones de heartland y rimland, en el mismo rimland, la influencia de presión marítima en el litoral, el ejercicio de esa misma presión pero por el hemisferio occidental.
La zona que mayor preocupación le ha dado a Gran Bretaña ha sido el litoral de Eurasia y los mares que la rodea. Para ello, ha desarrollado un poder naval mundial a lo ancho del globo logrando controlar los mares internos y los alrededores del continente. De esta manera, ha sido capaz de ejercer presión en el anfibio rimland. Hasta casi inicios del siglo XX los bordes del continente euroasiático han sido vigilados por Gran Bretaña solamente. Para ese entonces, tomando Filipinas, Estados Unidos ha comenzado a extender su poder en el sur del Mar de China. 

En relación al acceso de Estados Unidos a Eurasia, algunos estudiosos han propuesto cruzar el océano Ártico a través de rutas aéreas. Sin embargo, esta zona representa el área más inhabitable de la tierra. No es casualidad que la mayor parte de la población se asiente en el rimland del continente euroasiático y a lo largo de la costa este de los Estados Unidos, en lugar de las zonas más frías y heladas. El hombre tiene preferencia por ambientes más cooperativos.

De acuerdo a esto, se entiende que Estados Unidos debe depender de su poder marítimo sobre el Atlántico y el Pacífico para tener acceso al Viejo Mundo. Spykman agrega: “The effectiveness of this access will determine the nature of her foreign policy. In the transatlantic zone, it will not be sufficient for her to accept obligations to aid Britain against a threat from the continent or to aid the continent against a threat from outside if she is not physically in a position to carry out such an obligation. For this reason, the closest co-operation between Britain and the Uniteds States is absolutely necessary.
The effectiveness of the British Isles as a base for action against the continent or in cooperation with it has been amply proved by history and they are an indispensable adjunct to any attempt by this country to take part in the establishment of security in the world” .

Para lograr un equilibrio de poder adecuado en la post guerra, tanto en Oriente como en Europa, Spykman plantea la unión de Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia. Pero la unión con estos dos países no es suficiente para cumplir con las obligaciones que el sistema de seguridad requiere de los Estados Unidos. No se trata de expansión imperialista, sino del establecimiento de balance de poder en ciertas áreas estratégicas en la zona transatlántica. A diferencia de Rusia y Gran Bretaña, Estados Unidos no ha tenido una presencia fuerte en el este asiático. Por tanto, debe asegurar su fuerza naval y aérea en la zona para poder mantener la seguridad allí.

A geopolitical analysis of the security problems of the United States one hundred years from now will undoubtedly be quite different from the present one. The situation at this time, however, makes it clear that the safety and independence of this country can be preserved only by a foreign policy that will make it impossible for the Eurasian land mass to harbor an overwhelmingly dominant power in Europe and the Far East. The United States must recognize once again, and permanently, that the power constellation in Europe and Asia is of everlasting concern to her, both in time of war and in time of peace” .

En efecto, Spykman plantea que Estados Unidos debe prever la comunidad internacional en
términos de Estados independientes, unirlos a través de obligaciones bajo la forma de alianzas, probablemente de organizaciones internacionales comparables a la Liga de las Naciones. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, considerando la búsqueda de la paz, Spykman afirma: “The basic issues will remain the same because the geographic factors continue to operate. Balanced power on the Eurasian continent is one of the objectives for which we are fighting and the establishment of such an equilibrium and its preservation will be our objective when the fight is won. It will then be to the interest of the United States to continue to collaborate with any powers seeking to prevent the consolidation of the rimland regions” .

Según el análisis realizado por Edgar Furniss sobre la contribución de Spykman al estudio de las políticas internacionales, se distinguen tres conclusiones principales sobre la visión del autor: “…that American isolation was no longer a practical means of attaining security; that continued political participation in world affairs across the Atlantic and the Pacific oceans should have as its primary objective the creation and maintenance of a balance of power; and that international government could be no acceptable substitute for such a balance –indeed, that any enduring system of international organization could only grow out of a delicate, dynamic balance between nation-states”.
La política exterior de los Estados Unidos en los tiempos de Spykman.
Comenzada la Primera Guerra Mundial, este país continuaba en un período de aislamiento. De acuerdo a la mirada estadounidense, esta contienda, en sus albores, se circunscribió al continente europeo. Esto dio lugar a lo que, en primera instancia, Estados Unidos vivió como neutralidad. Pero a medida que la guerra avanzaba y la amenaza alemana se hacía sentir sobre el equilibrio de poder europeo y sobre la misma situación de poder de los Estados Unidos, aquella posición había comenzado a virar.

