En el Centenario del “Grito de Alcorta”.

Por el Dr. Jorge Francisco Cholvis 
para IADE
Publicado el 19 de junio de 2012

1. La población argentina se encuentra sometida actualmente a una delicada situación política, impulsada por un nuevo “lockout” patronal desestabilizador de las instituciones, que desconoce la legitimidad  democrática de los poderes de  gobierno. Las corporaciones patronales agrarias se han arrogado el rol de suplir el voto popular y confrontan con la legalidad y legitimidad del orden constitucional, debilitan a las instituciones constitucionales y crean las condiciones para un golpe de Estado de nuevo tipo, ya que no  pueden recurrir a los que están registrados en nuestra memoria. Denotan una retrógrada carga ideológica.

 Tratan de producir un escenario similar al que iniciaron en marzo del 2008, con motivo de la Resolución 125. En aquella empedernida defensa de la renta agraria extraordinaria, engañosas voces quisieron traer en su apoyo a la heroica lucha de verdad que fue la rebelión de los colonos-arrendatarios que en 1912 sacudió el sur de la provincia de Santa Fe y se extendió por toda la región pampeana. En estos días, inicialmente tomaron como justificativo la ley de revalúo de los campos bonaerenses y para “nacionalizar” la  cuestión sumaron reclamos que consideraron pendientes y en etapa de negociación ante el Ministerio de Agricultura de la Nación.  

A poco de celebrarse el 25 de junio el Centenario del “Grito de Alcorta”, nos encontramos entonces ante otro intento de recreación de un clima de conflicto destituyente por parte de la reciclada “Mesa de Enlace”. Para ennoblecer su actuar, como en el 2008, no se puede descartar que intentaran invocar similitudes con aquella heroica gesta. Por ello, será importante conocer las causas y circunstancias del movimiento agrario de principios del siglo XX. Bien señaló al respecto hace un tiempo la Presidente de la Nación que “cuando uno recuerda hay que recordar las historias completas” (1)

. Por tanto, veremos qué fue ese  pronunciamiento de los colonos de Alcorta y de otras ciudades de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos, cuyo centenario se recordará en unos días y si su lucha tiene alguna relación con los objetivos de quienes impulsan el 
nuevo lockout patronal.  
                                                                     
 2.  El movimiento huelguista campesino estalló en Alcorta, Provincia de Santa Fe. Era la más importante zona agrícola de la provincia y en ella estaban radicados cerca de 2.000 colonos, de los cuales 1500 eran italianos y  500 españoles. En Alcorta abundaban los colonos socialistas y anarquistas. No es secreto para nadie que conozca medianamente las características de las primeras migraciones argentinas que nuestro país más que ningún otro, asimiló a obreros y agricultores revolucionarios que trajeron esas experiencias a estas tierras americanas. La mayor parte de los inmigrantes no tuvieron acceso a la propiedad de la tierra y debieron radicarse como arrendatarios en los distintos pueblos de la provincia. Los beneficios que producía la tierra no alcanzaron nunca a satisfacer ni medianamente las necesidades de los arrendatarios, muchos de los cuales dejaron hasta sus propias vidas sobre campos ajenos.   
                                       
El 25 de junio de 1912, en la amplia sala de la Sociedad Italiana de Alcorta, los colonos pronunciaron el grito formidable que luego recorrió el vasto territorio de la República. Al poco tiempo la lucha se expandió, y los agricultores de las provincias de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires, iniciaron un proceso contra la oligarquía que movilizó a más de 120.000 trabajadores del agro argentino. Era su pelea por trabajar la tierra. 

Muchos inmigrantes que estaban radicados en campos de esas provincias, tenían referencias o habían participado de las sublevaciones campesinas de Francia, Italia o Irlanda. Sinduda, los agricultores conocían la lucha que sostuvieron los irlandeses contra Inglaterra en los años 
1870 a 1880. Si en 1910 se habían sublevado los campesinos de Macachín, en La Pampa, no tardó mucho tiempo en que la efervescencia llegara a los campos santafesinos donde los colonos sufrían una mayor explotación.  

 Si bien la huelga la declararon los colonos de Alcorta, no es menos cierto, también, que ese acontecimiento fue una consecuencia de las actitudes decisivas que habían adoptado con anterioridad los chacareros de Firmat y Bigand. El primer manifiesto dirigido a los agricultores del país fue escrito por los dirigentes de la Sociedad Cosmopolita de Firmat. El inicial llamado a la huelga fue dado por los colonos de Bigand en histórica asamblea realizada en la plaza de dicho pueblo el 15 de junio de 1912.   
                                     
Sin duda, se debe  tener presente que “El Grito de Alcorta” está estrechamente vinculado a los importantes hechos sociales y políticos que al comenzar el siglo XX sacudieron las bases del país. La lucha sindical comenzaba y tuvo su más claro exponente en la huelga ferroviaria de 1912. En abril de ese año la Intervención de la provincia de Santa Fe debió convocar al electorado para elegir por primera vez gobernador  y legisladores según los términos de la Ley Sáenz Peña, y ello permitió que el radicalismo se imponga a sus dos adversarios: los “Acuerdistas” de neta raigambre conservadora y la Liga del Sur, a cuyo frente actuaba su fundador, Lisandro de la Torre. Por escaso margen de votos, la Unión Cívica Radical logra la victoria con el binomio Menchaca-Caballero y pocos días después tienen que hacerse cargo del problema que impulsó la lucha de los colonos.         
                                             
