Los dos 25 de mayo: 1809 y 1810

Por Enrique Manson*
Publicado originalmente en el suplemento Pepe Rosa



1809, Chuquisaca: Y cual lloran bañados en sangre Potosí, Cochabamba y La Paz

El fin del dominio español en América fue una emancipación a diferencia de Asia y África en el siglo XX, donde la diferencia entre dominantes y dominados se expresaba hasta en el color de la piel. La revolución hispanoamericana la hicieron los criollos, cuando no peninsulares arraigados, y con acompañamiento menor de pueblos indígenas.

Un año antes del mayo porteño, en la altoperuana Chuquisaca, estalló una revolución premonitoria. Se trataba de la región más rica y más poblada del virreinato del Río de la Plata, contaba con la Universidad más prestigiosa y con el único tribunal superior de justicia.

En Buenos Aires gobernaba Baltasar Cisneros. Había llegado a una Buenos Aires hostil, donde el pueblo en armas que había expulsado a los ingleses, no estaba bien dispuesto frente a los burócratas que llegaban de España.

La Junta de Sevilla, proclamó en enero de 1809 “que los vastos y preciosos dominios que España posee en Indias no son propiamente colonias o factorías como las de otras naciones, sino parte esencial e integrante de la Monarquía Española.” Un reconocimiento de la autonomía criolla.

Ante la inminente caída de la península frente a Napoleón, la universidad altoperuana hizo público lo que se llamó el silogismo de Chuquisaca: A la pregunta ¿Debe seguirse la suerte de España, dominada por los franceses, o resistir en América?, se respondía: Premisa mayor: Las Indias son un dominio personal del rey y no de España. Premisa menor: El rey está impedido de reinar. Conclusión: Luego, las Indias deben gobernarse a sí mismas desentendiéndose de España.

El 25 de mayo de 1809, en la plaza Mayor de Chuquisaca estalló el levantamiento. La rebelión se expandió, con el apoyo de indios y mestizos. Pero fue sangrientamente reprimida. Sólo para postergar el levantamiento inevitable del continente entero.

1810, Buenos Aires: Se levanta a la faz de la tierra, Una nueva y gloriosa Nación

Un año después, todos esperaban la conquista de España por las bayonetas francesas. Cuando llegó la noticia, los porteños se apresuraron a tomar el poder, antes que los afrancesados de la península nos convirtieran en franceses o desembarcaran, como cuatro años antes, los ingleses, o la corte portuguesa instalada en Río de Janeiro, extendiera sus dominios hacia el sur. ¿Quién podía imaginar que él invencible Napoleón sería expulsado por los españoles?

Juan José Castelli fue el vocero de los revolucionarios. El jefe del regimiento de los orilleros porteños, Cornelio Saavedra, no se mantuvo en silencio. Aunque se lo suele definir como un como un conservador, fue el que afirmó " y no quede duda de que es el pueblo el que confiere la autoridad o mando.”

  Dentro de la Junta hubo enfrentamientos, que algunos quieren llevar hasta el no demostrado asesinato de Moreno por la aún menos probada instigación de Saavedra, pero formaron parte juntos del llamado Primer Gobierno Patrio. El presidente de la Junta había nacido en Potosí, hoy Bolivia, lo que no lo hacía menos argentino. El nombre Argentina se había originado en el equívoco que los indios habían producido en Sebastián Caboto, cuando le hablaron de una montaña de plata que había tierra adentro y el veneciano corrió a buscar, sin comprender la inmensa distancia que separaba el cerro argentino de las costas del Paraná. Gaboto no llegó nunca al monte de sus desvelos, pero sí le dejó el nombre al río, hasta entonces de Solís, y hasta ahora de la Plata. De ahí tomaría Martín del Barco Centenera el título de su poema La Argentina, el país de la plata, publicado en 1602.

* Historiador