En palabras de Nicholas Spykman: “Estados Unidos ha creído que podía desentenderse de las cuestiones políticas de Europa mientras la Gran Bretaña se preocupara de mantener el equilibrio de poder y se consagrara activamente al logro de ese propósito. El aislamiento de Norteamérica sólo es válido en tanto que Europa está equilibrada, como el aislamiento de Gran Bretaña lo es mientras esté equilibrado el continente. Sólo el completo triunfo o el completo fracaso de la política exterior británica podría dar lugar a que el dominio de una sola potencia viniera a tomar el lugar del equilibrio europeo, situación lo bastante peligrosa para justificar la intervención americana” .

Dadas las circunstancias, era necesaria una revisión de la política aislacionista de los Estados Unidos. La alianza con los aliados no se hizo esperar, aunque oficialmente no se dio hasta 1917, cuando comenzó a ser un beligerante más en la contienda. Ya con anterioridad, Gran Bretaña y Francia habían comenzado a recibir ayuda económica de los Estados Unidos.

Luego de la Primera Guerra Mundial, a pesar de la participación de los Estados Unidos en la
contienda, la mayor parte de su población y dirigencia ha preferido volver al aislacionismo. De hecho, el Congreso no aprobó la entrada del país como miembro de la Sociedad de Naciones.

Aquel aislacionismo no sólo se sostenía por el hecho de no verse nuevamente inmerso en una guerra que conllevara consecuencias económicas adversas para el país o para evitar la pérdida de vidas estadounidenses, sino también por una concepción ya obsoleta de su posición en el mundo.

Los océanos circundantes ya no constituían barreras y no hacían de los Estados Unidos un lugar impenetrable.

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, los países beligerantes contaban con excedentes de aeronaves de guerra y con importantes industrias aéreas. Era necesario el debate y el acuerdo sobre la soberanía del espacio aéreo y sobre la libertad en la aeronavegación internacional. A tales efectos se llevó a cabo la Conferencia de París de 1919 con la participación de los países vencedores. Predominó básicamente la posición de soberanía aérea. Pero en cuanto a la libertad en la aeronavegación internacional, fue rechazada por los Estados Unidos, posición que junto con la decisión de permanecer al margen de la Sociedad de Naciones, volteó nuevamente hacia el aislacionismo.

La geografía se vio alterada por un nuevo elemento, y por tanto, lo mismo ha sucedido con la historia. Los avances tecnológicos, también en el campo de la comunicación, comenzaron a engendrar la idea sobre la unicidad del mundo y su correlativa interdependencia. Ya se hacía necesario un estudio y un accionar dinámico ante el mismo dinamismo en el que el mundo estaba inmerso.

La transición hacia la Segunda Guerra Mundial ha sido enmarcada por el debate entre aislacionistas e intervencionistas. Los primeros bregaban por mantenerse al margen de cuestiones extracontinentales, confiando en la separación oceánica la defensa del hemisferio, mientras que los segundos veían la importancia de la participación en los asuntos internacionales referidos a las relaciones de poder: para mantener la defensa del hemisferio era necesario conservar el equilibrio de poder en Europa y en Asia.

La zona europea continuó siendo durante largo tiempo la más importante y los resultados de su lucha por el poder afectaban al equilibrio de todas las demás, mas al fin cambió la importancia relativa entre unas y otras regiones y las otras empezaron a influir en la balanza de poder de Europa.

He ahí cómo y por qué el siglo XX se caracteriza por la descentralización regional del poder y por la existencia de esferas relativamente autónomas a las que se domina desde diferentes centros geográficos” .

El párrafo precedente toma el concepto de dinamismo en las relaciones internacionales, así como la misma necesidad de adaptación y cambio frente a las nuevas circunstancias. Ante la creciente amenaza alemana, el presidente Roosevelt se ha decidido por cambiar en los estadounidenses el característico concepto de neutralidad, haciendo notar las consecuencias que traería aparejado un cambio de equilibrio de poder en Europa a favor de Alemania. Nuevamente la ayuda económica a los aliados fue signo de ello.

Tras el ataque alemán a Rusia, Estados Unidos extendió su ayuda a este último, considerado ya aliado de Gran Bretaña. A pesar de las críticas de los aislacionistas por considerar un error este apoyo dada la dictadura de Stalin, Estados Unidos necesitaba contar con un ejército que pudiera enfrentarse a Alemania en el campo de batalla. Pero éste no era el único frente.
Para ese entonces, Japón constituía la potencia marítima de Asia, bajo claras aspiraciones imperialistas. De acuerdo a ellas, el centro de poder estaría conformado por Japón, las Provincias Marítimas, el Manchukuo y China del norte, constituyendo una gran zona productora de petróleo y materias primas. Esta situación alteraría el equilibrio de poder en el Pacífico en detrimento de los Estados Unidos. Pondría fin al régimen de Puerta Abierta en China y condicionaría al abastecimiento 
de materias primas de difícil sustitución . Se hacía entonces necesario contener a Japón.