“El malestar económico reinante entre los agricultores del sur de Santa Fe, de la zona maicera por excelencia, debido a diversas causas concurrentes, como fueron la mala cosecha de 1911, encarecimiento de la mano de obra, falta de crédito, altos fletes, los trusts, etc., veníase acentuando e hizo crisis con la baja repentina experimentada por el maíz. Desde este momento los trabajadores del campo se pusieron de pie como un solo hombre y ya no pensaron más que en sacudir el yugo de la miseria recurriendo a la protesta colectiva”(2)

Era lógico que la crisis afectara igualmente al comercio del sur santafecino, el cual hizo causa común con los agricultores. Los chacareros habían contraído serios compromisos con los comerciantes que les habían abierto crédito, y a pesar que la cosecha de 1912 fue extraordinaria y superior a la de 1911, no les alcanzó para cubrir ni medianamente sus deudas. El agricultor Francisco Bulzani fue el principal gestor del movimiento agrario de Alcorta. Lo secundaron Luis Ricovelli, Hermenegildo Gasparini, Francisco Capdevila, Nazareno Lucantoni, L. Bó, Domingo Giampaulo, Damián Arfinetti, José Digliari, G. Klink, J. Castelarín y otros que han desfilado por las páginas de nuestra historia agraria. 

  Francisco Bulzani había llegado a Alcorta a comienzos del siglo XX y levantó su chacra en la colonia “La Sepultura”, enorme latifundio que se extendía entre  el pueblo de Alcorta y Bigand. Allí se encontraba la mayor parte de  los agricultores de la zona que participaron activamente en la huelga agraria. Por eso se  explica el lazo de unión que existía entre los chacareros de ambos pueblos vecinos, distantes 26  kilómetros entre sí. La chacra de Francisco Bulzani fue el primer escenario de la lucha agraria en 1912. 

El comerciante Ángel Eugenio Bujarrabal fue el impulsor de la movilización en el pueblo. Su participación en la huelga agraria fue notable y estimuló la valiente lucha de los colonos. Con su mejor situación económica se colocó al lado de los campesinos y solventó su lucha. Fue así que a comienzos del mes de junio de 1912 se empezaron a realizar reunionesagrarias en el sótano del establecimiento comercial de don Ángel. La policía siguió la pista de los colonos más exaltados, y cuando éstos presumieron que podrían ser localizados en la casa de comercio donde se reunían, cambiaron el rumbo y celebraron sus reuniones gremiales en el hotel, propiedad de Juan Timone. A pesar de las persecuciones y la represión policial los colonos permanecieron fuertemente unidos. No cedieron el más mínimo terreno durante la lucha. Por las noches visitaban chacra por chacra y distribuían  manifiestos por intermedio de los cuales aleccionaban a los colonos sobre el móvil de la huelga. 

Bujarrabal no se circunscribió solamente a aconsejar a los agricultores o darles apoyo económico, sino que fue aún más allá todavía. Inició un movimiento solidario entre los comerciantes de distintos pueblos de la provincia, y se trasladó hasta Bigand, para entrevistarse con don Tomás Boretti, uno de los comerciantes más fuertes de la localidad. Organizó una reunión de comerciantes, quienes tomaron la resolución de prestar toda la ayuda necesaria a los huelguistas que actuaban en Alcorta, Bigand, Bombal, Carreras, Melincué y Máximo Paz. 

En los primeros días del mes de junio de 1912 entra en escena el cura párroco de Alcorta. Pascual Netri, que así se llamaba el sacerdote sensible a los problemas campesinos que confrontó con los terratenientes, y se colocó junto a los sudorosos hombres del campo. Una noche fría del mes de junio de 1912, el sacerdote asistió a la reunión que se celebraba en el sótano del establecimiento comercial de Ángel E. Bujarrabal. Había sido invitado por los agricultores que periódicamente lo visitaban en la iglesia de Alcorta. Su presencia provocó reacciones y se discutió. 

Pero finalmente hubo acuerdo. Abandonando el sectarismo que dominaba a algunos, pactaron la unidad más férrea con el sincero sacerdote que en el camino de la lucha, demostraba su fe y su confianza en el triunfo de las causas populares  

La intervención del cura párroco en los sucesos de Alcorta tuvo consecuencias provechosas. Tiempo después visitó a su hermano José Netri, cura párroco de Máximo Paz, y lo convenció de que era una necesidad moral, espiritual y material apoyar la santa causa de la lucha campesina. El sacerdote José Netri resolvió también participar en las filas de los colonos de Máximo Paz, los cuales luchaban por una causa de redención social y humana. La valiente decisión de los dos sacerdotes sobrepasó los límites de Alcorta y Máximo Paz. En la iglesia de Alcorta se celebró una reunión de eclesiásticos, es decir, de curas párrocos de San José de la Esquina, Arteaga, Alvear, de Máximo Paz y de Alcorta. Resolvieron apoyar con todas sus fuerzas la huelga agraria contra la explotación que sufrían por los grandes propietarios de tierras. El cura Pascual Netri llegó a convertir el atrio de la iglesia en centro de las reuniones campesinas. No pocos manifiestos se redactaron en la iglesia, los que impresos en Rosario, fueron distribuidos en las colonias y en los pueblos santafesinos.  

Ya no se hablaba ni se discutía de diferencias ideológicas. Socialistas, anarquistas y católicos lograron confraternizar, destrozando los sectarismos dogmáticos. Tenían claro contra quienes confrontaban. Dirigentes y campesinos marchaban del brazo unidos por una misma causa. 

Posteriormente, también se adhirió el cura párroco de San Genaro, permitiendo que las concentraciones agrarias se realizaran a la puerta de la iglesia. Sus nombres, en cierto modo, están ligados a los de Juan Ignacio Gorriti, Justo Santa María de Oro, Fray Luis Beltrán, Benjamín José Lavaysse, Fray Mamerto Esquiú, y más cerca en  el tiempo al del padre Mujica, a Monseñor Angelelli y a Monseñor Jaime de Nevares.  

 Pascual Netri se encargó también de poner en contacto a los colonos con su hermano, el abogado Francisco Netri. Viajó a Rosario con una comisión  de chacareros y se entrevistó con él, exponiéndole  el problema. El letrado de  origen napolitano los escuchó atentamente. Después dialogó con ellos. Finalmente aceptó el ofrecimiento de ser el asesor de los huelguistas. Sabía Netri que era difícil la tarea que se había impuesto y muy serio el compromiso que terminaba de contraer con los chacareros, pero estaba seguro que luchaba por un motivo que sus hermanos clérigos calificaron de “causa santa”. Consecuencia de su heroica lucha, el 5 de octubre de 1916 el doctor Netri fue asesinado cobardemente en una calle de Rosario por un sicario de la oligarquía terrateniente. Qué otro autor intelectual pudo tener esa muerte injusta. Netri pasará a la historia como gestor, conductor y organizador de la primera huelga agraria en nuestro país. 

Más argentino que muchos terratenientes y abogados de empresas imperialistas, pagó con su vida la hidalguía de un gesto histórico.   
                                                                     
3. La hoja del calendario marcaba el domingo 25 de junio de 1912. Amaneció lluvioso y frío. La noche anterior sopló viento del Este. Los caminos se pusieron intransitables. 

Antes del medio día empezó a silbar el viento pampero. Las nubes se despejaron y un cielo azul se abrió ante la vista de los agricultores. Si numerosa había sido la primera asamblea realizada por los colonos el 17 de junio, más lo sería ésta, a la que asistirían agricultores de Alcorta, Bigand, Bombal, Carreras, Firmat y San Urbano. Cientos de agricultores se concentraron ese día frente al local de la Sociedad Italiana. A la convocatoria respondían dispuestos a los mayores sacrificios. El comercio de Alcorta cerró sus puertas. La colonia y el pueblo  se congregaron en masa para escuchar la palabra de los agrarios. No había ya ninguna duda de que la tempestad campesina se avecinaba. La huelga era un clamor popular que nada ni nadie podría detener(3

La huelga logró conmover a todos los círculos sociales, agrarios y políticos del país.     
                                   
A las tres de la tarde de ese día comenzó sus deliberaciones la histórica asamblea, de la cual habría de surgir el grito de rebelión campesina. La asamblea se realizó con la presencia de más de dos mil colonos. Hubo indescriptible entusiasmo. El espectáculo fue memorable. 

También asistió el cura párroco Pascual Netri y el comerciante Ángel E. Bujarrabal. El primero en hacer uso de la palabra fue el dirigente Francisco Bulzani. Entre otras importantes cosas, dijo: 

                        “No hemos podido pagar nuestras deudas y el comercio, salvo algunas  honrosas excepciones, nos niega la libreta. Seguimos ilusionados con una buena cosecha, y  ella ha llegado, pero continuamos en la miseria. Apenas si nos alcanza el  dinero para pagarle al almacenero que nos viene surtiendo todo el año. Esto no puede continuar así. Tenemos que ponerle punto final a tan triste como temeraria situación, caso contrario se producirá el éxodo campesino que debemos evitar a cualquier precio. 
Los propietarios se muestran reacios a considerar nuestras reclamaciones y demandas. Los hemos invitado a la reunión que hemos realizado el 17 de este mes  en este mismo lugar y, después de prometer que asistirían, no se les vio ni el polvo. Creen que lo que nosotros pedimos no se ajusta a la realidad. Pero si hoy sonríen por nuestra protesta, pueda que mañana se pongan serios cuando omprendan que la huelga es una realidad ...”(4)

 Impulsado por el  entusiasmo de la Asamblea, Bulzani propuso la declaración de huelga en toda la colonia de Alcorta y su palabra recibió el asentimiento general. A partir de ese instante “El Grito de Alcorta” recorrió todos los pueblos y colonias de la República. Miles de colonos la proclamaron de viva  voz. El país se enteró de la  valiente decisión de los sufridos trabajadores de la tierra levantados en contra de los terratenientes y de los que en nombre de una colonización caprichosa, explotaban a cientos de inmigrantes llegados al país. 