Es lo que Nicholas Spykman denomina cerco del Nuevo Mundo o encirclement.. La victoria alemana supondría convertirse en una gran esfera de influencia euroafricana presidida desde Berlín, mientras que la victoria en el Mundo Antiguo supondría para Japón transformar su imperio insular en una unidad de dimensiones continentales. En consecuencia, Estados Unidos permanecería rodeado por dos imperios con grandes potenciales bélicos. La alianza germano-japonesa impulsaría a la contienda bélica a los Estados Unidos. Finalmente, desde diciembre de 1941, Estados Unidos se convirtió nuevamente en beligerante, siendo protagonista de la Segunda Guerra Mundial. La conservación del equilibrio de poder empuja a las grandes potencias a la intervención en los conflictos mundiales.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se ha volcado definitivamente a la activa participación en los asuntos internacionales. La configuración del nuevo orden mundial que se avecinaba requería su intervención. Decía Archibald Mac Leish: “…los que ganen esta guerra ganarán el futuro del mundo. Lo ganarán en el sentido más preciso y práctico de la palabra. Ganarán el futuro del mundo en tal medida que podrán cambiar no sólo su gobierno, sino también su geografía, su forma efectiva y su significado en la mente de los hombres. Y lo ganarán, no para ahora, no para una generación, sino, de poseer el coraje y la voluntad, para todo el futuro que los hombres de hoy pueden predecir” .
Asimismo, si deseaba mantener sus intereses, así como también el equilibrio de poder tanto europeo como asiático, debía participar en la creación de una suerte de Sociedad de Naciones.

Tal como ya se ha señalado, finalizada la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se han propuesto convertirse en el país rector del mundo occidental, alejándose de la posición aislacionista característica de su pasado.

El desenlace de esta gran contienda trajo aparejado un cambio importante en el escenario internacional: el fin de la era europea. La derrota del Eje fue causada en gran medida por dos vencedores extraeuropeos: los Estados Unidos y la Unión Soviética. Europa había dejado de ser el centro de poder mundial.

La alianza que se había formado entre estos dos países para derrotar al Eje se vería rápidamente diluida en divergencias sobre la concepción del mundo y las formas de instrumentación de cada política en la era de posguerra: el comienzo de la bipolaridad daba fin al multipolarismo europeo vigente hasta ese entonces. La era atómica con el protagonismo de estas dos superpotencias ha sido el marco en el que se ha desarrollado la Guerra Fría .

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, las diferencias entre Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia, se han visto más agudizadas con la finalización de la Conferencia de Yalta en 1945. La misma determinó la división de la Alemania vencida en cuatro zonas de ocupación por parte de cada uno de los países vencedores. Su ejecución produjo roces iniciales a los cuales se sumó una gran diferencia causada por la implantación de regímenes comunistas en los países de Europa Oriental a medida que las tropas soviéticas avanzaban hacia el Este.

En un discurso del presidente Winston Churchill manifestó: “…Es necesario que los pueblos de habla inglesa se unan con urgencia para oponerse a toda tentativa de ambición […] desde Stettin a Trieste, una cortina de hierro se ha abatido sobre el Continente […] Por lo que yo he visto durante la guerra no hay nada que nuestros amigos soviéticos admiren más que la fuerza militar y nada que respeten menos que la debilidad en el terreno militar…”

Presentadas estas circunstancias, resulta pertinente aludir a la idea de Mackinder sobre la necesidad de un sistema equilibrado de poder. Entre el 25 de abril y el 26 de junio de 1945 se inauguró la Conferencia de San Francisco, con la participación inicial de 50 países, obteniendo como resultado la Carta de las Naciones Unidas. Algunos de los principios rectores de la Organización: igualdad soberana de los Estados; resolución pacífica de las controversias y no intervención en los asuntos internos de otros Estados. Según Paul Kennedy, en ese entonces un “selecto grupo de grandes potencias se reunió para negociar el nuevo orden mundial de 1945” .

Es por ello que no debe sorprender la composición del Consejo de Seguridad así como tampoco el papel asumido por este órgano; el de decidir sobre la guerra y la paz: “…estaba claro que las decisiones últimas sobre la guerra y la paz iban a tomarse en Washington y en Moscú, y que todos los demás desempeñaban un papel secundario o inexistente: así era la naturaleza del mundo bipolar de la Guerra Fría. Dicho con crudeza, la ONU y la Secretaría tocarían un segundo violín durante las emergencias más importantes, mientras que los «dos grandes» aceptaban tácitamente permitir que el organismo mundial se ocupara de la descolonización, el desarrollo, etcétera, siempre que aquello no interfiriera en sus intereses en materia de seguridad” .