Los agricultores  de Alcorta escribieron en 1912 la página más brillante de la historia del movimiento agrario argentino, adelantándose a los de Bigand que recién lo hicieron el 30 de junio del mismo año. La Sociedad Italiana, la Iglesia, y la casa del comerciante ÁngelBujarrabal fueron lugares frecuentados por los  agricultores durante y después del histórico pronunciamiento. El 2 de julio de 1912 se realizó en Alcorta una manifestación imponente. 
                         
4. La huelga continuó extendiéndose, y el eco de la rebelión llegó hasta la Cámara de Diputados de la Nación. Con motivo de la fundación del Partido Socialista de Villa María, el 10 
de julio Juan B. Justo se pronunció en dicha localidad sobre los problemas agrarios. De regreso de su gira por Córdoba, el 11 de julio, a solicitud del doctor Francisco Netri pronunció su anunciada conferencia ante los colonos. Y después el 29  de julio de 1912 desde su banca de diputado interpeló al Ministro de Agricultura, doctor Adolfo Mujica, sobre el conflicto con los agricultoresarrendatarios. Juan B. Justo censuró con fuerza la política que en materia agraria y frente a la huelga seguían las autoridades nacionales.  Enfrentó a la oligarquía criolla y desnudó moralmente al ministro de Agricultura. El nombre de Juan B. Justo se encuentra estrechamente ligado a las luchas obreras y campesinas. En la Cámara de Diputados de la Nación se suscitó un acalorado debate, durante el cual acusó al gobierno nacional de favorecer a la oligarquía nacional y perjudicar al pueblo consumidor, y a los agricultores, gravando con impuestos elementos y maquinarias destinados a la agricultura.  

Mientras en los pueblos de la provincia se repetían las concentraciones agrarias. La oligarquía terrateniente le exigió al gobierno radical de Santa Fe la adopción de rápidas medidas de seguridad para evitar la pérdida de la cosecha. El gobierno accedió inicialmente y las fuerzas policiales de campaña cometieron los primeros desmanes. Hubo choques entre huelguistas y policías, y muchos dirigentes fueron privados de su libertad. El gobierno santafesino acosado por la reacción conservadora permitió que se cometieran atropellos lamentables en contra de los campesinos. Pero cuando comprendió la realidad del problema, adoptó otra postura menos parcial. 

El gobierno de la provincia de Santa Fe intervino y propició una solución que pusiera término al conflicto. Al constatar que  el chacarero vivía sin ninguna  clase de protección y expuesto siempre a la insaciable voracidad  de los propietarios de las tierras tomó la decisión de defenderlos.

En el mes de julio designó una comisión integrada por tres miembros a los efectos de que se entrevistase con los propietarios y los agricultores, para poder contar con elementos de juicio recogidos en el mismo teatro de los sucesos. La Comisión estuvo integrada por los doctores Ricardo Caballero, Daniel J. Infante y Toribio  Sánchez, quienes se entrevistaron con los propietarios en la Sociedad Rural; con los representantes de la Bolsa de Comercio y con los agricultores. De cada una de aquellas reuniones  sacaron experiencias y elementos de juicio. 

Existieron contradicciones y pugnas entre los dueños de las tierras y representantes del comercio zonal. Los miembros de la Cámara Sindical de la Bolsa de Comercio de Rosario, cuando fueron entrevistados por los integrantes de la Comisión oficial que presidía el doctor Ricardo Caballero, se declararon abiertamente partidarios de la rebaja del arrendamiento. Esa posición los colocaba en contra de los propietarios aglutinados en la Sociedad Rural de Rosario.  

El 17 de julio del año 1912 se celebró una reunión en la sede de la Cámara Sindical de la Bolsa de Comercio, a la  que asistieron los representantes del gobierno de la provincia de Santa Fe. Allí reconocieron públicamente la justicia de los reclamos de los agricultores. 

Produjeron un extenso informe, en el cual puntualizaban las causas de la huelga agraria que amenazaba con extenderse a las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos. Quién quiera conocer profundamente aquel movimiento de  campesinos, deberá leer detenidamente ese documento, pues allí se observan muchas cosas que algunas veces se ocultan. En ese documento hay clarificadores conceptos como el que sigue: 


“Creemos haber llegado al término de nuestra tarea y pasamos a consignar las opiniones que hemos formado. Entendemos y estamos seguros de que todo hombre de buen criterio que estudie desapasionadamente este asunto ha de entender lo mismo; que es preciso ponerse en el actual conflicto de parte de los colonos porque está de su lado la razón. No pueden más, se les exprime como a limones; no dan, no pueden más. Los arrendamientos han ido elevándoseles de contrato a contrato o de año en año (porque hay propietarios que no han querido hacer  contrato para tener la posibilidad de imponer elevaciones graduales), en términos que para muchos resultan absolutamente insoportables. Hay quien cobra el cincuenta y cuatro por ciento de la cosecha; hay quien cobra treinta y cinco pesos en dinero y el veinte por ciento de la cosecha, además. Y esto ha sido hecho cuando los propietarios ganaban al mismo tiempo enormidades sin ningún trabajo, porque las tierras se valorizaban, en forma que se puede citar casos en los cuales se cobra de alquiler por cuadra y año, más de lo que el dueño actual le ha costado comprarla”. 
En el capítulo titulado “Alquileres y  gabelas”, los miembros de la Comisión destacaron las leoninas imposiciones de los propietarios de tierras: 

 “En muchísimos casos se imponían gabelas tan insoportables o más que los alquileres.  Según muchos casos y contratos, el colono no tiene pastoreo; de manera que ha de pagar con tal objeto el promedio de la cosecha en la que labre o en lo vecino si lo suyo ha dado poco. Tiene que trillar con las máquinas del patrón o con la que el patrón le señale. Tiene que vender su cosecha al patrón o a quien el patrón le indique; no puede vender la cosecha sino después de haber pagado la renta; tiene que pagar él la trilla y la bolsa de la parte que al patrón le corresponde; ha de poner esa renta en la estación o en el galpón que le señale dentro de cierto radio; hay quien obliga a pagarle el tercio de las gallinas o cerdos que el colono críe, y hasta el de los huevos que recoge; hay quien exige el depósito de cinco pesos por cuadras en garantía de que el campo está bien limpio y bien cultivado, y lo retiene en su poder años y años sin pagar interés alguno para ello. Se impone a los colonos la renuncia a los beneficios que las leyes tienen reconocidos por razones de humanidad y orden público”(5)
Aunque en el informe había más todavía, estos párrafos denuncian las arbitrariedades que cometían los terratenientes contra la masa campesina. Verdades de a puño pregonaron en ese tiempo los funcionarios radicales. La Comisión afirmaba en definitiva, que para todas las cuestiones de esta índole la solución se hallaba:
                     “en la reforma de toda la legislación común o constitucional que se oponga al establecimiento de la siguiente facultad que consideramos de derecho pleno de todo labrador en todas las partes del mundo: El jefe de familia, labrador, que no tenga tierra propia y la desee para labrarla por sí y por los suyos, tiene derecho a que se expropie para él, en el paraje que él designe, siempre que se trate del perímetro de una propiedad mayor de mil hectáreas y no cultivada por el dueño; una fracción no mayor de veinticinco hectáreas por el precio asignado para la contribución directa y un cincuenta por ciento más, la mitad del cual se refuta tolerancia en la valuación para el impuesto, y la otra mitad precio de afección y compensación de trabajo a emplear y el tiempo a perder en el nuevo empleo de los capitales que ha de hacer el propietario expropiado”(6)
Era sostener el principio de “la tierra para el que la trabaja”. La posición progresista del radicalismo que había accedido al gobierno provincial queda plenamente establecida. Los agricultores de Santa Fe comprendieron que el gobierno radical los interpretaba haciéndose eco de sus reivindicaciones. Era la lucha contra las secuelas del “régimen”, palabra con la que Yrigoyen designó a los gobiernos nacionales y provinciales, que se instalaron desde 1880. El régimen era la usurpación de la soberanía por un grupo de hombres, por una oligarquía. Era una “conjuración oficial” que todo lo arrasa(7)

Sin embargo, no todo  estaba hecho ni el conflicto habría de solucionarse con un informe. No se logró subdividir la tierra y entregarla a los campesinos. La tierra no fue para quienla trabaja. Lo que el gobierno santafecino tampoco pudo evitar fue la violenta arremetida de las 
fuerzas policiales contra los agricultores ni los encarcelamientos injustos. Funcionarios policiales y jueces de paz de los pueblos de campaña acataban las indicaciones de los terratenientes y desoían a las del gobierno. También mucho se tuvo que discutir antes de llegar a un acuerdo entre agricultores y representantes del gobierno. Finalmente, se resolvió dar por aprobado un convenio sobre cuyas bases descansaría en lo futuro todo  arreglo para levantar  la huelga agraria. En realidad, las cláusulas del convenio suscripto no encerraban mejoras sustanciales para los agricultores; pero con él algún trecho se había avanzado en la dura lucha que sostenían. 

A fines de agosto de 1912 la mayor parte de los campesinos de Alcorta, habían normalizado sus tareas. En asamblea general acordaron levantar el movimiento sólo en los lugares donde los propietarios o subarrendadores habían aceptado las condiciones impuestas por los chacareros. También se resolvió prestarle el mayor apoyo moral y material a los colonos de otros pueblos que continuaban en conflicto. 