De acuerdo a los cambios de circunstancias descritos, resultaba necesario para Estados Unidos que los países de Europa Occidental recuperaran sus economías y pudieran sortear exitosamente los problemas sociales y políticos resultados de la Segunda Guerra Mundial. Pero esencialmente, debía procurar proteger a Europa Occidental frente a la amenazante expansión soviética. Para ello, Estados Unidos lanzó el Plan Marshall (anunciado en 1947), en lo concerniente a la ayuda económica, y estimuló la firma de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en 1949.

Ambos hechos han significado la consolidación de la presencia e influencia de los Estados Unidos en Europa Occidental.

En un discurso pronunciado ante el Congreso en marzo de 1947, el presidente Truman dijo:
“Sostengo que nuestra ayuda debe hacerse esencialmente por la vía económica y financiera, ya que estos factores son fundamentalmente para asegurar la estabilidad económica y procesos políticos normales […] Los pueblos libres del mundo miran hacia nosotros pidiendo apoyo para mantener sus libertades. Si nuestro liderazgo flaquea podemos poner en peligro la paz del mundo y, seguramente, pondremos en peligro el bienestar de nuestro país…” Es decir, el Plan Marshall tenía por objeto la prevención de la expansión del comunismo en Europa así como en forma concomitante, la implantación y el mantenimiento de regímenes democráticos.

La respuesta soviética se ha materializado con el Plan Molotov (1947) con miras al desarrollo económico y social de los países socialistas europeos, a partir de pactos comerciales, creación y desarrollo de tecnología, relaciones de intercambio, etc.

Para ese entonces, la Unión Soviética ya era el nuevo enemigo de los Estados Unidos. La política exterior estadounidense versaba sobre ello, en ocasiones con mano más dura, en ocasiones con menos. Así fue como por ejemplo, Paul Nitze y su equipo elaboró el Documento Nº 68 del Consejo de Seguridad Nacional, en el que se consideraba que los soviéticos eran mucho más agresivos y expansionistas que lo que había planteado George Kennan con su Teoría de la Contención, por lo que había que contenerlos dondequiera que fueran .

Si bien los últimos años de historia estadounidense aludidos son posteriores a Spykman, resultan necesarios para poder contextualizar y comprender los aportes del autor. Más aún, aventurándonos en un nuevo estudio, la aplicación de los postulados de Spykman habría conservado matices de perennidad. La presencia de Estados Unidos en la denominada zona del rimland, a partir de diferentes intereses vitales y objetivos, daría cuenta de ello. 
Consideraciones y reflexiones finales. 
 Cuando Estados Unidos comenzó a intervenir en los asuntos internacionales, dejando a un lado el aislacionismo que lo había caracterizado, gozaba de una posición geográfica privilegiada. Por un lado, de acuerdo a Nicholas Spykman, se encontraba entre las zonas de mayor importancia económica, política y militar; en el hemisferio norte –cuna de las grandes potencias y de los centros de poder de la historia- y; entre dos océanos, que han servido de barrera respecto a las guerras desarrolladas en el continente europeo –lejanía que también ha dado lugar a la consolidación de la organización nacional- y a su vez como vía de comunicación con los centros de poder.

El intervencionismo de los Estados Unidos en el mundo se ha erigido una vez lograda la consolidación de la organización nacional y el desarrollo económico-industrial demandante de la apertura del país al exterior. A partir de la Segunda Guerra Mundial, el debate acerca del aislacionismo versus intervencionismo ha menguado al ver la posibilidad de actuación con cierto margen de libertad de acción, para lograr el equilibrio de poder necesario en Europa ante la amenaza del nuevo enemigo. Las dos grandes conflagraciones del siglo XX, especialmente la segunda, han conformado un conjunto de razones para la intervención a nivel mundial.

Ahora bien, con el avance tecnológico y el desarrollo de la aviación, el mundo ha comenzado a unificarse y a hacer más vulnerable al país que había contado con una insularidad característica .

Sin embargo, la aviación también ha desarrollado la presencia de Estados Unidos en diferentes puntos del mundo en forma expedita y concomitante, con el apoyo de la fuerza naval y de la fuerza terrestre y la red de bases ubicadas en diferentes puntos de conflicto y/o estratégicos.

En consecuencia, la política exterior de los Estados Unidos en los términos de Nicholas Spykman, se ha desarrollado como tal, en tanto este actor no sólo se ha visto configurado por circunstancias foráneas, sino también y principalmente, ha decido volcarse al mundo exterior, inmerso en la consecución de sus propios objetivos con un adecuado margen de libertad de acción, en un escenario internacional favorable a ello.
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