La huelga agraria de 1912 fue apoyada por casi  todos los sectores políticos progresistas del país. Sólo el círculo reaccionario de los propietarios de tierras se negó a reconocer la justicia reclamada por los campesinos. En cuanto a la prensa se refiere, el diario “La Capital” de Rosario también la apoyó decididamente. El diario había sostenido una línea favorable a la candidatura del Dr. Lisandro de la Torre, fustigando a radicales y “acuerdistas”. No obstante aquella definición en el orden político, sus páginas en más de una oportunidad ensalzaron los aspectos progresistas del gobierno radical frente al conflicto de los agricultores, pero censurando también sus desaciertos. 
                                                                      
 5.  De tal modo la masiva agitación agraria duró más de tres meses consecutivos y afectó a casi todas las colonias de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Fue el primer grito de protesta campesina dado por los rudos hombres de la tierra. Iniciaban una marcha difícil y penosa. Pero lo cierto es que allí empezaron las primeras conquistas agrarias; se logró la rebaja del precio de los arrendamientos, surgió la Federación Agraria Argentina, y en la Cámara de Diputados se presentaba el primer proyecto de ley que trató el contrato agrario.  

La lucha campesina había dejado su semilla y con seguridad fue causa directa de la Constitución que se sancionó en Santa Fe en el año 1921. La nueva situación política que tenía 
el país a partir de la sanción de la Ley Sáenz Peña, permitió una directa presencia de partidos 
políticos afines a los sectores populares, tanto a nivel nacional con el Presidente Yrigoyen, y la 
Democracia Progresista de Lisandro de la Torre en la provincia de Santa Fe. 

Tampoco es un hecho menor que la Convención Constituyente que el 13 de agosto de 1921 sancionó la nueva Constitución de la Provincia de Santa Fe, fuera presidida por Manuel J. Menchaca, quien fue gobernador de la provincia precisamente durante los días de “El Grito de Alcorta”. La Constitución, había institucionalizado  un texto avanzado para esa época. En el Capítulo II, donde desarrolla las “Bases del Régimen Económico y del Trabajo”, se encuentran las voces de los chacareros que lanzaron “El Grito de Alcorta”: 

Art. 28.- “El Estado, por medio de una legislación adecuada, propenderá a mejorar las condiciones de vida y de subsistencia social, fomentando y protegiendo la producción, la cooperación, la mutualidad y el ahorro; proveyendo a la comodidad, salud, seguridad y bienestar general de los obreros; fijando la jornada máxima de trabajo y el salario mínimo; asegurando la higiene de los talleres y de las fábricas; destinando una parte de la renta fiscal para la construcción de casas para obreros; reglamentando el trabajo de las mujeres y menores y estableciendo cámaras de arbitraje, de las que formarán parte representantes de asociaciones patronales y gremiales legalmente autorizadas para resolver los conflictos suscitados entre patrones y obreros”.  

Art. 31.- “La Provincia adquirirá tierras aptas para venderlas en lotes no ayores de cincuenta hectáreas, en no menos de veinte anualidades y a precio de costo a agricultores argentinos, nativos o naturalizados, utilizando como recursos los provenientes en todo o en parte, de los impuestos al mayor valor de la tierra libre de mejoras; de un  adicional a la contribución directa que abonarán los latifundios y los demás que creara con este fin la Legislatura. También se establecerá con el mismo objeto un impuesto adicional a la Contribución Directa que  abonarán los propietarios que vivan fuera de la República”.                  
Pero  esa Constitución fue atacada por cuestiones formales. Se argumentó que fue sancionada una vez vencido el término que tenía fijado para sesionar la convención y por ende, fenecido el mandato que se le había otorgado  a los constituyentes. Se invocó la “restricción constitucional del mandato”(8). 

 Ciertamente, en la Argentina todavía no predominaban los sectores populares en el ámbito de la Constitución real  y ese texto de la Constitución  escrita de 1921, confrontaba con los poderosos sectores de la oligarquía nativa y de los representantes del capital extranjero. En definitiva, sufrió los avatares del predominio de la Constitución  real sobre la Constitución jurídica. Ante situaciones como las mencionadas había señalado Sampay que en el caso de que “aplicando la idea de justicia oligárquica que la Constitución real tuviese instituida como fin, se quisiera invalidar la sanción de una reforma constitucional dirigida a mejorar las condiciones de vida del pueblo, ello, en puridad, sería un acto de subversión contra el progreso de la justicia”(9)

.Sin duda, ello es lo que en realidad aconteció con la Constitución de Santa Fe de 1921.

Algo similar ocurrió años después con la Constitución Nacional de 1949, que en su Capítulo IV, sobre la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica, había establecido que “la propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común. Incumbe al Estado fiscalizar la distribución y la utilización del campo e intervenir con el objeto de desarrollar e incrementar su rendimiento en interés de la comunidad, y procurar a cada labriego o familia labriega la posibilidad de convertirse en propietario de la tierra que cultiva” (artículo 38).

En base a dichas normas de política económica constitucional, y con la intervención del Estado en el proceso económico, se captó la renta agraria con la que entre 1945 y 1955 se impulsó la industrialización de la Nación. Para los más reaccionarios sectores conservadores, lo central fue y es evitar que se reconstruya  un Estado con la suficiente capacidad de intervención, que impida a los grandes conglomerados agrícola-ganaderos diseñar a su antojo y en su beneficio exclusivo, cual será el sistema de producción agraria en la tierra de los argentinos. 

Sabido es que la Constitución de 1949 fue derogada por un golpe de Estado mediante una “Proclama”, embrión de la supraconstitucionalidad de facto, que luego se utilizó abiertamente por los últimos gobiernos de ese signo en 1966 y 1976. Quienes los apoyaron desde la política, la judicatura, los claustros universitarios, y en distintas organizaciones empresarias, se olvidaron de las “formalidades” y la Constitución escrita perdió su calidad de Ley Suprema(10) . 
                                                                   
 6. Como vimos, los dueños de la tierra para justificar el  lockout patronal inicialmente invocaron la reforma fiscal que sancionó la provincia de Buenos Aires. El aspecto central de las modificaciones en el Impuesto Inmobiliario Rural es la actualización del valor fiscal de la tierra, que estuvo congelado desde hace más de 15 años. La subvaluación fiscal de la tierra coexistió con un escenario de valorización en el  precio de los campos y de un extraordinario incremento de los niveles de rentabilidad. Por cierto ello no está en riesgo. Los cambios en el tributo rural sólo implicarán una revaluación de las tierras de forma tal que su valor fiscal pasará a representar alrededor del 50 % del precio de mercado. A pesar de los lamentos de la “Mesa de Enlace”, el 62 % de las partidas que hay en la provincia pagarán lo  mismo o menos por el Impuesto Inmobiliario Rural, y las regiones inundadas o en emergencia agropecuaria estarán exentas. La ley introduce aspectos progresivos: quienes concentran más tierra pagan más y quienes poseen campos más rentables también. Este fue el trasfondo inicial. Con la intención de extender el conflicto de los dueños del  campo a todo el país después traen a colación otros “temas inconclusos”, que describen como “trabas en la  comercialización, restricciones para exportar, la destrucción de los mercados, y la falta de rentabilidad en algunos sectores” (sic).  

¿El “Grito de Alcorta” se podrá encontrar presente en las motivaciones del lockout patronal? Pero qué tendrá que ver ese heroico movimiento de los explotados colonos arrendatarios, con un “lockout” patronal que tiene por finalidad la  intención de mantener un esquema agroexportador, con predominio del poder político en manos conservadoras, como en aquel entonces. 

Sólo el desconocimiento absoluto de lo que fue ese movimiento de 1912, o la intención aviesa de utilizarlo en beneficio de un esquema de negocios dominado por los grandes poseedores de tierras, multinacionales cerealeras, contratistas y exportadoras, puede justificar una respuesta afirmativa. 

Los objetivos de aquella lucha no se encuentran representados por quienes estuvieron a la vera de los caminos en el 2008 y que ahora convocan a este nuevo movimiento desestabilizador  en defensa de ganancias extraordinarias y promoviendo antiguas políticas “neoliberales” que vedan la intervención del Estado en el proceso económico.

Lo primordial para el poder económico corporativo  y sectores del privilegio que todavía defienden su predominio en la Constitución real  del país es precisamente evitar que se reconstituya en la Argentina un Estado con capacidad de intervención, que pueda limitar la potestad 
de los mercados para conformar a su antojo  el sistema económico, y promueven restablecer 
medidas de política económica acordes a las concepciones “neoliberales” que primaron en las 
últimas décadas del siglo pasado. Tal es el centro de lo que se juega. Las épocas de mejoría para el pueblo fueron cuando -desde la democracia sustantiva y no formal- se abrieron etapas de ascenso popular, que limitaron el señorío del poder de los sectores dominantes. El Yrigoyenismo (1916-1922 y 1928-1930), el primer peronismo (1946-1955) o la fallida experiencia del retorno de Perón (1973-1974) son ejemplos históricos de avances populares, que lograron  domesticar y moderar relativamente, desde la política, al poder económico. Los ciclos golpistas de 1930, 1955, 1966 y 1976, más la hiperinflación que tumbó a Raúl Alfonsín o la larga noche neoliberal menemista fueron etapas donde la derecha logró torcer en su beneficio la trabazón entre el poder político y el poder económico.

Junto a los grandes propietarios de la vieja Sociedad Rural, y sus acompañantes de la “Mesa de Enlace”, se encuentra una vez más “la desorientada  Federación Agraria Argentina, que hace años no se atreve a separase de los oligarcas, y hacer un planteo digno de reclamo de tierras, de límites a la extensión de los latifundios, de cese y recuperación de las enormes cantidades de tierras extranjerizadas y de cambio general de la política agropecuaria”(11)

 Con su actual actitud la FAA. está en el deplorable y triste rol de servir de escudo precisamente al sector más reaccionariode los propietarios “del campo”.  Coadyuva a sostener el modelo en el que la SRA -la añeja oligarquía terrateniente- se opone a cualquier control por parte del Estado de su tasa de ganancia lograda a costa del esfuerzo de toda la  nación y en particular, mediante el monopolio absoluto de la renta agraria por su dominio sobre las tierras. 

En ese “enlace” prima la resistencia a lograr un cambio en la relación de la nación con la vieja oligarquía terrateniente, asociada a algunos  pools  empresarios. Ella sigue allí y pretende mantenerse tan poderosa como siempre. La oligarquía una vez más, quiere utilizar su poder económico contra el pueblo y la nación, y en evidencia de su avaricia asumen actitudes para quedarse con la mayor parte del producido agropecuario, lo que supone y no lo pueden desconocer, pobreza para el pueblo y subdesarrollo de la Nación. 

¿Cual es la discusión de fondo actualmente en la Argentina? Como expresó la Presidente de la Nación Cristina Fernández de  Kirchner, durante el encuentro de Parque Norte (27.03.08),  esa discusión es “la distribución  del ingreso y un modelo de país”. Todavía se mantiene en estos días. Es, ni más ni menos, que la renovación del debate sobre el rumbo del desarrollo nacional y social de los argentinos. Las minorías que no ganaron las elecciones no tienen el derecho institucional de imponer por la fuerza  la política económica. El paro actual también transforma a la inmensa mayoría de la sociedad Argentina en acosado rehén, cautivo de un lockout básicamente orquestado por los “dueños de la tierra” y el conglomerado económico exportador altamente concentrado. 

 Asimismo, no podemos dejar de recordar porque es parte sustancial de la cuestión, que ante el salvajismo concreto de un  lockout en extremo autoritario, desabastecedor, amedrentador, como fue el del 2008 -y pretende ser el actual-, con agudo trazo se sostuvo que a partir de esa actitud soberbia de utilización de poderes y técnicas de prepotencia propias de oscuros tiempos que se creían superados, la actuación de lo  massmediático  audiovisual resultó una experiencia casi inédita de impudicia, obscenidad ideológica y carente de toda “objetividad” en cuanto a la política de imagen y de los encuadres por parte de los canales y sus noticieros (12).

Ese periodismo forma parte del enorme ejército de  intelectuales orgánicos de los sectores dominantes cuya estratégica misión es  construir e inculcar en nuestras sociedades una versión falsa de la historia y de la realidad actual. En otras palabras, fabricar el clima ideológico requerido para favorecer la emergencia de fuerzas  políticas conservadoras aptas para capturar el apoyo de una ciudadanía meticulosamente desinformada por los medios de comunicación que controla el gran capital y preservar la hegemonía del poder económico corporativo concentrado. 

 En el fondo el tema es político. Es imprescindible acompañar y defender las políticas de Estado que se adoptaron, como asimismo otras que seguramente se adoptarán para superar la situación imperante y proseguir la senda hacia un país soberano y digno. Las diversas campañas que se están ejecutando para torcer el camino iniciado, sólo son actitudes recientes de la vieja táctica de esos sectores dominantes, que la oligarquía usó  y sigue usando en forma 
solapada. Cuando saben que peligran sus intereses, intentan o pretenden confundir para que no hagan mella a su poder real. Su trama tiene estos tiempos: primero disuaden con la astucia y luego someten por la violencia, institucionalizada o no. El golpe de Estado y el terrorismo que desde allí aplicó es su último recurso. Por ello es imprescindible recordarlo y confrontar políticas. Hay que cerrar el paso al agro-golpismo. Hacer llegar al Pueblo las razones que impulsan las políticas en marcha es el arma más potente que existe para vencer esa trama siniestra y enfrentar a los sectores que se oponen al cambio social en la Argentina. Buenos Aires, junio 5 de 2012


Notas:


1- Discurso pronunciado en el encuentro de Parque Norte, el 27 de marzo de 2008.

2- Del informe del ingeniero Silvio A. Spangemberg, que en su carácter de director de la Escuela de Agricultura de Casilda, envió al Museo Social Argentino, y que está en los archivos de dicha institución; conf., Placido Grela “El Grito de Alcorta. Historia de la rebelión campesina de 1912”, Editorial Tierra Nuestra, Rosario, 1958, pág., 11                                         
3- Conf., Placido Grela “El Grito de Alcorta. Historia de la rebelión campesina de 1912”, Editorial Tierra Nuestra, Rosario, 1958, pág., 69. 
4-  Conf., Placido Grela, ob. cit., pág., 69/70.                                        
5- Conf., Placido Grela, ob. cit., pág., 125. 
6- Conf., Placido Grela, ob. cit., pág., 135. 
7- conf., Manuel Gálvez, “Vida de Hipólito Irigoyen. El hombre del misterio”, 2ª edición, Buenos Aires, 1939, pág. 164

8- Véase M. A. Montes de Oca, “La Convención de Santa Fe de 1920-1921, prórroga de su mandato”, Establecimiento Gráfico de J. L. Ribero & Cía,, Buenos Aires, 1922. 
9- Arturo E. Sampay, “Constitución y Pueblo”, 2ª edición, Cuenca Ediciones, Buenos Aires, 1974, pág., 86. 
10- Conf., Jorge F. Cholvis, “La Constitución de 1949 (a 60 años de su sanción)”, publicado en “Realidad Económica” Nº 242, Revista de Economía editada por el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE),  16 de febrero al 31 de marzo de 2009 

11- conf., Alberto J. Lapolla, 15 de marzo de 2008, Artículo publicado en www.desruralypoliticas.com.ar
12- conf., Nicolás Casullo, Página/12, 30 de marzo de 2008.